Nueva política, nuevo país - El Siglo de Europa

1 jun. 2016 - a entender los cambios políticos de nuestro país es la brecha genera- cional que se ha ido generando en los últimos años. Como explicaré a ...
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POLÍTICA

Ignacio Urquizu publica ‘La crisis de representación en España’

Nueva política, nuevo país

Ignacio Urquizu, profesor de Sociología y cabeza de lista del PSOE por Teruel, ofrece en su último libro La crisis de representación en España (Los Libros de la Catarata) una perspectiva poco explorada sobre los principales cambios en la sociedad española consecuencia de la crisis económica, el 15-M y las movilizaciones posteriores y, utilizando datos de encuestas, muchos de ellos inéditos, realiza un completo retrato social de la España de la crisis. EL SIGLO adelanta el segundo de sus capítulos, ¿Una ruptura generacional?, coincidiendo con su presentación este lunes en Madrid por parte de Ignacio Escolar, director de eldiario.es, Soledad Gallego-Díaz, columnista de El País y colaboradora de la SER, y José Juan Toharia, presidente de Metroscopia. El 15-M no sólo fue la escenificación de la crisis de representación,

Por E. S.

días después en El País un artículo que se titulaba “El Mayo de la generación del 78”. En él l segundo factor que puede ayudar ya apuntaba algunas ideas que veremos en las a entender los cambios políticos de siguientes páginas. De aquel artículo me gusnuestro país es la brecha genera- taría recuperar uno de los argumentos que nos cional que se ha ido generando en pueden ayudar a entender qué connotaciones los últimos años. Como explicaré a continua- tiene esta brecha generacional. Por aquel ención, no es un fenómeno que se haya produ- tonces, muchos analistas estaban preocupacido en un momento determinado, sino que dos por el corto plazo y se preguntaban: ¿qué es producto de los cambios por los que ha pa- consecuencias podría tener el fenómeno de sado nuestro país en las últimas décadas. Co- los indignados en las elecciones municipales mo resultado de los progresos educativos e innovaciones tecnológicas, las nuevas generaciones de españoles poseen unas características que les diferencian de sus mayores, especialmente de quienes protagonizaron la transición. Esto no implica que sean mejores o peores, sino que tienen rasgos distintos y expectativas diferentes. Estamos, por lo tanto, ante una nueva generación de españoles que desean protagonizar una nueva etapa. Cuando la ciudadanía tomó las plazas y las calles el 15 de mayo de 2011, publiqué seis Urquizu analiza el factor generacional en los cambios sociales.

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y autonómicas que se iban a celebrar unos días después? Esta visión cortoplacista impedía ver el mar de fondo que había en la movilización. Los hijos de la Constitución, tal y como los había bautizado Francisco Rubio Llorente en un artículo que publicó en diciembre de 2008 en El País, salieron ese día a expresar que estaban insatisfechos con los sistemas económico y político. ¿Y cuál era el origen de esta insatisfacción? Todos los estudios de opinión y las encuestas realizadas a expertos señalaban entonces que el principal foco de desafección estaba en “la enorme influencia que tiene el poder económico sobre el poder político“. Pero, además, esta desafección no solo era el resultado del mal funcionamiento de nuestra democracia. Hay que recordar que por aquel entonces, en mayo de 2011, el 70 por ciento de los españoles estaba sujeto a una Constitución de la que no había participado. Dicho en otras palabras, el 15-M no solo fue la escenificación de la crisis de representación, también mostraba que había una nueva ge-

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F. MORENO

también mostraba que había una nueva generación de españoles.

neración de españoles. No es exagerado decir que, para muchas personas de esta nueva generación, la movilización de los indignados se ha convertido en un hito o en un punto de inflexión en su narrativa generacional. No sé si la comparación es excesiva, pero nos recuerda a lo que supuso mayo del 68 para las generaciones anteriores. Para los que nacieron en los años cuarenta y cincuenta, los acontecimientos de París les marcaron tanto, que alguno de sus líderes, como Daniel Cohn-Bendit, todavía son recordados más por aquellos días que por toda su trayectoria política posterior. Es cierto que mayo del 68 tuvo una enorme repercusión internacional y fue seguido con movilizaciones en otros países. Pero el movimiento de los indignados en España no solo acaparó la atención de la prensa internacional, sino que además movimientos como Occupy Wall Street se inspiraron en lo que sucedió el 15 de mayo de 2011 en nuestro país. En definitiva, el 15-M puso de relieve que

existía una ruptura generacional. Esta nueva generación de españoles quiere ser la protagonista de los cambios por distintos motivos: se diferencia de sus mayores en algunos rasgos relevantes, está insatisfecha con el funcionamiento de su país y esperan cosas distintas de su democracia. Para algunos, estas afirmaciones no son más que el resultado de un cierto adanismo. Por ello, para poder abordar con cierto rigor las críticas al argumento de la ruptura generacional, la primera pregunta que debemos hacernos es: ¿son importantes las generaciones?

¿Importan las generaciones? No es la primera vez que reflexiono sobre la brecha generacional. El 19 de agosto de 2013 publiqué un artículo en El País que se titulaba “El debate generacional”. Finalizaba con la siguiente pregunta: “¿Hasta qué punto una nueva generación puede estar atada por lo que decidió la anterior?”. Con ella recuperaba un viejo debate entre Thomas Jefferson y

James Madison. El primero argumentaba que “las deudas o hipotecas son obligaciones individuales, no colectivas. Así, una generación posterior no es responsable de todo lo que hizo la anterior. Esto le lleva a concluir a Jefferson que ninguna sociedad puede realizar constituciones perpetuas o leyes perpetuas”. En el fondo, el entonces embajador de Estados Unidos en París trata de defender ante Madison que toda generación tiene derecho a decidir su propio destino. En una carta que en 1789 escribió Jefferson a Madison, este argumentaba: “Toda Constitución, luego, y toda ley, caduca al final de los 19 años. Si se desea que se extienda en el tiempo, es un acto de fuerza, no un derecho”. En 1816, Jefferson se reafirma en estas ideas en una carta que dirige a Samuel Kercheval: “Cuarenta años [después de que] una Constitución fue aprobada, dos terceras partes de los adultos que entonces vivían [están] muertos”. Un mes después, José María Maravall cuestionaba en El País la idea de las generaciones recogiendo los argumentos de Madison: Una reforma constitucional no se puede justificar con el argumento de Jefferson de que una generación no puede ser gobernada por una Constitución elaborada por una generación anterior. La opinión de Madison ha prevalecido en todas las democracias: si una generación ha tenido que hacer frente al caos, ese caos no tiene por qué ser sufrido por generaciones siguientes. Las reformas solo se justifican con argumentos rigurosos acerca de problemas muy serios. Por poner algunos ejemplos: Cataluña, la política fiscal, la crisis del euro, programas de gasto social no redistributivo, la dirección política de la Unión Europea. Si no es así, reformar o renovar solo consistirá en fichar a un Justin Bieber; en sustituir ideas por palabras retóricas. Al margen de la caricaturización del argumento generacional, sí que tiene razón José María Maravall en que los cambios políticos solo se pueden sostener sobre la resolución de los problemas en una sociedad. No obstante, su argumentación se deshace muy rápidamente de la idea de las generaciones, sin entrar al fondo del asunto. Por ello, vayamos por parte. ¿Existen las generaciones? Y si es así, ¿realmente importan o tienen capacidad explicativa? Respecto a la primera cuestión, por lo que vemos en la literatura, las generaciones sí existen. De hecho, la idea de generación es una nº 1158. 6–12 de junio de 2016

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idea muy antigua. Filósofos como Antoine Cournot o científicos sociales como Augusto Comte utilizaron el argumento de las generaciones para explicar el devenir histórico. El argumento sería el siguiente: para poder entender los progresos o avances en una sociedad, muchas veces dividimos la narración en periodos. Cada una de estas etapas se suele circunscribir a una franja temporal donde un grupo de personas de edad aproximada se enfrentan a problemas comunes, que pueden ser nuevos o heredados del pasado. Desde luego que el resto de ciudadanos mucho más jóvenes o mucho mayores también sufren estas mismas dificultades. Por ello, Ortega y Gasset (2005: 85) distinguía a los coetáneos de los contemporáneos. Los segundos constituyen el conjunto de la población, todos aquellos que viven en el mismo periodo temporal indistintamente de la edad que tengan. Pero a los coetáneos les une algo más: son un grupo de personas de edad aproximada que han pasado por experiencias vitales similares y que marcaron sus procesos de socialización. Para Ortega y Gasset, “el conjunto de los que son coetáneos en un círculo de actual convivencia es una generación” (Ortega y Gasset, 2005: 85). En tiempos más recientes, la idea de generación ha sido recuperada por Jaime Miquel, geógrafo y experto en comportamiento electoral. En un trabajo suyo publicado en marzo de 2015 por la revista de la Asociación Española de Estudios de Mercado, Marketing y Opinión (AEDEMO), defiende la existencia de cua-

tro generaciones en España: ciudadanos nuevos, reformistas, niños de la autarquía y niños de la guerra. Miquel, además de mostrar que todos estos grupos tienen rasgos sociológicos propios, también observa un claro comportamiento electoral diferenciado. En definitiva, para Miquel las generaciones y sus narrativas tienen capacidad explicativa en la vida política española. Si miramos la idea de generación con cierta perspectiva analítica, vemos que en el pensamiento moderno se ha desarrollado desde tres visiones: científica, política y ética (Moreno Pestaña, 2011). La primera de ellas, la científica, se centra en el conjunto de propiedades que unen a un grupo de personas que comparten una dimensión temporal. La visión política analiza la posición que ocupa una generación dentro de la sociedad. Finalmente, la ética tiene que ver con “las propias creencias o expectativas” (Moreno Pestaña, 2011: 119) de cada grupo generacional. Así, estas tres dimensiones nos permiten definir qué es una generación, qué rasgos les unen, qué posición ocupa dentro del momento que le ha tocado vivir y qué creencias le definen. Estas tres visiones nos van a ser muy útiles para analizar qué ha sucedido en nuestro país con lo que se ha definido como brecha generacional. Pero ¿importan las generaciones? Dicho en otras palabras, ¿tienen alguna capacidad explicativa? Como han constatado algunos de los protagonistas de la España contemporánea, tienen un cierto protagonismo en la po-

Una cuestión de edad

Preferencias sobre el multipartidismo (%) Tabla 1

Fuente: Metroscopia

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lítica de las últimas décadas. Cuentan los cronistas que cuando José Luis Rodríguez Zapatero conoció a Felipe González poco antes de presentarse a secretario general en el XXXV Congreso del PSOE, el expresidente socialista le animó a competir por el liderazgo del partido con una reflexión sobre el papel de las generaciones en la política: “El poder se ejerce generacionalmente”. Los datos parecen corroborar en algunas ocasiones este argumento. El ejemplo más evidente de lo que estoy contando lo constituye la generación del autor de la cita, Felipe González. Cuando le tocó formar su primer Gobierno en 1982, si excluimos a Fernando Morán, la diferencia de edad entre el ministro más joven (Joaquín Almunia, nacido en 1948) y el mayor (Javier Moscoso, nacido en 1934) era de 14 años. Esta franja de edad encaja dentro de la idea de generación que estableció Ortega y Gasset. En su obra En torno a Galileo, el filósofo español detallaba que una generación la formaban personas que se encontraban en una franja de edad de 15 años (Ortega y Gasset, 2005: 97). Quizás fuese la casualidad, pero es llamativo que el mayor proyecto transformador y modernizador que ha experimentado España fuese protagonizado por personas que tenían una edad muy similar, que habían pasado por experiencias similares y que compartían la misma ambición: vivir en un país mejor. El propio Felipe González nos saca de dudas cuando reflexiona en el libro de María Antonia Iglesias sobre el grupo de “gente con la que echó andar”. Cuando piensa en la formación de sus gobiernos, el expresidente socialista dice: “Cuando trabajaba en la formación del equipo, yo notaba, desde el principio, que había una limitación, la limitación que siempre representa el horizonte generacional. Como el cambio histórico también era un cambio generacional, esa limitación, en parte, me dolía. Pero se daba el caso de que yo no veía fuera de mi horizonte generacional, ni hacia arriba ni hacia abajo […] Mis vínculos, como es natural, eran generacionales” (Iglesias, 2003: 807). Esta cita también la recoge Ignacio Sánchez-Cuenca en su libro Años de cambio, años de crisis. Ocho años de gobiernos socialistas, 2004-2011. Pero para este autor, a diferencia de Felipe González, Rodríguez Zapatero no fue capaz de desarrollar un proyecto generacional. Muchos de sus equipos se apoyaron en los cuadros de los años

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mayor edad, más del 55 por ciento tiene, como máximo, estudios primarios. Entre los menores de 55 años esta cifra es del 6 por ciento. Las diferencias son más que significativas. Estas cifras son muy similares a las que se pueden obtener en otros estudios de opinión realizados por empresas privadas. Somos afortunados de tener un país que ha cambiado tanto desde el punto de vista educativo. Y este progreso es el resultado de deEUROPA PRESS cisiones políticas. La universalización de la La nueva generación ha llegado a los partidos tradicionales. educación que se produjo como resultado de que su biografía está claramente marcada por la Ley Orgánica de Derecho a la Educación la dictadura franquista. Además de la des- (1985) y la enorme expansión que sufrió la cripción exhaustiva que realiza Miquel (2015), universidad en los años ochenta son dos elecada uno de estos grupos de edad tiene dife- mentos fundamentales para entender estas direncias significativas que voy a relatar en las ferencias generacionales. Así, fueron los gosiguientes páginas. Así, la pregunta que surge biernos socialistas quienes con sus decisiones es: ¿cuáles son las principales características colaboraron en la transformación educativa que ha experimentado España. de esta nueva generación? Tener una sociedad con mayores niveles El primero de los rasgos es el incremento espectacular de la educación media. Cualquie- educativos también implica tener una sociera que tenga una cierta perspectiva de la his- dad más crítica, con más capacidad de critetoria de nuestro país sabe muy bien cuál era rio y de pensar por sí misma. Desde luego que el nivel educativo en la España de los años cin- no es lo mismo lanzar mensajes políticos y excuenta o sesenta. Entonces estudiar era un pri- plicar las decisiones gubernamentales cuanvilegio. Veamos algunos datos. En el curso do la opinión pública tiene en su inmensa ma1959-1960, el alumnado matriculado en la yoría estudios primarios o cuando la sociedad universidad española era de 170.062. Esta ci- está formada mayoritariamente por gente que fra está muy lejos del curso 1979-1980, cuan- tiene una FP y estudios universitarios. Por lo do los estudiantes universitarios se multipli- tanto, el ciudadano que se ha generado como ¿Qué rasgos tiene esta nueva caron por casi cuatro, alcanzando el número resultado de esta expansión educativa es muy generación? Siempre es difícil establecer un criterio o de 657.447. Por no hablar del siglo XXI. En el diferente de aquel que poblaba nuestro país umbral donde separar una generación de otra. curso 1999-2000, los alumnos matriculados en los años cincuenta y sesenta. El segundo rasgo que caracteriza a los meSi ponemos como punto de partida el año en en las universidades españolas eran 1.581.415 que se aprobó la Constitución de 1978 y co- (Rahona López, 2008: 40). Los últimos datos nores de 55 años es que han vivido toda su vimo punto de llegada 2015, el momento tem- disponibles por el Ministerio de Educación son da adulta bajo un sistema democrático. Esta poral en el que se ha producido el mayor “te- del curso 2013-2014. Entonces esta cifra era cuestión no es baladí. Como sabemos, la sorremoto“ en nuestro sistema de partidos, ve- ligeramente inferior y se situaba en 1.412.673. cialización es el proceso que permite la transmos que hay una diferencia de 37 años. Así, Por lo tanto, la evolución muestra un claro in- misión de valores entre generaciones. Esta extodos los que hicieron la mayoría de edad en cremento en la formación universitaria de los periencia social dura toda la vida y permite construir nuestra propia biografía personal. 1978, en 2015 tenían 55 años. Voy a asumir españoles. Si tomamos la última encuesta del CIS de Gracias a la socialización se produce una cierque la brecha generacional en nuestro país se ha producido en ese punto de edad. Dicho de 2015 (diciembre) y separamos por la brecha ta continuidad en los valores y rasgos culturaotra forma, tenemos dos sociedades que de generacional que aquí se ha establecido, tam- les de una sociedad. Los padres, los maestros forma paralela conviven: los mayores y los me- bién obtenemos una fotografía muy clara de o los medios de comunicación transmiten tonores de 55 años. Usando la terminología de las disparidades en nivel educativo. Podemos do el acervo de una sociedad. Así, la socialiMiquel (2015), voy a englobar por un lado a ver que entre los menores de 55 años, el 25 zación tiene un componente de continuidad los ciudadanos nuevos y a los reformistas (me- por ciento declara tener estudios universita- que garantiza, principalmente, la familia. Esnores de 55 años). Todos ellos representaban rios, casi el doble que sus mayores. En cam- to puede explicar por qué los hijos suelen comen 2015 el 63 por ciento del censo electoral. bio, solo el 0,3 por ciento dice no tener nin- portarse políticamente de forma muy pareciPor otro lado, situaré entre los más mayores a gún tipo de estudios, cuando entre los mayo- da a sus padres. Estudios sobre comportalos niños de la autarquía y a los niños de la res de 55 años este porcentaje es casi del 15 miento electoral en España han mostrado que guerra. Lo que les une, entre otros rasgos, es por ciento. De hecho, entre la generación de no solo existe una alta coincidencia entre la ochenta y noventa. Para Sánchez-Cuenca, la falta de audacia en algunos proyectos provinieron justamente de estos dirigentes más veteranos (Sánchez-Cuenca, 2012: 31). Y es que dentro de una generación se comparten más cosas además de la edad. Como veremos a continuación, existen rasgos objetivos que unen a las personas que han compartido experiencias similares. Volviendo a las críticas de José María Maravall, él mezcla dos ideas distintas confundiéndolas. Por un lado, como he afirmado más arriba, sí que tiene razón cuando afirma que cualquier cambio político relevante en una sociedad solo puede justificarse ante problemas serios. Pero, por otro lado, no es posible negar la existencia de las generaciones y su capacidad para decidir por ellas mismas. Los problemas pueden ser nuevos o viejos, esto no es tan relevante. Lo realmente importante está en las respuestas que damos en cada momento a estos problemas y si una generación no solo tiene respuestas distintas a sus mayores, sino además si esta nueva generación puede decidir libremente sobre los cambios que puede hacer. Negar la existencia de las generaciones y las diferencias de criterio entre ellas, especialmente en el momento político que vivimos en España, es no conocer la realidad.

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La brecha generacional, mayor con la crisis

cidad de influencia en muchos nombramientos para instituciones de lo más diverso. El sisDiferencia en las tasas de paro entre mayores y menores de 55 años (%) tema electoral también ha contribuido en el Gráfico 1 amplio poder que tienen los partidos, dándoles la potestad de elaborar las listas electorales en un sistema donde estas están bloqueadas y los votantes no tienen capacidad de decisión sobre ellas. Por lo tanto, el diseño institucional huía de toda inestabilidad. Si miramos los datos sobre las preferencias del multipartidismo por grupos de edad, vemos que dos generaciones conviven en España y a los más jóvenes ya no les da tanto miedo el multipartidismo. La tabla 1 presenta los resultados de sendas encuestas de Metroscopia sobre esta cuestión para febrero y marzo de 2016. Estos datos, además, ya reFuente: Instituto Nacional de Estadística (INE). cogen la experiencia de la inestabilidad. Cuando se realizaron, habían pasado varios meses ideología de los padres y los hijos, sino que bertad que han tenido profesores, periodistas desde las elecciones generales del 20-D y Esademás la ideología de la familia tiene una al- o los grupos de amigos para expresarse, emi- paña seguía sin gobierno. Algunos podrían arta capacidad explicativa sobre la intención de tir opiniones y realizar juicios de valor no tie- gumentar que una vez los españoles probavoto de los individuos (Polavieja, 2001: 181). nen nada que ver con lo que sucedía antes de sen la inestabilidad, estos cambiarían de opiPor lo tanto, los valores se transmiten de ge- la muerte de Francisco Franco. Por todo ello, nión. Pero no ha sido así. Junto a ello, se obneración en generación. la generación de menos de 55 años ha sido serva que la brecha generacional respecto a Esta influencia familiar es tan fuerte que so- socializada en unos valores bastante distintos. esta cuestión es muy significativa. Mientras lo así se explica cómo, por ejemplo, tras 40 Esto puede explicar por qué los hijos de la que los mayores de 55 años están muy diviaños de dictadura, en 1977 el PSOE fue ca- Constitución ya no se asustan ante los “fan- didos y el apoyo al bipartidismo se sitúa en paz de obtener casi el 30 por ciento de los vo- tasmas” que durante mucho tiempo han per- torno al 40 por ciento, los menores de 55 años tos, el Partido Comunista logró el apoyo de ca- seguido a sus padres. Como veíamos en el ca- son profundamente multipartidistas y el aposi el 10 por ciento de los españoles o el Parti- pítulo anterior, la mayoría de los españoles yo al bipartidismo es 15 puntos inferior al de do Nacionalista Vasco tuvo casi el 30 por cien- prefiere en estos momentos un sistema políti- sus mayores. to de los votos en el País Vasco. A pesar de to- co multipartidista, aunque para ello deba saPor lo tanto, la brecha generacional como dos los esfuerzos realizados por el dictador a crificar la gobernabilidad. Esta opinión sería resultado de la socialización ha generado un través de los medios de comunicación o el sis- impensable hace 40 años, cuando se puso en grupo de gente más joven que ya no teme tema educativo, los valores y la ideología de marcha la transición a la democracia. Enton- aquello que temían los protagonistas de la tranlos españoles se transmitieron de padres a hi- ces la inestabilidad de la Segunda República sición. Y este cambio en las preferencias se exjos. Los regímenes autoritarios tienen un lugar estaba en el recuerdo de mucha gente y los plica, entre otros factores, por la experiencia donde nunca pueden entrar: los hogares de dirigentes de la época diseñaron un sistema de estos 38 años de democracia. La socialilas personas. Allí se contaban de padres a hi- institucional que huyese de toda inestabilidad zación en valores democráticos ha permitido jos las historias de la guerra civil o se pregun- política. La fragmentación política y los parti- tener una nueva generación que, como decía taba por los familiares que estaban condena- dos débiles son dos factores que contribuyen Willy Brandt en 1969 a aquellos jóvenes que dos al exilio. a esa inestabilidad. Así, se estableció un siste- protagonizaron el mayo del 68 alemán, quiePero una vez se derrumbaron los muros de ma electoral que, teniendo una cierta dosis de re “atreverse a más democracia”. la dictadura, la libertad campó a sus anchas. proporcionalidad (las circunscripciones más El tercer rasgo que caracteriza a la generaY la socialización que el régimen intentó con- grandes), se comportase en algunos territorios ción más joven es el consumo de nuevas tectrolar desapareció. Así, la ciudadanía que ha de forma mayoritaria (las provincias menos nologías. Belén Barreiro se ha referido a esta vivido en democracia la totalidad de su vida pobladas), beneficiando a las dos grandes for- ruptura generacional como los digitales frenadulta, además de recibir la influencia fami- maciones. También se diseñó un Congreso de te a los analógicos, utilizando como símil la liar, también ha sido socializada por los ami- los diputados y una administración que diese tecnología por la que hemos estado viendo la gos, los medios de comunicación y el sistema una gran influencia a las elites de los partidos. televisión. También se ha hablado de ellos coeducativo. Y todos estos actores en democra- Así, tanto los grupos parlamentarios como el mo la generación del milenio (Millennials). Así, cia no han tenido los corsés y las limitaciones Gobierno están altamente centralizados en sus los jóvenes aparecen como grandes consumique existían bajo la dictadura franquista. La li- decisiones, permitiendo tener una gran capa- dores de teléfonos inteligentes, Internet o re28

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des sociales. Frente a ellos, los más mayores tendrían mayores dificultades para consumir toda esta tecnología. Si miramos los datos, el consumo de Internet no solo se ha disparado, sino que además existen profundas fracturas por edad. Belén Barreiro, en su artículo publicado en El País, “La brecha generacional“, presenta evidencia empírica al respecto: “En 1997, solo el 0,9% de los ciudadanos era usuario diario de Internet; en 2012, el 79% accedía a la Red ocasionalmente y España era ya el quinto país del mundo en uso de redes sociales. La práctica totalidad de los ciudadanos (96%) de 18 a 44 ha usado Internet en los últimos tres meses, porcentaje que cae al 53,5% entre los de 45 y más años. Las tres cuartas partes de los nacidos después de 1970 están en redes sociales, mientras que entre sus mayores solo está uno de cada cuatro”. Los datos del CIS van en esta dirección. En marzo de 2015, el CIS preguntó por el consumo de Internet y redes sociales en su barómetro. Si separamos en los dos grupos que en este libro se han establecido, vemos que en los mayores de 55 años solo el 15 por ciento de los entrevistados declaraba haber utilizado redes sociales virtuales en los últimos seis meses. En cambio, entre los menores de 55 años esta cifra era del 65 por ciento. En definitiva, el consumo de nuevas tecnologías está muy relacionado con la edad y la brecha generacional también es relevante en esta cuestión. De aquí se desprende un cambio profundo respecto al acceso a la información y, por lo tanto, la formación política de los ciudadanos. El cambio tecnológico está siendo muy relevante en los medios de comunicación. Estos no solo están ante el reto de un cambio en el modelo de negocio, sino que también la forma de comunicar va a ir transformándose, tanto en el contenido como en las formas. Gonzalo López Alba escribió en el año 2014 un documento de trabajo dentro de la colección Zoom Político de la Fundación Alternativas. En él analizaba el cambio de era en los medios de comunicación. Entre sus conclusiones me gustaría destacar dos. Por un lado, los diarios online están experimentando un crecimiento espectacular en sus cifras de audiencia: “Los datos del EGM indican que solo la audiencia online de los diarios crece a buen ritmo: en 2012 el número de los que declaraba haber utilizado es-

te canal en el último mes superaba los 12,6 millones de personas frente a los 11,8 millones de hace un año. Y la inversión publicitaria en Internet, aunque retrocedió un 11% de 2011 a 2012, acumula un crecimiento del 134% en el periodo 2008-2012” (López Alba, 2014: 12). Por otro lado, estos cambios en las audiencias tienen un fiel reflejo en los modelos de financiación. Así, usando como ejemplo The New York Times, López Alba observa que este “obtiene ya alrededor del 80% de sus ingresos del papel, frente a poco más del 20% de ingresos de su versión digital; pero el 80% de sus lectores están ya en Internet, frente a solo un 20% que siguen en el papel” (López Alba, 2014: 13). La combinación de educación y nuevas tecnologías nos permiten completar el cuadro sociológico que tenemos delante. Así, la gente no solo puede acceder a cantidades ingentes de información (y desinformación) de forma rápida, sino que además gran parte de estos individuos tienen la formación adecuada para buscarla, procesarla y analizarla de forma crítica. Es, por lo tanto, una sociedad más informada, más formada y más crítica. Una sociedad muy distinta a la de nuestros padres y abuelos, donde los argumentarios

deben ser sustituidos por argumentos rigurosos y creíbles. Aquellos que no entiendan este nuevo escenario y se dediquen a la comunicación tienen un problema. La nueva sociedad que ya está entre nosotros, no admite las mismas ideas simples con las que a veces se ha tratado de convencer al electorado. La ciudadanía ahora es capaz de poner en cuestión lo que dicen los analistas y los políticos en minutos. En muchas ocasiones, estas “ocurrencias” viajan por la Red a gran rapidez y el “ocurrente” ha sido puesto en evidencia antes de que salga del plató de televisión. Por ello, realizar ahora diagnósticos u ofrecer un proyecto político no es nada fácil. Más aún, es incluso más difícil que en el pasado. Los que escuchan y atienden con interés no son los que eran en los ochenta y noventa. El cuarto rasgo de esta generación es más coyuntural y tiene que ver con la situación económica de nuestro país en los últimos ocho años: gran parte de ellos son los auténticos perdedores de la crisis. En la literatura sobre mercado laboral se utilizan los términos anglosajones: insiders y outsiders. Con estos dos conceptos se distingue a los trabajadores que tienen unas buenas condiciones laborales (sa-

La pérdida de bienestar

Evolución de los salarios en España entre 2008 y 2013 por grupos de edad (en euros) Tabla 2

Fuente: Encuesta de Estructura Salarial (INE). nº 1158. 6–12 de junio de 2016

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larios elevados y estabilidad laboral) de los que sufren condiciones más precarias (trabajos temporales y remuneración baja). Generalmente, entre los outsiders (los trabajadores precarios) encontramos principalmente a las mujeres y los jóvenes. Por lo tanto, no es una novedad que los grupos de menor edad sufran peores condiciones económicas que el resto de la población. Como veremos a continuación, el rasgo distintivo actual es que la Gran Recesión no solo les ha golpeado con mayor virulencia, sino que además, dentro del grupo de perdedores de la crisis, la franja de edad se extiende hasta los 55 años. ¿De qué forma? En primer lugar, se ha producido un notable éxodo de españoles hacia el exterior en busca de un trabajo o mejores condiciones laborales. Los estudios más rigurosos muestran que en los últimos años, unas 700.000 personas pueden haber abandonado nuestro país, una cifra muy lejana de las estadísticas oficiales que sitúan la salida de españoles hacia el extranjero entre 2008 y 2012 en 225.000 personas (González-Ferrer, 2013). Si analizamos el perfil de las personas que han emigrado de España, vemos que, entre 2008 y 2012, las franjas de edad donde el aumento ha sido más significativo son entre los 35 y los 55 años (González-Ferrer, 2013: 12). Es cierto que los menores de 35 años son los que más emigran. Pero en la gente entre 35 y 55 encontramos a los grupos de edad que más han incrementado su probabilidad de salir de España. De hecho, son los únicos grupos de edad donde observamos un incremento significativo de salida hacia exterior (GonzálezFerrer, 2013: 12). Esta imagen refuerza la idea de que sí que hay una brecha entre mayores y menores de 55 años y que, por lo tanto, la franja de edad de la fractura generacional se sitúa en torno a esa edad. La segunda consecuencia económica para estos grupos de edad es el paro. El gráfico 1 muestra las diferencias de desempleo entre los mayores y los menores de 55 años. La forma de interpretarlo es la siguiente. Los porcentajes positivos indican que los más jóvenes tienen mayores tasas de paro. Conforme la línea se acerca a 0, estas diferencias entre mayores y menores de 55 años se difuminan. Como advertencia, no podemos afirmar que las causas de esta disparidad se deban completamente a la crisis. Como se ha señalado más arriba, siempre la juventud ha estado asociada a mayores 30

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ración han perdido parte del poder adquisitivo, especialmente los más jóvenes. La tabla 2 muestra la evolución de los salarios anuales en España para distintos grupos de edad entre 2008 y 2013. Vemos que quienes más bienestar han perdido son los menores de 35 años, los que tienen entre 50 y 54 años y los mayores de 65 años. Respecto a los pensionistas, que estarían dentro del grupo de 65 y más años, seguramente es el resultado de un cúEUROPA PRESS Los líderes emergentes han cambiado el panorama. mulo de factores como los cambios que se han producido en el sistema de pensiones y que tasas de desempleo. De hecho, como los da- los que se han jubilado estos años pueden hatos muestran, antes de la Gran Recesión los ber tenido una menor renta que los que lo himenores de 55 años tenían entre 2,7 y 5,8 pun- cieron antes de la crisis. En la medida que en tos más de desempleo que sus mayores. Pero su último periodo de cotización han sido gola partir de 2008, cuando la crisis económica peados también por la recesión, desde luego golpea con toda su crueldad a España, estas que esto ha podido afectar a la pensión que diferencias comienzan a aumentar de forma les ha quedado finalmente. enorme —véase el gráfico 1—. Así, a finales Pero lo que merece más relevancia para de 2012, los menores de 55 años tenían nue- nuestro argumento es el grupo de edad de meve puntos más de paro que sus mayores. Esta nos de 55 años. Vemos que, de los ocho tracifra triplicaba la menor diferencia que en- mos de edad, cinco han sufrido una clara pércontramos en la época de expansión. Es cier- dida del poder adquisitivo (62,5 por ciento de to que en los últimos tiempos, las diferencias esta población). Y no ha sido solo una cuesentre jóvenes y mayores han ido disminuyen- tión de los menores de 35 años, sino que aquedo y a ello ha contribuido la mejora de la si- llos que tienen entre 50 y 54 años también tuación económica. Pero para lo que nos in- aparecen como perdedores de la crisis. En teresa aquí, los datos muestran cómo, desde cambio, en los mayores de 55 años, solo uno el punto de vista del desempleo, los menores de los tres grupos de edad aparece como perde 55 años han sufrido la crisis con más cruel- judicado por la crisis (33,3 por ciento de este dad que sus mayores. Estos datos comple- grupo de población). Además, las pérdidas de mentan el argumento de la emigración y ex- bienestar son del 25,1 por ciento para los meplican por qué esta generación ha tenido que nos de 20 años y de casi el 20 por ciento pasalir de nuestro país, en especial los que tie- ra los que tienen entre 20 y 24 años, una canen entre 35 y 55 años. ída de sus salarios muy superior a los mayoLa tercera consecuencia económica para es- res de 65 años. te grupo generacional ha sido la pérdida de En definitiva, este grupo de edad, los mebienestar. Ya sea como resultado de las medi- nores de 55 años, aparece como uno de los das del Gobierno, especialmente en materia grandes perdedores de la crisis: sufren mayolaboral, como consecuencia de la misma cri- res tasas de paro, han tenido que emigrar del sis, muchos de los trabajadores de esta gene- país y han visto cómo sus salarios disminuían. Todo ello se producía mientras aumentaba la desigualdad, como vimos en el capítulo anterior. Es decir, que mientras ellos perdían, la gente con mayor poder adquisitivo o ganaba o perdía mucho menos que ellos. Esto, seguramente, ha contribuido a una idea de injusticia. Es decir, la ciudadanía ha percibido que la crisis económica no era igual para todos. Y en la medida que ser perdedor tenía un componente generacional, la brecha que ya existía por las razones que hemos visto más EUROPA PRESS La mayoría prefiere el multipartidismo con los nuevos. arriba se ha ido ampliando. l