las vizcachas pampeanas (lagostomus maximus, rodentia)

En: Cueva Tixi: cazadores y recolectores de las sier- ras de Tandilia oriental. I. Geología, Paleontología y. Zooarqueología. Editado por Diana Mazzanti y Carlos.
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LAS VIZCACHAS PAMPEANAS (LAGOSTOMUS MAXIMUS, RODENTIA) EN LA SUBSISTENCIA INDÍGENA DEL HOLOCENO TARDÍO DE LAS SIERRAS DE TANDILIA ORIENTAL (ARGENTINA) Carlos A. Quintana y Diana L. Mazzanti

Se describen las evidencias de procesamiento carnicero halladas en los esqueletos del roedor Lagostomus maximus (vizcacha pampeana) provenientes de sitios arqueológicos del Holoceno Tardío Final (1000 a 600 a.P.) de las sierras de Tandilia Oriental (provincia de Buenos Aires, Argentina). La diversidad ósea registrada, la cantidad de ejemplares, las huellas de corte, las de raspado y las fracturas intencionales indican que las vizcachas fueron ingresadas enteras a los sitios y que se les aplicaron procesos de desollado, desarticulación, descarne y fracturas. La comparación con la explotación de la vizcacha durante milenios anteriores en las mismas sierras muestra que sólo hacia el Holoceno Tardío Final esta especie adquirió mayor importancia numérica y le fueron aplicados procesos carniceros más elaborados. Este fenómeno está vinculado al desarrollo de una subsistencia de intensificación y diversificación en la cual la caza menor fue preponderante en Tandilia. Butchering evidence found in skeletons of the plains vizcacha (Lagostomus maximus) from Late Holocene (1000 to 600 b.P.) archaeological sites in the Western Edge of Tandilia Range (Buenos Aires Province, Argentina) are described. Skeletal diversity, specimen abundance, and cut marks, especially scraping marks and intentional fractures, indicate that entire plains vizcacha carcasses were introduced to the sites where they were processed through skinning, disarticulation, filleting, and fracturing for marrow. Comparison with earlier vizcacha exploitation in the same area suggests that vizcacha increased in numerical importance and that the butchery process was elaborated only toward the end of the late Holocene. This phenomenon is linked to the development of diversification and intensification of areal economies in the Pampean Region where small game was preponderant in the Tandilia Range.

L

a explotación de especies pequeñas en registros arqueológicos de sociedades cazadoras recolectoras está siendo analizada con gran interés en diversas regiones del cono sur de América. En la cordillera chilena el pequeño roedor Lagidium viscacia (la vizcacha andina) fue cazado acentuadamente y le fueron aplicadas acciones de carnicería complejas durante la transición Pleistoceno-Holoceno (Labarca 2005). En la región Pampeana de Argentina un roedor semiacuático de mayor talla, el coypo (Myocastor coypus) fue cazado y procesado intensamente en sitios de la Depresión del Río Salado (Figura 1) donde ocupó un rol central en la economía durante el Holoceno Tardío final (Escosteguy 2007; González 1997). En las zonas áridas del Norte de Argentina el roedor Dolichotis patagonum fue consumido

durante el Holoceno Tardío (del Papa et al. 2010). También se está dando a conocer la explotación de microroedores como los cuises Galea tixiensis y Cavia aperea (Caviidae) que fueron cazados en las sierras de Tandilia en tiempos tardíos y aprovechados exhaustivamente, incluso su pequeña piel (Quintana 2005). Otros micro-roedores silvestres como Ctenomys sp., Microcavia sp. y cricétidos fueron explotados en diversas regiones de Argentina (Fernández et al. 2009; Medina 2008; Santiago 2004). Además de los roedores, en sitios arqueológicos de distintas áreas de la región Pampeana está siendo explorado el uso de otros vertebrados pequeños como armadillos, reptiles, peces continentales y aves lacustres (González 2005; Martínez et al. 2005; Quintana y Mazzanti 2001; Stoessel 2007).

Carlos A. Quintana y Diana L. Mazzanti 䡲 Laboratorio de Arqueología, Universidad Nacional de Mar del Plata. Bélgica 2293, 7600 ([email protected]) Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina Latin American AntiquityP22(2), 2011, pp. 253-270 Copyright ©2011 by the Society for American Archaeology 253

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Figura 1. Ubicación geográfica de los sitios analizados. (1) Sistema serrano de Tandilia; (2) Área Interserrana; (3) Sistema serrano de Ventania; (4) Depresión del Río Salado; (5) Cueva El Abra; (6) Cueva Tixi; (7) Lobería I; (8) Localidad Arqueológica Amalia.

Estos antecedentes muestran un panorama amplio y más importante de la estructura del conjunto de especies incorporado a la subsistencia de lo que se pensaba unos pocos años atrás cuando los análisis zooarqueológicos centralizaban su interés en la explotación de ungulados. Las especies pequeñas como la vizcacha y los cuises en las sierras de Tandilia, el coypo en el Río Salado o la vizcacha andina en la Cordillera fueron recursos que

cumplieron roles críticos por lo que deben ser considerados junto a los mamíferos grandes para conocer de modo integral la dinámica de la subsistencia. La talla y la anatomía de las presas de menor masa posibilitan la aplicación de técnicas de procesamiento y de despiece diversas que, a su vez, pueden ser radicalmente diferentes a las conocidas en ungulados. En este sentido el modo y la intensidad del procesamiento es un factor que informa

quintana y mazzanti]

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sobre la función de este tipo de recursos en la estrategia de explotación (Quintana 2005). Por ejemplo en áreas distantes de la región Pampeana el aprovechamiento de animales menores a 15 kg de masa presenta estilos diversos de procesamiento carnicero y de intensidad de captura en momentos distintos del Holoceno, lo cual es consecuente con cada tipo de estrategia de subsistencia (Quintana 2009). En este contexto, el análisis detallado de las acciones de carnicería aplicadas sobre las carcasas de presas pequeñas específicas se presenta como relevante para comprender los cambios o la estabilidad en las estrategias de subsistencia de ocupaciones de cazadores recolectores de la región Pampeana. Así, en este artículo se analiza una especie, la vizcacha pampeana (Lagostomus maximus), en tanto que presenta un registro geográfico extendido y temporalmente amplio de la cual análisis preliminares mostraron que su explotación fue variable a través de la secuencia estratigráfica. Métodos Los restos óseos analizados fueron recuperados durante campañas de excavaciones y extraídos por medio de decapados de potencias variables, el tamizado fue en seco o bajo agua con malla de 2 mm de poro. Los fechamientos radiocarbónicos fueron realizados en la Universidad de Arizona usando un acelerador de espectroscopia de masas (AMS) sobre muestras de carbón vegetal proveniente de estructuras de combustión (Mazzanti 1997, 1999; Mazzanti et al. 2009). La identificación taxonómica de los huesos de Lagostomus maximus se efectuó sobre la base de caracteres diagnósticos y por la comparación con esqueletos de ejemplares actuales. Los materiales están depositados en la colección del Laboratorio de Arqueología de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Para determinar el uso antrópico de los huesos de vizcacha se buscaron evidencias en las superficies corticales que validen objetivamente la existencia de una interacción entre esos restos y las sociedades que habitaron las cuevas. Se descartaron los indicios que pudieron ser consecuencia de procesos secundarios, naturales o posdepositacionales (como quemado, distribución espacial, abundancia, etc.) (Stahl 1996). Los mismos criterios fueron aplicados para incorporar antecedentes

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de otros autores. Para conocer el procesamiento efectuado sobre los animales se evaluaron las huellas de filos líticos impresas sobre la superficie de los huesos como consecuencia del corte de partes blandas. La identificación de esas trazas como producto de la acción humana se basó sobre los criterios discutidos por Bunn (1981, 1983), Pérez Ripoll (1992), Potts y Shipman (1981) y Shipman y Rose (1983) entre otros. La búsqueda e identificación de huellas de filos líticos se efectuó en todos los huesos recolectados empleando una lupa triocular de hasta 45 aumentos. Cada rasgo hallado fue descrito y registrado en una base de datos y su imagen capturada digitalmente mediante una cámara de video Motic 2000 incorporada a la lupa. Las fracturas antrópicas se identificaron siguiendo el criterio de Johnson (1985), Lyman (1994) y Villa y Mahieu (1991) y se registraron en la citada base de datos. En este artículo el término despiece y procesamiento carnicero (butchering) se refiere al acto completo de reducir una carcasa para su consumo o extracción de materias primas (cuero, huesos, grasa, etc.) (Abe et al. 2002), el cual se compone de diversas acciones de carnicería (desollado, descarne, desarticulación, etc.). En consecuencia se analizaron dos categorías para reconocer el procesamiento de una carcasa a partir de las huellas de corte: 1. la identificación de una o más acciones de carnicería 2. la integración de esas acciones para determinar la secuencia y la regularidad del despiece. La interpretación de la función de cada corte se realizó vinculando su ubicación con la anatomía de la vizcacha con el fin de conocer el efecto sobre la musculatura o la piel. En los casos disponibles se tuvo en cuenta la recurrencia de huellas en áreas similares y su distribución en sectores complementarios (articulación distal-proximal, mandíbula-maxilar, etc.). Para evaluar la preservación diferencial de cada parte del esqueleto se calculó la abundancia relativa, definida como la proporción entre el número de elementos registrado de cada hueso respecto del número de elementos esperado ado en función del número mínimo de individuos NISPi x 100/NISPie x MNI, siendo: NISPi: número d el elemento i en la muestra

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NISPie: número del elemento i en el esqueleto MNI: número mínimo de individuos de la muestra Este índice tiene el objetivo de conocer la preservación de cada parte esquelética en función del número mínimo de individuos, lo cual permite la comparación entre sitios independientemente del tamaño de la muestra (ver una descripción más detallada en Andrews 1990). La vizcacha pampeana: Lagostomus maximus La vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) es un roedor caviomorfo que pertenece a la familia Chinchillidae, la cual actualmente se compone de tres géneros llamados comúnmente vizcachas y chinchillas: Lagostomus, Lagidium y Chinchilla. El registro fósil de Lagostomus se inicia durante el Pleistoceno temprano (Vucetich y Verzi 1995), aunque durante el Plioceno se presenta el género Lagostomopsis, el cual está poco estudiado y posiblemente sea un sinónimo de Lagostomus en virtud de que las semejanzas entre ambos taxones son tan estrechas como las que hay entre especies de Lagidium. Los chinchíllidos son exclusivos de América del Sur, particularmente de la franja andina que ocupa desde el extremo sur de Argentina y Chile hasta el sur de Ecuador (Spotorno et al. 2004; Werner et al. 2006). Lagostomus maximus es el único chinchíllido que habita fuera del área andina, desde las planicies y sierras bajas de la región Pampeana hasta el sur de Bolivia y el oeste de Paraguay (Jackson et al. 1996). La vizcacha pampeana se caracteriza por sus hábitos subterráneos y gregarios (Branch 1993). Es un roedor con un fuerte dimorfismo sexual (Llanos y Crespo 1952) manifestado principalmente en el tamaño del cuerpo, las hembras pueden alcanzar los 5 kg de masa y los machos hasta 9 kg (Jackson et al. 1996). Se trata de la especie más grande de la familia y con un esqueleto robusto por sus adaptaciones a la excavación. Sus poblaciones están compuestas por colonias subterráneas (vizcacheras) que generan montículos evidentes en el paisaje formados por la tierra extraída de las galerías. El ciclo de vida de esta especie es algo complejo, en tanto que el comportamiento social vinculado a la reproducción condiciona la interacción entre grupos etarios y géneros, y al tiempo de actividad dentro o fuera

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de las madrigueras en distintas épocas del año (Branch 1993) lo que impacta sobre su disponibilidad para la caza. El registro de la vizcacha en Tandilia Oriental En los sitios Cueva Tixi, Cueva El Abra, Lobería I y Amalia Sitio 4 (Figura 1) se identificaron siete ocupaciones con explotación de vizcacha distribuidas entre el Pleistoceno Tardío y tiempos posconquista (Mazzanti 2007; Quintana 2009; Quintana y Mazzanti 2001). Los sitios con ocupaciones de sociedades cazadoras recolectoras son cuevas ubicadas en lugares estratégicos de las pendientes serranas, y con un registro numeroso de fauna tanto de especies grandes (ungulados) como pequeñas (roedores, carnívoros, armadillos, marsupiales, peces, aves y reptiles) (Mazzanti 1997, 2009; Quintana et al. 2003). Durante el Pleistoceno Tardío este roedor fue aprovechado en Cueva El Abra (Componente Inferior; 9800 a.P.) y en Cueva Tixi (Nivel Arqueológico 1; 10,400 a.P.). Se registraron uno (NISP= 12) y dos (NISP= 32) individuos en cada sitio con escasas evidencias de explotación, lo cual impide proponer una secuencia de procesamiento (Quintana y Mazzanti 2001). Durante el Holoceno Medio se cuenta con el registro de Cueva Tixi (Nivel Arqueológico 2; 4800 a.P.), el cual presenta un individuo de vizcacha y 12 huesos, de los que sólo un omóplato tiene huellas de corte (Valverde 2001). Mientras que en la base del Holoceno tardío de Cueva Tixi (Nivel Arqueológico 3; 3200 a.P.) la vizcacha está representada por cuatro restos atribuibles a un individuo. De todas las ocupaciones indígenas el registro de la vizcacha es más acentuado durante el Holoceno Tardío final preconquista (1000 a 600 a.P.) lo cual se manifiesta en la mayor cantidad de ejemplares y en la calidad de las evidencias de explotación en los tres sitios analizados más abajo. A partir del contacto hispano indígena las evidencias son escasas, en el Sitio 4 de la Localidad Arqueológica Amalia (siglo dieciocho) (Mazzanti 2007) se identificaron 19 huesos correspondientes a dos ejemplares con evidencias de exposición al fuego. Todos estos sitios arqueológicos se localizan en sectores serranos con valles amplios y cimas mesetiformes con abundantes sedimentos donde

quintana y mazzanti]

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Tabla 1. Diversidad de recursos incorporados a la subsistencia durante el Holoceno Tardío Final de Tandilia Oriental. Cueva El Abra

Lobería I

Cueva Tixi

NISP

MNI%

NISP

MNI%

NISP

MNI%

Artiodáctilos Lama guanicoe (guanaco) Ozotoceros bezoarticus (venado)

18 113

1.44 1.44

75 178

11.36 4.54

66 100

2.01 1.34

Roedores Caviinae Galea tixiensis (cuis) Cavia aperea (cuis) Lagostomus maximus (vizcacha) Myocastor coypus (coypo)

2814 199 89 468 17

45.3 25.1 8.63 2.16

222 42 29 382 -

15.9 13.63 29.54 -

1850 245 79 180 4

57.1 17.4 4.02 1.34

Dasipódidos Zaedyus pichiy (pichi) Chaetophractus villosus (peludo) Dasypus hybridus (mulita)

108 2230 783

.72 3.60 1.44

32 769 1208

2.27 4.54 6.81

228 1972 413

.67 2.68 .67

-

-

-

-

1

.67

279

4.31

45

4.54

150

4.69

3

.72

-

-

8

.67

1 252.9 g 10

.72 2.16 2.16

6 16 g 4

2.27 2.27 2.27

Carnívoros Puma concolor (puma) Reptiles Tupinambis cf. merianae (lagarto overo) Peces Rhamdia sapo (bagre) Aves Rhea americana (ñandú) Rhea americanaP(huevosS) Aves indeterminadas

actualmente se distribuyen numerosas poblaciones de vizcacha. La explotación de la vizcacha durante el Holoceno Tardío Final La vizcacha pampeana fue registrada en tres ocupaciones de cazadores recolectores correspondiente al Holoceno Tardío Final (1000 a 600 a.P.) de los sitios arqueológicos Cueva El Abra, Cueva Tixi y Lobería I. En los tres sitios los restos son numerosos, tienen buena calidad de preservación y claras evidencias de su manipulación antrópica. Las alteraciones naturales son escasas, corresponden a fracturas posdeposicionales y, en el caso de Cueva Tixi, a marcas de raíces. No se registraron fracturas o mordeduras de carnívoros ni mordeduras de humanos. Las marcas de dientes de roedores afectaron a menos del uno por ciento de los huesos de vizcacha sin alterar de modo significativo la anatomía o la superficie cortical.

1 269.1 g 10

.67 2.01 4.02

Cueva El Abra, Componente Superior (958 ± 32 a.P. AA-33419) Los restos de vizcacha en este sitio son los más numerosos de la región, estando representadas casi todas las partes del esqueleto. La epífisis proximal de la ulna es la parte mejor preservada proporcionalmente, seguida por el omóplato, el calcáneo y las ramas mandibulares (Tabla 2). Hay un buen registro de piezas anatómicas con huellas de corte (6.83 por ciento). A diferencia de los otros sitios contemporáneos, algunos huesos del autopodio posterior (metatarsianos y falanges) tienen cortes principalmente en la superficie anterior (Tabla 3, Figura 2 y 3). El fémur y el húmero son las piezas más procesadas (20 por ciento), presentando huellas en casi toda la superficie anterior. Los rasgos se disponen mayormente en posición transversal al eje del hueso y son cortos. Algunas huellas de corte se agrupan en conjuntos subparalelos que parecen micro-raspados, mientras que dos fémures y tres ulnas tienen cortes transversales

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Tabla 2. Abundancia relativa de vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) de los sitios del Holoceno Tardío Final de Tandilia Oriental.

Maxilar Rama mandibular Húmero entero Húmero proximal Húmero diáfisis Húmero distal Ulna entero Ulna proximal Ulna diáfisis Ulna distal Radio entero Radio proximal Radio diáfisis Radio distal Omóplato Fémur entero Fémur proximal Fémur diáfisis Fémur distal Tibia entero Tibia proximal Tibia diáfisis Tibia distal Pelvis Calcáneo Astrágalo Costilla Vértebras Metatarsianos Metacarpianos Falanges Clavícula Esternón Rótula

Cueva El Abra MNI 12 24.99 45.82 16.66 37.49 4.16 41.66 12.49 83.32 29.16 62.49 8.33 16.66 24.99 33.32 4.16 20.83 33.32 62.49 41.66 14.1 31.48 58 36 20.62 4.16 -

Lobería I MNI 13 26 73 15 7.69 19.23 57.69 11.53 7.69 42.3 26.92 19.23 19.23 19.23 19.23 3.84 11.53 46.15 23.07 30.76 10.35 11.39 47 10 10.19 50 11.53 3.8

Cueva Tixi MNI 6 8 16 50 16 25 58 16.6 75 16 33 58 8 41 25 25 41 58 21 23 44 14 5 25 -

que están asociados a la fractura intencional del hueso (Figura 2 y 5e). En este sitio se preservaron metatarsianos con huellas de corte (11.5 por ciento) dispuestas transversalmente. Las ramas pélvicas, los maxilares, los radios, las costillas y las tibias con evidencias de corte son escasas (tres por ciento). Las ramas mandibulares presentan huellas de corte en la superficie externa, y sólo un maxilar tiene huellas de raspado (Figura 2). Las ulnas y radios se presentan fracturados hacia la mitad de la diáfisis, tienen planos de fractura transversales o ligeramente oblicuos sin evidencias de impacto (Figura 4) y son similares a los realizados por flexión (Pérez Ripoll 2005–2006). Las

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fracturas antrópicas del miembro posterior se disponen en ocho tibias (tres epífisis distales con la diáfisis, una diáfisis, una epífisis distal y tres epífisis proximales) y en ocho fémures (dos epífisis proximales y cuatro distales y dos diáfisis con la epífisis distal) (Figura 5). Las fracturas se caracterizan por presentar planos de fractura lisos, ángulos obtusos y negativos de desprendimientos de lascas internos o externos. Tres epífisis distales de húmero presentan fracturas que parecen de origen antrópico. Una preforma de instrumento óseo fue realizada sobre un fragmento de tibia (Mazzanti y Valverde 2001). Lobería I, Componente Superior (676 ± 41 AA-81060; 883 ± 41 AA-81059) En este sitio la vizcacha está representada por casi todo el esqueleto (Tabla 2, Figura 2) con NISP y MNI altos (Tabla 1). Las ramas mandibulares son las piezas mejor preservadas proporcionalmente seguidas por las ulnas enteras, clavículas, radios y pelvis (Tabla 2). Se hallaron marcas de corte en casi todas las partes del esqueleto excepto vértebras, costillas y autopodios, correspondiendo al 4.22 por ciento del total de los huesos recuperados de esta especie (Figura 2 y 3). Las ramas mandibulares fueron los huesos más numerosos con registro de rasgos de procesamiento (23.8 por ciento). Las trazas más conspicuas se disponen de modo oblicuo sobre la fosa masetérica, el proceso coronoides y en el cuerpo mandibular (Figura 2 y 3). Un esternón tiene huellas de corte profundas en su superficie ventral. Un húmero se caracteriza por presentar numerosas trazas oblicuas ubicadas a lo largo de casi toda la parte posterior de la diáfisis, similar al modo en que se presentan algunas marcas realizadas por roedores (Quintana 2007). Pero la morfología permite asignarlas a trazas de filos líticos, posiblemente de raspado. Se trata de conjuntos de huellas aparentemente realizadas con un filo delgado que generó rasgos en forma de V, con estrías y terminaciones ramificadas. Las ulnas y radios se caracterizan por huellas cortas en la mitad de la diáfisis, mientras que los fémures concentran evidencias de cortes en el sector proximal de la superficie anterior (Figura 2 y 3). Las fracturas del zeugopodio anterior son similares a las descritas en los mismos huesos de Cueva El Abra (Figura 4). Se registraron fracturas inten-

quintana y mazzanti]

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Tabla 3. Ubicación de las huellas de corte en huesos de vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) de los sitios del Holoceno Tardío Final de Tandilia Oriental. Elemento

Lobería 1

Cueva El Abra

Húmero

Anteriores: extremo distal de la diáfisis, transversales. Laterales a la tuberosidad deltoidea, oblicuas. Posteriores: en casi toda la longitud de la diáfisis.

Transversales: latero anterior en epífisis dis- Proceso deltoideo: oblicuas y tal y diáfisis, anterior en proceso deltoideo, largas. posterior en epífisis proximal. Longitudinales: latero anterior en epífisis Diáfisis: transversales. proximal. Epífisis distal: transversales.

Cueva Tixi

Fémur

Latero anterior, por debajo del cuello. Transversales.

Principalmente transversales sobre la epífisis proximal y la diáfisis, en posición anterior y lateral. Posteriores en la epífisis distal.

Diáfisis: en toda la longitud de ambas áreas anterior y posterior.

Rama mandibular

Externas, base y borde de la fosa masetérica, proceso coronoides. Oblicuas.

Externas en el borde de la fosa masetérica, en el proceso coronoides, en la rama ascendente, y en el diastema.

Externas. Cuerpo mandibular: largas, oblicuas y profundas. Rama ascendente y borde de la fosa masetérica: cortas.

Ulna

Diáfisis, en posición externa y medio proximal. Transversales.

Todas externas del lado opuesto al radio, longitudinales sobre la base del oleocráneon, transversales en la parte más proximal de la diáfisis.

Oleocráneon y porción proximal de la diáfisis, latero externas. Transversales y algunas oblicuas.

Radio

Diáfisis, en posición anterior, medio proximal. Transversales.

En la base de la cabeza, transversal, anterior. En la porción media de la diáfisis, oblicuas.

Pelvis

Alrededor del cuello, sobre el ilion. Transversales y oblicuas.

Isquion: Transversales en posición superior.

-

Tibia

Diáfisis, anterior. Transversal

Transversales en la epífisis distal, latero anteriores.

-

Esternón

Ventral, longitudinal.

-

-

Maxilar

-

En el proceso yugal del maxilar, exterior.

-

Falange

-

Todas en posición dorsal, transversales.

-

Metapodio

-

Todas en posición dorsal, transversales.

-

Costilla

-

En la mitad del cuerpo, transversales.

-

Rótula

-

-

Cara anterior, transversal.

Omóplato

-

-

Superficie anterior: en el borde anterior y base de la fosa supraespinosa. Superficie posterior: borde axilar y borde anterior.

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Figura 2. Distribución de las huellas de corte en el esqueleto de vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) de los sitios del Holoceno tardío final de Tandilia Oriental. Cada silueta representa la sumatoria de todos los cortes hallados en el hueso respectivo. (a) radio; (b) ulna; (c-d) húmero; (e-f) fémur; (g) tibia; (h) autopodio posterior; (i) rama pélvica, (j) cráneo, (k) rama mandibular; (l) costilla; (m) esternón; (n-o) omóplato; (p) rótula.

cionales en seis tibias (una epífisis proximal con la diáfisis, cuatro diáfisis y una epífisis distal) y en tres fémures (una epífisis proximal y una distal y una epífisis distal con la diáfisis) (Figura 5). En una tibia y en un fémur se identificó el punto de impacto con negativos de desprendimientos óseos internos en forma radial (Figura 5b y d). Cueva Tixi, Nivel Arqueológico 4 (715 ± 45 a.P. AA-15809) En este Nivel Arqueológico la vizcacha presenta menos restos y cantidad de individuos que en las dos ocupaciones del Holoceno Tardío Final descritas anteriormente, aunque su diversidad ósea es importante (Tabla 2). La epífisis proximal de radio es la pieza mejor representada proporcional-

mente, seguida por las epífisis proximales de fémur y ulna y por el astrágalo (Tabla 2). Como en los otros sitios, no se registraron tibias enteras ni diáfisis o epífisis distales de ulnas. La muestra ofrece una buena información de su procesamiento ya que el 7.78 por ciento de los huesos tienen evidencias de trozamiento. Casi todos los huesos largos presentan huellas de corte, con patrones claros (Figura 2 y 3, Tabla 3), siendo el fémur y la ulna los más numerosos con huellas de corte (33.33 por ciento). La rama mandibular muestra una distribución de trazas en los mismos sectores que los otros sitios analizados, particularmente un corte profundo en el cuerpo mandibular similar a una rama mandibular de Lobería I (Figura 3f y j). En Cueva Tixi el reg-

quintana y mazzanti]

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Figura 3. Huellas de corte y raspado en huesos de vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) de los sitios del Holoceno tardío final de Tandilia Oriental. Cueva El Abra: columna izquierda. Lobería I: columna central. Cueva Tixi: columna derecha. (a) pelvis 15x; (b) falange 30x; (c) maxilar 15x; (d) metapodio 30x; (e) esternón 15x; (f) rama mandibular (cuerpo) .7x; (g) rama mandibular (proceso coronoides) 1x; (h) pelvis 15x; (i) omoplato 15x; (j) rama mandibular (cuerpo) .7x; (k) fémur .7x; (l) fémur 15x.

istro de huesos con evidencias de cortes se caracteriza por la preservación de trazas en el omóplato, la rótula y en la región posterior de los fémures. La rótula tiene cortes superficiales y cortos en su cara anterior, mientras que el omóplato presenta cortes diversos en los bordes anterior y posterior y en la base de la espina. Los fémures tienen huellas de corte en las superficies anterior y posterior las cuales están más concentradas hacia la epífisis proximal (Figura 2 y 3). Los húmeros presentan cortes en el proceso del-

toideo y en la epífisis distal. La ulna y el radio disponen huellas cortas hacia la mitad de la diáfisis y en el oleocráneon. Las fracturas de la ulna y del radio también son transversales o algo oblicuas sobre la mitad de la diáfisis (Figura 4). Se registraron fracturas intencionales en cinco fémures (uno entero, tres epífisis proximales y una epífisis distal). Un fémur tiene negativos de desprendimientos internos de lascas (en el canal medular), mientras que el entero fue impactado en un sector expuesto al fuego lo que

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Figura 4. Fracturas mediales del zeugopodio de vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) de los sitios del Holoceno tardío final de Tandilia Oriental. Fila superior: ulnas. Fila inferior: radios. (a, b, d, e) Cueva El Abra; (c, f-i) Lobería I; (j-l) Cueva Tixi.

generó una fractura helicoidal que lo partió en dos con separación de lascas (Figura 5f). Patrón de procesamiento de la vizcacha Las huellas producidas por filos de instrumentos líticos sobre huesos de vizcachas en estos tres sitios muestran cierta diversidad de morfologías. En general son de pequeña longitud y la mayoría sólo son visibles con lupa. En todos los casos se identificaron estrías internas. La diversidad de huellas identificadas son: 1. superficiales y largas (corte), se presentan aisladas o en grupos de pocos rasgos subparalelos (Figura 3a b d h); 2. profundas y largas (corte) (en los cuerpos mandibulares), se trata de varios cortes que se superponen y generan terminaciones ramificadas (Figura 3f j); 3. profundas, cortas y superpuestas (corte), producto de varios cortes sobre un mismo eje que forman un gran conjunto con forma de V, también con terminaciones ramificadas (Figura 3e g);

4. profundas y superficiales, cortas y paralelas (corte), forman grupos similares a raspados pero fueron generadas por varios gestos de corte con aplicación de fuerza variable, con terminaciones ramificadas (Figura 3k l); 5. superficiales cortas y paralelas (raspado), producidas por un único gesto con el filo oblicuo, sin terminaciones ramificadas (Figura 3c). Sobre la base de esta evidencia se plantea un patrón de procesamiento para los tres sitios que comprende: desollado, desarticulación, descarne y fractura del miembro anterior y posterior. Desollado: Los rasgos dispuestos en la región media de la ulna y del radio se vinculan con la acción final de desprendimiento de la piel de los miembros anteriores. La mayoría de los radios (87 por ciento) y de las ulnas (86.2 por ciento) están quebrados medialmente (Figura 4). Estas huellas y fracturas corresponden al gesto de separar la piel junto al esqueleto de la mano y a la parte distal del zeugopodio (ulna y radio). Este comportamiento es frecuente para el procesamiento de animales

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Figura 5. Fracturas de tibia y fémur de vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) de los sitios del Holoceno tardío final de Tandilia Oriental. (a-c) tibia; (d-f) fémur. (a, c, e) Cueva El Abra; (b, d) Lobería I; (f) Cueva Tixi. Pp: punto de percusión. Hc: huellas de corte. Q: exposición al fuego.

pequeños: se fractura por flexión el sector más distal de los huesos para aprovechar mejor la piel y facilitar la operación de su estiramiento durante el secado (ver Gusinde 1982 para el caso del micro roedor Ctenomys magellanicus). Esta idea de quebrado intencional del sector distal del miembro anterior, también se sostiene porque en los tres sitios las partes distales de las ulnas o de los radios

no se preservaron aisladas sino sólo en los huesos enteros (Tabla 2). En consecuencia hay una mayor representación de los elementos del metatarso respecto a los del metacarpo. Siendo que la pata delantera de la vizcacha tiene 4 metapodios y la trasera 31, la relación esperada es de 1.33 si se preservaran todos los elementos. El registro arqueológico muestra una relación de .29 en Lobería I;

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Figura 6. Fractura antrópica de un fémur de vizcacha del Componente superior de Lobería I. Pp: punto de percusión. Nl: negativos de lascas en el canal medular. Pf: plano de fractura principal. Ver figura 5d.

de .83 en Cueva El Abra y de .43 en Cueva Tixi, lo que indica una pérdida de metacarpianos entre el 78 y el 37 por ciento, siendo compatible con la técnica de cuereo propuesta. Las huellas en el extremo distal de la tibia y en las diáfisis de los metatarsianos también sustentan la hipótesis de desolladura (Figura 2, Tabla 3). Los cortes en el autopodio posterior están distribuidos estocásticamente, por lo que su rol en la separación final de la piel no debió requerir la precisión del miembro anterior. Esto indica, junto a la diversidad de elementos óseos registrados, que el esqueleto de la pata trasera no fue retirado junto a

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la piel como ocurrió con el de la pata delantera. Los dos cortes preservados en la cara anterior del manubrio del esternón, que se pueden interpretar como el producto de un mismo gesto (Figura 2 y 3), son consistentes con la apertura ventral de la carcasa para acceder más fácilmente a la desarticulación del brazo retirando la piel sin dañarla. Desarticulación: Estas acciones quedaron registradas en los miembros y en el cráneo (Figura 2). El miembro anterior presenta huellas complementarias en la región distal del húmero y en el oleocráneon que tuvieron el rol de cortar tendones y haces de los músculos triceps brachii, coracobrachialis, dorsoepitrochlearis y triceps entre otros. Sólo un omóplato tiene evidencias alrededor de la fosa glenoidea (Figura 3) compatibles con las escasas huellas de la epífisis proximal del húmero, lo cual es consecuente con que no se justifica que el brazo sea separado de la cintura escapular en animales tan pequeños. La desarticulación del miembro posterior se manifiesta en la región proximal del fémur, particularmente debajo del cuello y en la base del trocánter mayor; se trata de huellas de corte que se corresponden con otras alrededor del acetábulo de la pelvis en la base de ilion, isquion y pubis las cuales habrían cortado tendones y haces de los músculos femorococcygeous, biceps femoris, rectus femoris, y psoas entre muchos otros. Las acciones de desarticulación del cráneo respecto de la mandíbula se disponen en esta última pieza en dos sectores del borde de la fosa masetérica (uno posterior más cercano al proceso articular y otro anterior) y en el cuerpo mandibular (Figura 2). En varios casos, particularmente de Lobería I, el borde anterior de la fosa masetérica tiene rasgos que se corresponden con los del proceso coronoides, como si fuera la continuación del mismo gesto de corte (Figura 2 y 3). Ambos conjuntos, y los ubicados en el cuerpo mandibular, serían el resultado de cortar haces del músculo masetérico. Esto es compatible con un maxilar hallado en Cueva El Abra que presenta huellas en la zona antero externa del arco cigomático (Figura 3). Descarne: Las evidencias de esta acción se disponen en el húmero, en la región media, proximal y distal del fémur, en el ílion, en el omóplato y en una costilla (Figura 2), mientras que los cortes descritos para las mandíbulas también pudieron tener el rol de desprendimiento de los haces mus-

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culares. El fémur tiene huellas de corte en la epífisis distal tanto anterior como posteriormente, vinculables con la desarticulación, sin embargo se carece de rasgos compatibles en las epífisis proximales de las tibias lo que sugiere que esas huellas tuvieron la función de retirar músculos. La ausencia de cortes en los laterales de la epífisis distal del fémur y proximal de la tibia, que serían el producto de cortar tendones, sustenta la función de descarne de las huellas citadas. Fractura: El fémur y la tibia son las piezas con mayor masa de médula y las que sufrieron fracturas helicoidales (Figura 4 y 5), ninguna tibia se recuperó entera (Tabla 2). Las fracturas presentan orientación oblicua o casi paralela al eje longitudinal del hueso (Figura 5). En algunos ejemplares están asociadas a huellas de corte, pero ninguna que haya cumplido el rol de aserrado. La fractura que generó cilindros cortando el hueso en los extremos es preponderante seguida de las dispuestas al medio de la diáfisis. En algunos casos se pudo identificar el lugar del impacto y negativos de lascas. Los puntos de impacto se presentan a modo de una muesca en el borde de fractura que antecede desprendimientos de lascas óseas en la superficie de la cavidad medular (Figura 5 y 6). Otros negativos de desprendimientos de lascas son más pequeños y dispuestos en los bordes externos de fractura. Las fracturas del miembro anterior (Figura 4) tuvieron dos características: las ya citadas quebraduras (posiblemente por flexión) transversales y oblicuas de los elementos del zeugopodio vinculadas al desollado, y fracturas aparentemente por impacto de tres húmeros de Cueva El Abra que posiblemente sean atribuibles a la acción humana pero se requiere de casos más claros para confirmar este procedimiento. En ningún sitio se identificaron fracturas atribuibles a mordeduras humanas, no se hallaron estructuras tales como muescas ocasionadas por presión, muescas contrapuestas o marcas transversales de sección chata como las descritas para conejos (Pérez Ripoll 2005_2006; Sanchis y Fernández 2008). Estos sitios del Holoceno más tardío presentan algunas particularidades en la distribución de las evidencias del procesamiento de la vizcacha (Figura 2, Tabla 3). Lobería I tiene un registro más intenso del despiece de la pelvis y es el único con huellas en el esternón. Sólo en las vizcachas de Cueva El Abra hay rasgos en el autopodio poste-

rior, en un maxilar y en una costilla, mientras que Cueva Tixi se caracteriza por las huellas preservadas en el omóplato, en la rótula y en la región posterior de los fémures. De todos modos estas diferencias no indican procesamientos distintos para cada uno de los sitios, sino que refuerzan las actividades propuestas a través de las recurrencias, por lo que se las interpreta como parte de la diversidad propia de la preservación y de la habilidad y técnica del operador que realizó el despiece. Discusión La vizcacha tiene un registro fósil amplio en sitios arqueológicos de diversas áreas de la región Pampeana desde el Pleistoceno Tardío (Martínez y Gutiérrez 2004), sin embargo sólo se describieron evidencias de su consumo en el área Interserrana. Particularmente en Paso Otero 3 (5000 a.P.) el análisis de la representación esquelética demuestra que esta especie formó parte de la subsistencia indígena (Martínez et al. 2001) y en Laguna Tres Reyes Sitio 1 (1800 a 2500 a.P.) se citaron restos de vizcacha con huellas de corte (Salemme y Madrid 2007). En las sierras de Tandilia Oriental la secuencia arqueológica contiene evidencias que indican que la vizcacha pampeana fue incorporada a la subsistencia de modos diversos desde el Pleistoceno tardío hasta tiempos de contacto hispano indígena. Los grupos cazadores recolectores de la parte final del Holoceno Tardío preconquista (1000 a 600 a.P.) fueron los que aprovecharon a este roedor de modo sistemático e integral. Durante este lapso la preservación de las partes esqueléticas revela que los animales fueron ingresados enteros a los sitios, mientras que el análisis de las superficies corticales permitieron conocer una secuencia de procesamiento que comprende desollado, desarticulación, descarne y fractura de los miembros. La evidencia descrita indica que la secuencia se compondría de tres fases principales: 1- el desollado y fractura del miembro anterior; 2- la desarticulación y el descarne; y 3- la fractura del miembro posterior. La ubicación anatómica de las huellas de corte que indican el descarne en algunos casos se pueden interpretar también como de desarticulación. En este contexto, el descarne se habría aplicado durante el consumo, en lugar de una acción previa de retirar la carne para el secado o para algún proceso más

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complejo. La talla pequeña de estas presas permite que las acciones de reducción de la carcasa sean menos restringidas que en los animales grandes. De este modo, el trozamiento presenta alternativas que no están necesariamente condicionadas por las articulaciones ni por el uso de artefactos cortantes (Quintana 2005). En consecuencia, en la colección analizada no es posible establecer el orden de ocurrencia entre la desarticulación y el descarne, por ello se plantea la posibilidad de que la aplicación de filos líticos para la desarticulación y el descarne hayan sido alternados durante el despiece y el consumo. La fractura intencional de los huesos largos del miembro posterior y anterior de la vizcacha es un hallazgo novedoso en el procesamiento de especies pequeñas de la región Pampeana. Entre las especies pequeñas explotadas durante este período (Tabla 2) la vizcacha y el lagarto son las únicas con huesos fracturados, sin embargo esta acción sólo fue sistemática en la vizcacha. La fractura de huesos de especies pequeñas no es frecuente, aunque se han registrado otros casos en diversas partes del mundo de animales de masas similares o menores a las vizcachas como las liebres africanas (Yellen 1991), los lagomorfos de Estados Unidos y Europa (Hockett 1994; Hockett y Ferreira 2000; Pérez Ripoll 2005_2006), las maras del Chaco argentino (del Papa et al. 2010) y las más pequeñas vizcachas andinas (Labarca 2005). La fragilidad de los huesos de las presas pequeñas también permite una mayor diversidad de acciones para su fractura como flexión, percusión y mordido (Martínez 2009; Pérez Ripoll 2005_2006; Sanchis y Fernández 2008) de las cuales a las vizcachas sólo le aplicaron las dos primeras, posiblemente por su mayor robustez respecto de huesos de especies como conejos o monos. Además, estos tipos de fracturas fueron realizadas sobre huesos distintos del esqueleto con la intencionalidad de cumplir objetivos específicos: separar el extremo del miembro anterior junto a la piel o acceder a la médula del miembro posterior. Luego de diez milenios en los que predominó la caza mayor centralizada sobre ungulados (guanaco y cérvidos), en la región Pampeana se registra un cambio de los modos de vida durante el Holoceno Tardío Final. Este cambio de las sociedades cazadoras-recolectoras consistió en el establecimiento de estrategias de intensificación

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del uso del espacio que involucró una gran diversificación en la explotación de las presas pequeñas y el desarrollo de nuevas tecnologías (arco y flecha, alfarería, hilado, etc.). Estos procesos fueron registrados en las sierras de Tandilia, en la Depresión del Río Salado, en el Área Norte de la provincia de Buenos Aires y, hacia el sur, en la cuenca inferior del Río Colorado (norte de Patagonia) (González 2005; Martínez y Gutiérrez 2004; Martínez et al 2005; Quintana y Mazzanti 2001; Quintana 2009) (Figura 1). En las sierras de Tandilia la caza de presas pequeñas se comporta como un emergente sensible a este nuevo modo de vida (Quintana et al. 2002). La relevancia de la caza menor se expresa en la incorporación de nuevas especies a la subsistencia que anteriormente estaban disponibles en el paisaje pero que no fueron explotadas (lagartos, peces, aves pequeñas, cuises) y en que fueron obtenidas en mayor número las que ya eran usadas para consumo (vizcacha, nutria, armadillos, huevos de ñandú) (Quintana 2009; Quintana y Mazzanti 2001; Quintana et al. 2002). El aumento de la cantidad de ejemplares y de la diversidad de presas pequeñas durante el Holoceno Tardío Final está acompañado por el desarrollo de procesamientos más exhaustivos de sus carcasas, siendo propio de los procesos de intensificación y de diversificación en Tandilia Oriental (Quintana 2009). Durante este período el lagarto, los cuises y la vizcacha son las especies que tienen evidencias más claras de procedimientos complejos que involucraron acciones de desollado, desmembramiento y descarne. Esto las diferencia del tratamiento menos esmerado de otras presas pequeñas como armadillos, aves, peces y coypos registrados en los mismos sitios (Quintana y Mazzanti 2001; Quintana 2009). En este espectro de la caza menor las nuevas evidencias indican que la vizcacha es la especie que presenta un procesamiento sistemático entre los tres sitios y aplicado de modo exhaustivo. Además de la cantidad de individuos registrados, este aspecto es destacado ya que el despiece de la vizcacha estuvo orientado hacia la explotación máxima de sus recursos: se aprovechó la carne, la médula y la piel, mientras que los huesos fueron usados en la tecnología y fracturados sistemáticamente para exponer la médula o para aprovechar la piel. Durante los milenios previos del registro de

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Tandilia Oriental ninguna presa pequeña presenta evidencias de procesamientos tan completos como las vizcachas del Holoceno Tardío Final (Quintana y Mazzanti 2001). A diferencia de otras especies pequeñas que fueron preponderantes en la subsistencia como los coypos de los sitios del Río Salado, las vizcachas de este período tardío desempeñaron un rol destacado en el contexto de la caza menor, siendo esta categoría, compuesta por numerosas especies, la que caracteriza la economía de los últimos cazadores recolectores serranos (Quintana 2009). La diversidad geomorfológica de estas sierras presenta micro ambientes que generan discontinuidades en la distribución de algunas poblaciones animales (Goin 2001; Quintana 2009). A pesar de ello la vizcacha es una especie que habita en sectores distintos del paisaje como lomas, llanuras, cercanías de peñones rocosos y mesetas. Además, las madrigueras subterráneas no son estáticas, sino que ocurren migraciones, fusiones o generación de colonias nuevas (Branch et al. 1993). Esta dinámica y distribución espacial facilitó su explotación sistemática en los tres sitios analizados. En las ocupaciones tardías de Cueva El Abra y de Cueva Tixi el espectro de presas pequeñas es más amplio que en Lobería I porque fueron incorporadas especies vinculadas a cuerpos de agua como los coypos, los peces y las aves acuáticas (Tabla 1) (Quintana 2009). En Lobería I la vizcacha fue capturada con mayor interés en términos relativos del MNI, lo que estaría indicando un reemplazo del aprovechamiento de las especies lacustres, las cuales eran de obtención difícil en este sector del paisaje por estar alejado de cuerpos de agua importantes. La disponibilidad de este roedor también está influenciada por su comportamiento estacional ya que durante el invierno aumenta el tiempo de actividad fuera de las madrigueras lo cual está vinculado al ciclo reproductivo (Branch 1993) facilitando las oportunidades de captura. Si Lobería I fue ocupado principalmente durante los meses fríos es concordante con el alto número mínimo de individuos de vizcacha registrados en este sitio y con la escasez de lagartos y de huevos de ñandú, comparado con los otros dos sitios (Tabla 1), ya que estos reptiles hibernan entre los meses de abril a septiembre (Duarte y Cabrera 2000) lo cual coincide con el período en que no hay huevos de ñandú disponibles.

Conclusiones La vizcacha pampeana (Lagostomus maximus) es un roedor que fue incorporado a la subsistencia indígena durante 11 milenios en las sierras de Tandilia Oriental. A partir de los 1000 a.P. (Holoceno Tardío Final) las sociedades cazadoras recolectoras realizaron un mayor uso de este recurso, lo que comprendió la captura de más cantidad de ejemplares y la aplicación de acciones de despiece orientadas al aprovechamiento integral del cuerpo (piel, huesos, médula y carne). Durante tiempos posconquista la vizcacha pasó nuevamente a ser un recurso ocasional. Para la vizcacha pampeana se identificaron las siguientes acciones de procesamiento durante el Holoceno Tardío Final de Tandilia Oriental: —desollado con apertura ventral de la piel, siendo seccionada en los autopodios posteriores y en la cabeza para desprenderla del esqueleto. La piel mantuvo el esqueleto de los autopodios anteriores y de parte de la ulna y del radio (por fractura), pero no el esqueleto de los miembros posteriores. —desarticulación del cráneo y de la mandíbula, del húmero respecto de la ulna y del miembro posterior respecto de la cintura pélvica; —descarne de los músculos de la cintura pélvica, del tórax, de la cabeza y de ambos miembros; —fractura del miembro posterior (y posiblemente del húmero) para acceder a la médula o exponerla durante el hervido y para generar materia prima para la tecnología ósea. La secuencia de esas acciones fueron: 1, desollado y fractura el miembro anterior; 2, desarticulación y descarne; y finalmente 3, fractura del miembro posterior. La distribución amplia de la vizcacha, su dinámica poblacional y su agregación en madrigueras subterráneas favoreció su captura durante todo el año. Su mayor disponibilidad estacional coincidente con la disminución de otros recursos y su distribución homogénea en el paisaje permitió que la vizcacha fuese aprovechada como un recurso de carácter amortiguador durante la escasez o dificultad de obtención de otras especies pequeñas. Estas propiedades aumentan su predictibilidad en el paisaje y su posibilidad de encuentro, lo cual es consistente con el registro

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arqueológico que muestra el uso extendido de esta especie en momentos de intensificación de la subsistencia. Agradecimientos. A Luis del Papa, Matías Medina y Fernando Fernández por permitirme acceder a información inédita. A los evaluadores anónimos por sus valiosas sugerencias. Estas investigaciones son parte de proyectos financiados por la Secretaría de Investigación de la Universidad Nacional de Mar del Plata y por el PICTO 2004 proyecto 552 de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

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[Vol. 22, No. 2, 2011