domingo xii del tiempo ordinario comentario a las lecturas

Aunque ha ascendido al cielo, no se fue para alejarse de nosotros, sino allí está vivo, intercediendo por nosotros. Desde allí, con el Padre, nos ha enviado.
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DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO COMENTARIO A LAS LECTURAS P. JORGE PETERSON, OCSO

Ilustración: Claudio Gay

PRIMERA LECTURA: Jr 20,10-13 SEGUNDA LECTURA:Rm 5,12-15 EVANGELIO: Mt 10, 26-33 Por nuestro bautismo somos hijos de Dios; hemos entrado en la familia de Dios. Nuestras vidas están en sus manos: en las manos del Padre. No podrían estar en mejores manos. Jesús es nuestro hermano, nuestro hermano mayor. Entregó su vida por nosotros. Aunque ha ascendido al cielo, no se fue para alejarse de nosotros, sino allí está vivo, intercediendo por nosotros. Desde allí, con el Padre, nos ha enviado al Espíritu Santo para habitar en nosotros. Su presencia en nuestras vidas es real. ¿Han escuchado de la gracia de cada momento, de cada circunstancia? Dios siempre nos está ofreciendo la ayuda de su gracia. En todas las circunstancias de la vida está con nosotros;contamos con su ayuda. Esta es la fuente de nuestra confianza. En el Evangelio de hoy Jesús nos dice de nuevo: "No tengan miedo." Creo que todos tenemos miedos, muchos miedos. El miedo brota cuando crece la desconfianza, la inseguridad o la falta de libertad. El miedo es un problema central del ser humano. Solamente nos podemos liberar de él arraigando nuestra vida en Dios. Él busca siempre nuestro bien. "Para los que aman a Dios, todo coopera para el bien."

El miedo en sí no es malo. Es una advertencia frente a alguna amenaza. Sin embargo, hay muchos miedos que no tienen fundamento; son subjetivos; otros muchos son exagerados. A menudo hay que bajar su intensidad a la realidad.Tenemos un Padre Bueno en el cielo; podemos confiar. Los miedos pueden paralizarnos; no nos dejan actuar con libertad. Cuando esto pasa, apagan la vida. Pueden matar la vida. No hacemos algo que queremos o debemos "por miedo." No decimos lo que pensamos "por miedo", o mentimos por miedo a veces. A menudo, "miedos tontos". No asumimos ciertas tareas o responsabilidades "por miedo", etc. Los miedos no son buenos consejeros; no hay que hacerles caso.

Jesús se dedicó, antes que nada, a despertar la confianza en el corazón de las personas. Nos pide mirar a los gorriones. Dios es providente con ellos. Viven sin preocupaciones; vuelan libremente. Es interesante anotar que el cuidado del Padre no impide que caigan al suelo; aun así están en las manos del Padre. En la primera lectura, Jeremías estaba asechado por fuertes enemigos; sin embargo, él encomendó su causa al Señor. Su vida estaba enraizada en Dios. Al final cantaba: "Alaben al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos." Esta fe confiada le daba una fuerza y seguridad. Era así también con Jesús durante su Pasión, su amor al Padre y a nosotros Le sostenía. La gracia de cada momento es la presencia de Dios en todo lo que nos pasa. Los miedos hacen daño, mucho daño. Cuando crece el miedo, se pierde de vista a Dios. Se puede ahogar la bondad que hay en el corazón de la persona. Desaparece la alegría. Jesús insiste en que no tengamos miedo y esto aun en circunstancias extremas. Dijo: "No teman a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma." Añadió: "Teman al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo." Los que se adhieran a Dios, los que le tienen a Él como el norte en sus vidas, tienen un gran respeto a Dios. Dios no es un papá bonachón a quien uno puede manipular a su capricho. Merece nuestro acatamiento y confianza en todo lo que nos pasa en esta vida. Él es Bueno, Sabio y Poderoso. Si vivimos en unión personal con Él, "todo cooperará para el bien". El Señor vivía unido con el Padre. Esta fue la fuente de su seguridad, aun en medio de la oposición de los poderes políticos y religiosos de su tiempo. Dijo: "Nunca estoy solo; el Padre está conmigo." Nosotros estamos llenos de inseguridades, miedos e inquietudes. Necesitamos la fuerza que viene de arriba, aun en la vida diaria. Hay muchos versos en los Salmos que renuevan nuestra confianza. Cito solamente uno del Salmos 22: "Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo." Vivamos con alegría la gracia de cada momento, de cada circunstancia. Contento, Señor, Contento.