La poesía, arma liberadora Un drama interminable

25 jul. 2013 - no es un film sobre reclusas ni sobre el encierro. Casi todo lo contrario: es un film sobre cómo la palabra poética puede liberar, cómo en su ...
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espectáculos

| Jueves 25 de Julio de 2013

cine

Un drama interminable maL deL viento (argentina/2013) . ★★★ buena. dirección, guión y montaje: Ximena González. cámara y fotografía: Matías Colla-

vini, Natalia Casielles y Ximena González.

son i d o di r ec t o :

Juan

Deffis. distribuidora: DOCA (Documentalistas Argentinos). duración: 90 minutos. calificación: apta para todo público.

E Documental sobre un grupo de internas del Penal de Ezeiza que participan de un taller de poesía

cine

La poesía, arma liberadora Lunas cautivas-Historias de poetas presas (argentina/2012, producción documentaL HabLada en españoL). ★★★

buena . dirección, investigación, guión y distribución:

fotografía:

Marcia Paradiso.

Leandro Binetti. edición: Emiliano Serra y Marcia Paradiso. mú-

sica: temas de Raúl Malosetti por el dúo Malosetti-Goldman; de Quique Sine-

si, y de la Alvy Singer Big Band. elenco: Lidia Ríos, Liliana Cabrera, María José Sancho Rico, María Ferreyra, María Silvina Prieto, Adela C. duración: 64 minutos. calificación: apta para todo público.

T

ranscurre en la cárcel, pero no es un film sobre reclusas ni sobre el encierro. Casi todo lo contrario: es un film sobre cómo la palabra poética puede liberar, cómo en su búsqueda –que es de alguna manera también la búsqueda de sí mismas que emprenden las internas participantes de un taller de poesía– pueden percibir otra realidad distinta de ésa en la que están presas. No todas encuentran el esquivo tesoro que buscan lápiz en mano mientras excavan en sus memorias, en sus sensaciones, en sus sentimientos o simplemente en

lo que les sugiere el verso que han leído o la idea que les han propuesto. Pero a todas les basta emprender ese camino para que una luz ilumine los otros mundos que tienen a su alcance y en cuya visión no hay reja que pueda impedir. El lugar es la Unidad Penitenciaria 31, en Ezeiza, donde conviven más de 200 mujeres privadas de la libertad. Pero lo que importa aquí no son los prontuarios de causas judiciales, sino las actividades artísticas propuestas por la Asociación Civil, Social y Cultural Yonofui: un taller de poesía dicta-

do por María Medrano y Claudia Prado, y también el taller de fotografía estenopeica que tuvieron a su cargo Alejandra Marín y Guadalupe Faraj. Más de un año estuvieron las cámaras compartiendo los talleres con las poetas, viviendo con ellas sus inquietudes y sus hallazgos, pero también la intimidad de las reuniones en que se habla de poetas y de poesía, al tiempo que se intercambia con las compañeras lo que se ha conseguido expresar en versos sencillos en los que resplandece, sobre todo, la franqueza y se confían las experiencias que han vivido en este contacto con la palabra, se confiesan historias de vida, sentimientos, pesares, errores cometidos, viejas alegrías, recuerdos significativos que el ejercicio les ha hecho recuperar. La intimidad de la cámara tan próxima a los rostros y tan discretamente atenta a lo que en ellos se refleja da al film una calidez humana y una verdad ciertamente poco habitual en do-

cumentos registrados en el ámbito carcelario. Es una nueva aproximación que se vuelve particularmente conmovedora cuando se detiene en tres figuras –tres poetas: Liliana, Lidia y Majo–, y se las escucha –como a otras compañeras– leer sus poemas y apreciar sus hallazgos. A veces, sorprendentes como los que les inspira el poema de Luis Cernuda –“Yo fui”– elegido por María Medrano para ser analizado en el taller. O cuando se reconocen en las fotografías producto del otro quehacer. O cuando salen al exterior para visitar la muestra en un centro cultural sabiendo que después deberán volver al encierro. Que ahora ya no lo es tanto como antes de que la palabra les diera el arma para liberarse y planear un futuro, aunque las rejas todavía estén ahí. El breve pero valioso trabajo de Marcia Paradiso ha merecido distinciones en varios festivales de cine documental. Seguramente las merecía.ß Fernando López

l sistema sanitario es uno de los muchos problemas que deben afrontar los pobladores de las regiones más humildes de la Argentina. Faltos de médicos y de enfermeras, esos hombres, mujeres y niños intentarán curar sus dolencias –provenientes casi siempre de la mala alimentación y de sus condiciones infrahumanas de supervivencia– acudiendo a quienes, apoyados por antiguos ritos, harán lo posible por salvar vidas. Julián, un niño de la comunidad indígena Mbya Guaraní de la provincia de Misiones, es un ejemplo de esa desidia de las autoridades. Cuando finalmente el pequeño es trasladado e internado en

un hospital de Buenos Aires, los médicos le diagnostican una severa enfermedad cardíaca que necesita una inmediata cirugía. Sus progenitores, que confían más en el líder espiritual de la comunidad, se niegan a que los “médicos blancos” realicen esa intervención y piden su regreso a la aldea para restablecerlo allí a través de sus antiguas formas curativas. La directora Ximena González fijó su mirada y su cámara en este episodio en el que los medios de comunicación, los médicos, los funcionarios y los caciques hablan por Julián, que espera una decisión encerrado en una habitación del hospital. El tiempo pasa, la solución no llega, y Julián y su familia, lejos del monte y completamente solos, continúan su agonía. Con una fotografía por momentos impactante en su deseo de captar cada uno de los gestos de sus protagonistas, Mal del viento se convierte en un llamado a la solidaridad, a la comprensión y al amor que necesita la infancia en sus momentos más dolorosos.ß Adolfo c. Martínez

cine

Documental sin gracia que abruma sóLo para payasos (argentina/2012). ★★

regular. dirección

y guión: Lucas Martelli. fotografía: Claudio Remedi, Mario Varela y Lucas

Martelli. edición: Lucas Martelli y Gabriela Jaime. música: Gonzalo Mazar. distribuidora:

Independiente. duración: 105 minutos. calificación: apta

para mayores de 13 años.

Dos de los artistas retratados por Martelli

N

o es estrictamente un documental sobre payasos. Es una mezcla entre documental y ficción que intenta abarcar a los payasos de aquí y de allá, su arte, sus variaciones, sus tradiciones, sus historias. Empieza un poco laxo en términos de estructura, con imágenes de payasos en diferentes continentes, un dirigible volando (con efectos visuales rústicos), el propio director explicando algo de lo que vendrá: el intento de lograr el acto absoluto, el mejor, el acto payasesco que llene las expectativas de los payasos que se juntarán en una convención, el acto “sólo para payasos”. Esos primeros minutos un poco caóticos parecen ser una mera introducción para enseguida proponer una sucesión de entrevistas con payasos y clowns con ideas sólidas, claras, concisas, en especial el catalán Tortell Poltrona y la argentina Petarda. Petarda establece diferencias entre las performances en la calle, en el teatro y en los hospitales. Es decir, señala la importancia del contexto a la hora de pensar la performance. Poco después la película empieza a desoír esas declaraciones y a abusar cada vez con mayor frecuencia de una cercanía desaconsejada para el cine que registra actuaciones pensadas para otro contexto: el gesto payasesco –aunque sea de payaso moderno– se amplifica en el cine, y la mueca

se impone y asfixia la gracia y lo que pueda haber de poesía en la representación. Si una performance no fue pensada para el cine deben procurarse formas, cuidados especiales para que en su exposición cinematográfica no se deforme de tal manera que atente contra sí misma. Pero Sólo para payasos se acerca a sus sujetos de forma poco reflexiva y demasiado endogámica, e intenta arrollar con cantidad de planos, cantidad de payasos, cantidad de declaraciones, cantidad de inserts (que cortan buenas declaraciones con imágenes y acciones muchas veces irrelevantes): una cantidad excesiva de elementos que genera demasiada dispersión. De esta manera, con el correr de los minutos las mezclas entre lo ficcional, lo documental y las performances de estos payasos (mayormente modernos y acrobáticos, no de circo clásico) se apilan de forma cada vez más desprolija, con un montaje que no permite organizar una película con una duración por encima del promedio de este tipo de propuestas. Así, Sólo para payasos entra en una lógica que no es anarquista, sino anárquica, lamentablemente desordenada. Y esa acumulación y ese desorden abruman, agotan y opacan unas cuantas buenas imágenes, algunas declaraciones atractivas y una lograda música original.ß Javier Porta Fouz