Francia en seis capítulos

29 ago. 2010 - Erase una estatua a una nariz pegada: Cyrano, en Bergerac. YANN/FLICKR/CC. Francia en seis capítulos. Un recorrido por sitios vinculados.
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Francia en seis capítulos

VIAJAR, LITERALMENTE

Un recorrido por sitios vinculados con algunas de las obras y los personajes más conocidos de la literatura francesa

Erase una estatua a una nariz pegada: Cyrano, en Bergerac

La casa-museo de Victor Hugo, en París YANN/FLICKR/CC

Por Pierre Dumas Para LA NACION Hay viajes de novela y novelas que inspiran viajes. En Francia no faltan sitios para encontrarse con personajes y héroes de papel, lugares que invitan a pasar por un tiempo de la ficción a la realidad y de la realidad a la ficción. En estas páginas, seis capítulos posibles para la gran aventura.

EL CASTILLO DE BARBA AZUL Erase una vez un hombre que tenía la barba azul… Así comienza un cuento de Charles Perrault conocido en el mundo entero. Sin embargo, no es tan conocido el personaje que inspiró el cuento, un compañero de armas de Juana de Arco que en el siglo XVI libró batallas con la doncella de Orléans para expulsar a los ingleses de Francia. Su nombre verdadero era Gilles de Rais, y su castillo –hoy semiderrui-

do– se puede visitar en la localidad de Tiffauges, al sur de Nantes. Gilles, un brillante militar que secundó a Juana de Arco en sus batallas, fue a la vez un señor cruel y sanguinario en sus tierras, sin escrúpulos para matar y torturar, hasta tal punto que fue condenado por brujería y el crimen de una treintena de niños. Una suerte de primer asesino en serie de la historia francesa. Su castillo ofrece actualmente una auténtica clase de historia

PIERRE DUMAS

a cielo abierto, con una exposición de máquinas de guerra medievales, un espectáculo de luz y sonidos, talleres para chicos y películas en 3D. No se sabe cuál es la famosa torre donde la joven Ana, en el cuento, espera la ayuda de los hermanos de la desdichada esposa que Barba Azul se prepara para matar. Pero lo cierto es que Tiffauges dio origen a otro monstruo de papel, Abel Tiffauges, el moderno ogro protagonista de la

novela El Rey de los Alisos, de Michel Tournier. EN CASA DE EMMA BOVARY En las mejores novelas, la ficción y la realidad tienen fronteras muy tenues, hasta tal punto que los lugares ficticios parecen a veces más reales que los verdaderos. Tal vez por eso pocos saben de la existencia de Ry, pueblito normando de apenas 600 habitantes, mientras muchos conocen

en todo el mundo Yonville l’Abbaye, donde vivían Emma y Charles Bovary, los inolvidables personajes de Flaubert. Yonville, en una región que el escritor conocía bien por ser oriundo de Rouen, fue inspirado por Ry: el pueblo supo aprovechar la fama y ofrece hoy un museo de autómatas en una mansión normanda del siglo XVIII. Unos 300 personajes recrean escenas de la novela y fue reconstituida incluso una farmacia de 1850, igual a la que podía tener Homais, uno de los personajes centrales de Madame Bovary. En Rouen, a poca distancia de Ry, los fanáticos de la novela pueden visitar el Museo Flaubert. Se trata de la casa natal del novelista, pero curiosamente está dedicado a la historia de la medicina (la profesión de su padre). EN BUSCA DEL PUEBLO PERDIDO Marcel Proust tiene, más que lectores, auténticos devotos de su obra. Para todos, Combray –el escenario de los años infantiles del narrador de En busca del tiempo perdido– es un lugar tan familiar que no puede ser sólo ficticio. Por eso peregrinan a Illiers, pueblo perdido en la Beauce, la llanura agrícola al sur de París, que adoptó su nueva identidad en 1971, para el centenario del nacimiento de Proust. Unica ciudad francesa bautizada gracias a la literatura, en Illiers-Combray se visitan, sobre todo, dos lugares proustianos: el primero es la casa de la tía Léonie, que perteneció a Jules y Elisabeth Amiot, tíos paternos del futuro escritor. Allí pasó Proust sus vacaciones entre los 6 y 9 años, y allí situó en la novela el célebre episodio de la evocación sensorial a partir de una taza de té. Junto con la casa-museo, después de la magdalena ritual que también ofrecen las panaderías del pueblo, hay que visitar el Pré Catelan, un jardín a pocas cuadras que había sido creado por Jules Amiot y se transformó, por obra y gracia de la pluma proustiana, en el parque de Tansonville de En busca del tiempo perdido. BERGERAC Y AUCH: EN GARDE! Clásicos entre los clásicos, los mosqueteros sobrevivieron a siglos de historia y siguen fascinando a generaciones de lectores. Por un lado están los trepidantes héroes de Alejandro Dumas, llevados a la aventura a ritmo de galope. Por otro está el mosquetero más romántico del mundo, enamorado abnegado y poeta, pero afligido por una nariz tan larga como las plumas de su sombrero: Cyrano de Bergerac. Erase un hombre a una nariz pegado, como hubiera dicho Quevedo. El personaje de Edmond Rostand existió y fue un militar y hombre de letras del siglo XVII. Su verdadero nombre era Hercule Savinien de Cyrano y fue conocido como Cyrano de Bergerac. Fue cadet de Gascogne, es decir un mos-