DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO COMENTARIO A LAS LECTURAS P. JORGE PETERSON, OCSO
Imagen: Xilografía, Alejandra Izquierdo
PRIMERA LECTURA: Jr 20, 7-9 SEGUNDA LECTURA: Rm 12, 1-2 EVANGELIO: Mt 16, 21-27 Las lecturas de esta Eucaristía nos invitan a orientar nuestras vidas según el plan de Dios. Estamos todos en camino; como dijo el Padre Hurtado, somos un disparo a la eternidad. Al final del Evangelio de hoy, Jesús nos recuerda nuestro fin: "El Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre y entonces pagará a cada uno según su conducta." Todo lo que hacemos o dejamos de hacer afecta nuestro futuro. Jesús es "el camino, la verdad y la vida". Por su ejemplo y por sus palabras nos muestra el camino. Todo su deseo era cumplir la voluntad del Padre, y así consumar su misión en la tierra. Nada ni nadie podría desviarle de ésta. Pedro aprendió esto con un reproche fuerte que nunca podrá olvidar. Cuando estaba llegando su hora, Jesús anunció que iba a Jerusalén, aunque esto significaría encontrarse con el rechazo por parte de las autoridades religiosas y civiles. Iba a ser condenado a muerte. Pero su aparente fracaso, iba a ser su victoria. No hay otro camino: la Cruz trae salvación. Como cristianos, nuestra pasión, nuestro objetivo de cada día, es hacer la voluntad del Padre y cumplir la misión que tenemos en este mundo. Esta misión puede ser bastante simple; pocos están llamados para un tarea tan complicada y pública como el profeta Jeremías o el Papa. Nosotros estamos llamados a ser fieles a nuestra vocación personal. Su voluntad es siempre para el bien nuestro. Él nos ama y desea nuestro verdadero bien. En su voluntad encontramos nuestra paz. En una frase S. Pablo clarifica esta voluntad del Padre: "Dios quiere que todos los hombre lleguen a conocer la verdad y que se salven."En el Evangelio de hoy Jesús nos indica que no podemos ser fieles sin ciertas renuncias. Esto de negarse a sí mismo no significa anular la persona. De hecho uno no realiza nada importante sin dejar de lado, es decir, sin renunciar, a muchas otras cosas que se oponen a este fin. Jesús es el camino. Tenemos que tener nuestros ojos fijos en Él para imitarlo. Es también la verdad. Nos enseña la verdad. Hoy nos dice: "Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierde por mí, la encontrará." Es la paradoja de la vida cristiana. Como dijo el Principito: "Lo más importante no se ve." Para vivir plenamente necesitamos "morir" a nuestro egoísmo, a nuestra propia voluntad cuando ésta no es conforme a la verdad que Dios nos ha enseñado. Casi siempre este "negarse a sí mismo" es para que otros puedan tener mejor vida. Es decir, lo que yo hago, afecta a otros. Estamos interconectados los unos a los otros. No podemos ignorar las necesidades de otros; más bien hay que cultivar nuestra atención a éstas. También nuestros esfuerzos para cuidar la ecología se motivan en el bien de futuras generaciones. Igualmente muchas veces tenemos que negarnos a nosotros mismos para la calidad de nuestra propia vida. Esto es necesario para ordenar nuestros impulsos e instintos. Algunos pueden tener una vocación especial a vivir una vida de mortificaciones especiales para el bien espiritual de otros. Recién celebramos la fiesta de Sta. Rosa; ella fue un ejemplo de tal vocación.Yo admiro tales personas, pero no me siento llamado a imitarlas. En esta línea S. Pablo en la segunda lectura nos muestra el camino: "Ahora por la misericordia de Dios, los invito a ofrecerse como sacrificio vivo, santo, aceptable a Dios: éste es el verdadero culto." Continúa: "No se acomoden a este mundo, por el contrario, transfórmense interiormente con una mentalidad nueva, para discernir la voluntad de Dios." Esto es precisamente lo que hizo Jesús. Pidamos esta misma gracia.