La venganza llega desde Hollywood

3 jul. 2010 - película– hacia una Argentina que vi- vía los primeros ... quise llevarla al cine”, confesó el di- rector ... en el cine a Oscar Bonavena. En ese.
289KB Größe 8 Downloads 102 vistas
Espectáculos

Página 2/LA NACION

2

3

Sábado 3 de julio de 2010

Plan B

La venganza llega desde Hollywood Manuel Vignau y Lucas Ferraro

El amor no hace distinción de sexos Es recomendable el film de Marco Berger

FOTOS/EFE

De la Serna no pudo; un actor español, sí

Continuación de la Pág. 1, Col. 1 pesados con pinceladas de pendenciero nocturno y querendón de su madre, Doña Dominga, de quien exaltaba sus famosos ravioles caseros. La película –“inspirada en sucesos reales”– toma partido por la leyenda que nunca pudo probarse: esto es, que Ringo fue asesinado a quemarropa por quien entonces era su patrón, Joe Conforte, el dueño del burdel Mustang Ranch, en las afueras de Reno. El desangelado enclave de Nevada, donde el púgil soñó un futuro tan esquivo que terminó costándole la vida, apenas el mafioso descubrió que andaba en amores con su mujer, Sally Conforte. “El amor tiene un precio” es el slogan del film. Aunque sólo sea ficción, la resolución del crimen de quien muchos recuerdan como un ídolo tal vez sea lo más rescatable de la película. Junto con ello, algunas escenas de cuadrilátero que sobrecogen al reflejar brutalmente aquello que dijo Ringo: “Cuando boxeás, estás solo. Hasta el banquito te quitan”. Y de regalo, en blanco y negro, algunos fragmentos documentales de lo que fue el retorno de los restos de Ringo –“en un avión militar”, dice la película– hacia una Argentina que vivía los primeros meses de la dictadura

El amor tiene un precio Sergio Peris-Mencheta, como el boxeador argentino, y Helen Mirren, como la esposa de Conforte (Bontempo, en el film), quien habría matado a Ringo al enterarse del amorío entre ambos

que empezó en 1976. Tenía entonces 33 años y se estaba entrenando, en Nevada, para una supuesta pelea contratada con Muhammad Alí. Su personaje no se llama Bonavena en la película, sino Armando Bruza, interpretado por el español Sergio Peris-Mencheta, quien logra un convincente modo porteño en los escasos fragmentos en español. Uno, desopilante, cuando habla de Carlos Gardel y lo compara con Elvis Presley. Y otro, conmovedor, cuando explica el porqué de su miserable recorrido hasta el vacío de Nevada: “Tengo que morfar, ¿qué te creés?”.

Todo un lujo, Helen Mirren –la ex Reina de Inglaterra– y Joe Pesci asumen el papel del matrimonio de Grace y Charles Bontempo, los dueños del burdel, en un rol inspirado en los Conforte. Y su cabaret no es el Mustang Ranch de la realidad, sino el Love Ranch, del que toma nombre la película. “Desde que supe de esta historia, quise llevarla al cine”, confesó el director, Taylor Hackford (Reto al destino, Sol de medianoche y Ray, entre otras). Un capricho para el que la crítica no ha mostrado entusiasmo. Ni la audiencia tampoco: había sólo cinco espectadores en la sala cuando LA NACION vio la película, en su semana de estreno. Pero el público argentino –y sobre todo, el que conoció a Ringo– posiblemente se sienta más tentado por el capricho. O por la posibilidad de revancha, que jamás se niega a quien se tomó el combate en serio.

Rodrigo de la Serna pasó 11 meses preparándose para interpretar en el cine a Oscar Bonavena. En ese lapso aprendió a boxear y aumentó 15 kilos. Pero en febrero de 2009 recibió la peor noticia: los inversores españoles que se iban a sumar a la productora local Underground para financiar Ringo, la película que dirigiría Carlos Sorín, dieron marcha atrás ante los primeros ruidos de crisis económica en Europa. El film iba a contar la vida del boxeador desde su infancia hasta la consagración como campeón argentino tras una memorable pelea con Goyo Peralta. En cambio, el Bonavena de Love Ranch es el de los últimos tiempos, en la víspera del trágico final. Y le tocó al actor español Sergio PerisMencheta ser el primero en personificar a Ringo en el cine. Como De la Serna, no sabía nada de boxeo antes de entrar en el proyecto. Y, al igual que su colega argentino, también se vio obligado a engordar. Le sumó a los cuatro meses de gimnasio

varias clases para hablar español con acento argentino, además de perfeccionar su inglés. En una charla con la agencia AP, Peris-Mencheta dijo que viajó por su cuenta a Buenos Aires para conocer el barrio en que vivió Bonavena. “Visité su tumba y le pedí permiso para inspirarme en él”, dijo. Taylor Hackford decidió darle el papel al actor hispano después de una audición en que se incluyó el ensayo de una escena amorosa junto a Mirren, esposa del director. “De repente, Taylor dijo: «Vamos a hacer esta escena de verdad, sin el texto». Estábamos en su casa; Helen, delante de mí, y yo decía: «¿Qué hago? ¿La beso o no la beso?». Ibamos avanzando en la escena y al final me dije: «O quedo como un tipo tímido y educado que ha venido aquí a hacer una prueba, o quedo como un latino rudo y sexual». Y me decidí por la segunda opción. No te voy a decir que gracias a eso me dieron el papel, pero seguro que ayudó”, dijo entre risas Peris-Mencheta.

Plan B, la ópera prima de Marco Berger, una auténtica producción independiente, filmada en diez jornadas de fines de semana de 2008, ya tiene su historia. La película que permitió a su joven director –formado como actor en la escuela de Julio Chávez y como cineasta en la Universidad del Cine– participar en el Bafici de 2009 y algunos meses después en los festivales de Roma, en Londres (el organizado por el British Film Institute), Valladolid, Bilbao, Melbourne y La Habana, es una comedia, o algo que se le parece. Gira alrededor de una historia de amor frustrado entre chico y chica que deviene en otra con desenlace gay. Es decir, dos heterosexuales algo confusos que descubrirán que están enamorados el uno del otro. Precisamente tras la cálida recepción que tuvo de público y de crítica en la muestra romana, el cineasta declaró que trató de “explicar que el amor no es algo simple como para jugar y que una relación entre dos varones no es tan grave”. El film, que tiene como figuras centrales a Manuel Vignau (recordado por su papel en Cordero de Dios) y Lucas Ferraro (de Como mariposas en la luz y, en TV, de la serie Botineras), cuenta la historia de Bruno, que recién fue abandonado por su novia y planea vengarse de ella de la mejor manera posible. A pesar de que la vida de Laura PARA AGENDAR (interpretaPlan B da por Mer(Argenticedes Quinna/2009), teros) gira dirigida por ahora en torMarco Berger. no a Pablo, su Malba, nuevo novio, Figueroa sigue enconAlcorta 3415, trándose de los sábados, vez en cuana las 20; y do con Brudomingos, a las 18. Entrano. La idea das: 15 pesos; del joven y estudiantes y vengativo ex jubilados, 8. es acercarse a Pablo para desgastar la relación, incluso presentándole a una nueva chica. Pero surge el llamado segundo plan al que alude el título que consiste en recurrir a un secreto bien guardado del pasado y comenzar a seducirlo. Lo que ocurre de aquí en más es parte de una sorpresa a medias que Berger tiene reservada para los veinte minutos finales, un desenlace más o menos revelador (sesgado por la indecisión de sus protagonistas en un momento crucial de sus vidas), de golpe zumbón, con diálogos que son realmente jugosos. Hay que reconocer cierta superficialidad en la descripción de los personajes, que no se sabe muy bien en qué andan por la vida, y hasta algún error que hace ruido, pero así y todo el resultado es valioso, tan bien encuadrado como actuado por Vignau y Ferraro. La historia acerca de deseo y libertad, si bien acotada, rodada con equipo técnico mínimo (en un buen HD) y sin sofisticación alguna, acredita el mérito de esquivar el “estilo pretencioso”, a veces al filo del ridículo (frecuente en el cine argentino que se ha dado en llamar independiente), nunca pierde credibilidad, frescura y transparencia y deja una oportuna sensación de satisfacción. De esta forma, el joven cineasta que en 2008 ya había logrado trascender con su corto El reloj, confirma con Plan B ser uno de los nuevos nombres del cine nacional con futuro, al que habrá que prestarle mucha atención.

Claudio D. Minghetti