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espectáculos
| Domingo 12 De enero De 2014
Cuando el rock se pone romántico
Esas canciones estéticamente incorrectas el análisis Alejandro Cruz
melódicos. Desde Iván Noble hasta Ariel Minimal, de Attaque 77
a Miranda!, cada vez son más los que se animan a versionar esas canciones de amor que marcaron a otras generaciones Diez años atrás, Babasónicos marcó el camino con Infame, su álbum más romántico y meloso. Por entonces, Dárgelos, fiel a su estilo provocador, teorizaba: “Una canción como «Hipocresía», de Los Pasteles Verdes, me parece genial. Como algunos temas de José Luis Perales, de María Marta Serra Lima y el Trío Los Panchos, es música popular que todos tenemos dentro de la cabeza. Pertenecen a nuestro background de influencia sudamericana. Y nosotros combinamos eso con el rock”. Sin embargo, en los últimos tiempos y más allá de que Babasónicos acabe de editar un disco bautizado Romantisísmico, Vicentico se instaló como el estandarte de este fenómeno: cantó “Paisaje” de Franco Simone para la película Viudas, grabó “Sabor a nada” de Palito Ortega y “No te apartes de mí”, de Roberto Carlos, y todas las noches de la última temporada televisiva sonó en Farsantes con su versión de “Puro teatro”, de Tite Curet Alonso. “Lo mío es como un melódico, pero con perversión”, decía sobre el tema el mismo Vicentico, un año atrás. “A mí me gusta jugar a dos puntas con eso, lo que pasa es que después me preocupo si no se ve la perversión de lo que hago.” Algo de esa perversión de la que habla la voz de los Cadillacs hay también en el EP grabado por Miranda! en 2006, ¡Quereme! (Tributo a las telenovelas). Allí, Ale Sergi y Juliana Gattas registraron con las mismas dosis de ironía y pasión los temas “Quereme... tengo frío” (de Piel naranja), “Una lágrima sobre el teléfono” (de Una voz en el teléfono) y “La extraña dama”. Y faltaba Julio Iglesias A fines de año, el último en sumarse a la lista fue Iván Noble, que en su nuevo álbum, Pistolas al amanecer,
incluyó una versión de “Me olvidé de vivir”, de Julio Iglesias. “Los chicos sub 25 me escriben y creen que la canción es mía. No conocen el tema y probablemente tampoco conozcan a Julio Iglesias. Es un hermoso malentendido”, cuenta el ex cantante de Caballeros de la Quema. “En mi casa nunca se escuchó Julio Iglesias, pero por ahí sí en lo de mi tía, en lo de mi abuela, en las casas de los padres de mis primeras novias. Cuando escuché por casualidad este tema, me di cuenta de que lo sabía de memoria. Ésa es la magia de las canciones hiperpopulares”, asegura Noble. –Imagino que es un tema que jamás hubieras pensado cantar en Caballeros de la Quema... –No, pero con el tiempo uno va teniendo menos pruritos en la mochila. Yo por ahí no tengo discos de Julio Iglesias ni de Palito Ortega ni de Roberto Carlos, pero creo que si un artista sigue siendo popular durante cuarenta años, se merece un respeto. Ser popular no es un mérito artístico en sí mismo, pero ser un clásico, del género que sea, sí lo es. No creo que Mambrú sea clásico, por más que haya sido muy popular, pero Julio Iglesias es un clásico. –Tu versión tiene un comienzo casi “dylaniano”. ¿Lo pensaste así o la canción te lo pidió al grabarla? –Durante un tiempo cantaba la canción con la viola, en sobremesa con amigos y me terminó gustando mucho. Cuando me puse a grabar el demo, me dije: “Ya que vamos a ser sacrílegos, ¿por qué no hacerla en plan Dylan?”. Y la pensé así, como si fuera “Knocking On Heaven’s Door”. Cuando se la mostré a un amigo, me dijo: “Te van a saltar a la yugular”. Pero eso es nada más que para el gueto rockero, y la verdad es que, ¿quién es uno para no grabar una canción tan hermosa como ésta?ß
1 “Paisaje”, de Franco Simone, por vicentico (del film viudas, incluida como bonus track en la segunda edición del álbum Solo un momento, en 2011). 2 “Amada amante”, de roberto carlos, por ariel Minimal (del álbum Un hombre solo no puede hacer nada, de 2004). 3 “Tan enamorados”, popularizada por ricardo Montaner, en versión de María Ezquiaga y Milo Moya (incluida en la obra Tushh, del c.a.D. y andrea Servera, en 2012).
4 “Me olvidé de vivir”, de Julio iglesias, por iván Noble (del álbum Pistolas al amanecer, de 2013). 5 “Callejero”, de alberto cortez, por attaque 77 (del álbum otras canciones, de 1988).
6 “Fuiste mía un verano”, de Leonardo Favio, por Pablo Dacal (del disco 13 Grandes Éxitos, de 2004).
7 “Mi amigo el puma”, de Sandro, por Molotov (del álbum Tributo a Sandro - Un disco de rock, de 1999).
8 “Cómo te extraño mi amor”, de Leo Dan, por café Tacuba (de avalancha de éxitos, de 1996).
9 “La extraña dama”, de valeria Lynch, por Miranda (editada en el EP ¡Quereme! – Tributo a las telenovelas, de 2006).
10 “Contigo aprendí”, de armando Manzanero, por andrés calamaro (del álbum El palacio de las flores, de 2006).
Vicentico, de Franco Simone a Roberto Carlos
archivo
PLAYLIST DEL ROCKERO MELÓDICO
Viene de tapa
LA NACION
Hay canciones que sigilosamente se incrustan en una región del cerebelo más allá de nuestra voluntad, más allá de nosotros mismos, más allá de lo “estéticamente correcto”. Algunos de esos temas, decididamente, pareciera que hablan mal de nuestra adolescencia, de nuestra época de juventud. Como si fueran parten de una etapa gris (y pop) de nuestro estadio evolutivo. De todos modos, hay que reconocerlo, si volvemos a escuchar alguno de esos temas es posible que terminemos cantándolos en voz baja (voz bien bajita para que nadie nos escuche). Ahora bien: hay algunos fulanos que parecen rescatar a esos temas que parecían no merecer ni juicio ni perdón y los vuelven hacer girar en el planeta de lo presente. Lo mas “grave” (y cuestionador, y poético, y todo eso) es que de golpe –glups– se reconozca que en esa canción había algo que realmente estaba bueno. Que, a lo sumo, eso interesante que había ahí quedó oculto por las millones de veces que la industria nos hizo escuchar a esos temas hasta exprimir nuestras neuronas. En ese redescubrir es posible darse cuenta de que detrás de ese estribillo (o en el mismo estribillo) hay un microrrelato de 3 minutos que tiene su magia. Entonces, se viene la luz cegadora, el disparo de nieve y todas las visiones juntas sin necesidad de caer en lo kitsch (batea amplísima) ni en la “bizarreada” (batea todavía más tentadora). De suceder, la noche dura un poco más (dixit Montaner). ß