Cultura
Página 20/LA NACION
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Domingo 4 de noviembre de 2007
INICIATIVA / Cúspide celebró ayer “el día del autor argentino”
Escritores y lectores se dieron un gusto Unos 30 autores argentinos leyeron pasajes de algunos de sus textos ante más de 150 personas que querían conocerlos Por Laura Casanovas
Acercarse a la persona que está detrás de los textos
De la Redacción de LA NACION Por segundo año consecutivo, la librería Cúspide del Complejo Village Recoleta reunió ayer por la tarde a escritores y lectores para posibilitar un contacto directo con objeto de promocionar la narrativa argentina y, así, potenciar su visibilidad. A partir de las 18 empezaron a desfilar las figuras de Tomás Abraham, Leopoldo Brizuela, Pacho O’Donnell, Ana María Shua, Luisa Valenzuela, María Rosa Lojo, Josefina Licitra, Juan José Sebreli, entre muchos otros autores argentinos de distintas generaciones que fueron mezclándose con un público también variado y decidido a mirar libros y escuchar voces. “Mi idea desde el año pasado es fomentar a nuestros autores y su literatura de una manera informal. Todo este mes estuvo dedicado a la literatura argentina, por lo cual priorizamos su exhibición”, comentó a LA NACION Fredy Paul Aballa, encargado de la sucursal de Cúspide de Recoleta y quien ideó el año pasado esta convocatoria. De esta forma, el encuentro de ayer fue el broche de oro con “El día del autor argentino”, de todo un mes en que las voces locales tuvieron prioridad. La escritora Luisa Valenzuela destacó la iniciativa y expresó que “los lectores quieren conocer al autor y se emocionan de poder tener un contacto más directo, más humano”. También el escritor Juan José Sebreli opinó que “a los lectores les gusta conocer a los autores”. En tanto, para María Rosa Lojo, eventos como el de ayer “naturalizan la relación con el público” y permiten que se continúe esa experiencia que se da durante la Feria del Libro. Además, tanto Lojo como Valenzuela coincidieron en que debería haber en las librerías siempre mesas especialmente destinadas a literatura argentina.
El placer del encuentro Para el escritor Alberto Laiseca, “la literatura en general, no sólo la argentina, tiene pocos lectores”. Consideró “alarmante” dicha situación y por eso expresó que le gusta todo lo que se haga para que haya un encuentro entre escritores y lectores. Esta segunda edición tuvo como nueva modalidad que cada uno de los escritores a su turno pasó a leer algún fragmento de uno de sus libros. El público, entre el cual había muchos jóvenes, comenzó escuchando las
Los escritores argentinos convocados por Cúspide, ayer, deleitaron a sus seguidores SOLEDAD AZNAREZ
palabras de pie hasta que, en un momento, decidió sentarse en el piso, en un gesto que hizo aún más distendido el encuentro y le dio esa atmósfera literaria particular que genera la oralidad. El escritor Carlos Chernov fue el primero en ser convocado para leer. En total participaron más de 30 escritores, que convocaron a unas 150 personas, las cuales, además de escucharlos y conversar, iban y venían de las mesas destinadas exclusivamente a la exhibición de libros argentinos. “Está bien que se vea que detrás de un libro hay una persona y no un cerebro todopoderoso que llena páginas”, dijo a LA NACION la joven escritora Josefina Licitra. Otro joven narrador, Juan Terranova, también presente ayer, tuvo su momento de lector, ya que dijo que le había gustado poder saludar a Pacho O’Donnell, a quien consideraba “un grande”. O’Donnell, al ser consultado sobre el encuentro, estimó que “es bueno en términos de acercamiento” y consideró que generar esa cercanía no es fácil. En un momento
se le ocurrió una idea para potenciar el vínculo: “Sería bueno que las librerías tuvieran los mails de los escritores” y que se los pasaran a los lectores interesados en contactarlos. En una mesa, una lectora estaba leyendo un libro del filósofo Tomás Abraham. Al rato, era el propio Abraham quien estaba leyendo uno de sus libros. Ese efecto casi mágico se repitió durante la tarde, que en la medida en que se volvía más fresca afuera iba tornándose más cálida en el interior de la librería. Entre el público había niños que estaban junto con sus padres y no perdieron la oportunidad de buscar algún libro para su edad. Entre los grandes estaban quienes se habían acercado a la librería para ver a un autor en particular y quienes simplemente querían escuchar hablar a esas personas que son los escritores, sin ninguna preferencia en especial. La ocasión expandía las posibilidades de acercarse a la narrativa argentina más allá de los nombres que ayer se hicieron presen-
tes. Una señora leía El beso de la mujer araña y más allá se extendían verticales los cuentos de Jorge Luis Borges, la poesía de Oliverio Girondo, los relatos de Cortázar. “La idea es convocar a la gente para apoyar la literatura nacional”, dijo Gonzalo Fasanella, uno de los organizadores de Cúspide. Los escritores convocados pertenecen a distintas editoriales que se sumaron a la propuesta de la librería. Este año fueron más autores y lectores los que estuvieron presentes, lo cual generó entusiasmo entre los organizadores. También estuvieron ayer los escritores Jorge Fernández Díaz, Juan Sasturain, Florencia Abbate, Claudia Piñeiro, Matilde Sánchez, Esther Cross, Alejandro Vaccaro y Silvia Plager, entre otros. Los autores iban y venían, dialogaban amenamente entre ellos y muchos tenían en sus manos su último libro publicado. Los lectores miraban con ojos grandes sus rostros, sus movimientos y las tapas de los libros argentinos que tenían el lugar destacado que se merecen.
Si había algo que caracterizó a quienes ayer se acercaron a la librería Cúspide de Recoleta fue el querer estar cerca de los autores. “Me parece muy lindo poder acercarse a un autor y que el autor se acerque a la gente”, dijo Alfredo, de 58 años. En tanto, Sara, de 50 años, contó que se enteró de la cita y asistió sobre todo porque le interesa Tomás Abraham. Antonella, de 32 años, concurrió porque a muchos de los escritores los había visto en la televisión y le parecen “interesantes como personas”. Además, dijo que le gustan salidas como las de ayer porque le permiten escuchar a la gente. A otra joven, de 34 años, estudiante de cine, le interesó y le dio “curiosidad” ver y escuchar a los narradores para “después leerlos”, acotó. Muchas personas tomaban varios libros y se los llevaban a alguna mesita para mirarlos con tranquilidad. Por momentos, interrumpían la lectura para poder escuchar las voces de los escritores que se sucedían unas tras otras. Otros transitaban por los estrechos pasillos que quedaban entre mesa y mesa donde estaban los libros de narrativa argentina. Rocío, que está de visita y vive en Perú, estaba parada escuchando con atención la lectura. Comentó a LA NACION que se acercó al encuentro porque le dio inquietud conocer a escritores argentinos. En tanto, Fernando y Florencia estaban con sus tres hijos visitando la librería, como lo hacen habitualmente. En ese mismo momento se enteraron de que estaba por empezar el encuentro y decidieron, entonces, quedarse un rato más. Y así se fueron sucediendo varios ratos de palabras escritas y orales que, como ladrillos, fueron construyendo una arquitectura sólida de narrativa argentina.