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Lunes 31 de agosto de 2009
FUTBOL
El torneo Apertura
River volvió a vivir, en un partido que revitaliza la magia del fútbol Ganaba, empataba y perdía y, casi en el final, con la clase de Ortega, venció 4-3 a Chacarita, en una tarde en la que la emoción superó a la razón Por Ariel Ruya
De la Redacción de LA NACION
LO DESTACADO
P
Alustiza era la figura..., hasta que apareció el Burrito
or dónde empezar? ¿Por el principio, por el final? ¿Cómo arrancar esta historia que merece ser recordada, que puede mencionarse como antídoto para los que aún observan el fútbol de reojo? La tarde del Monumental fue un festín de fútbol. La tarde en la que la emoción le ganó, por goleada, a la razón. Un oasis de juego para disfrutar. ¿Que hubo errores? Un montón. Demasiados, algunos de ellos, muy groseros. La verdad, bienvenidos. Le dan vida al juego, son parte de su esencia. Siete goles, un resultado cambiante y, para cerrar, para definir esta historia, la magia de Ortega, que exige respeto y vigencia cuando de reinventarse se trata. ¿Cómo escribir, cómo pensar frente al teclado cuando aún tiembla la voz, cuando aún late fuerte el corazón? Las manos se mueven solas, motivadas por la adrenalina. Que River no es un buen equipo es verdad. Que Chacarita dio una demostración de dignidad en el Monumental es cierto. Que River, así como parece, no va a pelear el título está bien. Que Chacarita puede volar aun en la derrota, qué duda cabe. Que sus defensas son la imagen de la mediocridad –¿cómo se puede marcar tan mal, con tanta displicencia?– tanto como sus piezas ofensivas son una invitación a la esperanza. Todo es cierto. River revivió, pero no se engaña: no es Un Equipo. Por ahora, se escribe con minúscula. No siempre Ortega le va a salvar el pellejo, no siempre las jóvenes promesas (Mauro Díaz tiene 18 años y Daniel Villalva, apenas 17) van a transformar su alicaído andar. Y Chacarita... ¿Qué pedirle a Chacarita? Si apenas pisa el terreno de primera. Aún no maduró, no transformó su esencia de ascenso de los últimos años. River, este River desconcertante, ganaba con un tiro libre de Buonanotte. Pero le empataron, con un derechazo fantástico de Alustiza. Después se puso en ventaja, con un cabezazo de Cabral. Y más tarde, el Chavo, otra vez, selló el 2-2 con un penal que Vega le cometió al mismo delantero. Iba 2 a 2 el primer tiempo, pero podría haber sido un 3-3. River atacaba y no se defendía. Y Chacarita hacía lo que podía. Claro: cuando observó cómo era la historia, se animó un poco más. Y Parra, con un cabezazo frente a una mala salida de Vega y una extraña ausencia de marcadores, levantó a Chacarita a la cúspide en una tarde en la que, se intuía, podía pasar de todo. Podía golear Chacarita, si tenía todo para hacerlo. Podía empatar River, si tenía todo para hacerlo. Aquí radica el magnetismo de este juego: no tiene lógica. Y en partidos como el de la tarde del Monumental, el escenario puede modificarse con una varita mágica. Esta vez la tuvo Ortega, que se vistió de héroe (¿no merecen ya
Matías Alustiza, el delantero de Chacarita, jugó muy bien: marcó dos goles (el segundo, de penal, sellado luego de una falta contra él) y, por la derrota, se mostró apenado. “No puedo estar contento. Eso sí: no cualquiera le hace tres goles a River en esta cancha”, dijo.
LO POSITIVO El público millonario dio otra muestra de su fidelidad Casi 45.000 hinchas hubo en el Monumental. El público dio otra muestra de fidelidad pese a todo: el juego de River no invita, el horario le pudo jugar en contra y, además, ahora se puede seguir masivamente por TV.
LO NEGATIVO Cabral y Archubi, los dos blancos de los reproches Cuando se conocieron, públicamente, las formaciones de los equipos, los hinchas locales tomaron partido contra dos: Gustavo Cabral, otra vez titular (hizo el segundo gol y se tocó el pecho) y Rodrigo Archubi, que ocupó un lugar en el banco de los suplentes. Villalva, a los 17 años, es una cara refrescante en River; aquí, mira la pelota y lanza el balón al gol
un libro su vida, sus vaivenes, sus frustraciones, su vigencia?), casualmente cuando Gallardo dejó el césped. Allí surgió en su dimensión. Respaldado, además, por Díaz y Villalva, dos jóvenes promesas, que saltaron a la cancha durante el segundo tiempo. Primero, le dio una mágica asistencia a Villalva, que dejó mareado a Tauber y definió con un toque de zurda. Lo que siguió es adrenalina pura. Chacarita pudo, River, también. Hasta que, a centímetros del epílogo, cuando el desarrollo se terminaba, una pelota fantástica de Díaz dejó a Ortega con pelota y campo a su disposición. Sobre todo, en realidad, con la mente fresca y el corazón caliente. Miró al arquero adelantado, observó el arco vacío y ensayó el mejor pase a la red. Una emboquillada genial, que definió un partido inolvidable. Con el sentimiento latente, River puede engañarse y creer que se puede. Con la razón a cuestas, River debe entender que así no va. Que tamaña resurrección –la del equipo, la de Ortega– se da de vez en cuando. ¿Pero quién le quita este genuino desahogo? ¿Y quién contiene, al mismo tiempo, a Chacarita? Sólo el fútbol puede explicarlo. O, mejor escrito, sólo el fútbol puede sentirlo.
Después de la extraña semana, Vega se equivocó Iba a atajar Nicolás Navarro. Sin embargo, Pipo Gorosito cambió sobre la marcha y Daniel Vega continuó en el arco de River. Aunque no por mucho tiempo: acaso por los rumores, el guardavalla falló bastante. Primero, el penal; luego, salió mal en el tercer gol. ¿Qué dice Pipo? “La actuación de Vega estuvo a la altura del equipo. Ahora, tengo diez días más para ver a los arqueros”, afirmó.
// M AU RO A L FIE R I Excelente
“Tengo una calentura bárbara”
Zielinski, un DT muy contrariado Chacarita dio una muestra de que puede. Su camino en la máxima categoría no será sencillo, es verdad: jugó dos partidos y los perdió. Pero ayer, en el Monumental, expuso otra cara. “Tengo una calentura bárbara. Por el resultado, sobre todo, porque fue injusto. Ahora tenemos que seguir así; éste es el camino”, explicó Ricardo Zielinski, un típico entrenador del ascenso, conocido como El Ruso. “Nos falta experiencia en primera. Esa pequeña diferencia que en algún momento del partido puede ser importante”, analizó el entrenador, a metros del arquero Nicolás Tauber, que sufrió cuatro goles. El último, sobre todo, fue el más doloroso. “Yo no puedo estar conforme si juego bien; sólo me conformo cuando gano. No hay que dramatizar, pero va a ser muy complicado este año. Hay que apretar los dientes”, comentó. Es que Chacarita pasó del golpe de la fecha a una suerte de lamento sin final.
4 3
River Plate
Chacarita
Daniel Vega A Paulo Ferrari Gustavo Cabral Maximiliano Coronel A Cristian Villagra Diego Barrado Miguel Angel Paniagua Ariel Ortega F A Marcelo Gallardo (c) Diego Buonanotte Andrés Ríos
3 5 4 3 5 6 4 9 4 7 5
3 3 3 4 3 5 4 7 6 7 9
DT: Néstor Gorosito
Nicolás Tauber Fernando Fontana Mariano Echeverría Christian Grabinski (c) A Lisandro López Omar Zarif Daniel Pereira A Federico Vismara Emanuel Centurión Facundo Parra Matías Alustiza DT: Ricardo Zielinski
Cambios ST: 13m, Mauro Díaz (7) por Ferrari; 22m, Daniel Villalva por Gallardo, y 42, Matías Almeyda A por Buonanotte. Suplentes: Nicolás Navarro, Nicolás Sánchez, Rodrigo Archubi y Martín Galmarini.
Cambios ST: 24m, Sebastián Sciorilli por Centurión; 28m, Nicolás Ramírez por Zarif, y 32m, Germán Cano por Parra. Suplentes: Sebastián Cejas, Diego Crosa, Federico Iñíguez y Cristian Milla.
GOLES
PT: 5m, Buonanotte (R); 22m y 46m, Alustiza (CH), el segundo de penal, y 32m, Cabral (R). ST: 8m, Parra (CH); 23m Villalva (R), y 41m, Ortega (R). ARBITRO
ESTADIO
RESERVA
PESOS
Rafael Furchi (bien, 6)
River Plate
River 4 vs. Chacarita 2
$548,521