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TRIBUNA Por José Antonio Pérez Tapias*
¡Cuidado con la retórica!
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n el actual momento político producen un especial rechazo las palabras grandilocuentes con que los líderes de los partidos suelen adornar su retórica. Los excesos que comportan fórmulas increíbles, rayanas en el ridículo, no hacen retroceder un milímetro el escepticismo de la ciudadanía y, por contra, logran incrementar su hastío. Parece mentira que, habiendo tantos sesudos asesores, no se cuiden aspectos elementales para una comunicación creíble en estos tiempos electorales en los que vivimos desde hace meses en campaña permanente. Cuando desde el Partido Popular se presenta como equipo inmaculado de experimentados gestores, la ciudadanía no deja de tener presente que la mancha de la corrupción les pringa por completo y que los datos sobre deuda pública o déficit incontenible, a pesar de los injustos ajustes, desmienten la propaganda sobre su buen hacer. No remedia el desmentido reincidir en contradicciones como la consistente en anunciar nuevos recortes a la vez que se prometen bajadas de impuestos. No escapa al personal la desmesura que entraña esgrimir en solitario como lema “el cambio soy yo”, cuando todo el mundo sabe que no es previsible mayoría alguna que sostenga tal veleidad autárquica. Cuando los apoyos se buscan de manera tan asimétrica que no cuadran con el discurso de la “transversalidad”, el problema del cambio prometido pasa a ser una indefinición que se interpreta por parte del electorado como escoramiento hacia… ¡la derecha! Le sucede al Partido Socialista, que se escandaliza después cuando un reputado periodista de su órbita pronostica que en las próximas elecciones sacará más votos el PP, será apoyado por Ciudadanos y el
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6–12 de junio de 2016. nº 1158
EUROPA PRESS
PSOE no hará frente a ello pactando por su izquierda con la coalición Unidos Podemos, sino que dejará que la lógica de los hechos concluya en un gobierno de la derecha. Es inútil agarrarse a variantes de la pretensión de matar al mensajero cuando no se apuesta por lanzar mensajes inequívocos que permitan ahuyentar la percepción de que hay demasiada indefinición y déficit de credibilidad. Si de nuevo dirigimos la vista a la derecha nos encontramos con un liderazgo que recurre al manido expediente de utilizar la explosiva situación de Venezuela como arma electoral de Ciudadanos contra Podemos, con tan torpe actuación que redunda en que incentiva los apoyos al partido morado, justo por la burda manipulación de los sufrimientos de un pueblo y el abuso de publicidad gratuita que a su costa se genera. Mientras tanto, mutis por el foro cuando se trata de respuestas claras a los complejos problemas que presenta la realidad española. Acertaron, por lo que parece, con el nombre y la estrategia quienes dieron el paso desde Podemos e IU para presentarse juntos a las elecciones. Un lenguaje más comedido, expresamente alejado del histrionismo que
Acertaron, por lo que parece, con el nombre y la estrategia quienes dieron el paso desde Podemos e IU para presentarse juntos a las elecciones. Un lenguaje más comedido, alejado del histrionismo anterior, ayuda a abanderar expectativas de sorpasso respecto al PSOE
en el pasado les fue perjudicial, ayuda a abanderar expectativas de sorpasso respecto al PSOE. Pero buen cuidado deben tener para no confundirse y dejar en la penumbra que el verdadero objetivo es evitar el zarpazo de una derecha que puede verse aupada al Gobierno disfrutando de una especie de perversa amnistía social respecto a la corrupción sistémica de sus estructuras partidarias. El juego del lenguaje populista que todo lo abarca a base de “significantes vacíos” está agotado, de la misma manera que los tiempos no están para discursos facilones a cuenta del traído y llevado concepto de hegemonía. No hace falta insistir en que, junto a las graves cuestiones económicas y sociales a las que hay que hacer frente –incluida la crisis de los refugiados en Europa–, ha de abordarse con suficiente coraje político la necesidad de vías para transitar hacia un encauzamiento de la crisis del Estado español a raíz de las encontradas posiciones que se plantean en Cataluña en relación al mismo. No hay que ser muy ducho ni en teoría política ni en habilidades de comunicación en el espacio público para darse cuenta de que la retórica de las “singularidades” de Cataluña para tenerlas en cuenta de cara a su “encaje” en España es agua pasada que no mueve molino. Bien vendría tomar en consideración la nueva posición expuesta por el president Puigdemont acerca de un referéndum que contemplara entre las posibles alternativas la de un Estado federal en el que, obviamente, se reconociera a Cataluña como nación política. El momento encierra posibilidades que exigen la mejor retórica, como eficaz arte de la persuasión, y no la mala retórica que no pasa de burda propaganda. l *Miembro del Comité Federal del PSOE