LA FORMACIÓN EL POLVORÍN: UNA NUEVA UNIDAD DEL NEOGENO DE SIERRAS BAYAS, SISTEMA DE TANDILIA, ARGENTINA Daniel G. Poiré1, Néstor D. Canessa1, Gustavo J. Scillato-Yané 3, Alfredo Carlini3, José M. Canalicchio2 y Eduardo P. Tonni 3 1
Centro de Investigaciones Geológicas, CONICET-UNLP, 1 Nº 644, (1900) La Plata, Argentina, correo electrónico:
[email protected] 2 Empresa Cementos Avellaneda S.A., Paraje San Jacinto, (7400) Olavarría, Argentina. 3 Departamento Científico Paleontología de Vertebrados, Museo de La Plata, Paseo del Bosque s/Nº, (1900) La Plata, Argentina.
Palabras clave: Formación El Polvorín, Estratigrafía, Vertebrados, Mio-Plioceno, Tandilia INTRODUCCIÓN El objetivo de este trabajo es el de dar a conocer una nueva unidad litoestratigráfica portadora de vertebrados fósiles asignables al Mioceno superior - Plioceno. Está conformada por psefitas y material loéssico de coloración pardo clara, se encuentra en el interior del Núcleo Central de las Sierras Bayas (Nágera, 1919), Sistema de Tandilia (Nágera, 1940). La misma ha quedado ampliamente al descubierto a raíz de la realización del destape de la cantera de calizas precámbricas de “El Polvorín” (Fig. 1), por parte de la empresa Cementos Avellaneda S.A. FORMACIÓN EL POLVORÍN La sección tipo de esta unidad sedimentaria se encuentra ubicada en la cantera “El Polvorín” (36°58'05" Latitud Sur, 60°14'02" Longitud Oeste), con un espesor máximo de 14 m y una distribución restringida -hasta el momento- al área de laboreo minero (Fig. 1). Aunque como se discutirá más adelante, la misma se extendería hasta la cantera “Calera Avellaneda” (Fig. 1), también en el Núcleo Central. Está constituida principalmente por rocas epiclásticas pardo claras y porta fósiles de mamíferos continentales. Apoya en discordancia angular sobre diferentes unidades del Precámbrico, como las formaciones Cerro Largo (Poiré, 1993), Loma Negra (Borrello, 1966) y Cerro Negro (Iñiguez Rodríguez y Zalba, 1974). Se encuentra cubierta en concordancia por sedimentitas pardas loéssicas, probablemente cuaternarias. CARACTERÍSTICAS SEDIMENTOLÓGICAS Esta unidad sedimentaria epiclástica está constituida principalmente por: a) brechas y conglomerados (Facies de psefitas), y b) areniscas finas y fangolitas (Facies loéssicas). a) Facies de psefitas Las brechas y conglomerados se distribuyen en dos niveles espesos de hasta 4 m, discontinuos, ubicados en la base y techo de la unidad, marcando sus límites, y en lentes de menor tamaño en el seno del material loéssico (Fig. 2). Los cuerpos mayores alcanzan en forma individual, los 2-3 m de potencia, presentan una geometría tabular por algunas decenas de metros con terminaciones convexas, o canaliforme (hasta 10 m de ancho) en los casos en que rellenan paleocauces (cóncavo-planos asimétricos), con contactos netos. Nivel basal:
Las psefitas basales tabulares están constituidas por parabrechas mayormente matriz sostén, ocasionalmente clasto soportadas, como variaciones dentro del mismo cuerpo. La matriz es pelítica. Los clastos son angulosos hasta subredondeados, estos últimos muy subordinados. La selección es muy mala en general, y mala en los casos de textura clasto sostén. Internamente se observa estructura masiva. Ocasionalmente se detecta una alternancia grosera de clastos mayores con clastos menores. Los clastos pueden alcanzar los 90 cm de diámetro con valores medios de 20 cm. Predominan claramente los de cuarcitas blanquecinas, seguidos en menor proporción por los de calizas, más escasos los de chert y por último casi ausentes los de dolomías. Cuando estos cuerpos se desarrollan en contacto con la Formación Cerro Negro, se observa que la matriz pelítica penetra entre los planos de estratificación y diaclasas de las margas de la unidad precámbrica. Esto produce una textura matriz soportada de bloques ecuantes y laminares, generando un depósito basal de parabrecha oligomíctica.
Figura 1. Mapa de ubicación.
Respecto a los cuerpos canaliformes basales se observan: i) de menor jerarquía (5 m de ancho por 1 m de profundidad en promedio y simétricos) sobre los materiales más duros -rocas calcáreas y margas de las formaciones Loma Negra y Cerro Negro-, y ii) de mayores dimensiones sobre fallas principales o materiales más blandos como ser las pelitas amarillas y rojas de la Formación Cerro Largo. Estos cuerpos también se constituyen de parabrechas, mayormente clasto soportadas, aunque ocasionalmente llegan a ser matriz sostén, ambas de matriz areno-pelítica. Los clastos presentan casi las mismas características texturales y composicionales que en los cuerpos tabulares, con mala selección. La disposición interna de los clastos es caótica y ocasionalmente se orientan con sus ejes mayores paralelos a la base de los canales. Sin embargo, en ciertas oportunidades, se observa una grosera gradación inversa normal. Nivel superior: Con referencia a los cuerpos del techo de la unidad, se destaca que en general son de menores dimensiones y se encuentran más espaciados.
Figura 2. Perfil sedimentológico de la Formación El Polvorín en su localidad tipo; a) Facies de psefitas y b) Facies loéssica.
Los tabulares son paraconglomerados brechosos matriz sostén, esta última de composición váquica areno-limosa. La participación mayor es de clastos subangulosos, con un diámetro máximo de 60 cm y uno medio de 15 cm. La selección es muy mala y de fábrica caótica. Son altamente dominantes los clastos de cuarcitas blanquecinas, seguidos en menor proporción por los de chert y con muy escasa participación de clastos de carbonatos (dolomías y calizas). Por otra parte se reconoce, ocasionalmente, una estratificación grosera de 30 a 50 cm de potencia donde alternan los niveles psefíticos con niveles de vaques paraconglomerádicas. Los cuerpos canaliformes de mayores dimensiones están compensados y se concentran contra los contrafuertes de las unidades cuarcíticas. Al alejarse de dichas posiciones disminuyen sus dimensiones pasando a cuerpos de canales simétricos de 5 m de ancho por 0,50 m de profundidad. En todos los casos las psefitas presentan las mismas características que en el caso de los tabulares, pero sólo concentrados en las bases de los paleocanales o presentándose en alternancia con las vaques paraconglomerádicas. Lentes en el sector medio: Distribuidos entre estos grandes niveles psefíticos de la base y techo y dentro de la facies loéssica, se encuentran lentes psefíticas y psefito-psamíticas, de contactos netos. Las dimensiones de los mismos varían entre 5 m y 20 m de ancho por 1 a 2 m de profundidad, siendo simétricos los menores y asimétricos los mayores. Algunas de estas lentes son exclusivamente psefíticas, mientras que en otras se aprecia un lag de ortoconglomerados matriz sostén a clasto sostén, con matriz arenosa fina. En este último caso, estas
concentraciones pasan vertical y lateralmente a psamitas finas con laminación entrecruzada en artesa. Los clastos son subangulosos a subredondeados, con selección mala a moderada. Ocasionalmente se observa imbricación de los mismos. El tamaño máximo de clastos ronda los 40 cm con un promedio de 10-20 cm. La presencia de clastos de cuarcitas blanquecinas es fuertemente dominante, siendo muy subordinadas otras composiciones. Interpretación: Sedimentológicamente se interpretan a los cuerpos psefíticos tabulares como flujos de detritos cohesivos no encauzados (Lowe, 1982). La ocasional alternancia grosera de clastos mayores con clastos menores o de cuerpos de psefitas con vaques paraconglomerádicas podrían indicar un origen multiepisódicos para dichos cuerpos. Respecto a las lenticulares, se corresponden con rellenos de paleocanales que presentan similares características que el de los cuerpos tabulares. En consecuencia podemos suponer el mismo origen para estos. Sin embargo y dada la falta de capacidad erosiva de los flujos de detritos cohesivos, debemos argumentar que los cauces se formaron previamente al depósito de las psefitas, por corrientes fluidas. Por otra parte, la menor participación de matriz asociada a la textura clasto soportada observada ocasionalmente, más la saltuaria orientación de los clastos puede llevar a pensar en un flujo que se encontraría en un estado intermedio entre los flujos de detritos cohesivos y los hiperconcentrados (Mutti et al., 1999; Major y Iverson, 1999). Esto último se puede deber a que al ingresar y encausarse el flujo de detritos cohesivo dentro de un canal, se fluidice parcialmente a partir del agua presente en el curso fluvial, produciéndose la mezcla arriba citada. Finalmente, se observa que las lentes psefíticas y psefítico-psamíticas inmersas entre el material loéssico, se corresponden con depósitos que se formaron bajo corrientes fluidas de cursos fluviales, con diferentes grados de competencia y selección. b) Facies loéssica La misma se dispone entre los dos principales cuerpos de psefitas, con contactos netos (Fig. 2). Su espesor mayor alcanza los 7 m de potencia con geometría tabular, aunque se acuña -a lo largo de decenas de metros- hasta casi desaparecer, al acercarse a los contrafuertes cuarcíticos de la cantera “El Polvorín”. Se compone de fangos limosos y areniscas finas de color pardo claro, con estructura fuertemente masiva. Asimismo se detectan delgados niveles de tosca, los cuales pueden responder a horizontes C-cálcicos, probablemente relacionados a condiciones más secas. También se observa, para toda la sucesión, la presencia de marcas de raíces y conspicuas rizoconcreciones. Eventualmente se discriminan pequeños cuerpos canaliformes cóncavoplanos simétricos (algunos metros de ancho por 50 cm de profundidad) rellenos por areniscas finas con laminación entrecruzada en artesa, con clastos de psefitas (cuarcitas) aislados. Este nivel loéssico sustenta vertebrados fósiles. Interpretación: Se interpreta a dicha sucesión como originada a partir de la decantación subaérea de partículas finas (loess) para los sectores masivos, con procesos de pedogénesis sobre los mismos. Respecto a las areniscas que rellenan paleocanales, se consideran originadas por pequeñas corrientes fluviales. CONTENIDO PALEONTOLÓGICO a) Introducción y antecedentes Los yacimientos mio-pliocénicos post-huayquerienses continentales de la provincia de Buenos Aires están amplia pero puntualmente distribuidos en distintas localidades de la costa
atlántica (desde el sur de Mar de Plata hasta Monte Hermoso). Estos yacimientos posthuayquerienses y pre-ensenadenses involucran los Pisos/Edades Montehermosense, Chapadmalalense y Marplatense (que comprende, a su vez, el Barrancalobense, el Vorohuense y el Sanandresense). Estas unidades pueden caracterizarse por muy ricos conjuntos faunísticos, cuya sucesión, subdivisiones y antigüedad se han ido precisando a lo largo de más de un siglo de estudios (Ameghino,1889; 1908; Rovereto, 1914; Frenguelli, 1921; L. Kraglievich, 1934; J.L. Kraglievich, 1952; Cione y Tonni, 1995; Cione y Tonni, 1999). En vista de la citada distribución del Mioceno-Plioceno bonaerense, adquieren especial interés los yacimientos ubicados fuera de la región costera en cuestión o en sus proximidades. En este contexto, Prado et al. (1993), describieron fósiles de vertebrados provenientes de un perfil de la cantera “Calera Avellaneda”, dentro del Núcleo Central de las Sierras Bayas. Las sedimentitas portadoras, consisten en limos arcillosos pardo rojizos con concreciones dispersas de carbonato de calcio (tosca), que están ubicados aproximadamente a 1,50 m por encima del contacto con las formaciones Loma Negra y Cerro Negro. Los restos recuperados fueron referidos a Promacrauchenia sp., Palaeodoedicurus cf. P. chapalmalensis, cf. Trachycalyptus, Trigodon gaudryi y Protohydrochoerus sp. Posteriormente, Prado et al. (1998) establecieron que los restos atribuidos a Protohydrochoerus deben ser referidos a Chapalmatherium novum, siendo Protohydrochoerus un sinónimo junior de Chapalmatherium. Teniendo en cuenta la presencia de Trigodon gaudryi, Prado et al. (1993 y 1998) refirieron los sedimentos portadores al Montehermosense. El Montehermosense fue reconocido como una unidad (“Edad mamífero”) por Pascual et al. (1965), quienes incluyeron en ella tanto la fauna proveniente del área tipo (Farola Monte Hermoso) como aquélla proveniente del sector de acantilados marinos entre el sur de Punta Mogotes y Miramar. Posteriormente Tonni et al. (1992), sobre la base de nuevas colecciones y de la revisión de las preexistentes, redefinieron el Montehermosense, incluyendo una lista crítica de sus vertebrados segregándolos de aquéllos del Chapadmalalense. En este trabajo se basaron Cione y Tonni (1995) para definir la biozona de Trigodon gaudryi como base bioestratigráfica del Piso/Edad Montehermosense. La base del Montehermosense no aflora en su área tipo y consecuentemente es dificultoso establecer una cronología para ella. Flynn y Swisher (1995) la establecieron en torno a 6,8 Ma, criterio compartido en aportes recientes por Cione et al. (2000) y Cione y Tonni (2001); el tope del Montehermosense, que estratigráficamente infrayace al Chapadmalalense inferior (biozona de Neocavia depressidens) parece tener una antigüedad algo menor a 4 Ma (Cione et al., 2000; Cione y Tonni, 2001). b) Sistemática paleontológica Todo el material fósil descripto hasta el momento ha sido encontrado en diferentes niveles (Fig. 2) de la facies de material loéssico, sea en las pelitas o psamitas masivas como en las psamitas de los paleocanales. Orden Cingulata Superfamilia Glyptodontoidea Familia Glyptodontidae Subfamilia Hoplophorinae Tribu Neuryurini Urotherium Castellanos, 1926 Distribución: “conglomerado osífero” de la Formación Ituzaingó (Prov. de Entre Ríos), “Araucanense” sensu lato (Prov. de Catamarca), Chapadmalalense, Barrancalobense y Vorohuense (Prov. de Buenos Aires). Urotherium sp.
Material: porción de coraza, mandíbula incompleta y parte distal del fémur derecho. Caracterización: placas relativamente pequeñas, subpentagonales a subrectangulares. Dibujo consistente en una figura central no muy bien definida, de superficie plana y más lisa que la región periférica, delimitada por un surco poco profundo, apenas visible. Región periférica rodeando totalmente a la figura central, con numerosas puntuaciones pequeñas y algo rugosa (en definitiva, ésta es la diferencia principal entre la figura central y la región periférica). No se distinguen claramente figuritas menores. El fragmento de rama mandibular conservado ofrece grandes similitudes con otro comparable (MLP 91-IV-5-167) procedente del Chapadmalalense (Plioceno) del partido de General Pueyrredón (provincia de Buenos Aires), asociado a restos de la coraza. Los molariformes 4, 5 y 6 presentan semejanzas significativas en la morfología de los lóbulos; la sínfisis mandibular en ambos materiales es muy corta en comparación con otros representantes de la subfamilia (por ej.: Hoplophorini). Estas características, unidas a las similitudes en la morfología de las placas de la coraza, avalan la probable coespecificidad entre ambos ejemplares. Comentario: los Neuryurini en general, y el género Urotherium en particular, requieren una revisión detallada para que sea posible una determinación a nivel de especie que tenga cierta validez. En el estado actual de los conocimientos, el género está presente en Argentina en el lapso Huayqueriense (Mioceno tardío) - Vorohuense (Plioceno tardío). No obstante, no se ha registrado en el Montehermosense, ya que la mención de Castellanos (1940) de “Urotherium” antiquum en sedimentos de esa antigüedad es incorrecta, pues se trata de un avanzado Doedicurinae. Todos los materiales descriptos corresponden al mismo taxón y posiblemente a un mismo individuo. Este ejemplar tiene dimensiones semejantes a las de una especie pequeña de Glyptodon, como por ejemplo G. clavipes. Orden Tardigrada Superfamilia Megatherioidea Familia Megatheriidae Subfamilia Megatheriinae Megatheriinae gen. et sp. indet. Material: porción proximal de fémur. Comentario: Las dimensiones podrían corresponder con una especie cuaternaria del género Megatherium, tal como Megatherium americanum. No obstante, la existencia de ejemplares de gran tamaño de taxones típicamente terciarios, como por ejemplo Pyramiodontherium (Mioceno tardío-Plioceno, D. Brandoni, com. pers., 2005). Tratándose de un resto fragmentario y a falta de otros caracteres diagnósticos, es conveniente mantener abierta la determinación. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES Se define una nueva unidad litoestratigráfica, Formación El Polvorín, en el Núcleo Central de las Sierras Bayas, Noroeste del Sistema de Tandilia. Se caracteriza por un contacto basal mediante discordancia angular sobre unidades precámbricas y un techo concordante con sedimentos loéssicos probablemente cuaternarios. Presenta parabrechas basales seguidas de sedimentos predominantemente loéssicos sobre los que suprayace otro conjunto de psefitas (paraconglomerados brechosos) hacia el tope. Los sedimentos loéssicos portan mamíferos fósiles, como Urotherium sp. y un megaterio aún indeterminado, que acotan su edad al lapso Mioceno tardío (Montehermosense) - Plioceno tardío (Vorohuense). La presencia de Urotherium sp. en las sedimentitas loéssicas de la Formación El Polvorín en la cantera homónima, no impide suponer que los limos arcillosos que contienen a Promacrauchenia sp., Palaeodoedicurus cf. P. chapalmalensis, cf. Trachycalyptus, Trigodon gaudryi y Chapalmatherium novum en la cantera “Calera Avellaneda” puedan ser equivalentes a la facies loéssicas de esta nueva unidad.
Es interesante destacar el primer registro en depósitos interserranos mio-pliocénicos con importante participación de material psefítico. El mismo se interpreta como generado por flujos de detritos cohesivos no encauzados que ocasionalmente penetrarían en cursos de agua pre-existentes. Tal como se mencionó, estas sedimentitas gruesas se concentran en dos niveles dentro de la Formación El Polvorín. Uno basal de mayores dimensiones y uno al techo algo menor. Con la topografía y condiciones climáticas actuales no se generan dichos flujos, por lo que se debe suponer la presencia de un mayor relieve o condiciones de mayor humedad para el Mio-Plioceno. Sin embargo, los registros sedimentológicos hasta el momento marcan condiciones de clima similares a las actuales. Consecuentemente la respuesta más probable para la generación de estos depósitos radicaría en un relieve más importante respecto al actual. Es de notar que el rango de edad que abarca esta formación se corresponde con las fases Quechua y Diaguita (cf. Salfity et al., 1984) del Ciclo Ándico (Groeber, 1947). En este sentido, se propone como hipótesis de trabajo -a pesar de la lejanía del orógeno andino- la posible reactivación tectónica del Núcleo Central de las Sierras Bayas durante dichas fases, con la consecuente generación de relieve y súbita producción de materiales gravosos gruesos de fábrica caótica. Prueba de esto es la distribución de estos depósitos en la zona ascendida de las sierras en el sector de la cantera “El Polvorín”, a modo de pedemontes. Cabe resaltar que hasta el momento no se puede conocer la extensión de esta unidad con precisión, ya que tal como se aclaró en un principio se descubre por las labores de destape minero y no se descarta que su representación en la región sea mayor. Por otra parte, se observa que en los sectores descubiertos, el espesor total de la unidad se incrementa notoriamente a partir de las fallas principales que cortan a las sedimentitas precámbricas; mientras que se acuña hacia los contrafuertes cuarcíticos, hecho que también apunta a una posible reactivación tectónica de las estructuras. Finalmente es interesante destacar que la fase más antigua (Quechua principal Mioceno tardío) es de mayor intensidad que la Diaguita (más moderna - Plioceno tardío a Pleistoceno temprano). En primera instancia este hecho, sumado a la edad determinada por los mamíferos fósiles, permitiría correlacionar al depósito grueso basal de la Formación El Polvorín a la fase Quechua, mientras que el superior sería correspondiente a la fase Diaguita. A nivel regional, sobre el litoral marítimo al sur de las terminaciones del Sistema de Tandilia, afloran sedimentitas chapadmalalenses (Plioceno). Al norte de dichas terminaciones, los depósitos chapadmalalenses son remplazados por afloramientos más recientes (ensenadenses a lujanenses, en decir Pleistoceno). Tal situación avala asimismo un probable control regional sobre los depósitos durante los tiempos mencionados. AGRADECIMIENTOS A los señores José Bauser y Carlos Rodríguez, quienes colectaron las piezas fósiles aquí descriptas. A la ANPCyT, CIC-PBA, CONICET y UNLP por subsidios parciales a estas investigaciones. REFERENCIAS Ameghino, F., 1889. Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina. Academia Nacional de Ciencias Córdoba, Actas 6: 1-1027. Ameghino, F., 1908. Las formaciones sedimentarias de la región litoral de Mar del Plata y Chapalmalan. Museo Nacional de Historia Natural, Anales 10: 343-428. Borrello, A.V., 1966.Trazas, restos tubiformes y cuerpos fósiles problemáticos de la Formación La Tinta, Sierras Septentrionales de la provincia de Buenos Aires. Paleontografía Bonaerense, Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, 5: 1-42. Castellanos, A., 1940. A propósito de los géneros Plhophorus, Nopachthus y Panochthus (2ª parte). Publicaciones del Instituto de Fisiografía y Geología, 8: 279-416. Rosario. Cione, A.L. y Tonni, E.P., 1995. Chronostratigraphy and "Land Mammal Ages" in the Cenozoic of southern South America: Principles, practices and the "Uquian" problem. Journal of Paleontology, 69 (1): 135-159.
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