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TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA. Por Marcos Robinson. Usado con permiso. Un hermano viajó al funeral de un familiar rico, dueño de muchos terrenos y ganado ...
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TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA Por Marcos Robinson Usado con permiso Un hermano viajó al funeral de un familiar rico, dueño de muchos terrenos y ganado; conocido en su comunidad como una persona importante. Regresó diciendo, “¿Sabe qué? Cuando se fué mi pariente, dejó todo, no se pudo llevar ni una sola vaca con él.” Unos meses después, el mismo hermano viajó al funeral de una hermana que murió después de dedicar su vida a servir al Señor. Era una hermana querida por muchos, que dio testimonio hasta el final de sus días. Nunca llegó a ser rica ni famosa, pero cuando pasó a la eternidad fue recibida por los ángeles. El Salmo 23, uno de los pasajes bíblicos más queridos por millones a través de los siglos, termina con estas palabras: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida.” ¿Ha pensado alguna vez en el resto de su vida? No hablo de pensar en mañana o el otro mes, sino en el resto de sus días. ¿Cuáles son sus aspiraciones? ¿Sus metas? ¿Sus planes? Algunos se contentan con trabajar durante la semana para poder sentarse a tomar cerveza mientras miran los partidos todo el fin de semana. Otros, piensan en ganar mucho dinero para acumular cosas e influencia. Otros aspiran a avanzar en su profesión hasta llegar a la cima con el prestigio y las aclamaciones de sus colegas. Pero, a fin de cuentas, todas estas aspiraciones les dirigen a una vida que echa a perder lo más importante. Algún día mirarán hacia atrás y preguntarán, “De todo lo que hice, ¿cuánto permanecerá por la eternidad?” Estoy agradecido a mi pastor que predicó sobre Romanos 12:1 durante un mes entero cuando yo tenía 15 años. ¿Cómo pudo encontrar suficiente material para predicar por cuatro domingos sobre un solo pasaje? No sé, ni recuerdo todo lo que dijo. Lo que si quedó bien grabado en mi mente era que el Señor me llamaba a presentar mi cuerpo a él como un sacrificio vivo; hasta el final de mi vida. Tomé esta decisión sin reservas, pase lo que pase. Han pasado muchísimos años, pero nunca he olvidado esta decisión. Claro, ha habido grandes luchas con mi carácter y a veces decepciones con otros creyentes. Hubo momentos en los que quise tirar la toalla. ¿Para qué luchar tanto, cuando otros no lo hacen? ¿Por qué no gozar de lo que el mundo ofrece? No hay que ser tan fanático. Pero también hubo momentos en los que pude ver que valía la pena seguir el camino recto, como hubo otros cuando no era tan evidente que Dios estaba a mi lado. Aún con todo, siempre sabía que pertenecía a otro, no a mí mismo. Por esto mi versículo favorito es 2 Corintios 5:15 “y para todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” ¿Por qué es importante pensar en el resto de sus días? Es preciso recordar cuál es su meta y para quién trabaja. ¿A quién pertenece su vida? ¿Puede usted afirmar con el salmista que el bien y la misericordia le seguirán todos los días de su vida? El paso inicial es tomar la decisión de presentar su cuerpo a Dios como un sacrificio vivo, una vez para siempre. Una vez tomada la decisión, viva sus días recordándolo, reafirmando día tras día su entrega.

UNA ENTREGA DIARIA A CRISTO “Señor me entrego a ti. Toma mi mente y lo que pienso

Toma mis ojos y lo que veo Toma mis oídos y lo que oigo Toma mis labios y lo que hablo Toma mi corazón y ve mis actitudes. Toma mis manos y lo que hago Toma mis pies a donde voy Toma mi cuerpo, es tu templo. Lléname con tu Espíritu Santo. Quiero obedecerte. Quiero hacer tu voluntad.” Tomado de Nueva Vida En Cristo, Vol. 1

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