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El ocaso del Negresco, Matisse y la Niza azul EL EPO TAJE Los ...

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INTERNACIONAL

DOMINGO, 14 AGOSTO 2016

ANNA BUJ Niza Enviada especial

“Mira este carril. Todavía hay flo­ res. Nunca volveré a circular por aquí sin pensar en esa noche”. Estas fueron las tres primeras frases que dijo Michel, un taxista rubioytatuado,enunodesustantos viajes diarios por el paseo de los In­ gleses para llegar al corazón de Ni­ za. Las pronunció a tropezones, marcando la pausa al final de cada punto. Y podrían resumir el estado de ánimo de la ciudad cuando hoy, 14 de agosto, se cumple un mes del fatídico día en que Mohamed La­ houaiej Bouhlel, un tunecino de 31 años que se había radicalizado, arrollara 85 vidas con su camión fri­ gorífico de 19 toneladas. Uno de los heridos ha fallecido esta semana en el hospital Pasteur. Esa noche Bono, el solista de U2, cenaba en La Petite Maison, un ex­ clusivo restaurante junto al Ayun­ tamiento que regenta Alain Ducas­ se. El reconocido chef compartía mesa con la estrella del rock y su fa­ milia en la terraza, donde también seencontrabaelexalcaldedeNizay ahora presidente del Consejo Re­ gional del Departamento de los Al­ pes Marítimos, Christian Estrosi. Cuando se conocieron los hechos y ante la estampida humana –el mis­ mo Estrosi fue uno de los primeros en pedir a los nizardos que regresa­ ran a sus casas–, Bono y Ducasse fueron evacuados rápidamente. Pese a que presuntamente lo hi­ cieron gracias a los servicios de se­ guridad privada del artista, propie­ tario de una villa en Ezé­sur­Mer, entre Mónaco y Niza, muchos ven escandaloso que los agentes prefi­ rieran socorrer a las celebrities en lugar de atender a los cientos de he­ ridos en el paseo de los Ingleses. “Es ridículo. Había gente atrapada en la playa o desangrándose en el paseo”, critica Guillaume, un camarero en la panadería de enfrente. Todos los hotelesdealrededoracogieronalos que huían y cerraron las puertas. La Petite Maison se encuentra a unos 800 metros del punto en que sedetuvoelcamióndelamuerte.Es una visita obligada de las caras co­ nocidas que todavía veranean en Niza, como sir Elton John. El sexa­ genario adquirió la villa en la cima de Mont Boron, la colina que separa Niza de Villefranche, donde suele invitar a amigos británicos de la ta­ lla de Hugh Grant o los Beckham. Hace dos años unas fotos junto a Madonna en las mesas blancas de la terraza recorrieron los tabloides de medio mundo. Este martes volvió a personarseenLaPetiteMaison,cu­ yos simpáticos camareros no tienen problema en contar a la periodista quién cena cuándo. Los precios no son extremadamente escandalo­ sos. Según dicen, uno puede probar los farcits niçois, una especialidad de la casa, y una carne de segundo por unos 80 euros. Junto al centenario hotel Ne­ gresco y al Palais de la Mediterra­ née, La Petite Maison es el último gran reducto de la Niza suntuosa que atrajo a Cary Grant, Ernest He­ mingway, Scott y Zelda Fitzgue­ rald, Jean Cocteau, Elizabeth Tay­ lor o Walt Disney. De la ciudad que enamoraba a artistas: “Cuando comprendí que cada mañana volve­ ría a ver esta luz, no me podía creer mi felicidad”, dijo Matisse. Dicho y hecho. Se instaló en la ciudad azul desde1917hastasumuerte,en1954. Ahora, aunque junto a los gran­ deshoteleshayotrosparaelvisitan­ te de alta gama, como el Beau Riva­

Desde los ataques, los turistas comparten el paseo de los Ingleses con varias patrullas de soldados, para muchos una medida positiva porque increm

El ocaso del Negresco, Matisse y la Niza azul Los atentados del 14 de julio han asestado el golpe definitivo al turismo del lujo y las ilusiones, que pone rumbo a EL EPO TAJE Cannes o Mónaco

geoelAston,lamayoríadelturismo en Niza es ya popular. Muchos in­ gleses, alemanes, asiáticos o france­ ses del interior desfilan chancletas, sombrillas y pamelas por el Paseo de los Ingleses o comen mejillones con patatas fritas en las mesas de plástico de la Rue de France. Van a las playas públicas. Las privadas, que por 20 euros por jornada y per­ sona dan tranquilidad y una cómo­ da tumbona en la playa de rocas –25,siesenprimeralínea–estánca­ si vacías. Del Negresco, el buque insignia de Niza y parada obligatoria para los mitómanos de los hoteles, salen muy pocos clientes. Antes el infor­ mado podía entrar para visitar los salones que inauguró en 1912 Henri Negresco,unrumanoconocedorde la hostelería de París y Montecarlo, y que fundó una de las más conoci­ das residencias de la aristocracia europea. La fachada clásica es una de las joyas de la Belle Époque. Hoy apenas dejan entrar hasta la

recepción, suficiente para compro­ bar una pequeña muestra de la gran cantidaddeobrasdearteauténticas de entre los siglos XVII y XX que atesora, entre ellas piezas de Ri­ gaud, Boucher o Fernand Léger. En la entrada, un gran busto de Luis XIV saluda al visitante: ningún otro hotel del mundo tiene una colec­ ción parecida. Entre sus paredes se conocieron Grace Kelly y Salvador Dalí, en su terraza Paul McCartney compuso The fool on the hill y en su ascensor se quedó encallada Mont­ serrat Caballé, invitada permanen­ te con una suite a su nombre. Michael Jackson, Louis Armstrong, Bill Gates... Todos que­ rían venir. Se teme que los atenta­ dos hayan sido el golpe definitivo a laNizadelasilusionesdelNegresco y hayan acabado de impulsar a Can­ nes, Saint­Tropez y Mónaco como refugios del lujo en la Costa Azul. Mireille Brechon, una señora adinerada de París que lleva años veraneando en Niza, y que lee en un

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DOMINGO, 14 AGOSTO 2016

Días de gloria

PETER BISCHOFF / GETTY

do en 1912 por el arquitec­ to Édouard­Jean Niermans, conocido por haber renova­ do el Moulin Rouge o el

Hôtel du Palais en Biarritz. Durante la Primera Guerra Mundial se utilizó como hospital militar.

Figuras ilustres. La

sesenta. Dalí era un habitual del establecimiento, que tiene un busto en honor al artista. Solía deambular por

el hotel con su guepardo y por las noches cenaba con Grace Kelly y el príncipe Rainiero de Mónaco.

DAN KITWOOD / GETTY

menta la sensación de seguridad

banco frente al mar, levanta sus gi­ gantescas gafas de sol para senten­ ciar la ciudad. “Antes todo era fies­ ta, grandioso, pero ya hace tiempo queseibaapagando.Conlosatenta­ dos, ha muerto del todo. Se ha insta­ lado una especie de psicosis, nos da miedo salir por las noches. Nunca volvemos después de las ocho”. A la espera de cifras oficiales, las primeras impresiones confirman la sensación. La mayoría de restau­ rantes preguntados por este perió­ dico en la calle Saleya, donde se em­ plaza el famoso mercado de las flo­ res y muchísimas pizzerías y terrazas, dicen haber perdido entre un 20% y un 30% de la clientela del año anterior. En el Bistrot de l’Opé­ ra, Jonathan solía acabar de servir las mesas a la una de la madrugada, y ahora a las diez de la noche ya no se sienta nadie. Eric Trolland, el di­ rector general del hotel Aston, jun­ to a la conocida plaza Massena –en que Jaume Plensa instaló unas de las esculturas más queridas en la ciudad, la serie Constellation–, ase­ gura que en los dos días siguientes a los atentados perdieron 240.000 euros en cancelaciones. Laurent, otro taxista, cuenta que antes del atentado uno de cada dos clientes era asiático, y ahora tiene suerte si lleva a un par de personas de ese continente por semana. Según in­ forma, los cruceros americanos no paran en Niza desde el 15 de julio. EnelpuertoLympia,donde ama­ rran los mayores yates, gran parte deembarcaderosestánvacíos.Ted­

El mito del Negresco. El hotel, que también es museo (tiene más de 6.000 obras de arte), fue construi­

LA PETITE MAISON

En día del ataque, hoy hace un mes, Bono fue rescatado de un restaurante exclusivo LA PSICOSIS

“Antes todo era fiesta, era grandioso; ahora ha muerto del todo, nos da miedo salir”

propietaria del hotel Ne­ gresco, Jeanne Augier, junto a Salvador Dalí en los años

CO M IE NZA LA FUGA

Los yates prefieren ir a Mónaco o Saint­Tropez y los cruceros americanos ya no paran ‘EL PEQUEÑO ÁNGEL’

12.000 personas piden que un instituto lleve el nombre de una niña arrollada por el camión

La expresión del lujo. Niza siempre ha

VALERY HACHE / AFP

sido un polo de atracción para las grandes embarcacio­ nes que navegan por las aguas de la Costa Azul. En la foto, el Eclipse, propiedad del millonario Román Abramóvich y el segundo yate privado más grande del mundo, frente a sus costas en el 2013

dy, el capitán del Mr. M, que navega por las aguas de medio mundo des­ dehace20años,dicequelamayoría han puesto rumbo a Córcega o Mó­ naco.Chris,propietariodel Dream­ line, un millonario ruso que vive en Londres y se define como “empren­ dedor” en el mercado de valores, cuenta que sólo está en Niza porque no ha encontrado sitio en el puerto de Saint­Tropez. Su embarcación es de 23 metros, tiene cinco habita­ ciones y tres baños del estilo de un hotel de lujo (sin contar con las de la tripulación), dos cocinas, internet por satélite, múltiples neveras para el champán... Una joya de 4,5 millo­ nes de euros, sin los “caprichitos”. Como cambiar el equipo de música o la barbacoa. El estilo del propieta­ rio es tan pomposo como el del bar­ co: “Corre tanto que puedo desayu­ nar en Roma y comer en Cerdeña”. Esta noche, Chris y su socio cena­ rán en Mónaco con otros amigos. Cuando lleguen, igual se dirigen al restaurante en el que el padre de Laura Borla es maître. Laura, una de las víctimas, tenía trece años y medio el día del atenta­ do. Había acudido a los fuegos arti­ ficiales con sus padres, su hermana gemela y mejor confidente, Audrey, su hermana mayor, Lucie, y su otro hermano, Nicolas. Cuando el ca­ mión apareció, en uno de los zigza­ gueos, la madre intentó tirarle de la mano hacia la playa. Ella reaccionó corriendo hacia el lado opuesto. La menor, “un pequeño ángel” por sus grandes ojos verdes, esta­ ba entre los des­ aparecidos hasta el domingo 17 de julio, cuando el ADNdelamadre permitió identi­ ficar su cuerpo. El arma mortífe­ ra la embistió en el pecho y murió de una hemorra­ gia interna. Era como todas las adolescentes de su edad. Empe­ zaba a maqui­ llarse, seguía a Beyoncé y Ri­ hanna y se pasa­ baeldíacompar­ tiendo sus an­ danzas en todas las redes sociales. Vital. “Audrey y ella, dos gotas de agua, se cambiaban la una por la otra en clase para despistarnos, y casi siem­ pre lo conseguían”. Lo recuerda emocionadaCoralieDubos,queha­ bía sido su educadora en el instituto de l’Archet. Como el centro tiene el mismonombredelbarrio,Dubosha iniciadounapeticiónparabautizar­ lo con el nombre de Laura que ya lleva más de 12.000 firmas y cuenta con el apoyo de las instituciones. Laura tenía un novio desde hacía un año, Mehdi, un musulmán “de la otra Niza”, según su educadora. De la de l’Ariane o Saint Roch, un vive­ ro de radicalización, de la parte de que no puede soñar con alquilar un yate o cenar en La Petite Maison. Frente al hotel Le Méridien y la plaza Massena, el Ayuntamiento ha trasladado la mayoría de velas, mu­ ñecos, carteles y fotografías conme­ morativos a una plazoleta. Parece que, además de un lugar de recogi­ miento, se ha vuelto otro reclamo turístico.Antelamiradadeotroses­ tupefactos foráneos, dos chicas en shorts y tops deportivos se miran, sonríen y posan para una selfie. “A los turistas parece que les dé igual, pero nosotros nunca podre­ mos olvidarlo”, repite Michel. c