Familiar... y poco conocido

13 mar. 2011 - Monte Hermoso el barco velero norte- americano Lucinda Sutton. .... para tener un frigorífico, fraccionar y exportar el pescado, y así darle valor.
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Turismo

Página 10/LA NACION

Por Silvina Beccar Varela

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[ BUENOS AIRES ] Playas del Sur

Para LA NACION La temporada alta pasó y las expectativas no son altas: debe haber pocos balnearios bonaerenses con menos difusión que Monte Hermoso, a 630 kilómetros de Buenos Aires y a 80 de Bahía Blanca. Pero una vez allí se descubre que el lugar es mucho más de lo que se podría esperar, con características propias que lo hacen único en la costa atlántica. Surgió un poco por azar. Dos familias compraron allí tierras en 1897. Una, de origen francés, los Dufau; otra, inglés, los Culeston. Los primeros construyeron su primera estancia, El Recreo Viejo, de la mano del ingeniero Esteban Dufau, muy cerca de la playa, pero la arena los atemorizó y decidieron mudarse unos kilómetros más adentro, a orillas de la laguna del Sauce. La segunda estancia se llamó El Recreo Nuevo y fue utilizada hasta que don Silvano y su esposa, María Gardey, legaron en vida las hectáreas a sus hijos: 2000 para Esteban y 2000 para Felisa, casada con Sansot. Esteban tuvo entonces que construir una tercera estancia porque los cascos quedaron en tierras de su hermana: la llamó La Loma y aún hoy puede verse, lindera al puente de la entrada al pueblo. Tierras sin camino donde todo llegaba por el océano, y fue desde el mar que surgió lo impensado: la madera para construir un hotel. El 31 de marzo de 1917, una noche de viento y lluvia, navegaba cerca de Monte Hermoso el barco velero norteamericano Lucinda Sutton. Cargado de madera, se dirigía a Bahía Blanca proveniente de Brasil por el canal de navegación cuando la tormenta lo acercó hacia la costa: encallado, el capitán decidió tirar su cargamento y el mar lo acercó hasta la costa, tierras de Esteban. “Donde no había nada, sólo médanos, Dufau imaginó un proyecto turístico y construyó el Hotel Balneario Monte Hermoso”, cuenta Juan Sorensen, director del Museo Histórico, apasionado montehermoseño como muchos de los que viven aquí. Quizá lo imaginó al contemplar los muchísimos rosas de la puesta del sol sobre el mar, uno de los pocos lugares

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Familiar... y poco conocido A 630 kilómetros de Buenos Aires y 80 de Bahía Blanca, un balneario distinto y tranquilo donde ya invirtió Emanuel Ginóbili

FOTOS GENTILEZA INTENDENCIA DE MONTE HERMOSO



DATOS UTILES



COMO LLEGAR

  

LVuelos por Aerolíneas

 

   





   

 

  







  

Argentinas Buenos AiresBahía Blanca, de lunes a viernes, dos frecuencias diarias (a las 6 y a las 15.25); sábados, a las 6, y domingos, a las 15; ida y vuelta, $ 827. LTransfers desde Bahía Blanca hasta Monte Hermoso Norte Bus: $ 40 de lunes a viernes, con la misma frecuencia que los fines de semana: salidas, a las 7.30, 10, 13, 16.30 y 20. Aribers: $ 35. Salidas, viernes, sábados y domingos, a las 9.30 y a las 16. Regreso, a las 20 y a las 12. Colectivos desde la terminal de Bahía Blanca. Villarino, $ 24. Salidas, a las 8.30 y 14.30. Regreso, 10.15 y 21. Plaza, $ 26. Salida, a las 19, y regreso, a las 7 MAS INFORMACION

Secretaría de Turismo de Monte Hermoso: Centro Convenciones Avda. Faro Recalada y Pedro de Mendoza. 02921 482770- 4 81123 /481047

El oficio de torrero Carlos Díaz es torrero del Faro Recalada, en Monte Hermoso, desde hace tres años. Torrero es aquel personal de la Armada Argentina destinado a cuidar los faros del país. Parecería que en la era del GPS los faros no se usan más, pero no es así, siguen vigentes. Dicen los navegantes que cuando se divisa el faro de Monte Hermoso es señal de que está próxima la primera boya para entrar en el canal de navegación que conduce a Bahía Blanca, a 80 km. “Soy de Florencio Varela y éste es mi cuarto destino: primero estuve en Río Gallegos, luego en el faro de Cabo Vírgenes, en el Estrecho de Magallanes, más tarde en Comodoro Rivadavia y luego aquí”, cuenta Díaz. El faro, construido por el ingeniero Luis Luiggi con materiales que llegaban por mar, fue inaugurado en 1906 y funcionaba con querosén: imaginen la dificultad de bombear ese combustible tantos metros, encender y apagar el faro y todas las arduas tareas de mantenimiento.

de la costa atlántica donde el sol nace y se pone en el océano. O al partir, y entonces extrañar, inexorablemente, el omnipresente sonido del mar que se oía en todos los rincones del pueblo. El hotel se inauguró el 1° de enero de 1918; hoy sería un cuatro o cinco

De estructura abierta, es el más alto de América del Sur, con 67 metros. Con el tiempo el querosén se cambió por acetileno y en 1976 llegó el tendido eléctrico: un foco de 1000 watts multiplicado por una campana triangular de cristales emite un haz de luz a 75 metros del nivel del mar cada 9 segundos, completando el giro en 27 segundos. Subir cuesta $ 6 y desde allí se aprecia una de las mejores vistas de Monte Hermoso: son 331 escalones dentro de un tubo de 1,50 m de diámetro para alcanzar la cima. Hoy los torreros de Monte Hermoso, una dotación de siete personas, se ocupan de mantener el faro, pero principalmente del predio de 4 hectáreas, en su momento donado por Esteban Dufau. Díaz cuenta que su familia –que es la que más sufre los traslados– vive en Bahía Blanca. “Para ellos es más difícil, por eso resulta complicado concluir los 35 años de servicio sin renunciar antes en pos de los afectos”, concluye el torrero.

estrellas. Ostentaba sus 140 metros de frente que daban al mar y contaba con 40 habitaciones con baños públicos compartidos –costumbre de la época–, tres salones grandes, un comedor para adultos y otro para niños, luz eléctrica a cuenta del propio generador, fábrica

Domingo 13 de marzo de 2011 de hielo y soda, proyecciones de cine, casino y billar. En la playa se llevaban dos cambiadores para que los huéspedes se pusieran el traje de baño –casi un vestido– y se metieran en el agua. Un cocinero llamado Salvador Grecco se encargaba de la comida y la repostería, que al parecer era deliciosa. Los víveres llegaban por mar o a caballo desde la estancia de Dufau, a través de los médanos. Aunque el hotel se inauguró con toda la pompa –gente de Bahía Blanca, Coronel Dorrego y hasta Buenos Aires llegó para veranear allí–, enseguida Dufau decidió vender su parte junto con 186 hectáreas a Antonio Benito Costa, que forestó durante décadas con el fin de fundar un pueblo. Fue en 1942 cuando la provincia de Buenos Aires aprobó el tejido urbano y comenzaron las primeras escrituras. La arena avanzó sobre el hotel, hasta el techo. En 1958 cerró sus puertas definitivamente. Nuevas inversiones Hoy Monte Hermoso se extiende con nuevos loteos hacia el Este y el Oeste. El 50 por ciento de las casas pertenece a gente de Bahía Blanca, que las usa para el fin de semana y para veranear. Hasta Emanuel Ginóbili decidió invertir en el departamento con un proyecto inmobiliario de 50 hectáreas de loteos en el acceso al pueblo. Alejandro Dichiara, intendente desde 2005, cuenta que las grandes inversiones hoteleras están por llegar y que no están impacientes. “Me gustaría preservar Monte Hermoso como una ciudad turística pequeña, linda y coqueta. A fin de año estará lista la terminal pesquera en la que el gobierno bonaerense invirtió casi dos millones y medio de pesos, y está encaminado el proyecto para tener un frigorífico, fraccionar y exportar el pescado, y así darle valor agregado. Pero el objetivo es desarrollar principalmente el turismo.” Para los bañistas, la buena noticia es que el agua de este mar tiene 23ºC, casi el Caribe de la costa atlántica, salvando las distancias, la música y los pueblos. Detalle: si corre el viento norte durante muchos días las aguas vivas hacen su aparición, pero no ocurre siempre. El 60 por ciento del pueblo vive del turismo; el 40 por ciento de la pesca y la construcción. Este último rubro creció mucho por los aparts y las cabañas. Con 25 años, Lucía Fernández mira su netbook en el asiento de la rambla de madera de la playa sin temores, frente al mar: sólo un robo calificado en toda la temporada es el dato de este lugar seguro y tranquilo. “Además, la noche de Monte Hermoso no es peligrosa porque el público es principalmente familiar”, aclara. Los paradores ofrecen la copa de vino para despedir el sol en el mar para aquellos que vienen desde el Este hasta los pueblitos o hasta el faro más alto de América del Sur, de 67 metros. La inmensidad de una playa remota donde no llega todo el mundo hace de Monte Hermoso un sitio sorprendente.