TESTIMONIO Y MENSAJE Por Caleb García Usado con permiso Por mucho tiempo daba mi testimonio, haciendo énfasis en lo que había dejado atrás por seguir a Cristo. Contaba de las relaciones sociales que tenía, contaba de lo “bien” que me iba, contaba lo bien que ganaba…, y así sucesivamente mostraba lo que “había dejado para seguir a Cristo…” Todos de una manera u otra hacemos esto, mostramos al mundo “cuanto” dejamos para seguir el camino de Dios…, y en verdad todos se asombran, cuando personas como yo, dejan un profesión que me costo 6 años conseguirla; todos se asombran como en la cúspide de mi carrera pude dejar a un lado lo que otros anhelan ansiosa y desesperadamente. La gente se asombra…, se admira…; dejó su profesión…, dejo su negocio…, dejo esto y dejo aquello por hacerse cristiano…, dejo su comodidad para hacerse misionero…, para hacerse pastor… En verdad es un asombro y una admiración para la gente, cómo es posible dejar las cosas hermosas y valiosas de este mundo para seguir a Cristo. Pero es un asombro y admiración que nace de de una incorrecta interpretación de las cosas que suceden a nuestro alrededor…, la gente se asombra primero porque para ellos, en su mente carnal no espiritual… es increíble “cómo” dejamos nuestra posición…, en la mente carnal es difícil comprender esto. Porque en la mente y el corazón que no están sujetos e inundados de Dios, primero están las cosas de este mundo…, para ese tipo de corazones lo más valioso son los títulos, el dinero, la posición, que los caminos de Dios… No pueden entender… Por ello, muchos amigos míos dijeron que enloquecí y que mis padres me tuvieron que enviar al exterior a un centro psiquiátrico para no quedar en vergüenza… El mundo no puede entender como una persona de 23 años, con una profesión establecida, con un trabajo establecido, con fama, con dinero pueda dejar todo ello para volverse un aleluya…, y no solamente el mundo, sino muchos cristianos que al igual que ellos, todavía las cosas materiales y los deseos de este mundo son mejores que los caminos de Dios. Decía que la gente se asombra y se asombra, porque tiene una mala perspectiva de la vida, para ellos el dinero es lo primero, para ellos el prestigio es lo primero, para ellos el buen nombre es lo primero, para ellos la prosperidad es lo primero, para ellos… Por eso es el asombro, por eso es la admiración, ¡uhahhh! dejo esto, dejo aquello, por seguir a Cristo… ¡que valiente! Que bárbaro el hermanito…, que tremenda la hermanita…, que cosa tremenda que haya dejado las drogas, el narcotráfico, el alcohol, la borrachera, los amigos para seguir a Cristo… Y nuestra mente carnal nos engaña al mostrarnos que dejamos un mundo de cosas por seguir simplemente a Cristo, simplemente eso, seguir a Cristo, como si esto no valiera más que todas las cosas del mundo… Queridos…, gran cosa no es que yo haya dejado mi profesión, mi trabajo, mi dinero, mi futuro…, gran cosa, escuche bien, gran cosa es que él me haya recibido…; gran cosa es que yo haya sido recibido a misericordia por Dios…; gran cosa es que yo haya sido beneficiario del perdón de Dios, siendo un pecador empedernido…; gran cosa no es que yo haya dejado el mundo y sus atracciones…; gran cosa es que en mi miseria, él me haya recibido. Esta es la perspectiva correcta…, la gran cosa, no es lo que hice o tuve en el mundo sin Dios, la gran cosa es que él haya tenido misericordia por mí, siendo un vil pecador…; gran cosa queridos, es que haya sido recibido sin reproche alguno por él…, vete y no peques más…; gran cosa es que fui limpiado de mis pecados, siendo un mugroso pecador…
Ese debe ser el motivo correcto de asombro…, ese debe ser el motivo correcto de admiración…, como Dios nos recibió…, como Dios en nuestra hediondez, fue capaz de recibirnos en sus brazos de amor…, como ese Dios, tres veces santo, fue capaz de recibirme, limpiarme, curar mis heridas y ponerme en el ministerio…, eso es motivo de asombro, de admiración…, de tener un Dios así… Gran cosa, no es lo que hicimos o dejamos de hacer en el mundo…, debemos tener la perspectiva correcta cuando entramos en el camino del Señor. No es que le hacemos un favor a Dios, cuando venimos a la iglesia, el favor queridos…, nos lo hacemos a nosotros mismos… No es que debemos sentirnos bien con nosotros mismos por “haber: dejado una u otra cosa por seguir a Cristo, debemos sentirnos bien por haber sido recibidos por Dios en nuestra propia miseria, esa es la pura verdad… “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Fil.3:8. Esa es la perspectiva correcta en la que debemos ver el mundo. Lo tengo por basura, el dinero, la profesión, las relaciones sociales, la fama…, todo es basura en comparación a la joya de gran precio, nuestro Señor Jesucristo. Gran cosa, no es que yo haya dejado parientes, amigos; gran cosa es que yo haya sido recibido por él… Como no va a ser gran cosa si estaba sumergido en el basural de este mundo, si mi pensamiento era de continuo al mal, si era un blasfemo, si era un maleante en todo el sentido de la palabra. A mi me causa asombro como en mi completa miseria fui recibido por Dios…, déjeme preguntarle: ¿usted recibiría a un delincuente en su casa? ¿Le daría de comer usted? ¿Recibiría a un ladrón en su casa, sabiendo que le robaría al menor descuido? ¿Dígame si usted recibiría a un hediondo pecador en su casa? Gran cosa es que él nos haya recibido siendo lo que realmente somos…, una cosa es lo que aparentamos ser y otra cosa muy distinta es lo que hay aquí adentro... y Cristo Jesús no sólo te recibe, sino que te limpia, te perdona, te da un nuevo corazón, un nuevo nombre, un nuevo futuro, un nuevo destino… Eso es causa de asombro queridos…el que hayamos sido recibidos por Dios, usted y yo, aun conociendo nuestras más bajas pasiones… ¿Cuándo fui recibido por Dios? Cuando yo era un despiadado, él tuvo piedad de mí… cuando metía a la gente a la cárcel sin remordimiento y sin compasión alguna. Sin embargo el tuvo compasión de mi… Yo metía a la cárcel y él vino a mi vida y me libero de las cadenas de este mundo… cadenas que me ataban, que me dominaban, cadenas que me seducían… atado pro el rencor, atado por el egoísmo, por el dinero mal habido, estaba atado a los vicio y vino Cristo y me libero… me hizo libre de todas esa cadenas. Tan malo era su pastor señores, que literalmente me alegraba de meter gente a la cárcel… para mi era un triunfo… mi alma se saciaba de poder, de superioridad… aun así fui recibido por Dios… eso es causa de asombro… no el que yo haya dejado mi profesión… No tenía amigos, porque para mi, la gente eran simples fichas de ajedrez, que las utilizaba y las desechaba cuando quería… aun así Cristo me recibió y no sólo me llamo amigo, sino me llamo hijo… Eso es causa de asombro, repita conmigo: “Gran cosa no es que yo haya dejado el mundo y sus deseos, gran cosa es que él me haya recibido…” La palabra de Dios no miente cuando dice que el ser humano y eso le incluye a usted y a mí… están atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad (Ro. 1: 29-31). Gran cosa es que él nos haya recibido… con todo esto en nuestra vidas… así como el hijo pródigo: sucio, maloliente, ingrato, malagradecido, pecador, inmundo… aun con todo ello fue recibido por papa-Dios… con amor, sin reproches, sin más palabras, que las que fueron dichas por Jesús: “vete y no peques más…” Venimos a Jesús con toda la mugre de este mundo y somos limpiados y perdonados por él sin más ni más, eso es motivo de asombro, de admiración, de agradecimiento…
Pero Dios… quiere que sea pastor, si lo único que se es tratar mal a la gente y sacarle sus últimos centavos…; apacentar las ovejas, cuando lo único que se es desechar a las que no me interesan o no me convienen… Señor me pides que sea pastor, cuando mi única especialización es robar, mentir; en eso tengo maestrías y doctorados, en la malicia, en la corrupción, en la hipocresía… Dios quieres que sea pastor y escuche los problemas de la gente… cuando no me interesa la gente… sólo me importo yo y nadie más que yo… no tengo tiempo para gente así… Gran cosa no es que yo haya dejado de ser abogado… gran cosa es que él me haya puesto de pastor… Leer: 1 Corintios 1: 26-29. No me puedo jactar de ser pastor, pues no soy pastor por voluntad mía, soy pastor por voluntad divina. Dios no elige a sus pastores por su experiencia… el mundo si. Dios no elige a sus pastores por su elocuencia, sino pregúntele al tartamudo de Moisés, pero el mundo si… Dios no elige por edad, o por estudios o por alguna cosa externa… Dios elige por pura misericordia y punto… Quiero decirles hermanos, que cuando Dios me llamó no había nada bueno en mi para recibir el llamado a ser pastor… nada… mas bien todo lo contrario… había pestes en mi vida que debían ser tratadas por Dios… pero aun así me llamó a su servicio… Repito: gran cosa no es que yo haya sido alguien en la vida… gran cosa es lo que Dios me ha hecho ahora sin merecerlo—su siervo. Entiéndelo querido, no eres profesor de escuela dominical, porque lo vales, eres profesor por purita misericordia… Dice la Escritura: “el que se glorié… gloríese en el Señor…” En esta mañana, quiero dar gracias a Dios y alabar su santo nombre porque me puso en este lugar sin tener merecimiento alguno para ello. En esta mañana, quiero agradecer a Dios por haberme llamado a su servicio y ser pastor de ustedes por 6 años consecutivos, cumplidos este mes. Agradezco a ustedes por la paciencia que tienen conmigo, pues al igual que ustedes soy un cristiano en construcción, pero se que él que comenzó la buena obra en ustedes y en mí la perfeccionara hasta el día de Jesucristo. Oremos…
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