Conexión con el tema de la unidad: Para complementar

El hombre era William Waldorf Astor, y el hotel era el Waldorf-Astoria original. Nuestra hospitalidad puede no ser recompensada con un hotel propio, pero el ...
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Serie de sermones: Bienvenido a casa Para usarse con: Sesión tres: Hospitalidad y gracia Posibles títulos para el sermón: Cómo la hospitalidad muestra nuestra comprensión del Evangelio, Hospedando ángeles, Pasaje bíblico: Hebreos 13:2

Conexión con el tema de la unidad: Para complementar el estudio de grupo pequeño Hospitalidad y gracia, estos bosquejos de sermones usan un pasaje bíblico diferente al del estudio de grupos pequeños para que el pastor pueda reforzar la idea central desde el púlpito. Podemos decir que somos una iglesia amorosa y acogedora, pero si no practicamos la hospitalidad de manera intencional no hemos entendido el evangelio en esta área. Hebreos 13:2 nos ayuda a ver la importancia y la recompensa de la hospitalidad. Introducción: Max Lucado dice: La hospitalidad abre las puertas para una comunión poco común. Las palabras hospitalidad y hospital no vienen de la misma palabra latina por error, pues ambas llevan al mismo resultado: sanación. Cuando abrimos nuestra puerta a alguien, enviamos este mensaje: «Tú me importas y a Dios también». Puede que pienses que estás diciendo: «Ven a visitarme». Pero lo que tu huésped oye es: «Yo valgo la pena». Hay una sutil diferencia entre podar los arbustos frente a la iglesia porque crees que al hacerlo tu iglesia crecerá y podar los arbustos frente a la iglesia porque crees que al hacerlo estarás obedeciendo el llamado de Dios a ser hospitalario. Es una sutil diferencia, pero es clave. Es muy probable que tener señales claras, personas amistosas dando la bienvenida y volantes bien pensados ayude a aumentar la asistencia. Sin embargo, no es verdadera hospitalidad. La hospitalidad tiene un enfoque en otros, motivado por amor, no es un enfoque en otros motivado por ganancia personal. En Hebreos 13, el autor llama a la iglesia local a no olvidar la hospitalidad y probablemente les recuerda la historia en que Abraham hospedó ángeles. La hospitalidad es un reflejo de nuestros corazones. 1. La hospitalidad refleja nuestra comprensión del evangelio La hospitalidad no es un medio para hacer crecer tu iglesia. Es fundamental para la identidad de una iglesia. Es quien eres. Si hemos estropeado la hospitalidad es porque de alguna manera hemos estropeado el evangelio. Vemos esto en la historia de Simón el fariseo. Él fue un terrible anfitrión y Jesús nos dice por qué: «…al que poco se le perdona, poco ama» (Luc. 7:36-50). Nuestra hospitalidad refleja nuestra comprensión del evangelio. Por eso Hebreos 13:2 está donde está. Todas las exhortaciones del capítulo 13 fluyen de la obra de Cristo en nuestro lugar en los doce capítulos anteriores. La audiencia original de Hebreos estaba sufriendo una persecución significativa que habría hecho fácil rendirse y volverse hacia adentro. Pero el autor de Hebreos sabe que la hospitalidad sirve como un constante recordatorio de nuestro estado de extranjeros.

Estarían más propensos a dejar la fe si su meta fuera un cristianismo cómodo. Al dejar su impulso de forasteros estarían a solo un paso de dejar el evangelio. A lo largo de la historia de la Escritura, el pueblo de Dios se presenta como forasteros. Cuando abrazamos esto no es difícil que nos asociemos con la desconcertada mamá soltera que está tratando de que sus tres hijos revoltosos pasen por la puerta. El hecho de que ella es una extraña aquí un domingo en la mañana es obvio para todos y así el forastero en nosotros comienza a salir. Recordamos cómo eran las cosas cuando el Señor nos sacó del pozo y así le damos un caluroso saludo y no apatía. 2. No vamos a ser hospitalarios por inercia, seamos intencionales La intensa persecución estaba llevando a los hebreos a considerar alejarse de Cristo. Alejarnos de cristo es nuestra inclinación natural. D.A. Carson lo dice bien: La gente no tiende hacia la santidad. A parte del esfuerzo impulsado por la gracia, la gente no gravita hacia la piedad, la oración, la obediencia a la Escritura, la fe y el deleite en el Señor. Tendemos a comprometer la verdad y llamarlo tolerancia; tendemos a desobedecer y llamarlo libertad; tendemos a la superstición y lo llamamos fe. Atesoramos la indisciplina de perder el dominio propio y lo llamamos relajación; nos da pereza orar y nos engañamos pensando que hemos escapado del legalismo; nos deslizamos hacia la impiedad y nos convencemos de que hemos sido liberados. Hebreos 13:2 nos ayuda a ver que, con facilidad, podemos añadir la hospitalidad a esa lista. A parte de un «esfuerzo impulsado por la gracia» vamos a descuidar la hospitalidad y llamarlo autocuidado. Tenemos que ser intencionales en la hospitalidad y no asumir que estamos siendo hospitalarios. La hospitalidad hace que las iglesias tengan que considerar todo a la vista el extraño. Eso es lo que significa ser intencional. 3. Seremos recompensados por nuestra hospitalidad El autor de Hebreos habla de hospedar ángeles sin saberlo. Con probabilidad se refiere a Abraham y a Lot. Ambos hombres fueron recompensados por su hospitalidad. Ellos no eran hospitalarios porque buscaban una recompensa, eran hospitalarios por quienes eran. Su carácter fue recompensado. Así le sucedió a un joven gerente de hotel: Una noche de tormenta entró una pareja de ancianos al lobby de un pequeño hotel y pidieron una habitación. El recepcionista dijo que estaban llenos, al igual que todos los hoteles de la zona. «Pero no puedo mandar a una bella pareja como ustedes afuera a la lluvia», dijo. «¿Estarían dispuestos a dormir en mi habitación?» La pareja titubeó, pero el recepcionista insistió. La siguiente mañana, cuando el hombre pagó su cuenta, dijo: «Tú eres el tipo de hombre que debería administrar el mejor hotel de los Estados Unidos. Algún día te construiré uno». El recepcionista sonrió con gentileza. Unos años después, recibió una carta del anciano que hacía memoria de aquella noche de tormenta y le pedía que viniera a Nueva York. Un pasaje de ida y vuelta venía dentro. Cuando el recepcionista llegó, su anfitrión lo llevó a la esquina de la 5ta avenida y la calle 34, donde había un magnífico edificio nuevo. «Ese», explicó el hombre, «es el hotel que construí para que administres».

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El hombre era William Waldorf Astor, y el hotel era el Waldorf-Astoria original. Nuestra hospitalidad puede no ser recompensada con un hotel propio, pero el Señor la nota sin duda y Él recompensará nuestra fidelidad. Mike Leake es el esposo de Nikki y el padre de Isaiah y Hannah. También es el pastor líder en FBC Marionville, MO. Su hogar para escribir es http://mikeleake.net

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