El poder corrosivo de la droga

Ecuador, Chile y la Argentina son las naciones que más se han ... En el caso de Chile, su lucha contra las drogas tiene en la geografía un inesperado enemigo.
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Página 4/Sección 6/LA NACION

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Domingo 25 de mayo de 2008

El poder corrosivo de la droga EN LAS REDES DEL NARCOTRAFICO Continuación de la Pág. 1

tales, desde donde se envía la coca a México y EE.UU. a través de Venezuela y Brasil. También suelen moverse por la región de Urabá, la Costa Atlántica, el Putumayo, Nariño, el Valle y los límites entre Antioquia y Córdoba. Informes recientes de inteligencia, sin embargo, aseguran que pese a no tener ya el absoluto control territorial, los cárteles colombianos ejercen presión mediante ejércitos privados, conformados por paramilitares desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Su área de influencia comprendería grandes extensiones de cultivos en esos departamentos, ríos y esteros utilizados para sacar la droga hacia las costas y hacia zonas de difícil acceso. El último estudio de la Oficina contra el Delito y las Drogas de Naciones Unidas, de 2007, muestra que el área afectada alcanza a las 78.260 hectáreas, 9% menos que en 2005 y bastante menos que las 163.000 hectáreas detectadas en 2000, cuando se registró el récord histórico. En la actualidad hay cultivos ilícitos en 23 de los 32 departamentos del país. Según la ONU, en regiones como Antioquia, Nariño, Chocó, Córdoba y Meta –parte de las zonas estratégicas de conflicto y disputa entre las nuevas organizaciones de narcos–, entre 2001 y 2006 crecieron hasta 2% las áreas sembradas. La más perjudicada es la del Pacífico, con un aumento del 68%. En departamentos como Magdalena, Meta, Guaviare, Nariño y Antioquia, estas bandas delinquen en alianza con la guerrilla de las FARC, que financia gran parte de su gasto militar con los dividendos del narcotráfico, aunque ya no a la escala de algunos años atrás. “Vemos un regreso de las FARC al sistema de cobro de gramaje (un “impuesto” a la producción de droga) y de extorsión a los propios narcocultivadores. Hay, de algún modo, un retroceso de las FARC como traficantes a gran escala, lo que no significa que todos los frentes tengan el mismo comportamiento”, afirmó el general Oscar Naranjo, director general de la Policía colombiana. En el caso de Perú, durante los años del primer boom de la coca (de 1980 a 1995), el Huallaga, una extensa región de la selva central peruana, se convirtió en el paraíso del narcotráfico. En medio de los bosques y los pantanos y con el respaldo de la violencia más criminal que haya sacudido al país (desatada por Sendero Luminoso), prosperaron, se arruinaron, murieron o fueron encarcelados decenas de narcos. Si bien la situación allí ha mejorado, el narcotráfico aún mantiene en vilo a la región. En los primeros días de mayo de 2007, un grupo de comandos fue recibido por una lluvia de balas en las cercanías de un casería de la zona. Tras repeler el ataque descubrieron lo que esperaban: tres laboratorios muy precarios de pasta básica. Y en el tronco de un árbol, a manera de advertencia, alguien había tallado una hoz y un martillo y las siglas PCP (Partido Comunista del Perú, nombre oficial de Sendero Luminoso). Las esmirriadas huestes subversivas (unos 150 hombres) son hoy un cártel más que controla una zona del Huallaga. Según los analistas, el Valle del Río Apurímac y Ene, en el centro sur del país, es la principal zona productora de cocaína de Perú. Tres clanes serían hoy los encargados de la producción: los Tineo Taipe, los Bendezú Quispe y los Quispe López. La policía antidrogas los llama “Tibenqui”, nombre que surge al juntar las primeras sílabas de sus apellidos paternos. Se estima que el 98,4% del producto de lo que se produce en la cuenta del río Monzón, uno de los afluentes del Huallaga, se debe a la coca. Casi no hay otro recurso económico para los habitantes de la zona.

colombianos con los estados de Bolívar, Monagas y Delta Amacuro, siguiendo el curso del río Orinoco. Las aeronaves aterrizan para cargar combustible en pistas clandestinas ubicadas en fincas de Bolívar, Guárico y sur de Monagas, adquiridas por presuntos paramilitares del grupo Aguilas Negras, ex miembros de las AUC, y luego lanzan los alijos de drogas en la costa caribeña. A su vez, en la franja fronteriza de los estados de Apure, Táchira, Bolívar y Zulia existen enclaves donde operan grupos ligados a las FARC. Ecuador padece un problema semejante, sólo que allí el narcotráfico utiliza una estrategia de carrusel. La espiral se inicia en la zona norte de Sucumbíos, fronteriza con Colombia, donde poblaciones como Puerto Nuevo y Puerto El Carmen son los puntos de acopio de la coca. Los militares ecuatorianos y la policía sostienen que en esa primera parte del tráfico están comprometidas las FARC, especialmente el denominado Bloque Sur, que controla el departamento del Putumayo colombiano. Los insurgentes –según datos de inteligencia– son los encargados del acopio de la base y de organizar su traslado hasta Esmeraldas, provincia costera ecuatoriana. La droga viaja por rutas secundarias desde la Amazonia, para regresar a Colombia a través del departamento de Nariño. Al otro lado de la frontera, se encuentran los laboratorios más grandes para el procesamiento de clorhidrato de cocaína, con una producción aproximada de 600 toneladas al año. El estupefaciente refinado retorna vía fluvial o terrestre a Ecuador para ser enviado al exterior. El acopio de la mercadería

EL COMERCIO / ECUADOR / GDA

Una lucha por el control de las villas Por Hernán Cappiello De la Redacción de LA NACION

Traficantes vigilan a la policía en la favela Rocinha, de Río de Janeiro O GLOBO / GDA

El tráfico de drogas en América latina El narcotráfico ha asignado a cada país de la región un papel en este lucrativo negocio. están las naciones productoras, las reexportadoras y las que son simples mercados de consumo. San Juan

PTO. RICO

Referencias Areas de tránsito de droga Regiones de producción de hoja de coca

COSTA San José RICA

Maracaibo Caracas

Zonas de mayor consumo y venta de drogas. Control de barrios por el narcotráfico

Bogotá VENEZUELA

COLOMBIA

Salida de droga vía aérea

Guayaquil

Salida de droga vía marítima

Trujillo Lima

BRASIL PERU

BOLIVIA

PARAGUAY

OCÉANO

San Pablo

Río de Janeiro

PAC Í F I C O

CHILE ARGENTINA OCÉANO

Córdoba Santiago

Rosario

AT L Á N T I C O

Buenos Aires

Acopio y reexportación Los narcotraficantes innovan continuamente. Desarrollan más modernos y baratos modos de producción de coca y sus derivados, avanzan hacia otras formas de comercialización y, por supuesto, abren nuevas rutas para enviar cocaína a los mejores mercados. En el último lustro, los cárteles han comenzado a utilizar a otros países de la región como centros de acopio y reexportación de embarques ilícitos, a fin de evitar los estrictos controles que inspeccionan las cargas provenientes de Colombia, Perú y Bolivia. Venezuela, Ecuador, Chile y la Argentina son las naciones que más se han visto afectadas por esta modalidad. El Departamento de Estado norteamericano calcula que por el territorio venezolano transitan anualmente entre 200 y 300 toneladas de drogas. Los medios de transporte preferidos por los grandes traficantes son los aéreos, por la escasa vigilancia de los cielos venezolanos, especialmente en las regiones sur y oriental del país. Pequeñas avionetas hacen vuelos casi rasantes por la llamada “ruta amazónica”, que conecta a los Llanos Orientales

Militares peruanos desmantelan un laboratorio de drogas en un operativo en el valle de los ríos Apurimac y Ene, en la selva peruana

Fuente: Grupo de Diarios de América

ilegal se efectúa en urbes como Santo Domingo, Quito, Guayaquil. La droga se reenvía, luego, a los mercados internacionales desde puertos de las provincias de El Oro, Guayas y Manabí. En el caso de Chile, su lucha contra las drogas tiene en la geografía un inesperado enemigo. Sus vecinos del norte, Bolivia y Perú, son líderes en la producción de cocaína. “La droga está entrando muy fácilmente. Puedes cruzar por donde quieras, a cualquier hora”, dice el senador Jaime Orpis, creador de la Corporación La Esperanza, que se dedica a la rehabilitación de drogadictos. “En Colchane, por ejemplo, los burreros pasan a 200 metros del paso habilitado, sin que nadie pueda hacer nada”. A la Fiscalía chilena le preocupa más el tránsito de las sustancias que el consumo. “Países como Perú, Bolivia y Colombia envían droga a Europa desde Chile –dice Manuel Guerra, director de Drogas de la Fiscalía–, y como no somos un país productor, las cargas que llevan los barcos no son objeto de sospecha”.

LA NACION

Sin duda, las ciudades que más se han visto afectadas por el avance del narcotráfico en la región son las brasileñas Río de Janeiro y San Pablo. Muchas de sus barrios pobres o favelas hoy son pasto de los narcos. Desde lo alto del conglomerado de 12 favelas –enclavadas en el macizo que se extiende por los barrios de Ramos, Inhaúma, Bonsucesso, Olaria y Penha, en el suburbio de Río–, los traficantes invaden incluso la frecuencia radial de la policía: en una demostración de poder intentan intimidar a los agentes, llamándolos “gusanos” y amenazándolos con matarlos si suben la colina. El dominio territorial de los traficantes es sostenido por armas de guerra como metralletas antiaéreas y fusiles AK-47. El ex secretario nacional antidrogas Walter Fanganiello Maierovith compara la estructura de organización y funcionamiento de esos grupos con los de la mafia. “Poseen dominio territorial en incontables favelas del Río, comercializan drogas, alquilan armas, subyugan

Participaron en la elaboración de este reportaje: Hernán Cappiello, LA NACION de Argentina; Sérgio Ramalho, O Globo de Brasil; Matías Bakit y Andrea Sierra de El Mercurio de Chile; Redacción de Justicia, El Tiempo de Colombia; Otto Vargas M., La Nación de Costa Rica; Redacción Judicial, El Comercio de Ecuador; Silvia Otero, El Universal de México; Pablo O’Brien, Unidad de Investigación de El Comercio de Perú; José A. Sánchez Fournier, El Nuevo Día de Puerto Rico; Fabián Muro, El País de Uruguay y Javier Ignacio Mayorca, El Nacional de Venezuela.

En la Argentina, la captación del poder territorial por parte de bandas de narcotraficantes no se verifica en grandes ciudades o territorios, sino que se da en algunos barrios marginales de la ciudad de Buenos Aires y en el gran Rosario y el gran Córdoba, en el interior del país. Por la violencia que exhibió en su lucha por el control de la villa porteña 1-11-14, en el barrio del Bajo Flores, con 15 muertos producto de la lucha entre facciones, los peruanos de la banda de Marcos despertaron el interés de las autoridades, que detuvieron al supuesto jefe de la organización, Marco Estrada González, presunto ex integrante de Sendero Luminoso. Fueron apresadas también su mujer y su suegra. A ello, claro, se llegó luego de que un grupo especial de fiscales denunció dos comisarías de la zona por tolerar el narcotráfico y no relacionar los numerosos tiroteos, peleas entre bandas y crímenes con la disputa por el negocio. La causa contra las seccionales fue cerrada sin imputar a ningún oficial delito alguno. Un gigantesco operativo realizado en el barrio de emergencia, donde las calles se convierten en pasillos, las puertas disimulan pasadizos secretos y un grupo de guardias advierte Redada en el Bajo Flores mediante silbidos DYN y un sistema de timbres la presencia de extraños, permitió detener a media docena de acusados, pero en su mayoría eran los eslabones más delgados de la cadena de distribución. Eran “soldados”, “dealers” de esquina y ninguno de los responsables de la banda. Marcos ya no estaba en la Argentina. Había huido con premura de su lujosa casa de un condominio privado, con guardias armados de seguridad y situada en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires. Durante el allanamiento del lugar se encontró una camioneta Ford Ranger y varios televisores de plasma. La organización de Marcos, según sumarios en trámite, pugna por extender su territorio a otros barrios empobrecidos de la ciudad, lo que generó peleas entre bandas, tiroteos y homicidios. Algunos lugartenientes de la organización peleaban con sus jefes caídos en desgracia por el control del negocio. En esas barriadas, habitadas por gente humilde, de trabajo, ya es costumbre convivir con el narcotráfico, que se cuela en sus familias y acaba con la vida de sus hijos. Allí se comercializa el “paco”, que se caracteriza pro su alto grado de adicción. Su efecto es inmediato y provoca una súbita desconexión de la realidad. El consumidor pasa de la euforia inicial y la sensación de placer a una angustia y una depresión profundas, que lo llevan a querer consumir nuevamente. Donde hay paco hay cocinas (laboratorios clandestinos) para refinar la pasta base. Un fenómeno nuevo en la Argentina, país de paso de la droga, donde la cocaína llega refinada a través de las fronteras del norte, ingresa a Buenos Aires y desde allí es reenviada a Europa, principalmente por barco, o a los Estados Unidos, adherida al cuerpo o ingerida en cápsulas por las “mulas” que las transportan en vuelos de línea. La última encuesta nacional sobre consumo de drogas, difundida a fines de 2007, reveló que casi 500.000 personas en la Argentina tomaron cocaína en el último año (2,6% de la población de entre 12 y 65 años), 1.200.000 fumaron marihuana (6,9% de la población) y 85.000 fumaron paco. El gobierno argentino informó a la ONU en Viena que va a revisar su legislación antidrogas, para despenalizar la tenencia de drogas para consumo personal, tratar al consumidor como un enfermo e introducir esta modificación en el sistema penal, argumentando que la política represiva, después de haber sido aplicada durante 20 años, demostró su fracaso.

© LA NACION

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Decomiso de cocaína en Ecuador EL COMERCIO / LIMA / GDA

habitantes, pero aún no cuentan con representación política o estructuras profesionales de lavado de dinero, como sucede con la mafia”, argumenta. Dada la gravedad de lo que ocurre en Brasil, la presencia del narcotráfico en otras ciudades del continente parecerían ínfimos en comparación, pero no son como para ignorarlos. Chile, por ejemplo, cuenta ya con un tentador mercado de consumidores. “Hace mucho que Chile dejó de ser un país de tránsito y hoy es totalmente consumidor: consumen escolares, mujeres y adultos”. Según cifras del último Estudio Nacional de Drogas de Conace, realizado en 2006, en el país 640.420 personas consumen uno o más estupefacientes. La droga más utilizada es la marihuana, elegida por 609.703 personas. La siguen la cocaína, con 105.134 consumidores; la pasta base, con 50.000 usuarios y otros alucinógenos, con más de 25.000. Una situación similar se da en Venezuela. Las estadísticas oficiales indican que en 2007 fueron atendidas 6604 personas. Esta cifra representa un crecimiento del 1,2% con respecto al año anterior. El crack también está haciendo estragos en Costa Rica. En venta a precios muy accesibles (un dólar la dosis), en cada barrio populoso existe al menos un punto de venta. De esta forma, los traficantes extienden sus redes de distribución de costa a costa y de frontera a frontera. En el transcurso de 2007, los agentes antidrogas desarticularon 284 puntos de venta de esta droga, y en el primer trimestre de este año hicieron lo propio con otros 62. Pero la clientela crece a un ritmo acelerado. En el centro de la capital, unos 2000 adictos deambulan por un área de escasas 10 cuadras.