EL PEGA POLLO DE ERNESTO Por Jorge Eladio Pérez ... - ObreroFiel

herramienta de muerte colgando de la cintura dentro de una vieja lata de leche condensada, con su cruel designio de asegurarse carne para la semana.
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EL PEGA POLLO DE ERNESTO Por Jorge Eladio Pérez Argibay Usado con permiso Ernesto Avialar tiene una mirada dura con la que constantemente registra el rostro de la gente, no escatima en arrugas o defectos de esos que hacen desviar la vista; pero aun más duro es su registro del alma. El Maña, como de sobrenombre se le conoce, endurese su corazón en la presencia de su interlocutor y desecha por mentira todo lo que él simplemente no quiere creer. Desarma con muecas el deseo de hablarle a él, y en su soledad se ha ganado la fama de intratable. Un día de primavera, cuando empezaban a cortejar las palomas rabiches de la sabana, salía Ernesto con su herramienta de muerte colgando de la cintura dentro de una vieja lata de leche condensada, con su cruel designio de asegurarse carne para la semana. Trepaba a los árboles donde anidaban las rabiches y con una brocha untaba, con su “mágica” formula de pega pollo (pegamento hecho de resinas de plantas diluidas en agua caliente), los nidos de las palomas. Para, a la mañana siguiente, recoger a las madres que dispuestas a calentar sus huevecillos quedaban pegadas al evaporar con su cálido amor el agua de las resinas. La crueldad del Maña era cosa clara para todos los que le conocían; se alababa en sus logros aun al precio del sufrimiento de otros. Pero ese día de primavera algo cambiaría de su suerte, cuando trepando a un ciruelo de broncas ramas cayó revolcado en el pasto con la lata de pega pollo por sombrero. “Fue por pelo y salió trasquilado” reza un refrán que Ernesto vivió en carne propia, cuando sintió en su cráneo el apretón que la resina produce al afearse a las plumas de las aves. Al regresar a su casa, con el radiante sol de los campos de Cuba por escolta, cristalizando con su fuego cenital en el cuero cabelludo de Ernesto su propia sopa. Y como solo el agua caliente disuelve el pega pollo, para quitarse el sombrero tuvo que quitarse los pelos. De estos Mañas tenemos en nuestras iglesias, que pretenden, con herramientas crueles (formulas retenedoras) cazar las almas del amor. Asegurar su almuerzo con trampas de odio sin entender que el amor es el vínculo perfecto. Hay quienes creen, por no haber entendido el evangelio, que solo el terror del infierno o las promesas de abundancias terrenales enlazan para Dios las almas que él rescató con su renunciar por amor a nosotros. Sólo espero que cuando enfrenten a Dios, al quitarse el sombrero no tengan que quitarse los pelos. Ezequiel 34:16-23 El autor es miembro de la agrupación para eclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.