ESPECTACULOS
Martes 14 de febrero de 2012
OPINION CINE
FERNANDO
LOPEZ
Dujardin y Bichir, los dos inesperados
L
AS candidaturas a los premios de la Academia de Hollywood suelen proveernos de estas sorpresas. Desconocidos, o casi, cuyos nombres están, de un día para el otro en boca de todos, sin que hasta entonces los hubiéramos oído mencionar y cuyos rostros, por lo general, están bastante lejos de resultarnos familiares. Este año hay dos que responden, al menos para la mayoría de los espectadores locales, a esas características –el francés Jean Dujardin y el mexicano Demián Bichir–, y sin embargo han logrado hacerse un lugar al lado de tres intérpretes que están entre los más acreditados de la pantalla actual. Y algo más: según vaticinan los pronosticadores de siempre para el próximo 26, uno de ellos ocupa una especie de pole position en la carrera hacia la estatuilla. Aunque, claro, ya es suficiente gloria para los dos –esa gloria mediática que garantiza unas pocas semanas de popularidad– estar ahí, entre los nominados a un Oscar como mejor actor protagónico. Porque los méritos de los otros tres ya son demasiado conocidos, no vamos a aludir, pues, a la condición camaleónica de Gary Oldman (elegido por su labor en El Topo), ni al sostenido crecimiento de Brad Pitt (El juego de la fortuna), ni a la evidencia de que George Clooney (Los descendientes) es bastante más que un fenómeno de carisma. Es hora de ocuparse de los dos inesperados.
A Demián Bichir, que no es precisamente el favorito, pudimos haberlo visto bajo la barba de Fidel Castro en los dos films que Steven Soderbergh dedicó a la figura del Che, o, menos probable, como el maltratador maltratado de Santitos, festejada sátira con aires de realismo mágico a la mexicana. Poco más se habrá visto en nuestro medio de este actor perteneciente a una familia de artistas (su hermano Bruno encarnó a Siqueiros en El mural), que a los 48 años obtuvo la candidatura por su labor como un inmigrante mexicano que, en A Better Life, lucha en Los Angeles por darle a su hijo las oportunidades que él nunca tuvo. Por el mismo papel fue nominado para el premio del Sindicato de Actores (que ganó Dujardin) y compite por el de los Independent Spirit Awards que se entregarán un día antes del Oscar. Su próximo compromiso será con Oliver Stone, que lo ha convocado para integrar el elenco de Savages, sobre el mundo del nacotráfico, al lado de John Travolta, Salma Hayek, Uma Thurman, Benicio del Toro y Mia Maestro. Dujardin, él sí favorito, ya se hizo notar cuando triunfó en Cannes 2011 con el mismo personaje que lo acerca ahora al Oscar y le dio hace poco el Globo de Oro: un divo del cine mudo a quien la llegada del sonoro precipita en la decadencia y el olvido. Nacido en 1972, y graduado en filosofía y artes plásticas, solo descubrió su aptitud histriónica en el servicio militar. En bares y pequeños teatros desarrolló el oficio, que pronto lo llevaría a la TV y el cine. Es probable que ninguno de sus films haya sido visto aquí, pero se sabe que ha trabajado con directores como Bertrand Blier, Gérard Jugnot, Nicole Garcia y Guillaume Canet, y que se lo considera un imán infalible en la taquilla francesa. La variedad de sus recursos está generosamente expuesta en el film que puede consagrarlo en algunos días más.
PROTAGONISTAS DE LA RADIO
I
3
POR ALICIA PETTI
El actor con carnet de locutor Diego Ripoll, a quien así definía Fernando Peña, se reintegró a Basta de todo, el ciclo de Matías Martin A los 38 años Diego Ripoll tiene un largo camino recorrido en la radiofonía. Valga recordar sus últimos y exitosos pasos por Metro, Rock & Pop, Kabul y Mega, donde se hizo notar su impronta humorística y su facilidad para imitar voces, que hizo que Fernando Peña, con quien se desempeñó largo tiempo, dijera que era “un actor con carnet de locutor”. Se acaba de reintegrar a Basta de todo, el ciclo que de lunes a viernes, de 14 a 18, por Metro (FM 95.1), lidera Matías Martin y donde ocupa el lugar que dejo vacante Gabriel Schultz (que pasó a Perros de la calle, también en la misma emisora). Con la adrenalina del regreso; elogia a su conductor, rescata la profundidad del ciclo, en el que no se entrevista a políticos y se intenta que se escuchen todas las voces. –¿Cómo surge y cómo se vive la vuelta a Basta de todo, este ciclo importante en tu carrera? –Con Matías laburé un año y un mes, en 2002, cuando Juan Pablo Varsky se fue al Mundial de Corea y Japón y ahí empezó un poco la degeneración del programa [se ríe francamente]. En realidad, con Juan Pablo el ciclo tenía un costado más periodístico. Nosotros empezamos a soltarnos un poco más. Siempre hablamos de la generosidad de Matías, pero eso también requiere un talento especial. El sabe dónde pararse. No es que entrega el programa para que cada uno haga lo que se le ocurra, sino que él sabe para dónde va con el programa. Por eso, no es casual que el ciclo sea líder en audiencia desde hace largo tiempo. Y espero que siga siendo así, que no baje ahora que volví a esta radio que quiero mucho. En Metro trabajé con Peña, lo conocí a Matías, estuve con Diego Scott y Sebastián Wanraich... Es una frecuencia que yo tengo como muy incorporada. Volver a Metro, imaginate, tiene mucho significado, es muy emocionante por muchos motivos. Y en especial volver a Basta de todo, trabajando con Cabito, que es como mi marido [risas], con los productores Juan Ferrari, Waty Frignani.
Ripoll según Martin “Conocí a Diego Ripoll cuando en 2001 hacíamos las transiciones con El parquímetro. Cuando Diego ingresó al programa nació una conexión profesional inmediata, una especie de romance radial donde siempre había un escalón más para subir hasta llegar al último y de ahí saltar. N Luego fue parte de Basta de todo e hicimos en 2003 por TV Ardetroya, ya compartiendo una amistad que continuó en los siguientes siete años en los que no trabajamos juntos. En cada encuentro, en cada cena, se repetía la misma pregunta: ¿cuándo volvemos a laburar juntos? N Y, después de diez años de programa, arrancamos una nueva década con todas las ganas de volver a disfrutar de nuestra amada radio. N Da gusto incorporar al programa su histrionismo, sus personajes, su oficio, su cabeza y su voz. N Estoy convencido de que va a potenciar mi trabajo y también el de Cabito y, además, nos está ayudando a recuperar cierta adrenalina y vértigo que habían quedado atrás”. N
Al aire, durante el programa, Matías Martin y Diego Ripoll PATRICIO PIDAL/AFV
Peña siempre me decía que yo era un actor con carnet de locutor, y un poco es así. A mí me encanta meterme en el personaje, poder hacer roles diferentes. En la tele te cuento algo, en la radio hablo, en las publicidades te vendo. Me encanta ejercer todas las facetas de locutor –¿Cómo se distribuyen los roles? –Matías sabe mensurar el trabajo de Cabito y el mío, si no, sería muy escatológico o muy solemne o muy divertido o muy aburrido. Matías pone el equilibrio justo. El programa tiene mucha profundidad. Matías es un gran entrevistador, y un gran generador de climas. Esa profundidad contrasta con el humor que hacemos juntos,
con la efervescencia del programa y con Cabito. –El ciclo ingresó en su undécimo año. ¿Cuál es la fórmula de su éxito? –El secreto del éxito es el conductor, claramente. Es el único que se mantuvo durante todos estos años. Su fantástico equipo de producción y Javier Bravo, un operador creativo que inventó un estilo de operar en radio, en FM. Cabito ocupa un lugar muy diferente al de 6, 7, 8. Puede irse al pasto y puede hablar con sensibilidad. Además de contar con columnistas como Esther Feldman, Santiago Siri, Javier Zuker. Y se van a sumar un par de los organizadores de las charlas Ted: esos pequeños monólogos sobre el
TEATRO
futuro de diferentes cuestiones. Matías va a seguir haciendo sus entrevistas de los miércoles y va a haber juegos todos los días, salvo los viernes, que está el celebrado “Ataque ochentoso”. –Las entrevistas son muy importantes –Es el esquema conocido del ciclo, las entrevistas son impresionantes, porque no queda afuera ningún personaje. Las ultimas fueron las de Mercedes Morán, Leo Dan, Horacio Guarany. Y todos cuentan sus historias. Y acordate que Basta de todo no tiene vínculo con políticos. Decidimos no hacer notas con ellos. Fue una decisión de Matías. El tiene una visión de las noticias y lee todos los portales de noticias, para que la gente vea que no
hay una línea para donde pretendemos llevar las cosas. El editorializa a partir de esos contenidos, con equilibrio. Dice lo que le parece, obviamente en forma subjetiva, pero no hay ni hubo entrevistas tendenciosas. Nadie puede acusarnos de llevar agua para ningún molino. Estamos parados en un lugar más saludable y meritorio, sobre todo en estos tiempos en los que la cosa está dividida y parece que si no sos oficialista, sos de la “corpo”. En Basta de todo estamos todos más maduros. Trato de ir de a poco, de hacer pequeñas apariciones. Lo más importante que tenemos es el poder compartir lo que hacemos con la gente, y que la gente comparta su vida con nosotros.
((((( BUENA
DRAMA
Granos de uva en el paladar
COSQUIN ROCK
Sentida evocación de la II República y el franquismo L AUTORAS Y DIRECTORAS: SUSANA HORNOS Y ZAIDA RICO L INTERPRETES: ARANTZA ALONSO, LUCIA ANDREOTTA, MARTA CUENCA, CLARA DIAZ, SAUCE ENA Y RUTH PALLEJA L ESCENOGRAFIA: ALEJANDRO MATEO L ILUMINACION: MARIANO ARRIGONI L BANDA SONORA: GONZALO MORALES L SALA: CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACION L FUNCIONES: JUEVES A LAS 21 L DURACION: 75 MINUTOS
“Que mi nombre no se borre de la historia”, dejó escrito Julia Conesa en una carta a su familia cuando supo que iba a ser fusilada junto con otras doce jovencísimas compañeras de las Juventudes Socialistas Unificadas, el 5 de agosto de 1939. Julia estaba detenida en la Cárcel de Ventas de Madrid, donde miles de mujeres republicanas hacinadas sobrellevaban –según testimonios coincidentes– con dignidad y espíritu solidario padecimientos que podían culminar en la condena a muerte. En el espectáculo coral que, de manera condensada y poética va de los albores de la II República a la actualidad, propuesto por las directoras y dramaturgas españolas Susana Hornos y Zaida Rico, hay un claro afán de reflejar la pequeña historia cotidiana de personajes de segundo plano. Hombres y mujeres afectados en distinto grado por los radicales cambios políticos: las innovaciones republicanas, el golpe militar liderado por Franco, las atrocidades de la dictadura, el pasaje hacia la democracia de los 70. Historias de vida tocadas por el dolor y la injusticia, silenciadas por la censura franquista primero y, luego, por el miedo enquistado durante décadas. Uno de los tantos personajes de Granos de uva en el paladar –título que alude a una canción popular–, el de la muchacha socialista llamada Rosa, parece evocar a aquellas ahora famosas Trece Rosas ejecutadas en Madrid, falsamente acusadas de atentar contra Franco y uno de sus comandantes. En otros roles aparecen campesinas ingenuas que se despabilan, madres represoras, detenidas que se defienden cantando o cocinando con los colores de la bandera republicana, monjas que sirven al régimen, hombres jóvenes signados por destinos bien diferentes… Seis actrices españolas residentes en Buenos Aires se hacen cargo de casi una veintena de papeles que ellas van alternando con una fluidez en las transiciones que nunca empaña la claridad narrativa, pese a la celeridad con que tienen lugar los cambios de personaje, apoyados en precisas coreografías
MARIA CANDELARIA LAGOS/TELAM
Fin de fiesta Anteanoche, Los Pericos fueron una de las bandas que actuaron en la jornada final del festival; como en los días anteriores, casi todos los músicos, desde los uruguayos de La Vela Puerca a Rata Blanca, recordaron con palabras o canciones a Luis Alberto Spinetta
Una de las imágenes de Granos de uva en el paladar y en estilizadas composiciones. Las intérpretes visten funcional y sobria ropa negra, con el único accesorio de una suerte de poncho liviano gris que, según la situación, hace las veces de chal, de toca de monja, de fusil… Acorde con este vestuario, la escenografía es un suelo rojo que llega hasta la pared del fondo y se levanta hasta la altura de los hombros: color primario y cálido, color de la sangre cargado de alusiones políticas. Con premeditada síntesis, el texto cita la breve primavera de la República, muestra a algunas mujeres como fuerza conservadora y a otras como agentes de cambio. En un personaje masculino, Paco, se concentran rasgos de una mentalidad machista capaz de ceder a las transformaciones para luego volverse cruel verdugo porque una de las dos Españas le ha helado el corazón. Un verdadero hallazgo dramático resulta,
cerca del final, el despertar en la actualidad de Miguel, un adolescente que fue asesinado –quizá por homofobia, quizá porque fue delatado– en 1937 a manos de las fuerzas franquistas cuando se despedía de su amigo Luis. Su cuerpo ha permanecido tirado sobre el piso colorado, inmóvil desde el comienzo de la obra. Miguel recuerda los últimos tramos de su vida y clama angustiado: “¿Por qué nadie me vio? ¿Por qué nadie me buscó?”, sin saber que su madre y sus hermanas pusieron todo su empeño en encontrarlo. Pero, en verdad, el reclamo de Miguel va más lejos y se universaliza en este espectáculo que trae ecos de poetas como Hernández, Machado, Lorca… También del Cernuda de Las nubes: “Amargos son los días/ de la vida, viviendo/ solo una larga espera/ a fuerza de recuerdos”.
Moira Soto