EXTERIOR
Domingo 15 de enero de 2012
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NAUFRAGIO EN EL MEDITERRANEO s EL RELATO DE LOS SOBREVIVIENTES
“No estaban capacitados para controlar tanta gente” Los pasajeros argentinos culparon a la empresa por negligencia CIVITAVECCHIA, Italia (De nuestra corresponsal).– “Hace 100 años se hundió el Titanic... ¿no aprendieron nada?” Nicolás Lypka, porteño de 28 años, a punto de recibirse de médico radiólogo, sigue sin poder creer lo que le pasó. Junto a su flamante esposa, Gretel Stegemann, maestra jardinera de 27 años, estaba de luna de miel en el Costa Concordia. “Nos habíamos sentado para tener nuestra primera cena en el barco. Ya me habían cobrado la cerveza que no llegué a consumir con esta tarjeta de plástico del camarote 2354, lo único que me quedó, porque perdí todo, plata, documentos, todo. De repente hubo un golpe muy fuerte, un ruido grande; se sacude el barco y se ladea del lado izquierdo. Todos los platos se empiezan a caer, algo que no podía creer, porque hasta una casa rodante tiene sujetadores... Y empezó a cundir el pánico”, relata a LA NACION en el hall del hotel Mediterráneo. Como todos los argentinos que sobrevivieron, Nicolás se quedó con lo que tenía puesto: jeans, una remera y el celular que tenía en el bolsillo, con el que sacó algunas fotos de una noche que jamás olvidará. Gracias al esfuerzo de la cónsul adjunta Andrea Rovelli y del embajador argentino en Italia, Torcuato Di Tella, todos los argentinos afectados recibieron asistencia y pasaporte nuevo en tiempo récord para poder volver a casa. “Nunca pensé que un barco como ése se podía hundir; esto fue negligencia al ciento por ciento. No había tormenta, era una noche despejada, el mar era una pileta... El Río de la Plata, en comparación, es más hostil”, relata Nicolás, envuelto en una frazada. “Pensé ilusamente que por ahí había una falla en un dispositivo de balanceo, pero de repente el barco se ladeó mucho peor, empezamos a ver que los mozos empezaban a llorar y mucha gente a levantarse e irse, y cundió el pánico del modo más bizarro: un mozo destapó champagne y otro se prendió un pucho”, recuerda. Nicolás y Gretel fueron testigos de una improvisación total por parte de la empresa naviera. “No estaban capacitados para controlar tanta gente,
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Los pasajeros rescatados llegan al puerto de Santo Stefano
ELISABETTA PIQUE
Nicolás Lypka y Gretel Stegemann estaban alteradísimos, daban órdenes contradictorias, no sabían cómo reaccionar, nunca tomaron lista, que es elemental”, apunta Gretel. “Cuando empezaron a destapar las lanchas, se pudrió todo. La gente se empezó a pelear, fue el descontrol, el caos: casi le tenía más miedo a la aglomeración que al barco. ¿Dónde estaba el personal que se tenía que dedicar a mí?”, evoca Nicolás. Si bien la empresa intenta ahora repatriar a los más de 3000 pasajeros damnificados lo antes posible, Nicolás y Gretel no quieren volver a la
Video. Cómo era el imponente crucero Costa Concordia. www.lanacion.com.ar/1440573
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REUTERS
Argentina. Tuvieron un 2011 terrible –con pérdidas muy dolorosas–, ahorraron durante dos años y hasta se endeudaron para hacer esta luna de miel, que quieren que termine de otra manera. Según sus planes, después del crucero, que tenía que terminar el 20 de enero, el viaje tenía que seguir a Florencia, Venecia, París y Munich, para regresar luego a Buenos Aires a fines de febrero. “No quiero volver. ¿Quién me devuelve mi luna de miel? Toda la plata en efectivo la perdimos en el barco, me quedé con ocho euros en la billetera –dice Gretel–. Ellos nos tienen que pagar todo lo que perdimos e indemnizarnos por lo que pasó.” Otros pasajeros argentinos también acusaron a la empresa. “Este es el quinto crucero que hago y en los demás había habido simulacro de evacuación, en éste, jamás”, acusa Andrea Sánchez, marplatense de 28 años, que viajó junto a dos amigas argentinas que viven en Málaga. “Nos abandonaron, nadie nos asistió, y hay que destacar la impericia y negligencia total de parte de la empresa”, acusaron los argentinos Carlos Grebin y Claudia Moray.
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