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EL MUNDO. DIJOUS 28 DE ABRIL DE 2011
TENDèNCIES
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URBAN ART
‘B-boy’ y escritor ‘wild style’ Kapi es un histórico de la escena graffitera de Barcelona. Sus inicios fueron salvajes, pintando en trenes, como marcan los cánones neoyorquinos. Ahora produce a grupos de rap, actúa en teatros, baila ‘break dance’, compone bases electro, es miembro de ‘crews’ internacionales y escribe su propio ‘Alfabeto graffiti’ (Gustavo Gili). Por Vanessa Graell
Verano de 1984. Con sólo 13 añitos, Kapi empezó a bailar B-boying (o sea, break dance), aunque por entonces ni se llamaba Kapi. Se había quedado alucinado con Breakin, una peli mítica de Hollywood que puso de moda a los breakers californianos, sus movimientos flipantes, los radiocasetes retro y esos colores fluor tan ochentas (fue además el debut del emblemático MC yanqui Ice-T). Luego vendrían Beat Street, otro film sobre B-boys, DJ’s y graffiteros, y Style Wars, peli de culto sobre el nacimiento del graffiti en los vagones de metro de la Nueva York de los 70. «Las películas eran la manera que teníamos entonces de acercarnos al break dance. Aquí no llegaba nada. Pero yo, con 14 años, ya tenía claro que eso era lo que quería hacer», cuenta el que a día de hoy es uno de los mayores expertos de hip hop de España. «Pillé el principio de la movida», admite. Porque Kapi es más que un escritor (de paredes, versos y electrónica), un Bboy o un músico. Es un filósofo del movimiento, un seguidor del wild style neoyorquino, el trazo más puro y clásico que se forjó en los 70 y 80 y que empezó a imitar cuando a los 15 años cayó en sus manos la biblia de todo buen graffitero, el Subway art de Henry Chalfant y Martha Cooper. «Las paredes eran para aprender y el metro, lo auténtico. Empecé a pintar en los vagones de la estación de Torras i Bages. Éramos muy poquitos, una cosa muy exclusiva, un secreto guay para guardar, rollo superhéroe [y ríe]. Por la mañana ibas al cole y nadie sabía que por la noche pintabas en las cocheras. Luego cogías el metro y veías lo que hacían los demás: era una absoluta competición. Nosotros éramos más de la Línea 1, como los de San Andrés. Luego nos metíamos en las líneas de los demás para competir», recuerda. «A finales de los 80 hubo un boom muy bestia, todo el mundo pintaba y en
el metro pusieron un comando antigraffiti del que tenías que escapar», recuerda. Y ahí va la esencia pura (y dura) del graffiti: el getting up (dejarse ver), la necesidad de decir aquí estoy, de expresarse con trazos salvajes, un grito de libertad. Lustros después, Kapi ya no bombardea trenes. «Antes, Barcelona era digna de visita como Berlín: había zonas de San Andrés o Poblenou que eran auténticas galerías de arte efímero. La ordenanza cívica no discrimina: para ellos todo es vandalismo. Ahora hay que salir y pintar en rieras», lamenta. El graffiti le llevó a situaciones de lo más surrealistas (y peligrosas), como pintar en un guetto de Chicago, de esos llenos de homeless, kinkis, coches con música a tope y las pintas chungas de los bajos fondos. «El lugar daba miedo. Yo era el único de fuera. Pero nadie se atrevía a decirnos nada, estábamos como en una burbuja. Era una pasada el respeto que nos tenían. Un respeto generado por el miedo, claro», recuerda. Kapi ha estado en varias crews (desde la primigenia Mafia 2 a la actual The Chosen Few, con base en Alemania), en el 93 abrió en Barcelona la primera tienda dedicada al mundillo
«Antes Barcelona era digna de visita, como Berlín: había auténticas galerías de arte efímero»
Kapi, escritor, ‘b-boy’ y músico. Arriba, un muro de Castefa enmarcado por por él (izq.) y Lego (dcha.).
del graffiti (la Game Over Shop, que después pasaría a llamarse Bunker Store: en Enric Granados con Consell de Cent), fundó la emblemática revista Game Over, produce a grupos de rap y siempre ha estado vinculado a Montana Colors (la compañía de aerosoles que lo parte). Como escritor, Kapi se ha colado en discotecas, museos, empresas multinacionales y teatros: dibujó las paredes del club barcelonés Estudio 54 (en el 90), pintó un vagón en el Museo de Trenes de Vilanova i la Geltrú, ha tuneado bambas para Reebok, Nike o Adidas y actúa en el popular espectáculo de los Brodas (que sigue su imparable gira por España). Su asignatura pendiente: escribir un libro sobre hip hop, una autobiografía que explique el nacimiento del graffiti, del electro y del B-boying en Barcelona.
ANTONIO MORENO
Un abecedario con ‘flow’ , V. G. «Mientras desayunas, haces un ABC», dice Kapi, palabra de escritor curtido (en la calle). Los aspirantes a escritores de graffiti tienen que empezar llenando books de ABC’s: dibujar cientos de veces las mismas letras, con trazos viselados, de punta fina, caligrafía en mayúsculas o minúsculas. «Durante más de 40 años, el graffiti escrito se ha centrado
en diseñar las letras de un determinado nombre e insuflarles vida. Su escritura constituye una expresión de la personalidad y refleja un movimiento físico lleno de armonía. Las letras, y el modo en que están conectadas, reflejan un carácter propio», escribe la diseñadora y graffitera Claudia Walde (alias Mad C) en el prólogo de Alfabeto graffiti (Gustavo Gi-
li), un volumen de lujo para el que ha fichado a 154 escritores de todo el mundo: desde Jorz de Merlbourne a Wane de Nueva York. Sólo tres españoles aparecen en esta magnífica recopilación, una lista de 154 pros: Dems 333 de Alicante (con su «furia galáctica con un rollo digital»), Mover de Benicarló (con sus animalitos y esos bordes redondeados) y Kapi de Barcelona (fiel al wildstyle clásico y el flow de la old school). «Subway art es wildstyle puro y duro: letras que transmiten algo sólo por la forma, no por el
contenido. No hace falta decir ‘Odio el capitalismo’, una letra puede transmitir violencia, estrés o amor. Luego está el ultimate style: un dominio tan total que sólo la forma y los colores te transmiten un mensaje, no hace falta leer las letras», cuenta Kapi. Si para Kapi Subway Art es su libro sagrado, las nuevas generaciones tendrán Alfabeto graffiti como libro de cabecera, una guía a través de los distintos estilos (desde el bubble al 3D), un catálogo tipográfico para el siglo XXI. Flow puro.