Conexión con el tema de la unidad: Para complementar

Tu carro pierde su brillo. Tu casa nueva ... Lo que John Piper dice es verdad: «Cuando ... John Newton una vez contó una gran historia que muestra la necedad ...
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Serie de sermones: Bienvenido a casa Para usarse con: Sesión Cinco, Auténtico gozo Posibles títulos para el sermón: El evangelio es para disfrutarlo, ¿Se dañó tu carruaje? Pasaje bíblico: 1 Pedro 1:3-9

Conexión con el tema de la unidad: Para complementar el estudio de grupo pequeño Auténtico gozo, estos bosquejos de sermones usan un pasaje bíblico diferente al del estudio de grupos pequeños para que el pastor pueda reforzar la idea central desde el púlpito. La gente detecta a un farsante. El gozo no se puede fingir. Tampoco se puede crear. El gozo auténtico viene solo de haber nacido de nuevo a una esperanza viva. 1 Pedro nos muestra la fuente de ese gozo. Introducción: Aquí hay mucha diversidad. Hay hombres y mujeres. Algunos tienen cabello marrón, otros rubio, otros ya no saben cuál es su color natural. El aspecto de tu piel es diferente. Tus talentos son diferentes. Lo que te gusta es diferente. Lo que no te gusta es diferente. Algunos de ustedes tienen pasión por Dios; otros quizás no. Todos ustedes tienen diferentes deseos. Sin embargo, en su corazón todos tienen una cosa en común: ustedes buscan felicidad. En los 1600 un hombre llamado Blaise Pascal escribió: «Todos los hombres buscan felicidad. No hay excepción. Sin importar los distintos medios que usen, todos tienden a ese fin. La causa de que unos vayan a la guerra y otros la eludan es el mismo deseo en ambos, pero con perspectivas distintas. Nadie da un paso si no es esa dirección. Este es el motivo de cada acción del hombre, aun aquellos que se cuelgan». Anhelamos gozo, solo que no sabemos como obtenerlo. En 1 Pedro se nos muestra la fuente de gozo entre forasteros sufrientes. Ese gozo también puede ser nuestro. Ver personas compasivas y llenas de gozo no viene de una salsa secreta, viene del evangelio. 1. Gozo inexpresable viene de nacer de nuevo (1 Pedro 1:3-7) La persona escribiendo esta carta le escribe a personas que sufren. A él mismo lo colgarán cabeza abajo en una cruz unos años después de escribir esta carta. Sin embargo, él habla de un gozo inexpresable. ¿De dónde viene este gozo? Nuestra respuesta está en el capítulo 3. Dios los ha hecho nacer de nuevo. Y nacemos de nuevo para tener una esperanza. ¿Cuál esperanza? La esperanza de la resurrección por medio de la resurrección de Cristo. Como dijo Edmund Clowney: «La resurrección de Cristo nos da esperanza no solo porque Él vive, sino porque nosotros vivimos por la gracia de Dios». Entramos a una «vida de resurrección». Cuando Cristo se levantó de la tumba, algo fenomenal sucedió, como dice Pedro aquí y Pablo en otro sitio: cuando Cristo se levantó, el creyente se levantó. Nuestra esperanza en esta nueva vida es tan cierta como la resurrección. Esta esperanza es una esperanza viva. No es solo un deseo, sino que está fundamentada en la realidad histórica del hombre resucitado, Jesús.

También es la esperanza de una herencia. Recuerde que Pedro y su audiencia vivían en un mundo donde todo se desvanecía. Nota las palabras que Pedro usa, «indestructible, incontaminada, inmarchitable». Estas palabras describen a Dios mismo. Tu leche se hecha a perder. Tu carro pierde su brillo. Tu casa nueva pierde su belleza. Pero esta herencia no. Nunca pierde su brillo, nunca se desvanece, su belleza nunca disminuye, nunca se hecha a perder. Pedro también nos dice que esta herencia está reservada para nosotros por le poder de Dios. No hay nada más seguro. De ahí viene el gozo. Cuando nos damos cuenta de que tenemos esta herencia reservada para nosotros por Dios, quedamos libres de las preocupaciones de este mundo que con tanta frecuencia nos roban el gozo. El gozo inexpresable fluye de la esperanza del evangelio. 2. El evangelio es para disfrutarlo (1 Pedro 1:8-9) Hace un tiempo escuché la historia de un misionero que estaba hablándole a una mujer deprimida. Su esposo se acababa de convertir a Cristo y ella estaba triste. Ella lamentaba el hecho de que su esposo ya no era divertido. Es cierto que cuando venimos a Cristo dejamos de disfrutar algunas cosas que llamábamos «divertidas». Pero un semblante triste no pertenece a un cristiano. Esta esposa debía estar gozosa porque su esposo había venido a Cristo, porque su gozo debía ser muy grande. El evangelio es para disfrutarlo. Quizás hemos abrazado una perspectiva de la santidad que no es bíblica. Quizás hemos olvidado que Dios es el que nos guarda y hemos comenzado a creer que lo que nos guarda es adherirnos a listas. Lo que John Piper dice es verdad: «Cuando disminuye la confianza plena en el poder soberano de Dios para nuestras propias vidas y las de otros, el legalismo crece. Pues inevitablemente tratamos de compensar la pérdida de fe con mayor determinación moral y más regulaciones de hombres». Este gozo es inexpresable porque nos sorprende que pueda sostenerse en circunstancias tan difíciles. Sin embargo, eso es lo que hace la esperanza del evangelio. Llevará a un gozo que no tiene explicación para aquellos que nunca han probado la bondad del Señor. El sufrimiento del creyente, en lugar de amargarlo, posee una forma de hacernos más como Cristo. La experiencia de los creyentes en 1 Pedro 1:8-9 no es una excepción. Ellos no son súper cristianos y este no es un nivel más alto de la vida cristiana que solo unos cuantos alcanzan. Este no es un secreto que hay que descubrir. Este es un regalo para disfrutar. De hecho, disfrutar el evangelio no es opcional, es un gruto de la salvación. Conclusión:Vivimos en una cultura de indignación. ¿Quieres mostrar la diferencia que Cristo hace en tu vida? Se una persona marcada por el gozo. El espíritu de queja y crítica se contagia. Pero ese espíritu no es del Señor. Se nos llama a una esperanza mucho más profunda. John Newton una vez contó una gran historia que muestra la necedad de la queja entre cristianos: Supón que un hombre va a Nueva York a tomar posesión de una gran propiedad y su carruaje se daña una milla antes de llegar a la ciudad, lo que lo obliga a caminar el resto del camino; cuán tonto pensaríamos que es si lo viéramos sacudiendo sus manos y balbuceando el resto del camino: «¡Mi carruaje se dañó! ¡Mi carruaje se dañó!». Sí, sería un tonto.

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Mike Leake es el esposo de Nikki y el padre de Isaiah y Hannah. También es el pastor líder en FBC Marionville, MO. Su hogar para escribir es http://mikeleake.net

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