Nota de tapa
Página 2/Sección 2/LA NACION
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Domingo 7 de enero de 2007
NEGOCIOS BAJO LA LUPA
Las ganancias de las empresas Continuación de la Pág. 1, Col. 2
la Bolsa. “Luego del efecto de la devaluación, hubo un beneficio para las industrias que sustituyeron las importaciones”, dijo el director de la consultora abeceb.com, Dante Sica. Según el analista, hubo una fuerte recuperación, gracias al tipo de cambio y también por la caída de los salarios en comparación con la región. “Sin embargo entre 2004 y 2005 el salario empezó a recuperarse y la rentabilidad cayó en parte”, agregó. En algunas empresas de consumo masivo –de acuerdo con los datos de la consultora–, el costo laboral ya se ha equiparado con valores anteriores a los de la convertibilidad. “El costo laboral, en alimentos y bebidas, ya está en valores similares a diciembre de 2001”, dijo Sica. Sin embargo, la rentabilidad puede cambiar, incluso, entre dos empresas del mismo rubro.
La buscada rentabilidad
Pocas ganancias De acuerdo con datos que circulan en el mercado, a los que LA NACION accedió a cambio de no revelar el nombre de las empresas, en la Argentina algunas compañías líderes en el rubro de alimentos tienen un margen de Ebitda –resultado operativo antes del pago de impuestos, amortizaciones, intereses y depreciación [earnings before interest, taxes, depreciation and amortization]– promedió entre el 6,5 y el siete por ciento, mientras que en países más estables, este índice ronda el nueve por ciento. Una química, que también tiene algún tipo de control de precios, muestra un Ebitda de un cuatro por ciento. “A una empresa argentina se le pide más ganancia porque el riesgo es mayor. Una empresa de alimentos, puede tener un Ebitda de un 8% en los Estados Unidos, pero claro, allá consiguen capital a una tasa de un 6% y a largo plazo y acá, no sólo que es más caro conseguir financiamiento, sino que directamente no hay créditos a largo plazo”, dijo Manuel Solanet, de Infupa. Otra de las empresas argentinas que elabora productos de primera necesidad –LA NACION pudo conocer sus números– tiene dos operaciones muy marcadas: una controlada por el Gobierno, la otra no. Con una, la regulada, prácticamente no tiene márgenes de utilidad. Con la otra, equilibra sus cuentas. Para ser algo más concreto con los servicios, Solanet estableció una diferencia. “Los servicios regulados –dijotienen problemas dado que el cuadro tarifario está congelado. Los servicios no regulados van a empezar a sufrir una baja de la rentabilidad mayor”. Y ejemplificó: “Un caso típico de servicios son los colegios. Ellos tuvieron un alza de sueldo de alrededor de un 20% en 2006, además de la inflación. Es decir, si quieren mantener los márgenes deberán aumentar más que la inflación”.
Los negocios asociados con los precios del petróleo se han mantenido con buenos márgenes
Cada actividad tiene sus números propios Lejos de poder unificar, como lo hizo la ministra de Economía, Felisa Miceli, cuando argumentó que las empresas que operan en el país tienen márgenes de alrededor de un 30%, según se trate del negocio de cada empresa, las ganancias cambian. Por caso, aquellas ramas empresarias que conviven con la lupa del Gobierno ven reducida su rentabilidad a márgenes escasos, o nulos, como en el caso de algunos servicios. Por el contrario, quienes producen, ya sea bienes o servicios, en sectores que pasan inadvertidos para el Gobierno, mantienen respetables índices de rentabilidad. Fotos: ARCHIVO
La minería crece gracias al precio de los metales
Los celulares mejoran el negocio telefónico
Problemas sectoriales Hay algunos sectores no tan tradicionales a los que también les auguran tiempos complicados ¿El motivo? Aumento de precios en alguna parte de la cadena productiva que finalmente no se traslada a los precios finales del producto. Es decir, un eslabón de la cadena de comercialización está perdiendo o trabajando al límite. “¿Ejemplos? –contesta a LA NACION, desde Bahía Blanca, la directora de la Fundación Mercado, Susana Nuti–. Uno puede ser la panificación. Hay muchas diferencias entre los precios de los insumos, trigo y harina, en este caso y panificados. El trigo sube mucho y en algún punto se deberán trasladar al precio del producto. El último eslabón de la cadena, que en general son pymes, va a tener una presión importante.” Según su visión, los empresarios del cuero también pueden tener problemas. “La reducción de faena repercute en el sector de los cueros”, agregó. La minería luce números robustos. Allí se conjugan varios factores: El cada vez más firme precio de los metales en el mundo y la estabilidad tributaria por 30 años que gozan los proyectos mineros y que impide que se modifique la ecuación impositiva de un proyecto. Además, como sucede con los commodities, sus precios dependen de la demanda mundial y no del mercado interno. El campo, también tiene sus diferencias. Aquellos que puedan dedicar su tierra a cultivar soja, podrán disfrutar de buenas ganancias. Por el contrario, los que se dediquen a la ganadería,
La siembra de soja es el negocio más productivo del campo
tienen, por ahora, un panorama más complejos. Las restricciones a la exportación y los controles de precios limaron la rentabilidad ganadera. Ahora bien, ¿cuál es la rentabilidad exigida a una inversión en la Argentina? “Mire –se apuró en contestar el economista de Exante, Aldo Abram– en un país donde un funcionario maneja la empresa; donde hay que pedirle permiso para vender un producto y
esperar que digan cuántos y a cuanto hay que venderlos; en un país en el que uno deposita dólares, el Gobierno los convierte en pesos y después la Corte dice que está todo bien. Bueno, en ese país, un inversor no pude pedir la misma rentabilidad que en una empresa que opera en un país estable”. Y luego cortó la conversación telefónica con LA NACION. Y volvió a llamar, atragantado con, por lo menos, cinco ejemplos más.
La construcción, para los sectores medios y altos, tiene margen
Un freno para la producción La capacidad instalada toca su techo y causa preocupación Uno de los fantasmas que ya se empiezan a agitar es el uso de la capacidad instalada. Dicho de otra forma, la capacidad de producción con la que cuentan las empresas. Según los números que manejan los economistas, la capacidad instalada está en algunos sectores cerca del techo. ¿La solución? Invertir en nuevas líneas de producción. “No es tan fácil poder encarar una nueva línea de producción –contestó a LA NACION, algo quejoso, un ejecutivo de una empresa de consumo masivo–. Usted puede ser algo más tolerante con la rentabilidad de una línea vieja. A ella le puede perdonar una rentabilidad más baja. Pero cuando se trata de una ampliación, ya hay que pensar en una ganancia mayor por dos cosas: porque aquí el capital es más caro y porque en muchos casos, la inversión acá compite con otro país más estable”. Según un informe de Onyx Group,
Asesores financieros, especializados en fusiones y adquisiciones, elaborado sobre la base de datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), hasta noviembre de 2006, la utilización de la capacidad instalada se encuentra en un 75,6% (a noviembre de 2006), alcanzando niveles de utilización históricos en ciertos sectores, como la refinación de petróleo y las industrias metálicas. “Las empresas aprovecharon la capacidad instalada para capturar el constante crecimiento de la demanda poscrisis”, dijo el director de Onyx Group, Gerardo Waisburg. De acuerdo con el informe, “el cuello de botella generado en la capacidad productiva instalada presenta una oportunidad de inversión para mantener altas tasas de crecimiento”. Por ejemplo, en la refinación de petróleo, en enero de 2002 se utilizaba el 83% de la capacidad y ahora ese porcentaje llega a un 96. En las in-
dustrias metálicas, siempre tomando similar base de comparación, pasó de un 62 a un 84%; en los textiles, de un 24 a un 84%; en el papel, de un 67 a un 81%, y en los alimentos, de un 64 a un 75 por ciento.
Expectativa inflacionaria “Si no se acompaña la demanda con nuevas líneas de producción pueden alimentarse algunas expectativas inflacionarias, porque el mercado va a tener los mismos bienes pero para una mayor demanda”, dijo Manuel Solanet (h.), de Infupa. “Actualmente, la inversión en bienes productivos durables se encuentra en los niveles de fines de la década del 90, lo cual para sostener el constante crecimiento de la demanda sumado a períodos de menor inversión en los años poscrisis presenta una oportunidad de inversión interesante”, razonó Diego Revagliati, analista senior de Onyx Group.