Con la impronta del siglo XX

5 sept. 2010 - reponiendo su caballito de batalla: Pulsaciones– la coreografía que cerrará la serie de funciones que se extenderá hasta el 12 del actual.
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Espectáculos

Domingo 5 de septiembre de 2010

LA NACION/Página 11

DANZA/CLASICA Teatro Colón

Con la impronta del siglo XX El Ballet Estable estrena hoy un programa mixto con obras de Balanchine y Biagi Cuando en 1997 el American Ballet Theatre (ABT) se presentó en el Luna Park, Paloma Herrera brilló, entre otros pasajes, como intérprete de Tema y variaciones, de Geroge Balanchine. Un año más tarde, la misma bailarina argentina actuó en ésta, su ciudad de origen (aunque ya pasó la mitad de su vida en la Gran Manzana, su lugar por adopción), con el New York City Ballet (NYCB), compañía creada por el emblemático coreógrafo ruso e idónea como ninguna para abordar su difundido repertorio. Pero entonces, los “especialistas” no escogieron esta difícil pieza con música de Tchaikovsky para sus únicas funciones ofrecidas en suelo argentino.

Carmen Piazzini, la música por dentro Con obras de Bach, Schumann y Brahms Excelente ((((( Recital de piano de Carmen Piazzini. Programa: Toccata en Re mayor, BWV 912, de Bach; Fantasía en Do mayor op. 17, de Schumann, y Variaciones y Fuga sobre un tema de Haendel op. 24, de Brahms. Festivales Musicales. Auditorio de Belgrano.

Formidable desafío para insignes pianistas abordar tres grandiosas obras del repertorio para teclado. No sólo por el virtuosismo que exigen, sino por descifrar la esencia de cada estilo, los significados musicales y humanos, y transmitir su poderío y su belleza. Carmen Piazzini descubre sus arcanos, mientras trepa cumbres de musicalidad. Otra vez el mágico círculo que rodea a Bach y su irradiación desde Schumann. Tres obras de juventud, de Bach, Schumann y Brahms restallan aquí. Un Bach de apenas pasados los 20 años, un Schumann de 26 y un Brahms de 28. No es mero dato anecdótico. Porque con ellas nos han legado testimonios de una genialidad expresada en el dominio de formas fantásticas de imaginación, plenas de rapsódica espontaneidad. Desafiantes y precursoras a la vez. Tanto el Bach de la Toccata en Re mayor, BWV 912, como el Schumann de la Fantasía en Do mayor, op. 17, y el Brahms de las Variaciones y Fuga sobre un tema de Haendel, resuenan en pleno siglo XXI como revolucionarias en contenido y forma. Y si ellos encuentran el eco privilegiado de una pianista de fuste y de toques que esparcen exquisiteces, como Piazzini, Bach puede transitar desde un solemne introito y lanzarse enseguida a un ingenioso juego pleno de euforia, a un tremolar visionario con ambas manos, a pasajes intimistas o de rasgos dramáticos, y entregarse luego al arte imitativo no exento de silencios y suspenso, y desembocar al fin en las gozosas expansiones de una sabrosa giga. Una diáfana e intensa digitación de la pianista nos ha permitido disfrutar también de esa libertad improvisadora y del deslumbrante estilo de concierto de esta genial Toccata. Duele, desconcierta, asombra después, esta desesperada declaración de amor de Robert Schumann por su amada Clara, plasmada en la música de su Fantasía en Do mayor. Turbulencias de aquel desasosiego frente a un amor que se hacía imposible, adquieren dimensiones de gesta en torbellinos de notas que de pronto recalan en ternuras infinitas, o escapan del agobio con el restallante virtuosismo de acento marcial, que culmina en una visión insondable de paz, como un himno que surge desde lo profundo del alma. Aquí Piazzini expresa con pasión ese romanticismo audaz, pleno de arranques tormentosos, y embargado de poesía de hondo lirismo, mediante certeros énfasis sonoros, silencios y elasticidades encantadoras. El concierto regresa a otra construcción libre: la forma variación, tan cultivada por Brahms, sobre un tema de Haendel, para inventarle veinticinco alucinantes metamorfosis. El bis: una delicadísima versión de la Canción al árbol del olvido, de Ginastera.

René Vargas Vera

Por ende, la ocasión que se dará el domingo en el Teatro Colón es varias veces singular: primero, porque se estrenará en esta sala el clásico balanchiniano que supo inspirar Alicia Alonso, a cargo de dos primeros bailarines del NYCB visitantes: la californiana Tiller Peck y el madriPARA AGENDAR

Ballet Estable, con dirección de Lidia Segni. Programa mixto: Tema y variaciones y Variaciones Donizetti, de Balanchine; y Séptima sinfonía, de Biagi. Teatro Colón, Tucumán 1171. Funciones: domingos 5 y 12, a las 17; y los días 7, 8, 9, 10 y 11, a las 20.30. Desde $ 25.

leño Joaquín De Luz. Pero, además, porque, tras la segunda función con los invitados, el martes, las siguientes quedarán también en los roles principales a cargo de las figuras de la casa: Silvina Perillo (8), Carla Vincelli (9 y 10) y Gabriela Alberti; Federico Fernández (8, 11 y 12) y Juan Pablo Ledo (9 y 10). El Ballet del Colón trabajó para darle al repertorio del teatro este estreno a las órdenes de la repositora Victoria Simon, que vela por la fidelidad de las obras de Balanchine en todo el mundo. También ella se encargó de poner en los cuerpos de los calificados bailarines del elenco oficial Variaciones Donizetti, segundo de los títulos de Mr. B. incluidos en el

Edgardo Trabalón, y elenco, en Séptima sinfonía, la obra de Vittorio Biagi

programa tripartito que constituye el segundo espectáculo importante de la temporada para el Estable en su sala mayor. Es del italiano Vittorio Biagi –que el año último ya estuvo por aquí reponiendo su caballito de batalla: Pulsaciones– la coreografía que

cerrará la serie de funciones que se extenderá hasta el 12 del actual. Se trata de Séptima sinfonía, sobre la misma partitura de Beethoven, en cuatro movimientos, para una veintena de intérpretes. Nota al pie: Ausentes por diferentes razones personales en la última

temporada, la reincorporación al Ballet de la primera bailarina Karina Olmedo, y los calificados Dalmiro Astesiano y Leonardo Reale, será seguramente un punto para apreciar.

Constanza Bertolini