LITERATURA | LA MIRADA AJENA
JÓVENES E INQUIETOS. Cristiana Costa, Chad Post, Patricia van Daalen, Claudia Stein, Ori Preuss y Gianluca Catalano; editores extranjeros en la Plaza de los Dos Congresos
GUSTAVO SEIGUER
Seis editores en busca de un autor Llegaron a Buenos Aires desde distintas partes del mundo invitados por la fundación TyPA, con el fin de traducir obra argentina POR HÉCTOR M. GUYOT De la Redacción de La Nacion
E
ntre todos, se llevan una biblioteca entera. Una suerte de contrabando hormiga que contiene la semilla de su propia multiplicación: algunos de los treinta o cuarenta libros que cada uno ha cargado en su valija están llamados a colonizar estantes ajenos en tierras distantes. Sin embargo, no solo se llevan libros de la sexta Semana de Editores en Buenos Aires organizada por la Fundación TyPA: también se han echado al hombro catálogos, reseñas, horas de charlas con autores y una duda que empieza a desvelarlos: y ahora, ante el mapa provisorio de la literatura nacional que han sabido configurar, ¿qué traducir? Los nombres de escritores argentinos pasan de boca en boca en la mesa del hotel Ibis, donde adnCULTURA se encontró con seis de los diez editores y traductores extranjeros que invitó TyPA (Teoría y Práctica de las Artes), una organización presidida por Américo Castilla que, entre otras cosas, se dedica a establecer vínculos entre la producción artística de la Argentina y otras regiones del mundo. Y claro, detrás de esos nombres hay representaciones de la literatura local que remiten inevitablemente a distintos cánones y genealogías. “Me interesan las obras que dicen algo de la realidad argentina”, dice Ori Preuss, profesor de historia latinoamericana en la Universidad de Tel Aviv, traductor y editor de la colección Xargol, que publica ficción y no ficción de América latina. “Las novelas de Ricardo Piglia, por ejemplo, un autor con capacidad de describir la vida desde una clase social determinada. En Plata quemada construye la novela desde el punto de vista de los marginados y habla por ellos.” Preuss tradujo al hebreo obras de Jorge Luis Borges,
Ernesto “Che” Guevara, Tomás Eloy Martínez y el propio Piglia. Ahora, para leer con tranquilidad y después decidir qué traducir, acopió ensayos de David Viñas, Operación Masacre de Rodolfo Walsh y un libro que se llevan casi todos: Las islas, de Carlos Gamerro. Este thriller tejido alrededor de la Guerra de Malvinas reúne tres condiciones valoradas: el reflejo de cierta realidad social, una cuota de experimentación y una referencia histórica válida en distintas latitudes. “El de Gamerro es un libro interesante, claro, pero la traducción de un libro tan extenso es muy cara”, interviene Claudia Stein, editora de ficción de la editorial alemana Büchergilde Gutenberg, que tiene algunas coincidencias con Preuss: “Los temas políticos o históricos son importantes y ayudan. La gente quiere saber qué es la Argentina y qué ocurre aquí”. Además de obras de Antonio Di Benedetto y de Gamerro, también se lleva María Domecq, de Juan Forn y Los pichiciegos, de Fogwill. “Siempre que no me dejen fuera del avión por exceso de equipaje”, dice. Novelas de Leopoldo Brizuela, Hernán Ronsino, Piglia y Haroldo Conti viajan a Italia con Gianluca Catalano, editor en Edizioni E/O - Europa Editions. “Quiero encontrar un autor y darle proyección publicando mucha obra suya”, dice. Chad Post, editor de Open Letter, una editorial que pertenece a la Universidad de Rochester y solo publica traducciones al inglés, privilegia la experimentación formal. Lo atribuye a la forma en que entró en la literatura argentina: “El primer autor que me abrió los ojos, que me cambió la vida, que me mostró el mundo, elegí vos el cliché que quieras, fue Julio Cortázar con Rayuela. Era más interesante y estilísticamente más atractivo que la mayoría de los escritores estadounidenses que escribían en los años 80 y 90”.
A modo de canon, Chad menciona a Borges, Cortázar, Piglia y Saer y dice que quiere descubrir quién hace hoy aquí ese tipo de literatura. Aún no tuvo mucho tiempo para leer su cosecha pero, optimista, cargó en la valija libros de Oliverio Coelho, César Aira y la novela Open Door, de Iosi Havilio. Ya decidirá. “En Brasil, el último argentino que entró en las listas de best seller fue Alan Pauls con su novela El pasado”, comenta Cristiana Costa, que fue editora del suplemento literario del Jornal do Brasil y hoy se desempeña como gerente editorial de Nova Fronteira. “Los escritores argentinos consagrados están publicados en Brasil, por eso quiero descubrir a los más jóvenes”, dice. Patricia van Daalen, alemana, se dedica a la adquisición de libros extranjeros para Shangai 99, una editorial china que ya editó a Cortázar y a Guillermo Martínez. “La literatura argentina tiene una gran reputación en China, porque Borges, junto con Kafka, es uno de los escritores extranjeros que más han influido a los autores chinos”, dice, y cuenta que en su maleta viajan Manuel Puig, Martín Kohan, Forn y, obviamente, Un chino en bicicleta, la novela de Ariel Magnus que se alzó con el premio de novela La otra Orilla 2007, de editorial Norma. Chad Post cuenta que, a instancias suyas, La invención de Morel, de Bioy Casares, apareció en uno de los episodios más recientes de la serie Lost, lo que provocó una repentina atención sobre la obra de Bioy. Esperemos que estos editores no acaben perdidos en una isla desierta. Esperemos que lleguen a casa, lean y elijan. Así, a través de la obra de alguno de los autores que ya aprendieron a pronunciar o de otros que se han hecho un lugar en su equipaje, esa biblioteca argentina que emigró de la mano de estos editores jóvenes podrá florecer en estantes lejanos. © LA NACION
Sábado 17 de mayo de 2008 I adn I 15