De todos es conocido que actualmente existen miles por no decir millones de personas que se encuentran sumamente preocupadas, angustiadas y por qué no decirlo, hasta enojadas con Dios, los pastores, los ministerios, la suegra, el gato, el perico…y la lista continúa irremisiblemente. La razón… es muy sencilla… están atestados de deudas. En el mundo es comprensible, muchos de ellos ya sea por presiones de trabajo, por pertenecer a sociedades secretas, sus propias familias, sus propios hijos que cada vez demandan estar a la moda como fulanito(a) o menganito(a) que son los que aparentemente están “brillando e imponiendo la moda” en sus escuelas, universidades, las llamadas “estrellas” de la música contemporánea, el deporte u otros quehaceres mundanos. Y qué decir de las presiones directas o indirectas de los amigos o las amigas, la sociedad misma que demanda un estatus quo para demostrarle al mundo cuán “prósperos son”. Sí a todo esto le sumamos el apetito insaciable por el uso de la ropa y calzado de marca, los restoranes de lujo, los hoteles de cinco estrellas, los viajes en primera clase, la facilidad con que se obtienen las tarjetas de crédito hoy en día, los teléfonos celulares, etc. etc. etc…, que desmedidamente… conllevan a todo gasto excesivo… solo por aparentar que se es “próspero” cuando en realidad no lo es…por la sencilla y única razón verdadera y ésta es… que no se dispone al momento de la capacidad adquisitiva a ese nivel, para mantener un estándar de vida bien alto. Lastimosamente, a muchos los han metido en deudas exorbitantes que ya no pueden afrontar, logrando al final hasta agriarles no solo las relaciones interpersonales en todos los ámbitos en donde se desenvuelven, sino que también hasta el carácter mismo de la persona involucrada, que por su mala cabeza no supo ver más allá de sus narices y discernir las consecuencias de sus desvaríos al gastar desmedidamente lo que no tiene. Pero el colmo de esta situación es que parte de la iglesia de Cristo, en sus diferentes esferas haya decidido por voluntad propia inmiscuirse en el lleva y corre de una sociedad de consumo libre de valores morales y espirituales, realmente le para los pelos a cualquiera. En donde la capacidad de adquirir todo aquello que francamente no se puede pagar sencillamente porque no se tiene la disponibilidad económica para hacerlo, obliga a muchos creyentes hoy en día a topar sus tarjetas de crédito al máximo, olvidando que el principio divino es diametralmente opuesto al pensar humano. Muchos creyentes han olvidado el consejo bíblico que a continuación te menciono: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. “1ª Juan 2: 15-17 Sin embargo, muchos creyentes con poco conocimiento bíblico piensan que “Dios tiene que” sacarlos del abismo donde se metieron por voluntad propia, sencillamente porque él es Dios y el individuo o individua en cuestión es su hijo o hija, porque un día, hace mucho tiempo atrás, hizo la oración del pecador, pero su intención no era mantenerse dentro de los caminos de Dios. Esto es como que si Dios tiene la obligación de pagar nuestras deudas cuando hemos sido nosotros los mal administradores de los bienes que él ha puesto en nuestras manos por su soberana potestad. Otros en cambio, “los más espirituales” se meten en grandes campañas de ayuno y oración para lograr el favor
divino y ser favorecidos con el famoso “borra saldo” de las tarjetas de crédito, otros compran o juegan a la lotería, van a los casinos y hasta oran y ayunan porque Dios les mueva los dados o la ruleta de la forma correcta para ganarse el premio mayor y así poder pagar todas sus deudas. No hay nada más ilusorio que eso, ya que la Biblia es clara cuando nos amonesta de la siguiente manera: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Santiago 4:3-4 3 Por favor amados amigos y hermanos en Cristo, no nos dejemos engañar. Todo esto tuvo un desencadenante diabólico desde sus inicios. Primero la falta de responsabilidad al gastar más de lo que se gana, y segundo, se levantaron falsos obreros, lobos rapaces con pieles de oveja que comenzaron a meter la falsa “Teología de la Prosperidad” en muchas de las iglesias cristianas de hoy en día. Comenzaron a ministrar un espíritu contrario al de las Escrituras. Llenaron los pensamientos y corazones de los ingenuos por no llamarlos indolentes o irresponsables por no leer y estudiar sistemáticamente lo que realmente está escrito respecto de la verdadera prosperidad otorgada por Dios en su Biblia. Fácilmente aceptaron la posición de que… sí eres cristiano… debes vivir como hijo de un rey… y por lo tanto… tienes derecho a lo más fino, lo más caro, lo mejor en comida, bebida y vestuario, incluso hasta vehículos de lujo, jets, etc… tan solo porque eres el hijo de un “dios tan rico” y lo pongo con minúscula adrede, porque ellos están hablando de otro dios, que no es el Dios que habla las Escrituras. Todo este gran lío de las deudas es por estar “acorde” a “el estatus quo mismo de ciertas iglesias” que demandan de sus feligreses que vivan en residenciales caros, tengan autos nuevos de paquete, y que hasta obligan a que sus hijos asistan a sus escuelas o colegios por ser “bíblicos”, pero que a cambio de dicha educación demandan cuotas altísimas de escolaridad, bonos descomunales no reembolsables, entre otras cosas. Sin faltar las exigencias de traer sus diezmos y ofrendas a dicha iglesia, el 1 al 10% de todo lo que quieran ganar en el año próximo, para beneficio exclusivo del “pastor o profeta” que está al frente de la congregación, sencillamente…porque según éstos… la “boca de Jehová lo ha hablado”. De no someterse, se exponen a vivir todo el año en pobreza, enfermedades o incluso hasta experimentar la muerte sí se oponen a tales órdenes, las cuales provienen a través de algún profeta del reino de las tinieblas y no del ejército del Dios viviente, todo esto y más, con el fin de agrandar los bolsillos de los mal llamados ministros del evangelio que están hambrientos de riqueza, de mansiones espectaculares y a saber de cuántas cosas más, para los cuales la Biblia tiene una respuesta: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”1ª Timoteo 6:310 “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” Filipenses 3:18-21 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su
tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Gálatas 6:7-10 Salir de las deudas no es fácil, pero siguiendo los principios del reino de Dios descritos en la Biblia, sí se puede. Quizás tardes algún tiempo, siempre y cuando aprendas a administrar sistemáticamente los recursos con los que realmente cuentas y aprendas de una vez por todas a no gastar más de lo que estás percibiendo actualmente. Ten en cuenta algo muy importante, bajo el señorío y auxilio de nuestro Señor Jesucristo sí se puede, no solo salir de las deudas, sino que también a cumplir con nuestras obligaciones primordiales, dándole a Dios lo que es de Dios en primer lugar y aprendiendo a ser sabios con el resto que nos queda. Todo es cuestión de volver al orden divino. Muy pronto, cuando menos lo esperes, habrás salido de tu pozo de desesperación y estarás disfrutando la vida cristiana a plenitud. Recuerda… SIEMPRE SERÁ A LA MANERA DE DIOS Y NO A LA NUESTRA Momento de Decisión
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“No podemos ser maestros capaces si somos estudiantes pobres” Goethe. Empecemos por el principio, en todo ministerio en el reino de Dios, es él quien llama, escoge, hay un acto de su voluntad seleccionando a tal o cual hermano para tal o cual función. Constituye un acto de desobediencia embarcarse en un proyecto, por loable que sea, si no se tiene la convicción del llamado del Señor. De la misma manera él se encarga de capacitar a sus siervos, de obrar con su mano cual alfarero (si encuentra docilidad, maleabilidad), de tal manera de dotar con la idoneidad necesaria para el desarrollo de la actividad indicada por él. El campo misionero no es la excepción de ello y sobrados casos registra la historia bíblica y de la iglesia. Vemos profetas como Amós, sacado de “atrás de los bueyes”, como él mismo declara, casi sin instrucción, sin pasar por ninguna escuela de profetas, fue trasladado de sus tareas rurales a la corte de Samaria para amonestar con autoridad a una dirigencia corrupta, cumpliendo con fidelidad su llamado. Los discípulos que escogió Jesús, en general, eran personas simples, algunos pescadores y sin ninguna experiencia en el ministerio espiritual, o el “clero profesional” de aquellos días. Hombres “sin letra y del vulgo” (Hch. 4:13), sin embargo hablaban con elocuencia magistral por el Espíritu de Dios. El apóstol Pablo destaca la condición iletrada de los corintios, condiciones opuestas a los que el sentido común consideraría a la hora de seleccionar hombres capaces. “Lo insensato de Dios es más sabio que los hombres... pues mirad hermanos vuestra vocación, que no sois muchos sabios... sino que lo necio escogió Dios para AVERGONZAR a los sabios”... (1ª Co. 1:25-31). Lo curioso que la humilde condición de los corintios es la base argumental del apóstol para decir que Dios obra así para avergonzar a los sabios. Generalmente el intelectual avergüenza al ignorante, pero aquí es al revés. Y habría tantos ejemplos en la historia de la iglesia. En la mente del lector se apiñarán seguramente un montón de nombres que ilustran esta situación. Hombres fieles, que sin instrucción secular alcanzaron un servicio eficaz para la gloria de Dios. Decimos amén a esto sin restricciones. Pero, por otro lado, no es menos cierto que en las filas de los misioneros también se encuentran hermanos altamente capacitados, con títulos universitarios, y esto también lo haya usado Dios para hacer fructificar ese “capital” para su obra. Desde Pablo, formado en la mejor escuela, la de Hillel, hasta algunos hermanos de la actualidad, también muy instruidos académicamente, son usados por Dios para su propósito, donde muchas veces esa instrucción es lo que facilita el desempeño más efectivo de la labor misionera. Además, procurar la capacitación, forma parte de buscar la excelencia en la diaconía al Señor, que merece lo mejor, y no podemos dejar de mencionar el peligro que entraña la ignorancia (madre de todos lo vicios para Sócrates), a la hora de definir doctrinas y enseñarlas. La historia de la iglesia acude una vez más a nuestro razonamiento con ejemplos por demás claros. Por citar uno: Guillermo Miller fue un humilde predicador itinerante bautista, que vivió en el siglo pasado, lleno de sinceridad y entusiasmo. Él puso varias fechas a la venida del Señor y mucha gente siguió con fanatismo sus predicciones. Luego él mismo no pudo parar la corriente de error que había iniciado. De sus lomos interpretativos nacen, entre otros, los adventistas y los Testigos de Jehová. Los historiadores coinciden en que sus deducciones y conclusiones eran el fruto de su falta de formación. Vemos entonces que no hay una oposición obligatoria entre capacitación y espiritualidad, tampoco una unidad “per se”. El problema, una vez más está, en los extremos. Dicen que la doctrina
sin la piedad es un árbol sin fruto; pero la piedad sin la doctrina es un árbol sin raíces. Acumular estudios sin una vida de devoción y adoración, jactándose de los títulos llevará a un intelectualismo nocivo, a la “letra que mata”, a la capacitación fría y muerta. En el otro extremo, vemos que el conocimiento de Dios y capacitarse para su obra, demanda diligencia en el estudio y que la mera fe, entusiasmo y devoción, no genera conocimiento, ni de la Palabra, ni de otras áreas del saber que pueden llegar a hacer más efectiva la labor. Vemos que es necesario que el misionero tenga cierta capacitación, sino será un testimonio que ridiculice el evangelio, en vez de difundirlo. Además un título puede llegar a abrir puertas en lugares donde no se puede ingresar como misionero, y por supuesto, igual que cualquier oficio, puede ser un recurso para procurarse el sustento en algunas circunstancias, como enseña el apóstol Pablo. Es menester agregar que no todo lo que sea académico y por así llamarlo “no bíblico” es malo. Por ejemplo la psicología se basa en presupuestos agnósticos que le infundieron sus originadores. Sin embargo, bien usada, dentro del marco de la acción del Espíritu Santo y por personas nacidas de nuevo, puede constituir una herramienta muy valiosa en el aconsejamiento pastoral y en la sanidad interior. Puede haber excepciones, pero son eso, excepciones, la regla es que deben ir juntos: estudio, investigación, disciplina y contemplación, adoración, santidad, búsqueda del rostro de Dios. En general el péndulo se inclina para uno de los lados, o en su afán de corregir, se pasa al extremo opuesto. Una vez más el secreto está en el equilibrio, el punto medio. Hay que detener el péndulo. Ni intelectualismo técnico y frío, ni espiritualidad ignorante. La palabra hebrea HAYIL significa fuerza (1ª Cr. 7:9), valentía (1ª Cr. 7:11), y capacidad, idoneidad (Gn. 47:6) 1ª Samuel 10:26 dice que Saúl tenía en sus filas hombres “HAYIL”, cuyos “corazones Dios había tocado”. Creo que éste es el equilibrio: CAPACIDAD (formación, estudio), pero con el necesario “toque” de Dios formando el corazón (relación con Dios, barro dócil en manos del alfarero). Hablando de equilibrio, pasemos revista a las áreas de capacitación ¿de qué hablamos, cuando hablamos de estudio? Capacitación bíblica: aunque pareciera a primera vista una perogrullada, recalcamos la importancia fundamental del conocimiento de las escrituras de los misioneros. ¿Una casa, se puede levantar sin metro, sin nivel y sin plomada? Bueno, sí, pero el resultado será catastrófico. El obrero de Dios debe tener conocimientos hermenéuticos mínimos, técnicas de enseñanza, conocimiento básico de las lenguas originales, de la historia de la iglesia, técnicas de aconsejamiento, etc., esto como base, bien se dice que el “saber no ocupa lugar”. Capacitación en lo “secular”: Sería muy apropiado que el misionero de hoy tenga una cultura media, debe conocer hechos históricos mínimos, tener un vocabulario enriquecido con la lectura y la sapiencia de conceptos generales, para iniciar una charla, hablar con autoridades, desenvolverse en algún medio masivo, etc., y como dijimos antes, puede ser una profesión que le provea sustento. Como conclusión, insisto en el equilibrio del péndulo. La capacitación es muy importante, pero usado en dependencia de Dios, no apoyándose en “títulos”, sino en la infinita gracia de Dios. El apóstol podía tener esto por basura, aunque lo usó en su ministerio. Él dijo: “Por la gracia de Dios, soy lo que soy”. Momento de Decisión Usado con permiso. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.
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