FASHION VICTIMVerónica Lozano lo admite, le gusta

14 oct. 2010 - No sé, me gusta lo lindo, que pienso que me queda bien. Eso es lo fundamental: sentir que soy yo. –¿Con qué prenda no serías Verónica?
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MODA&BELLEZA

I

FASHION VICTIM Verónica Lozano lo admite, le gusta mucho la moda y se define como ecléctica / Le molestan las frases trilladas, pero Verónica Lozano asume que aquella que dice estoy en mi mejor momento hoy le calza como su mejor jeans. “La verdad es que no puedo quejarme. Conduzco un programa que va muy bien (AM, todas las mañanas, por Telefé), gané el Martín Fierro a la mejor conducción femenina y, lo mejor de todo, fui mamá de una hermosura. Antonia tiene un año y cuatro meses, y me alegró la vida aún más”, comenta con frescura la conductora de TV, ex modelo, psicóloga y, según su confesión casi fashion victim.

–¿Cómo casi? ¿Sos o no sos fashion victim? –Lo digo un poco en broma porque me gusta mucho la moda. Me interesa ver, revolver, conocer, descubrir y, por supuesto, comprar. No me parece algo frívolo, sino íntimamente ligado a lo femenino y también una manera de expresar un estado de ánimo. Pero eso no significa que despilfarre una cantidad de dinero desopilante ni que esté pendiente y deseosa de cada ítem nuevo que se incorpora al mundo del fashion. Me gusta, pero también me da culpa.

–Bueno, tengo mi linda colección de carteras de fiesta de Judith Leiber, esas que tienen forma de pajarito, perro, cupcake. En zapatos también he hecho una interesante inversión. Confieso una debilidad por los glamorosos Louboutin. Pero, como decía, no soy la compradora fabulosa que cae en la megatienda de la Quinta Avenida. Más bien una tímida buceadora de las góndolas caras de Neiman Marcus.

–¿Comprás por Internet? –Mucho. Como por Antonia y el trabajo no estoy viajando tanto, me instruyo y tiento con algunos sitios de Internet, como Net-a-porter (www.net-a-porter.com) y Out-net (www.theout-

–Para muchos maridos eso sería una virtud… –Puede ser. Ojo, tampoco me voy a hacer la santa. Tengo mis buenos zapatos y una colección de carteras. ¿Pero ves? Esa palabra, colección, te da la posibilidad de no tener culpa. Entonces uno se transforma en coleccionista. En vez de comprar esculturas compro zapatos de autor.

–Confesá aquellas debilidades que pertenecen a tu colección.

net.com), que es la versión sale de ese. Me encanta la sensación de recibir las cosas. Uno vuelve a ser nena.

–¿Intacta o con algún retoque? –Sólo el escote, hace un par de años. Era la abanderada de las chatas, pero un día tuve ganas. Después, nada. Soy absolutamente natural. Odio las bocas infladas, quedan horribles, raras, como con bolitas. Zafan pintadas, pero al natural dan miedo.

–¿Cómo sos cuando no querés saber nada con peluqueros ni make-up, nada? La Lozano de entre casa. –Normal. Podría vivir en jeans y camiseta blanca. Y con el pelo no me hago drama. Aprendí a enroscarlo un poco cuando está mojado, y chau. Cuando estoy de vacaciones en Punta del Este, mi hermana me hace el color. Cero conflicto.

–¿Qué te pone de mal humor ver en los demás?

–Soy bastante ecléctica. Me gusta la rigidez de Ramírez, la cosa divertida y experimental de Martín Churba. También me atrapa la propuesta de Mariano Toledo.

–No soporto las panties con sandalias y la ropa con mucho poliéster. Tampoco las que se clavan los pantalones o las que se pintan como puertas. Las miro y me pongo un poco nerviosa. Pero bueno, sé que hay cosas más importantes y termino relajándome.

–¿Y en el mundo?

–¿Con qué prenda no serías Verónica? –Hay cosas que ya no uso, como una super-

–Fui lo más delicada y sutil que se puede. En primer lugar, jamás me puse una prenda de embarazada, excepto los jeans que vienen con cintura elastizada tipo faja. Después, Rapsodia a full. Túnicas y camisolas tranquilas, pantalones y lindos zapatos. Creo que ya demasiado es la panza como para seguir adornándose.

–Por supuesto: 40 redondos. Y ahí va otra obviedad: ¡pero me siento de veintipico!

–¿Qué diseñadores argentinos seguís, quiénes te interesan como creativos?

–Marc Jacobs me encanta. Pero después, cuando caigo en esos percheros de primeras marcas me voy haciendo fan de 20 más. Hay cosas absolutamente geniales. Yo paso de Ralph Lauren a Jean Paul Gaultier sin escalas. No sé, me gusta lo lindo, que pienso que me queda bien. Eso es lo fundamental: sentir que soy yo.

–¿Qué clase de embarazada fuiste, siempre pensando en moda?

–¿Decís la edad?

–En el último Martín Fierro se ponderó mucho tu vestido azul de lentejuelas.

–Sí, le tomé tanto cariño que con el pedacito de género que quedó le hicimos una musculosa a Antonia.

Accesorio: “Adoro los sombreros de lluvia y de sol comprados en mercados”. Lluvia: “Los pilotos de Jazmín Chebar y de H&M; las botas son un objeto importante; para el campo, fundamentales. Mis favoritas son unas de goma con calaveras, muy Guns&Roses”. Protección: “Todo el año, factor de protección solar 50, incluso los días nublados”. Maxibolsos: “Desde que soy madre los maxibolsos son mi obligada debilidad. Prefiero tirar todo aunque después no sea fácil de hallar; voy por una mamadera y doy con una polvera”.

mini. Aunque las piernas den, con hijita, marido y minifalda no da. No me gusta. Me aburrí de usarlas. Hay etapas para todo.

–Y…, ahora que los zapatos están como locos, confieso que los de plataforma, animal print, etcétera, me divierten mucho. En general, los brillos generan un efecto hipnosis sobre mis ojos. Tengo algunas cosas dudosas que bien combinadas quedan divinas. En ese sentido siento que no crecí. Quedé en la etapa de las figuritas con brillos y las remeras con lentejuelas.

–Una túnica Cavalli negra y blanca. A mí me encanta mezclar. Soy muy libre a la hora de vestirme. Mi ropa de cabecera para el programa es de Jazmín Chebar. Me encanta porque es canchera, joven, diferente, y tiene una linda sastrería. Así que en la vida combino jeans de Jazmín, camisa Cavalli, tacos Armani y quizás unos aros de Rapsodia.

–El vestido de la suerte…

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–¿Hay algo border que te pueda?

–¿Cuál fue la última adquisición?

–Sí, no era un vestido fácil de llevar. Lentejuelas azul francia pueden ser dudosas, así que había que armar una buena propuesta de peinado, make-up y zapatos. Quedó genial. Era un vestido de Awada. Había usado el mismo, pero en corto y negro, para el programa. Me encantaba el corte y pedí que me hicieran uno azul y largo. Pero después entré en pánico. Finalmente, el capricho llegó a buen puerto. Me contó Juliana, la dueña, que fueron montones de chicas a pedir el mismo.

–¿Te da culpa que te guste o es el hecho de gastar? –A ver… Hay cosas que me parecen increíbles y que a lo mejor podría tener. Pero después digo ¡no, no tiene sentido! Veo que es una locura, siento que podría vivir tranquilamente sin tenerlo y que por hay fui víctima de un ataque de lujuria. Y no lo compro. Tampoco estoy viajando tanto ahora, que es donde uno se tienta. A veces sucede que mi marido me dice ¡no lo pienses, compralo y ya! Pero yo me achico y lo dejo para después.

POR FLAVIA FERNANDEZ

GRACIELA CALABRESE

Jueves 14 de octubre de 2010

–Otra vez el tema de la culpa… La ex modelo confiesa que los brillos la hipnotizan

–No, no sé si es culpa. Me considero cuidadosa y para nada desubicada. Me gusta conservar el espíritu hippie que heredé de mamá. Esa adrenalina cuando doy con un mercado de ropa alucinante o revuelvo un perchero. Llegar y comprar lo último no tiene tanta gracia.