espectáculos | 5
| Sábado 27 de diciembre de 2014
Un gran encuentro rioplatense de fin de año cruce. Castañas de Cajú y el solista Alejandro Balbis
compartieron un concierto en el escenario de La Trastienda Mauro Apicella LA NACION
Castañas de Cajú es un grupo platense que se acerca al sonido montevideano. Alejandro Balbis es un murguista uruguayo aporteñado por los años que lleva instalado en Buenos Aires. Lo que no ha logrado separar el Río de la Plata ha terminado unido. Este puede ser uno de esos ejemplos. El último domingo, Balbis con su banda, y el grupo Castañas de Cajú compartieron una noche de canciones que se fundieron en un mosaico muy actual de música rioplatense. Y el escenario fue el ideal, porque La Trastienda es, desde hace años, una especie de sucursal argentina, al momento de pensar en el “tablado porteño” que las murgas uruguayas eligen cada vez que cruzan el charco. Castañas de Cajú, con su flamante disco Pequeñas resistencias, muestra dos aristas de su trabajo que no son antagónicas, pero entablan un juego de fuerzas. Por un lado, surge la tentación de parecerse cada vez más al modelo uruguayo: la acentuación de las guitarras a lo Jaime Roos, el coro de carnaval, la percusión que alterna batería de murga y cuerda de candombe, y la edificación melódica que ronda el universo de Mauricio Ubal (de hecho, el grupo tiene una muy buena versión de “El niño relator”). Por otro lado, la búsqueda de un sonido propio que, evidentemente, viene elaborando, con esa fuerte influencia de la música uruguaya incluida. Castañas de Cajú está pasando por un inspirado momento artístico y seguramente podrá tamizar todo lo que tiene, dejando lo superfluo, reteniendo lo esencial, para afianzar un sonido propio, original. El muy buen concierto que dieron el domingo, con lo ecléctico y con lo depurado que convive en sus canciones, es un hecho concreto de este buen presente. La banda afina el lápiz con un material propio, recurre
1941-2014
Daniel Salzano. El poeta nostálgico de la urbe cordobesa Gabriel Plaza LA NACION
“Si esta nota fuera la final / la del abismo / antes de entregarla me detendría a rezar delante del finado cine Novedades / iría al Observatorio para darle una última ojeada a Saturno / volvería a Grimoldi para preguntar si recibieron los zapatos de gamuza azul / (...) y a la noche pasearía hasta el Coniferal / donde está la estatua de José Gervasio Artigas / vengo a despedirme / cuídeme la luna, general”, escribía el poeta Daniel Salzano en 2012 en su columna en el diario La Voz del Interior. Sin saberlo, regalaba a sus lectores un posible epitafio que sería recordado el miércoles, cuando se conoció la triste noticia de su muerte, en vísperas de Navidad. El poeta, periodista y escritor tenía 73 años y falleció de un paro cardíaco en Córdoba, tras luchar contra una larga enfermedad. Tres días de duelo se decretaron en su ciudad natal a la que amaba y a la que dedicó vida y obra: creó el Cine Club Municipal, impulsó el Centro cultural de España y escribió sobre su vida cultural. La información fue confirmada por Jairo, su amigo y socio creativo, con el que hizo “Milagro en el bar Unión” y “Los enamorados”. “Llevaba varios meses mal –dijo Jairo a Cadena 3–. Ayer me enteré de que le había dado un infarto. Estoy muy triste.” En el nivel nacional, Salzano fue conocido por “Salzanitos”, una obra que lo trascenderá. “Nuestros hijos serán trompetistas o no serán nada”, decía la canción popularizada por Juan Carlos Baglietto en el disco Modelo para armar de 1985.ß
a algunas joyas de Charly García y de Ubal, y abre su paleta rítmica para sorprender a su público. La conexión entre sus integrantes es el reflejo de los que el grupo tiene para ofrecer. Balbis, sin bien tiene algo de lo que se podría encontrar en la creación de Ubal y que desde ahí se conecta con Castañas de Cajú,
Balbis y Castañas de Cajú, códigos comunes y un lenguaje rioplatense
presenta una estética más concentrada, depurada y puesta al servicio de sus canciones, un puñado de temas que larga sobre el escenario. Suenan las de sus discos El gran pez y Sin remitente y algunas inéditas. Balbis fue tallando su personalidad con los años y se perfiló como un cantautor al que todavía no se le ha prestado la atención que merece. Aunque todo, en algún momento, llega. Como este encuentro con Castañas de Cajú, una banda ascendente que vale la pena escuchar y que comparte una escena de códigos y estéticas con Balbis. Ojalá el reencuentro se dé con cierta frecuencia.ß
Castañas de Cajú, con Balbis (a la derecha) como invitado
Victoria Gesualdi / aFV