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Política

Domingo 25 de mayo de 2008

LA NACION/Página 13

Nervios en los mercados: la reacción de la clase media

Por la incertidumbre, cada vez más ahorristas se vuelcan al oro Es una alternativa a las divisas como el dólar y el euro, otras opciones de refugio Por Verónica Dema De la Redacción de LA NACION Las casas de cambio de la City porteña desempolvaron los lingotes de oro. En un contexto de incertidumbre política y económica, agravado en las últimas semanas por el conflicto entre el campo y el Gobierno, el dorado metal se ha convertido en una opción cada vez más elegida por pequeños y medianos ahorristas, que lo eligen como alternativa al acopio de billetes. Se trata de una tendencia que goza de varios meses de vida gracias a las compras de inversores que buscan en el oro una alternativa segura de mediano y largo plazo para volcar sus fondos. Uno de los dueños de Casa Piano, Arturo Piano, explicó a LA NACION que la venta de oro tuvo un crecimiento exponencial, no sólo en estas últimas semanas de temblor financiero, sino desde hace ya un año. Los principales clientes, en general de clase media, invierten por operación, en promedio, entre 3000 y 10.000 pesos. El techo no es casual: cualquier transacción por arriba de esa suma debe ir acompañada por la documentación de rigor, que debe aclarar ante el Estado cuál es el origen de esos fondos. Piano estimó que en sus mostradores “se concretan entre 200 y 300 operaciones diarias que movilizan entre 300.000 y 500.000 dólares”. La onza alcanzó en marzo pasado su máximo valor histórico: cotizó en US$ 1030,8. Desde entonces, su cotización decrece. Anteayer cotizó a US$ 926,2. Sin embargo, los analistas coincidieron en que el oro debe tomarse como una inversión de

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Analistas creen que la cotización del oro volverá a subir

mediano y largo plazo, y anticiparon que seguirá revalorizándose. Carlos Lizer, operador de Puente Hermanos, también observó un crecimiento de la demanda de oro entre sus clientes. Aunque aclaró que todavía no es comparable con el volumen de venta de dólares o de euros, que son los que mejor reflejan los temblores económicos. Según apuntó, “el abanico de inversores es amplio y varía desde quienes gastan unos pocos dólares hasta los que destinan 30.000 para llevarse un lingote de un kilo de oro”. Aclaró que el perfil medio es el del pequeño ahorrista que compra brillo y seguridad por montos de entre 500 y 1000 dólares.

En el Banco Ciudad, una de las entidades más tradicionales en esta opción inversora, por disponer de un área pignoraticia desde hace más de 100 años, también constatan un mayor interés en convertir los billetes en oro. El jefe del equipo de Pignoraticia, Juan Vasallo, informó: “Si bien las concreciones son más o menos estables, las consultas se multiplican”.

Más demanda En el Ciudad hay múltiples evidencias de la confianza que la gente deposita en el metal. Como otorga préstamos con bienes muebles como garantía, en muchos casos se reciben alhajas; cumplidos los plazos, cuando los dueños no

recuperan sus bienes, éstos son ejecutados. De allí que una de las actividades que cumple el banco es subastar objetos de oro. “Siempre hay compradores dispuestos a llevarse todo”, señaló el responsable del área. Por otra parte, la entidad también comercializa lingotes de oro refinado. “Hay disponibles desde un gramo hasta un kilo”, apuntó Vasallo. La mayoría se lleva 100 gramos o más, agregó. “Se lo toma como refugio, para estar cubierto ante la desvalorización de otras monedas, o como inversión de largo plazo”, opinó. También el servicio de guarda de oro refleja la demanda de este metal. Con las cifras de los últimos seis meses, el encargado del área detalló: “Hubo un aumento del 10 por ciento de la demanda”. Los operadores coincidieron en que, por una cuestión de seguridad, muchos eligen, más que llevarse una barra de este valioso metal, comprar bonos, cerrar contratos o participar de fondos comunes de inversión en oro. En palabras de Piano, “los individuos de clase media alta no están interesados en tener una barra de oro en sus casas, sino que optan cada vez más por estos fondos”. La opción del índice de oro, disponible para ofrecer a los inversores una amplia exposición a los mercados de este metal en el mundo, también empieza a ser mirada por los clientes de Puente. Allí también, admitió uno de sus dueños, crecen y se consolidan las colocaciones de bonos o fondos comunes de inversión en oro. Con todo, los argentinos con capacidad de ahorro empiezan a aprovechar las distintas alternativas para transformar los devaluados pesos en metal dorado.

UN FENOMENO DORADO ■ La crisis financiera global y la devaluación del dólar apuntalaron el precio del oro, que llegó en marzo a un máximo histórico de US$ 1030,8 la onza. Luego bajó, pero se prevé que se mantendrá alto. ■ El fenómeno llevó a los ahorristas a volcar sus fondos hacia activos vinculados con el metal. Generó también una brusca caída en las ventas de alhajas en las joyerías y en los locales que se dedican a la compra y venta del metal.

En la calle Libertad ya casi nadie compra joyas Cayó la venta de oro en los comercios La calle Libertad se quedó sin brillo. No porque los mil y un pequeños comercios que se suceden uno tras otro hayan desaparecido o no ofrezcan joyas en oro, sino porque en la actualidad es prácticamente inexistente la compraventa de ese metal. Detrás del mostrador vidriado, Gabriel espera. Invita a comprobar que, durante horas, el local es invisible para los caminantes. “No entra nadie. ¿Ves?”, dice, mientras señala la puerta. “Así siempre”, agrega. Desde fines del año pasado son excepcionales los días en que abre la caja. “Para mí es la recesión”, arriesga. Y les echa la culpa a los precios. “Una cadenita que costaba 15 pesos antes de la devaluación ahora está en 150. Influye el tipo de cambio y que el oro se cotiza mucho más alto también”, explica. A pocos metros, en la galería ArtDeco, suena la misma campana. “En una semana buena nosotros vendíamos cinco kilos de oro; hoy no llegamos ni a cinco gramos”, lamenta el encargado. Y no es sólo la mala racha de dos o tres comercios. Caminar las casas de compra y venta de oro de esta calle es

constatar que ya no son muchos los que se dejan tentar por una alhaja de oro; tampoco se vive el extremo de los tiempos en que se malvendían hasta las joyas de la abuela. Una decena de comerciantes expresa lo mismo. Por Libertad, a metros de Corrientes, Sosi, la dueña de un comercio del rubro ya no exhibe alhajas de oro. “Nadie las pide y corrés el riesgo de que te entren a robar”, dice. En su local hay varias clientas. Todas preguntan precios por alhajas de plata. “Hasta las alianzas ya piden de plata”, revela. Unos pocos negocios más adelante, Rubén y su empleado conversan animadamente. En este local sólo se vende oro: Rubén se resiste a incluir plata y paga el precio de una clientela cada vez más reducida. “Lo poco que salen son alianzas y algo para nacimientos”, enumera. Hace memoria y dice que ya no recuerda cuándo fue la última vez que una mujer pasó por su vidriera, se dejó tentar y entró por una joya. “Salvo algún que otro productor agropecuario, que se lleva un regalo costoso, las alhajas ya no salen más”, cuenta.