Cultura de la supervivencia Por Adriana Vélez S

donde la única opción es morir o formar parte de ella, el investigador David H. Bayley plantea en su libro policing patterns la necesidad de “la obtención de una adecuación entre el comportamiento policial y los objetivos de la comunidad”, precisamente es aquí donde evidenciamos la lucha conjunta de un porcentaje de.
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Cultura de la supervivencia Por Adriana Vélez S

Crece el conflicto en Colombia. La violencia en las calles se multiplica, son cada vez más las riñas que terminan en muerte, tanto el crimen organizado como los enfrentamientos en la convivencia ciudadana han generado escandalosas cifras de asesinatos que nos demuestran que el país se enfrenta a un fenómeno más delicado que el conflicto armado, a una cultura cuya manifestación latente de supervivencia es la violencia Lo cierto es que estos hechos se han propagado por todos los sectores de la población permitiendo que no sean ajenos a ninguno de nosotros. En uno de los episodios que experimente una señora del área administrativa de la universidad Eafit me amenazo con hacerme algo simplemente porque le disgusto que yo llevara encendidas las luces exploradoras del carro y luego intento chocarme en el parqueadero de la institución, en otra ocasión estando en un bus del circular sur un hombre intento golpearme en la espalda solo porque me desplace del lugar al él estornudar repetidas veces. Sucesos como estos ocurren a menudo en la cotidianidad, son reiterados los casos en que hay reacciones exageradas a situaciones absurdas, como la de “un estudiante que acuchilla a otro hasta la muerte por que le dio un cigarrillo a su novia” o “La brutal golpiza que un grupo de taxistas les propinó a dos pasajeros que les pareció sospechosos” son un ejemplo. A través de la historia, Colombia se ha forjado por medio de la imposición y la utilización de la violencia como mecanismo de gobierno. La fragmentación del país dada su geografía y la ausencia del gobierno en algunos sectores tanto del campo como de la ciudad generan la necesidad en cada uno de los ciudadanos de ejercer la defensa de su territorio por sus propias manos, gracias a la presencia de marginación y corrupción que hacen parte de la vida cotidiana, haciendo imposible la instauración de la seguridad para cada uno de los ciudadanos.

Todos estos elementos constituyen un país que está lejos de una seguridad democrática, del cual el numero de reinsertados que reinciden en el crimen organizado es de un 24% que equivaldría a la cifra de 7.616 hombres entre los cuales se cuentan muertos y capturados según la revista Semana, también han aumentado las cifras de las lesiones personales. De acuerdo con los datos de la revista nueve de cada diez lesiones personales el año pasado fueron por riñas, también los casos de homicidios por "intolerancia social" -una categoría introducida por el Observatorio del Delito de la Dijín hace unos años vienen subiendo geométricamente desde el 2007 pasando de 60.000 casos, una cifra ya muy elevada, a cerca de 95.000. En repetidas ocasiones se han escuchado las respuesta negligentes de los oficiales frente a las problemáticas expuestas, quienes se han visto ausentes en diferentes circunstancias como los feminicidios entre otros, asegurando que las mujeres deben prevenir el hablar con extraños y que la violencia en la ciudad se ha hecho más evidente debido a la disminución del conflicto armado, sin embargo son variadas las situaciones en que la exclusión se hace presente, son comunes los casos como el de las mujeres que temen denunciar a sus parejas por que el estado no les brinda la seguridad para hacerlo o la operación de las convivir en los sectores donde faltan oficiales que proporcionen seguridad frente a las bandas emergentes. Uno de los investigadores en asuntos policiales más reconocido en los estados unidos plantea la necesidad de la legitimación por parte de la sociedad a la policía, pero un mecanismo de control de la ciudadanía como este se ve desautorizado cuando instaura como una de sus políticas la lucha conjunta de los ciudadanos y el estado por la seguridad. Cuando se incentivan colaboraciones por fuera de la ley entre grupos que son parte del conflicto armado y el estado, se desdibujan las líneas de lo legal, sin mencionar las ocasiones en que hay abusos de poder injustificados por parte de la policía y los militares a la población civil, efectuando corrupción en las “limpiezas sociales” que justifican una gran parte de los homicidios cometidos. La violencia es lo único que conocen algunos sectores de la población del país en donde la única opción es morir o formar parte de ella, el investigador David H Bayley plantea en su libro policing patterns la necesidad de “la obtención de una adecuación entre el comportamiento policial y los objetivos de la comunidad”, precisamente es aquí donde evidenciamos la lucha conjunta de un porcentaje de la ley y la ciudadanía, estos últimos se han armado para combatir por sus propios medios de manera ilegal lo que consideran una amenaza, se calcula que en el país circulan 2,5 millones de armas ilegales , surgiendo no una adecuación de los objetivos sino una compenetración que esta por fuera de la ley y que cobija a solo

unos pocos, ocasionando que no solo el resto de ciudadanos integren estas conductas sino que sea inminente su presencia en el juego para poder sobrevivir.