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EL FORMATIVO EN LA PUNA MERIDIONAL

Jennifer Grant Lett-Brown(i). Aixa Vidal (j). Violeta Killian Galván (k) ...... Gordon and Breach Science Publishers, Langhorne. 89 O´CONNELL, T.C. Y R.E.M. ...
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EL FORMATIVO EN LA PUNA MERIDIONAL: de la opción productiva a las sociedades agropastoriles plenas. Daniel E. Olivera (a) Patricia Escola (b) Alejandra M. Elías (c) Susana Pérez (d) Pablo Tchilinguirian (e) Pedro Salminci (f) Martina Pérez (g) Lorena G. Grana (h) Jennifer Grant Lett-Brown (i) Aixa Vidal (j) Violeta Killian Galván (k) Paula Miranda (k) (a) Investigador CONICET/INAPL y docente UBA; [email protected] (b) Investigador CONICET y docente UNCA (c) Becaria posdoctoral CONICET/ INAPL; [email protected] (d) Docente UCA/ INAPL; [email protected] (e) Investigador CONICET/INAPL y docente UBA; [email protected] (f) Becario Doctoral CONICET/ INAPL; [email protected] (g) Becaria Doctoral UBA; [email protected] (h) Becaria Doctoral CONICET/ INAPL; [email protected] (i) Becaria Doctoral CONICET/ INAPL; [email protected] (j) Becaria Doctoral U. Complutense de Madrid; [email protected] (k) Becaria Doctoral CONICET/INGEIS; [email protected] (l) Becaria Doctoral CONICET/ INAPL; [email protected] Resumen El poblamiento humano en Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional Argentina) se remonta a ca. 10.000 años atrás. Durante ca. 6.000 años, la economía de los grupos humanos estuvo orientada a la caza y recolección de plantas y animales silvestres. Estas sociedades produjeron cambios importantes a lo largo del proceso, que abarcaron distintos aspectos: economía, tecnología, organización social y simbolismo. El más notable es el que a partir de unos 5000/4500 años atrás llevó a la incorporación del pastoreo de camélidos y la agricultura, incluyendo probablemente un proceso de domesticación de camélidos. El incorporar esta opción productiva no significa solamente cambios en la economía y la dieta, sino que implicó un profundo cambio organizacional en la sociedad reflejado en los patrones de movilidad y uso del espacio, nuevas tecnologías, las pautas de organización social y política, en la cosmovisión mítico/simbólica e, incluso, tuvo repercusiones biológicas relacionadas con la reproducción y el metabolismo de los grupos humanos y sus individuos. Estos procesos derivaron en un nuevo tipo de sociedad que, en general, se ha denominado Formativa y se desarrollaron en un marco ambiental cambiante que repercutió en la oferta y disponibilidad de recursos de subsistencia para los grupos humanos. Este trabajo apunta a resumir las investigaciones que, desde el año 1983, se han llevado adelante en una región que hasta ese momento era prácticamente desconocida desde el punto de vista arqueológico y paleoambiental. Nuestra intención es tanto exponer los avances realizados, como los interrogantes que aún se plantean para este complejo proceso regional.

Introducción. En la cuenca de Antofagasta de la Sierra (Prov. de Catamarca), sector más meridional de la Puna Argentina y considerada parte integrante de la Puna de Atacama, diversas investigaciones han señalado la existencia de un dilatado proceso cultural que involucra cambios evolutivos que abarcan desde grupos con economías cazadoras-recolectoras hasta los actuales grupos pastoriles puneños (Aschero 20001; Elkin 19962; Hocsman et al. 20043; Tchlinguirián y Olivera 20004). Cuando nuestro equipo de investigación inició los trabajos en 1983, el conocimiento arqueológico y paleoambiental en el departamento de Antofagasta de la Sierra (26ºS-27ºS, 67º68ºO) (Figura 1), era casi inexistente (ver Olivera 1992 para un resumen de los escasos antecedentes previos). Sin embargo, los trabajos pioneros de Krapovickas (19555) y Raffino y Cigliano (19746) habían dado cuenta de una importante riqueza arqueológica y, de particular interés para este trabajo, de registro de sociedades adscribibles al Formativo. Nuestras investigaciones apuntaron a dos aspectos: a) la evolución paleoambiental a escala macro/meso para el Holoceno y b) un modelo de interacción ambiente-ocupación cultural (Tchilinguirian y Olivera 20057; Olivera et al. 20048, 20069). La intención de este trabajo es resumir, de manera no exhaustiva, el grado de avance alcanzado y plantear algunas ideas e interrogantes que pueden resultar útiles para la discusión en el Taller. Debemos aclarar que la mayoría de los datos consignados han sido publicados o están en vías de publicación y que inevitablemente existirán omisiones o remitiremos a otros trabajos para no exagerar la extensión de este borrador. Con la misma idea, agregamos un Anexo con un información resumida de los componentes cerámicos y las palaz y azadas líticas, para aquellos investigadores menos familiarizados con estos materiales de la región. El caso de Antofagasta de la Sierra: economía y ambiente durante el Holoceno. Realizaremos inicialmente una breve descripción de la evolución del ambiente a lo largo del Holoceno y su relación con la logística económica de los grupos humanos, ya que es relevante para la discusión posterior.

ASCHERO, C. 2000. El poblamiento del territorio. En Nueva Historia Argentina, Los Pueblos Originarios y la Conquista, editado por M. Tarragó, pp.17-59. Editorial Sudamericana, Buenos Aires. 2 ELKIN, D. 1996. Arqueozoología de Quebrada Seca 3: Indicadores de Subsistencia Temprana en la Puna Meridional Argentina. Tesis Doctoral. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. M.S. 3 HOCSMAN, S; J.G. MARTÍNEZ; M.F. RODRÍGUEZ Y C.A. ASCHERO 2004 ep Obtención de recursos distantes en la porción meridional de los Andes Centro Sur: una visión desde la Puna Argentina. En: Before Farming: the archaeology and anthropology of hunter-gatherers. 4 TCHILINGUIRIAN, P. y D. OLIVERA 2000. De aguas y tierras: aportes para la reactivación de campos agrícolas arqueológicos en la Puna Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXV: 99-118. 5 KRAPOVICKAS P. 1955 El Yacimiento de Tebenquiche (Puna de Atacama). Publicaciones del Instituto de Arqueología, III. Buenos Aires. 6 RAFFINO, R. A., Y CIGLIANO, M. 1974 La Alumbrera: Antofagasta de la Sierra. Un modelo de ecología cultural prehispánica. En Relaciones S. A. A. VII. (N. S.). Buenos Aires, Argentina. 7 TCHILINGUIRIAN, P. y D. OLIVERA 2005. Evolución paleoambiental e implicancias geoarqueológicas en laguna Colorada. Puna Catamarqueña, Argentina. Actas del XVI Congreso Geológico Argentino. La Plata. 8 OLIVERA, D., P. TCHILINGUIRIAN y L. GRANA. 2004. Paleoambiente y Arqueología en la Puna Meridional Argentina: archivos ambientales, escalas de análisis y registro arqueológico. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXIX: 229-247. 9 OLIVERA, D., P. TCHILINGUIRIAN y M. J. DE AGUIRRE 2006. Cultural and enviromental evolution in the meridional sector of the Puna of Atacama during the Holocene. Acts of the XIV th International Prehistoric Congress: Change in the Andes: Origins of Social Complexity Pastoralism and Agriculture, pp 1-7. Belgium 1

La evolución paleoambiental fue analizada a partir del análisis estratigráfico de rellenos sedimentarios de edad Holocena en 8 cuencas fluviales (Las Pitas, Mirihuaca, Aguada Cortaderas, Mojones, Ilanco, Vertiente de Bajo del Coypar, Curuto, Punilla) y 4 cuencas lacustres (Lagunas Antofagasta, Carahipampa, Cavi y Colorada). La asignación cronológica se realizó con estudios geomorfológicos, geoarqueológicos y con más de treinta dataciones radiocarbónicas efectuadas sobre material orgánico. Las edades radiocarbónicas fueron determinadas en el Center for Applied Isotope Studies of the University of Georgia, en The National Science Foundation - University of Arizona y en el Laboratorio de Radiocarbono y Tritio de la Universidad de La Plata, Argentina. Los estudios indican la existencia de 7 fases paleohidrológicas (Figura 2) que se evidencian en ciclos de trasgresiones-regresiones lacustres y/o expansiones-retracciones de los humedales fluviales en el Holoceno. Hay una diacronía en el inicio y duración de las expansiones-regresiones de los humedales según la cuenca estudiada. Integrando los datos de las 12 cuencas se obtiene que las fases regresivas se desarrollan entre: 1) 7900 a 6300 años 14C AP, 2) 5800 a 4500 14C AP y 3) 1500300 años 14C AP: y las fases transgresivas entre: 1) >7900 años 14C AP, 2) 6300-5800 años 14C AP, 3) 4500 a 1500 años 14C y 4) 300-100 años 14C AP (Tchilinguirian y Olivera 2005 10; Tchilinguirian et al. 200811; Olivera et al. 200612). En el comienzo se trataba de un paisaje donde las condiciones de humedad y la disponibilidad de recursos eran mayores que las actuales (Fase Coipassa). Esta fase es similar a la descripta en la primera y segunda región de Chile, 400 km al norte (Grosjean y Nuñez 1994 13, Quade et al. 200814). Luego, entre los 7000 y 4500 años AP, se desarrolla una fase árida coincidente, en parte, con el desarrollo del Arcaico Medio. Solamente se registra un pequeño evento de humedad en el Holoceno Medio correspondiente a los 5800 años AP en río Mirihauca, 5000 años AP en Las Pitas y 6300 años AP en laguna Colorada. En ese sentido, la evidencia arqueológica disponible revela la presencia de ocupaciones de cazadores- recolectores desde comienzos del Holoceno (ca. 9790 años AP), focalizadas en la caza de camélidos silvestres, vicuña y guanaco (Aschero y Martinez 2001 15; Elkin 199616) y en el desarrollo de diversas estrategias de manejo del ambiente aprovechando distintas ecozonas (Aschero 200017). A lo largo de miles de años, estos grupos sufrieron procesos de cambios que incluso podrían haber involucrado la incorporación paulatina de algún tipo de manejo selectivo de segmentos poblacionales de camélidos desde épocas tempranas (4000-5000 años AP). El Formativo y la transición con el Arcaico, coinciden con una fase húmeda dominante que incluye una fase árida de menor extensión (Fase 5: 4500-1500 ARAP). El ambiente fue relativamente estable, con ríos permanentes que se extendieron más que en la actualidad como lo demuestra los paleoambientes sedimentarios en el río Mojones y Curuto. La evidencia de la geomorfología apunta a que una mayor extensión de los humedales también ocurrió en los ríos Ilanco, Pirica y Peñón. En el fondo de cuenca se formaron nuevas lagunas someras con humedales perilacustres como en Laguna Colorada y Carachipampa. Estas condiciones benignas y Op. Cit. TCHILINGUIRIAN, P., D. OLIVERA y L. GRANA 2008. Expansiones y retrocesos de humedales de altura durante el holoceno, Puna austral, Argentina. Implicancias ambientales. XVII Congreso Geológico Argentino. Simposio Paleoclima durante el Cenozoico Tardío. Jujuy. 12 Op. Cit. 13 GROSJEAN, M. AND L. NUÑEZ. 1994. Lateglacial, Early and Middle Holocene environments, human occupation and resource use in the Atacama. Geoarchaeology 9, p. 271-286. 14 QUADE J., J. A. RECH, J. L. BETANCOURT, C. LATORRE, B. QUADE, RYLANDER K.A Y T. FISHER 2008. Paleowetlands and regional climate change in the central Atacama Desert, northern Chile. Quaternary Research. En Prensa 15 ASCHERO, C. Y J. MARTÍNEZ 2001. Técnicas de caza en Antofagasta de la Sierra, Puna Meridional Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXVI: 215-241. 16 Op. Cit. 17 Op. Cit. 10 11

la mayor oferta de recursos coincidieron y, quizás, favorecieron: a) el inicio del pastoralismo, b) el inicio de los cultivos y/o c) cambios en los territorios de caza. Así, aproximadamente a partir de los 3000 años AP, nuevas situaciones organizativas con mayor grado de sedentarismo desarrollaron un control efectivo de la disponibilidad de los recursos mediante la implementación de prácticas agro-pastoriles complementadas con la caza (Escola 200018; Olivera 199719, 200120). El sistema logístico, en este momento inicial, habría estado organizado principalmente alrededor del pastoreo (Olivera 1997 21). Al respecto, animales de igual tamaño a la llama actual están documentados con seguridad en Antofagasta de la Sierra para los 2400 años AP (Grant 2008a22; Olivera 199223). El cultivo no sería tan destacado, como se deduce del escaso desarrollo tecnológico de estructuras agrícolas; de hecho se ha postulado que parte de la agricultura pudo haber tenido intenciones forrajeras (Olivera 1992 24, 199725). Hacia los 2000/1900 años AP se habría producido un paulatino aumento demográfico, acompañado de un incremento de la producción agrícola asociada a cambios en el manejo del espacio (Olivera y Podestá 199326). Hasta los 2000 años AP, los cursos inferiores de las quebradas laterales fueron aprovechados por su oferta de forraje, leña y caza dentro de una estrategia básicamente pastoril, no detectándose ocupaciones permanentes asociadas a la agricultura (López Campeny et al. 200527; Olivera 199128; Olivera y Podestá 199329). Con posterioridad a los 2000 AP, la optimización en el uso de los espacios productivos relacionados con las prácticas agropastoriles, especialmente la agricultura, llevó a ocupaciones más permanentes en los sectores medios de la cuenca (Escola et al. 1992/199330; López Campeny et al. 200531). Sin embargo, el pastoreo de camélidos debió haber seguido siendo importante en estos sectores. En este sentido, se destaca el hallazgo en el sitio Punta de la Peña 9 de una lente de guano que fue interpretada como el remanente de un corral de ocupación agropastoril datada en 1970 ± 50 años AP (López Campeny 200132) constituyendo la primera evidencia de cautiverio en la región. Para esta época se postula ESCOLA, P. S. 1999. Tecnología Lítica y Sociedades Agro-pastoriles Tempranas. Tesis Doctoral. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. M.S. 19 OLIVERA, D. 1997. La importancia del Recurso Camelidae en la Puna de Atacama entre los 10.000 y 500 años A.P. Estudios Atacameños. Tomo Especial dedicado al II Taller Binacional de Interacción entre el NOA y el Norte Chileno, 14: 29-41. San Pedro de Atacama, Chile. 20 OLIVERA, D. 2001a. Sociedades Agropastoriles Tempranas: El Formativo Inferior del Noroeste Argentino. En Historia Argentina Prehispánica, editado por E. Berberián y A. Nielsen, pp. 83-126. Brujas, Córdoba. 21 Op. Cit. 22 GRANT, J. L. 2008a. El recurso Camelidae en sitios de Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional Argentina) una aproximación osteométrica. Tesis de Licenciatura. Facultad de Filosofía y Letras, UBA. MS 23 OLIVERA, D. 1992. Tecnología y estrategias de adaptación en el Formativo (Agro-Alfarero Temprano) de la Puna Meridional Argentina. Un caso de estudio: Antofagasta de la Sierra (pcia. de Catamarca, R.A.). Tesis de Doctorado. Universidad Nacional de la Plata. MS 24 Op. Cit. 25 Op. Cit. 26 OLIVERA, D. y M. PODESTÁ 1993. Los Recursos del Arte: Arte Rupestre y Sistemas de Asentamiento y Subsistencia Formativos en la Puna Meridional Argentina. Arqueología 3: 93-141. 27 LÓPEZ CAMPENY, S. M., D. OLIVERA, V. FERNANDEZ VARELA y J. PEÑA 2005. Procesos tafonómicos, subsistencia y uso del espacio: Análisis de la arqueofauna de un sitio agropastoril de la Puna Meridional argentina (Punta de la Peña 9, Antofagasta de la Sierra, Catamarca). Intersecciones en Antropología 6: 11 -28. 28 OLIVERA, D. 1991. El formativo en Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional Argentina): Análisis de sus posibles relaciones con contextos arqueológicos Agro-alfareros Tempranos del Noroeste Argentino y Norte de Chile. Actas del IX Congreso Nacional de Arqueología Chilena, 2: 61-78. Chile, Sociedad Chilena de Arqueología. 29 Op. Cit 30 ESCOLA, P., A. NASTI, J. REALES y D. OLIVERA 1992/1993. Prospecciones arqueológicas en las Quebradas de la Margen Occidental del Salar de Antofalla, Catamarca (Puna Meridional Argentina): Resultados Preliminares. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 14:171-190. 31 Op. Cit 32 LÓPEZ CAMPENY, S. M. 18

un aumento de las relaciones con sociedades de los valles mesotermales, fundamentalmente de los valles de Hualfín y Abaucán (en Catamarca), al tiempo que comienzan a disminuir los vínculos con el norte de Chile (Olivera y Vigliani 2000/2002 33). El Período Tardío de Antofagasta de la Sierra coincide en su desarrollo con una fase dominantemente árida (Fase 6: 1500-actual), que tuvo una breve interrupción más húmeda en la denominada Pequeña Edad de Hielo (Fase 2.2: 300-100 ARAP). La construcción de los importantes sistemas de cultivo durante la ocupación del tardío (Sitios Bajo del Coypar, Punta Calalaste, Mirihuaca sur, Campo Cortaderas) coincide con este momento de mayor aridez. La respuesta del ambiente ante la aridización del Holoceno tardío es diferente según la posición de cada cuenca y las características de la cuenca en sí. En sectores de cuencas altas (más de 4100 m) con manantiales permanentes, la desecación de turberas fue de menor intensidad respecto a la cuenca inferior. Las turberas de la fase húmeda anterior están preservadas, sea por la dilatancia de la erosión retrocedente y/o la inercia al cambio de las turberas espesas y poco insoladas. La oferta de recursos en humedales en la cuenca alta no cambió significativamente respecto a otras fases del Holoceno. Este fenómeno originó una disociación de las oferta de recursos durante el Holoceno Tardío según las características de las cuencas hidrográficas: 1) cuencas altas con manantiales permanentes con escasa variabilidad de recursos, 2) cuencas bajas o fondo de cuenca con alta variabilidad de recursos. Pensamos que la sociedad antes de moverse a sitios con paisajes más aptos o disminuir su número de integrantes, decide incorporar tecnología y esfuerzo (terrazas, canales de riego, diques) para contrarrestar la disminución de recursos. Así, hacia los 1000-900 AP, en los sectores bajos y medios de la cuenca se acrecentaron las instalaciones agrícolas con regadío concomitantes con profundos cambios en la organización social y política que llevaron hipotéticamente a una mayor concentración y burocratización del poder (Olivera y Vigliani 2000/200234). Aparecen grandes sitios habitacionales, como La Alumbrera y amplias zonas de cultivos aterrazados como Bajo del Coypar I y Campo Cortaderas. Esto involucró un cambio en el área de instalación en el fondo de cuenca, lo que llevó al abandono del sector aledaño al río y el desplazamiento hacia sectores de piedemonte de los Cerros del Coypar, lo que guardaría una relación directa con el aumento de la importancia de la agricultura en la economía (Olivera y Vigliani 2000/200235). Los momentos posteriores vieron la llegada a la zona de distintos grupos foráneos, los cuales produjeron grandes cambios en la infraestructura agrícola y en ciertos rasgos arquitectónicos (Incas primero, españoles después). Por último, es de destacar que los sectores de quebradas de altura, especialmente aptos para el pastoreo complementario y la caza de camélidos silvestres, continuaron siendo utilizados hasta épocas españolas -incluso hasta la actualidad-. Esto estaría indicando la importancia que la logística pastoril tuvo a lo largo de todo el proceso cultural (Olivera y Vigliani 2000/2002 36). En la etapa colonial, aparece una pequeña fase húmeda y una mayor abundancia de recursos en río Las Pitas, Ilanco, Laguna Antofagasta y Carachipampa (Fase 2.2: 300-100 ARAP) Esta fase se la asocia a la Pequeña Edad de Hielo reconocida en los estudios en Sajama, Huascarán y Laguna Peinado. Sin embargo, durante esta fase de expansión de las pasturas y humedales el aprovechamiento de recursos debió haber sido diferente debido a que la sociedad indígena había sido desestructurada por la conquista.

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Actividades domésticas y organización del espacio intrasitio. El sitio Punta de la Peña 9. Antofagasta de la Sierra (Prov. de Catamarca). Trabajo Final de Carrera de Arqueología. Facultad de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucumán. MS. 33 OLIVERA D. y S. VIGLIANI 2000-2002. Proceso cultural, uso del espacio y producción agrícola en la Puna Meridional Argentina. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 19: 458-481. Buenos Aires. 34 Op. Cit 35 Op. Cit 36 Op. Cit

Los cambios en la longitud de los humedales y de los paleolagos en la fase 3h, 5.1 h y 5.3h permiten pensar cambios en los corredores ecológicos de fauna y en la red de nodos y circulación (en el sentido de Nielsen et al. 200837) en distintos momentos del Holoceno. Este fenómeno, podría ser uno de los factores que explique los cambios en la utilización y uso de los espacios y recursos relacionados con los sitios arqueológicos. Finalmente, la importancia de los humedales también está relacionada con la distribución y abundancia de los grupos de vicuñas y las estrategias de caza. Las vicuñas, son animales que necesitan un abastecimiento diario de agua y forraje en humedales. Por ende, los cambios en la extensión y tipo de suelos de las vegas pudieron impactar en la carga animal de la región y en el recurso caza. Este cambio fue distinto en cada cuenca, dependiendo de la respuesta que tuvo el humedal al cambio climático. Todo lo mencionado tuvo repercusión en el grado y modalidad de aprovechamiento de los recursos por parte de los grupos humanos pero las respuestas distaron de ser idénticas. Las evidencias permiten corroborar que la respuesta de la sociedad humana en fases ambientales similares (por Ej. Aridización) no implica o muestra equifinalidad. Es decir que la reacción de las sociedades al cambio ambiental no es estrictamente igual sino que cubre un rango de variabilidad. Por razones operativas y guiándonos por criterios ecológico-altitudinales, hemos dividido la microrregión en tres sectores de muestreo, cuyas características en la actualidad resumimos en la Figura 3.1, mientras en la 3.2 se incluye el rendimiento de las unidades vegetacionales asociadas a las mismas. Se debe tener en cuenta que dada la evolución ambiental descripta la cota de los diferentes sectores e incluso su oferta de recursos se han visto modificadas a lo largo del tiempo, en ocasiones en apenas un centenar de años. El registro arqueológico del formativo Etapa anterior al año 2007. En la Figura 4 (1,2 y3) hemos resumido la información de los sitios arqueológicos más destacados en la cuenca de Antofagasta de la Sierra, con evidencias de ocupaciones agropastoriles. La primera observación que se desprende es que los sitios se disponen en todos los sectores ambientales de la microregión, abarcando un período cronológico de ca. 3500 años A.P. hasta épocas históricas. Asimismo, la variabilidad de funciones que estos sitios parecen haber cumplido dentro de los sistemas de asentamiento es amplia, aunque mientras los del Fondo de Cuenca y los sectores intermedios de las quebradas se asocian especialmente a prácticas pastoriles y agrícolas, los de las quebradas altas están relacionados con el pastoreo y la caza. Otro elemento a tener en cuenta es que cronológicamente el número de sitios aumenta notablemente a partir de los 2000 años A.P., lo cual se hace más notorio si incorporamos los sitios del Salar de Antofalla (Escola et al. 1992/199338; Haber 199739) De hecho no tenemos evidencias aún de fechados en los sectores intermedios asociados a eventos de ocupación permanente o semipermanente entre los 2500 y los 2000 años A.P. Por otro lado, durante el Formativo regional (ca. 3000 a 1000 años A.P.) tanto los sitios del Fondo de Cuenca (v.g., Casa Chavez Montículos) (Olivera 199240) como los de los sectores inferiores de las quebradas tributarias (v.g.,Punta de la Peña 9) (López Campeny 2001ms41 y et al. NIELSEN A. E., ÁVALOS J., VÁZQUEZ M.M. 2008. El papel de las lagunas Altoandinas en la articulación de la sociedad Catamarqueña. Primeras Jornadas Arqueológicas Puneñas de los Andes Centro-Sur. Libro de resúmenes: 95-96. Tucumán. 38 Op. Cit 39 HABER, A. 1997. La casa, el sendero y el mundo. Significados culturales de la arqueología, la cultura material y el paisaje en la Puna Argentina. Estudios Atacameños 14: 373-392. 40 Op. Cit 41 Op. Cit 37

200542) tienen carácter permanente o semipermanente, con ocupación probable de año completo. El registro arqueológico recuperado sugiere múltiples actividades (cadena completa de procesamiento de camélidos, consumo de presas cazadas, manufactura de artefactos líticos, agricultura, manufactura de cerámica, etc.) y recurrencia de ocupación. Por su parte, los sitios de las quebradas altas (v.g., Real Grande 1 o 6) parecen de ocupación no permanente para actividades específicas (v.g., caza y/o pastoreo). Asimismo, los sitios de las vegas altoandinas (v.g., Laguna Diamante 2 y Laguna Purulla 1) parecen estar destinados a explotar la vicuña mediante prácticas cazadoras. Asimismo, si observamos los recursos bióticos presentes en sitios agropastoriles (Olivera 200643) observaremos que existen recursos provenientes de las valles mesotermales (algarrabo, calabaza matera, cornamenta de cérvido) y de la costa del Océano pacífico (caracoles), lo que indicaría contactos con estas regiones lejanas sea por acceso directo o, muy probablemente, a través de cadenas de intercambio, que parecen haber incluido a las Yungas (semillas). Esto llevo a plantear el modelo de sedentarismo dinámico (Olivera 199244) donde los grupos humanos utilizaban recursos de diversos microambientes en forma integrada en un sistema de asentamiento-subsistencia que apuntaba a la disminución del riesgo a través de ampliar el espectro de recursos y utilizar variadas estrategias (pastoreo, agricultura, caza, recolección e intercambio intra e interregional). Para los momentos iniciales (ca. 2500 a 2000 años A.P.) se sugirió un modelo logístico de pastoreo con agricultura (Olivera 199845), donde el pastoreo era el eje económico productivo Desde el comienzo de la era cristiana (ca. 2000 años AP), parecen haberse incrementado las influencias de grupos provenientes de los valles orientales de Hualfín y Abaucán (Catamarca) (Olivera y Podestá 199346). Esto habría estado acompañado por una mayor incidencia de la producción agrícola y un incremento demográfico creciente, lo que habría llevado a optimizar el uso de los espacios en la cuenca relacionados a las prácticas productivas, especialmente la agricultura, llevando a ocupaciones más permanentes en los sectores intermedios (Olivera 1998 47, Olivera y Vigliani 2000/200248). En esta etapa Casa Chávez Montículos parece incrementar su tamaño. En tanto, en los sectores intermedios de las quebradas laterales se registran asentamientos agro-pastoriles con mayor grado de estabilidad ocupacional, tal es el caso de Punta de la Peña 9 (sectores I y III) (sectores intermedios del Río La Pitas). Las evidencias relevadas en las estructuras excavadas en este sitio han sido asociadas desde ca. 1500 años AP a ocupaciones más prolongadas, con alta recurrencia y uso como áreas de vivienda (Babot et al. 200649, Cohen 200550, López Campeny 200151, López Campeny et al. 200552).

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Op. Cit OLIVERA, D. 2006. Recursos bióticos y subsistencia en Sociedades Agropastoriles de la Puna Meridional Argentina. Comechingonia 9: 19-56. 44 Op. Cit 45 OLIVERA, D. 1998 Cazadores y Pastores Tempranos de la Puna Argentina. En: Past and Present in Andean Prehistory and Early History, editado por S. Ahlgren, A. Muñoz, S. Sjödin y P. Stenborg, Etnologiska Studier 42: 153-180. Etnografiska Museer, Göteborg. 46 Op. Cit 47 Op. Cit 48 Op. Cit 49 BABOT , M., C. ASCHERO, S. HOCSMAN, M. HAROS, L. GONZÁLEZ BORONI Y S. URQUIZA 2006 Ocupaciones agropastoriles en los sectores intermedios de Antofagasta de la Sierra (Catamarca): un análisis desde Punta de la Peña 9.I. Comechingonia 9: 57-75. 50 COHEN, L. 2005 Entre Guano y Arena...Ocupaciones Recurrentes: Un Caso de Estudio en el Sitio Punta de la Peña 9-III Antofagasta de la Sierra, Catamarca. Tesis de licenciatura, Facultas de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán, San Miguel de Tucumán. 51 Op. Cit 52 Op. Cit 43

Babot y colaboradores (200653) registran en PP9 (Sector I, Estructura 3) tres ocupaciones entre ca. 1500 y 1100 años AP. La primera ocupación de esta estructura, con un fechado de 1410+- 70 años C14 AP [540-773 años cal. AD (+- 2 sigmas), estaría asociada a un espacio de actividades múltiples de uso doméstico. La segunda ocupación, con un fechado muy próximo al anterior (1430 +- 60 años C14 AP), parece corresponder al uso de la estructura como corral. Finalmente, la ocupación III, estimada hasta ca. 1100 años AP, muestra una baja frecuencia de hallazgos y escaso esfuerzo en la preparación del espacio intramuros, lo que indicaría que se trató de una ocupación de corta a media duración o bien de baja recurrencia. Por su parte, PP9 Sector III, Estructura 2, habría sido ocupado entre ca. 2000 y 600 años AP. López Campeny y colaboradores (2005 54) señalan dos grupos de ocupaciones, entre ca. 20001200 años AP se habrían dado ocupaciones de menor duración en esta estructura, mientras entre ca. 1200-600 años AP se habría dado un uso más intenso como unidad de vivienda cotidiana de año completo (Nivel 2: 600 años AP; nivel 3: 1480 años AP (ver cuadro de fechados)] Finalmente, en PP9 (Sector III, Estructuras 3 y 4), Cohen (2005 55) distingue 10 ocupaciones, con fechados entre 1290 +- 50 años AP C14 y 380 +-70 años AP C14. Las mismas estarían asociadas a las ocupaciones de la Estructura 2 del mismo sector, siendo las Estructuras 3 y 4 utilizadas en forma alternante como corral, patio, lugar de desechos secundarios y de actividades rituales (Cohen 200556). Esta última investigadora señala, haciendo referencia a todo el conjunto de estructuras de Punta de la Peña 9, que se podría hablar de bases residenciales de actividades múltiples no monolíticas asociadas a ocupaciones breves pero de reocupación esperada y/o a ocupaciones más prolongadas (Cohen 200557). Nos interesa resaltar que en todos los sitios mencionados hay un remarcado cambio en los conjuntos cerámicos con una mayor incidencia de estilos que los relacionarían con los valles mesotermales del Este, especialmente el valle de Abaucán (Babot et al. 200658, Cohen 200559, López Campeny 200160, Olivera 199261, Olivera et al. 200662). Ahora bien, este proceso de ocupación más permanente en los sectores intermedios no sólo estaría relacionado con cambios a nivel demográfico, con la llegada de nuevos grupos y con un incremento de la importancia de las actividades agrícolas, sino también con un cambio en las condiciones ambientales puneñas que empieza a registrase desde ca. 1650 años AP. que estaría asociado a un nuevo proceso de gradual de aridización en la Puna sur. La laguna de Los Colorados (Figura 1) se transforma en salina. El cuerpo de agua de la Laguna Antofagasta se reduce un 40% e incluso desaparece. Se registra una reducción de las vegas en el Río Punilla y en sus tributarios. Sin embargo, las vegas de los sectores intermedios de estos últimos estarían mejor desarrolladas, lo cual podría relacionarse con las evidencias de ocupaciones más permanentes en los sectores intermedios a partir de ca. 1500 años AP (Olivera et al. 200663). Luego del abandono de Casa Chávez Montículos se da una ausencia de sitios en el fondo de cuenca de Antofagasta hasta ca. 1100 años AP, fecha en que se registra el sitio de Bajo del Coypar II, en las bases de los Cerros del Coypar, caracterizado como aldea en su ocupación inicial (ca. 1100-700 años AP). Desde esta ubicación habría sido posible el uso de terrenos más 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62

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Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit Op. Cit

provechosos para el cultivo intensivo y extensivo, por medio de melgas y parcelas delimitadas por bordos de sedimento y acequias excavadas en el suelo, en la terraza media aluvial del Río Punilla (Bajo del Coypar I, Sector 1) (Olivera y Vigliani 2000/200264; Tchilinguirian y Olivera 200065). Así, se iniciaría una aceleración del proceso de complejidad sociopolítica que en sus etapas más tempranas muestra un paulatino incremento en las prácticas agrícolas intensivas y extensivas y, a medida que avanzamos en el tiempo, surge un centro poblacional complejo (La Alumbrera) y Bajo del Coypar se dedica específicamente a la producción agrícola. Asimismo, surgirían sitios como Campo Cortaderas (Olivera, et al. 200466), dependientes del centro urbano principal, también destinados fundamentalmente a actividades específicas de producción. Durante estas épocas tardías, sin embargo, no decrece sino que parece aumentar la importancia del uso de los sectores inferiores, medios y altos de las quebradas subsidiarias, continuando la importancia de la caza de la vicuña y el aprovechamiento de los sectores de pastura de las vegas altas y el pajonal. De manera que la alta dinámica logística, la integración de diversas estrategias económicas y el aprovechamiento integrado de todos los sectores ambientales de la cuenca parecen ser claves para los sistemas de asentamiento-subsistencia tardíos. Asimismo, la interacción con otra regiones no solo continúa sino que parece clave dentro del proceso tardío, quizás como sugerimos anteriormente (Olivera 200367) asociado a una institucionalización de las prácticas caravaneras relacionada al proceso de complejidad sociopolítica. Las investigaciones recientes. Llegados a este punto de las investigaciones teníamos ya algunas importantes certezas, pero, como es habitual a toda investigación, se habían abierto un número quizás mayor de interrogantes. Los principales que guiarían la siguiente etapa de investigaciones se podrían resumir en: 1) En función del modelo de Sedentarismo Dinámico se había propuesto la existencia en momentos formativos de Bases Residenciales de Actividades Múltiples con ocupación de año completo en el fondo de cuenca y ocupaciones temporarias en los sectores intermedios y quebradas de altura (Olivera 198868). Estas bases residenciales estarían representadas, hasta el momento, por la aldea de Casa Chávez Montículos. A esto se agregan el sitio Casa Chavez Cementerio y diversas manifestaciones de arte rupestre (p.e., Confluencia). Nos preguntamos si cabría la posibilidad de la existencia de otras bases residenciales, quizá de tamaños más reducidos, en este microsector. 2) Gran parte de los trabajos orientados a la comprensión del proceso regional formativo en las quebradas subsidiarias del Río Punilla, hasta el momento se habían centrado en el Río Las Pitas e iniciado en el Río Miriguaca (Escola 2007 com. pers.). Se había formulado que la ocupación más intensa y permanente de los sectores intermedios de las distintas quebradas laterales del Río Op. Cit TCHILINGUIRIAN, P. y D. OLIVERA 2000. De aguas y tierras: aportes para la reactivación de campos agrícolas arqueológicos en la Puna Argentina. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXV: 99-118. 66 OLIVERA, Daniel; VIGLIANI, Silvina; ELIAS, Alejandra; GRANA, Lorena y Pablo TCHILINGUIRIAN 2004. La ocupación Tardío-Inka en la Puna Meridional: El Sitio Campo Cortaderas. En: CUADERNOS del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, 20: 257-277. INAPL, Buenos Aires. 67 OLIVERA, D. 2003 Los camélidos en la economía de las sociedades prehispánicas del Noroeste Argentino. En: Memorias del Primer Taller Internacional de DECAMA. III Congreso Internacional sobre Camélidos. Tomo 2, Eje Temático Otros: 995-1001. Potosí, Bolivia. 68 OLIVERA D. 1988 La Opción Productiva: apuntes para el análisis de sistemas adaptativos de tipo Formativo del Noroeste Argentino. Precirculados de las Ponencias Científicas a los Simposios del IX Cong. Nac. de Arqueología Argentina :83-101. Instituto de Cs. Antropológicas (UBA). Buenos Aires. 64 65

Punilla se habría dado a partir de ca. 1500 años AP. Previamente, estos distintos espacios habrían sido ocupados sólo temporariamente en la consecución de actividades específicas (caza, pastoreo, recolección). Nos preguntamos qué ocurría en otros sectores intermedios de la cuenca: ¿fueron ocupados en momentos formativos tempranos?, ¿qué modalidades tuvieron estas ocupaciones?, ¿se observan las mismas tendencias hacia una ocupación más permanente de estos sectores desde ca. 2000 años AP? En este sentido, buscamos avanzar en la comprensión de la compleja dinámica de movilidad, ocupación y explotación de los distintos sectores de la cuenca entre ca. 2500 y 1000 años AP. 3) Discutir la disponibilidad de espacios en la cuenca susceptibles de explotación por parte de las sociedades formativas y relacionar esto con la creciente aridización que se iniciaría ca. 1650 años AP (Olivera et al. 200669). Locus que previamente habrían estado disponibles para su explotación y uso habitacional por parte de las sociedades agrícolas-pastoriles tempranas, luego de esta fecha habrían sufrido una creciente degradación y reducción de su potencial de uso por parte de los grupos. Por lo tanto, ¿cómo se habrían utilizado previamente a este proceso de degradación ambiental? Así, a partir del año 2007, iniciamos una nueva serie de prospecciones que involucraron sectores del Fondo de Cuenca, el Río Miriguaca (dirigidas por P. Escola) y la Cuenca de Calalaste (Figura 5). Si bien los trabajos solo están en una etapa inicial, ya se han obtenido registros importantes que permitieron ampliar no solo nuestra información contextual, sino abrir nuevas hipótesis o ir sumando contrastación a algunas ya planteadas. El trabajo se encaró a través de prospecciones sistemáticas, recolecciones de conjuntos de superficie y excavaciones en Corral Grande 1 y Las Escondidas, aún en una etapa inicial. Se han registrado numerosas evidencias de diferente grado e importancia, pero en función de espacio disponible nos limitaremos a detallar algo más las principales que pueden resultar de interés para los colegas. Arroyo Seco. El sitio está ubicado en el fondo de cuenca, aproximadamente 6 km al sur del poblado actual de Antofagasta de la Sierra, en las cercanías de la laguna Antofagasta (Figura 5). Se trata de una serie de estructuras con formas y dimensiones variables, dispuestas de manera dispersa, y construidas con bloques de roca negra basáltica abundante en el lugar. Preliminarmente, se determinaron varios sectores y subsectores: Arroyo Seco 1, 2, 3, 4 y 5, este último dividido en los subsectores 1, 2, 3, 4 y 5 (Figura 6). En base a la forma y tamaño podemos clasificar las edificaciones en tres grupos. Las primeras de tamaño pequeño, planta subcircular y diámetros de aproximadamente 4-5 m. Otras de tamaño mediano, con formas cuadrangulares irregulares que presentan entre 7 y 12 m de lado. Por último, grandes recintos con formas subelípticas y subrectangulares que presentan entre 2545 m en su eje más largo y 15-20 m en el más corto. En cuanto al emplazamiento, las estructuras se ubican sobre la planicie que divide a las dos lagunas y en los afloramientos basálticos del volcán Antofagasta, los que en algunos casos sirvieron como límites entre recintos. El conjunto cerámico relevado consta de 260 fragmentos. La cerámica decorada se encuentra más representada en la muestra, correspondiéndose casi en su totalidad con cerámica Ciénaga y Saujil, lo que la asemeja al Componente Superior de Casa Chávez Montículos. Asimismo, se hallaron en mucha menor frecuencia algunos tipos negro y rojo con baño grueso de pintura, característicos del Componente Inferior del mismo sitio (Olivera 1997 70). Algunos 69

Op. Cit OLIVERA, D. 1997 Los primeros pastores de la Puna Sur argentina: una aproximación a través de su cerámica. Revista de Arqueología Americana 13:69-112. 70

fragmentos de superficie pulida, ante-clara, inclusiones muy finas y pasta compacta se asocian a la cerámica Aguada, al igual que otros de cocción reductora y decoración incisa. El componente tardío está presente a través de algunos fragmentos de tipo negro sobre rojo de adscripción Belén. En el sector 5 se registró una tumba saqueada, donde se hallaron fragmentos y asas con pintura gris-negra y defectos de cocción, gran cantidad de fragmentos tipo negro sobre rojo con líneas negras en zigzag, y otros con fondo negro, líneas naranjas en zigzag y espigadas. En los últimos, es visible la utilización de la técnica de pintura negativa que ya se ha detectado en el Formativo regional (Olivera 199771). Esta decoración, la abundante cantidad de mica en pasta y los problemas que se evidencian en el tipo de cocción reductora, podría asociarlos con el tipo Saujil pintado de momentos tempranos del valle de Abaucán (Sempé 197772). Con respecto al análisis tecnológico se registró una mayoría de cerámica fina de muy buena elaboración tanto entre los tipos decorados como no decorados, con inclusiones muy finas (1-2 mm) a medianas (2-3 mm). Asimismo, se encuentran altamente representados recipientes con paredes de grosores medios y signos de exposición al fuego dentro de la cerámica no decorada. La cerámica gruesa, en general con grosores mayores a 10 mm, es escasa y presenta formas que se corresponden a recipientes de tamaños grandes con ausencia de decoración. Se caracterizan por presentar abundantes inclusiones de todos los tamaños (finas, medianas y gruesas). Estos últimos recuerdan a los tipos Tardíos de La Alumbrera y Bajo del Coypar vinculados a la función de almacenaje (Olivera y Vigliani 2000/200273). Dentro de los minerales utilizados como antiplásticos se destaca la presencia de mica tanto en la cerámica fina como en la mediano-gruesa, seguida del cuarzo abundante entre los fragmentos de grosores medianos. La cocción predominante en la cerámica decorada laes reductora, seguida de del tipo mixto y baja presencia de la oxidante. Lo anterior cambia en la cerámica no decorada, asociada a tareas cotidianas, donde las tres atmósferas están más equilibradas con cierto predominio de la oxidante y la mixta. Con respecto al tipo de pasta, se registra un alto porcentaje de pastas porosas asociadas a los grupos no decorados, en algunos casos también se observan manchas de hollín producto de la exposición al fuego. Entre los fragmentos decorados son representativos los fragmentos con pastas compactas vinculados generalmente a los grupos valliserranos (Ciénaga, Aguada y Saujil) y también a la cerámica fina no decorada. Sólo un 10% de la muestra presenta tipos laminares. Ahora bien, pasaremos a desarrollar las tendencias observadas en el conjunto artefactual lítico. El 53% de la muestra (N=88) corresponde a instrumentos, entre los que se registraron ocho materias primas, con mayor representación de las vulcanitas 4 y 8 y la cuarcita. Entre los instrumentos enteros (N=9) predominan los tamaños relativos superiores a medianos grandes. Se han identificado un total de 75 aristas y superficies activas, entre las que se hallan representados 14 grupos tipológicos. Predominan las raederas, los filos naturales con rastros complementarios (FNRC) y los fragmentos de palas y/o azadas líticas. Entre las palas y/o azadas se registraron individuos en estadio de manufactura, fragmentos apicales y pedúnculos (sensu Pérez 200374). El elevado porcentaje de fragmentos de artefactos y filos o bordes no diferenciados estaría asociado al alto grado de fragmentación del conjunto. Los desechos representan el 42% del conjunto artefactual. Entre los mismos se identificaron 11 materias primas, predominando las obsidianas, la cuarcita y el cuarzo.

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Op. Cit SEMPÉ DE GÓMEZ LLANES M.C. 1977 Caracterización de la cultura Saujil. Obra Centenario del Museo de La Plata,II. La Plata. 73 Op. Cit 74 PÉREZ, S. 2003. Experimentación y análisis de microdesgaste de ―palas y/o azadas‖ líticas de Antofagasta de la Sierra (Catamarca). Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas (orientación Arqueología). FFyL, UBA. 72

El 52% de las lascas (N=31) se hallan enteras, con mayor presencia de tamaños relativos medianos pequeños, seguidos de los pequeños y grandes, los medianos grandes y muy grandes. Sólo una lasca primaria ha sido relevada, correspondiendo el 87% del conjunto a lascas angulares. En lo que refiere al porcentaje de corteza (sensu Franco 2002 75), las más representadas (N=16, sólo lascas enteras) son las que no presentan corteza, seguidas de aquellas con 0,1-25%. Entre los talones (N=22, lascas enteras y fracturadas con talón) alcanzan mayor frecuencia los lisos. Finalmente, se recuperaron cuatro núcleos. Dos corresponden a bipolares en obsidianas, un tercero a un núcleo amorfo en vulcanita 3, y el cuarto a un discoidal regular en vulcanita 4. Volcán La Alumbrera 1 y 2. También en el fondo de cuenca, en el extremo oriental de la laguna Antofagasta, registramos una serie de estructuras circulares: Volcán La Alumbrera 1 y 2 (Figura 5 y 6). Se relevaron 103 fragmentos cerámicos, entre los que priman los no decorados. Entre los decorados se observan algunos fragmentos grises-negros, ante-rojizos y otros amarillentos con engobe. Si bien la muestra es poco diagnóstica (incluso se registraron fragmentos post hispánicos) muchas características la vinculan con el Formativo. La presencia de cerámicas incisas o grises pulidas de filiación valliserrana permite sugerir su asociación al componente superior de Casa Chávez Montículos, aunque algunos fragmentos con baño grueso de pintura negra vincularían el conjunto, asimismo, al componente inferior de este sitio. A partir del análisis tecnológico fue posible identificar un porcentaje mayoritario de pastas compactas entre las decoradas, mientras entre las no decoradas dominan las pastas porosas con inclusiones de cuarzo (aunque la mica también está presente) finas, medianas y gruesas. Son dominantes los fragmentos decorados con inclusiones fino-medianas, sin embargo el panorama es más heterogéneo entre los no decorados donde aparecen desde inclusiones finas a gruesas. Por último, entre los decorados la atmósfera de cocción no es homogénea, pudiéndose identificar abundantes oxidantes, pero también reducidos y mixtos. La situación entre los no decorados es aún más equilibrada entre los tres tipos de atmósfera. Por su parte, el conjunto artefactual lítico relevado está conformado por 47 artefactos, de los cuales el 19% corresponden a instrumentos. Entre estos (N=9) se han identificado cuatro materias primas: vulcanitas 2, 4 y 8, y obsidiana. Sólo tres instrumentos se encuentran enteros, uno de tamaño mediano pequeño y los dos restantes de tamaños grande y muy grande. Se han identificado un total de 16 aristas y superficies activas: cinco raederas, un fragmento apical de pala y/o azada, un cortante o trinchete, dos denticulados, una punta entre muescas, una punta burilante, dos FNRC y dos filos enteros y/o fracturados no diferenciados. Los desechos conforman el 77% del conjunto artefactual. Las materias primas mayormente representadas son la cuarcita, obsidianas y vulcanita 4; no debemos dejar de mencionar tres desechos de minerales verdes. Considerando el conjunto de lascas (N=29) sólo el 31% se hallan enteras. En cuanto a sus tamaños (N=9, sin fracturadas), cuatro corresponden a tamaños medianos pequeños, cuatro a tamaños medianos grandes y las restantes a grandes.Con respecto al tipo de lascas (N=29), el 73% corresponden a lascas angulares. En lo que refiere al porcentaje de corteza (N=9, sin fracturadas), cinco no presenta. Finalmente, entre los talones (N=24) predominan los lisos, seguidos de los no diferenciados. Se recuperaron dos núcleos, uno con extracciones aisladas sobre una lasca muy grande de cuarcita y un núcleo bipolar en obsidiana.

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FRANCO, N. 2002 Estrategias de utilización de recursos líticos en la cuenca superior del río Santa Cruz (Argentina). Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

Corral Grande 1. Se han identificado tres sitios arqueológicos sobre las terrazas del Otro Río (afluente del río Mojones): Corral Grande 1, 2 y 3 (Figura 5). El primero, sobre el que más se ha trabajado hasta el momento, se halla aproximadamente 22 km lineales al norte del actual poblado de Antofagasta de la Sierra y a 3730 m.s.n.m, en lo que correspondería a sectores intermedios (Figura 7). Constituye un sitio multicomponente, con evidencias asignables tanto al Formativo como al Tardío y a momentos históricos. Incluso algunos hallazgos de puntas de proyectil en superficie lo relacionarían con poblaciones cazadoras recolectoras arcaicas (Olivera et al. 2008 76). En este sitio se realizaron relevamientos planimétricos in situ de las estructuras y a partir de imágenes satelitales de alta resolución. Se han recolectado 177 fragmentos cerámicos, 35% de los cuales corresponden a cerámica decorada en la que predominan los grupos grises incisos y grises-negros pulidos. Todo el contexto se corresponde con el de Casa Chávez Montículos y al del resto de los sitios con ocupaciones formativas de la región. Entre los conjuntos no decorados se destacan algunos fragmentos de muy buena manufactura, con grosores finos (6 mm promedio) y pasta de textura fina y muy compacta, similar en algunos casos a la de los tipos grises decorados de filiación valliserrana. Muchos evidencian señales de exposición al fuego que apuntan a un contexto doméstico. Esta cerámica refleja muy buena destreza técnica y baja estandarización en la manufactura, propio del período Formativo (Vidal 200277). Cabe mencionar la presencia de un fragmento de pipa característica del período mencionado. En Corral Grande 1, al igual que en los sitios anteriores, fue posible constatar la dominancia de la cerámica decorada con inclusiones de tipo fino, aunque entre la cerámica no decorada predominan los tamaños fino-mediano-gruesos y fino-mediano. La mica y el cuarzo, representados de manera equilibrada en el total de la muestra, conforman los antiplásticos más comunes; la primera con tamaños finos y el cuarzo con tamaños medios a gruesos. Por último, el análisis de la atmósfera de cocción permitió detectar que se utilizó cocción oxidante completa y reductora completa, esta muy particularmente entre los decorados, con baja presencia de la atmósfera mixta. Entre los tipos de pasta domina para los fragmentos decorados el tipo compacto seguido, en menor medida, por las pastas porosas, situación que se invierte entre los no decorados. El 24% del conjunto artefactual lítico (N=186) corresponde a instrumentos, entre los que se han registrado ocho variedades de materias primas líticas. La más representada es la vulcanita 4, seguida de las obsidianas y la vulcanita no diferenciada. Los tamaños muy pequeños, pequeños y medianos pequeños son los mayormente representados entre los instrumentos enteros (N=10). Se han identificado un total de 58 filos y superficies activas, entre los que se encuentran representados 14 grupos tipológicos. Las raederas tienen importante frecuencia junto con los FNRC y los artefactos de molienda. Cabe mencionar el registro de dos cuentas, una en proceso de formatización y otra terminada. Entre los desechos (N=137) son nueve las rocas y minerales identificados; predominan las obsidianas y la vulcanita 4, seguidas de vulcanita no diferenciada. Asimismo, se ha registrado minerales de cobre. Las lascas (N=115) evidencian un considerable grado de fractura. Entre las enteras (N=30) predominan los tamaños pequeños, seguidos de los medianos pequeños y medianos grandes. Las grandes, muy grandes y muy pequeñas también se encuentran presentes. 76

OLIVERA, D., A. ELÍAS, P. SALMINCI, P. TCHILINGUIRIAN, L. GRANA, J. GRANT Y P. MIRANDA 2008 Nuevas evidencias del proceso sociocultural en Antofagasta de la Sierra. Informe de campaña año 2007. La Zaranda de Ideas 4: 119-140. 77 VIDAL, A. 2002. Análisis funcional de la cerámica utilitaria en Casa Chávez Montículos (Prov. De Catamarca). Catamarca: Universidad de Catamarca. Shincal 7:1-20.

Predominan las lascas internas, aunque las externas también se hallan representadas. Entre las enteras (N=30) es muy elevada la frecuencia de aquellas que no presentan corteza. Entre los talones de las lascas (N=79, lascas enteras y fracturadas con talón), los lisos presentan la mayor frecuencia, seguidos de los lisos naturales. Finalmente, se recuperaron 5 núcleos, todos ellos bipolares en obsidianas y calcedonia. Las Escondidas. El sitio Las Escondidas se encuentra localizado en el curso inferior del río Miriguaca, a aproximadamente 8-10 km de la localidad de Antofagasta de la Sierra. Comprende un conjunto de siete estructuras de planta predominantemente subcircular y de grandes dimensiones, cuyos muros se conforman por la concentración de clastos de mediano y pequeño tamaño. Dentro de este patrón general, se pudo apreciar cierta variabilidad que incluía: a) estructuras de planta circular simples con muros de piedra dobles y rellenos de rocas de menor tamaño. En algunos casos, se registraron recintos en el interior de los grandes círculos y otros perimetrales, adosados a los muros, incluyendo rasgos como morteros fijos; b) estructuras de planta circular y muros de hilada simple, de conformación no tan claramente definida como las anteriores; c) acumulaciones de rocas de pequeño y mediano tamaño, de perímetro circular, que conforman ―montículos‖ de escasa altura o especies de ―empedrados‖ o ―pavimento‖ de forma más o menos circular. La estructura de mayores dimensiones registrada en este sitio presenta 18 m de largo por 17,5 m de ancho y la menor 10,4 m de largo por 10,3 m de ancho. Respecto a los restos asociados, tanto en el interior como en el exterior de las mismas se observó abundante material superficial, tanto lítico como cerámico. El material cerámico muestra la presencia de tipos negros y rojos pulidos, tratados con técnica de baño o engobe, similares a los tipos característicos del norte de Chile (especialmente San Pedro de Atacama) (Núñez 196578, Orellana 196379, Tarragó 197680). A estos se suman fragmentos marrones-rojizos pulidos, de recurrente aparición en contextos formativos puneños (Olivera 199281, 199782). Por su parte, el material lítico está representado por artefactos de molienda, fragmentos de palas, y distintos tipos de artefactos unifaciales y bifaciales en variedades de vulcanita, obsidiana y cuarcita. Se destaca, fundamentalmente, la presencia de puntas de proyectil de pedúnculo destacado, aletas entrantes rectas u obtusas, o aleta entrante y hombro y limbo lanceolado o triangular de bordes convexos. Estas puntas se adscribirían a una cronología de 3200-2000 años AP (Hocsman 200683). Actualmente, se están desarrollando excavaciones estratigráficas que han permitido la obtención de tres fechados radiocarbónicos: 1737 ± 50 años AP (Arizona – carbón), 1976 ± 47 años AP (Arizona – hueso) y 2021 ± 48 años AP (Arizona – hueso). Discusión del registro reciente. Las evidencias expuestas previamente nos llevan a sugerir que Arroyo Seco, Volcán La Alumbrera y Corral Grande 1 corresponderían a ocupaciones de tipo residencial, asignables a momentos formativos posteriores a ca. 2000 años a.p.

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NÚÑEZ, L. A. 1965 Desarrollo cultural prehispánico del Norte de Chile, en Estudios Arqueológicos 1: 37-115 Universidad de Chile, Antofagasta, Chile. 79 ORELLANA, M. 1963 La Cultura San Pedro. Publicación 17, Centro de Estudios Antropológicos.,Universidad de Chile, Santiago. 80 TARRAGÓ, M. N. 1976. Alfarería típica de San Pedro de Atacama (N de Chile)‖, en Estudios Atacameños 4: 37-65. Universidad del Norte, Chile. 81 Op. Cit 82 Op. Cit 83 HOCSMAN S. 2006. Tecnología lítica en la transición de cazadores-recolectores a sociedades agropastoriles en la porción meridional de los Andes Centro Sur. Estudios Atacameños 32: 59-73.

Las variadas estructuras arquitectónicas, asociables a viviendas y corrales, apoyan la idea de la ocupación residencial de estos sitios. En el caso particular de Arroyo Seco y Volcán La Alumbrera las estructuras registradas son sumamente relevantes al ser las primeras identificadas en el fondo de cuenca, asignables a momentos formativos, que conservan su planta original. En este sentido, en Casa Chávez Montículos sólo se registraron tramos de muros y sectores de pisos preparados (Olivera 199284). En los conjuntos cerámicos relevados en los tres sitios se ha identificado un número importante de fragmentos adscribibles a los tipos Saujil, Cienaga y, en menor medida, Aguada, en forma similar a lo que ocurre en el Componente Superior de Casa Chávez Montículos. También, unos pocos fragmentos con baño grueso de pintura negra o roja, comparables a los hallados en el Componente Inferior del sitio mencionado. Por otro lado, las características tecnológicas de los conjuntos cerámicos permiten inferir, de manera preliminar, la presencia de diversas actividades de tipo utilitarias (cocción, servicio, procesamiento de alimentos y almacenaje), lo que podría relacionarse a contextos domésticos. Asimismo, no debemos olvidar que fragmentos de cerámica decorada fueron registrados en una tumba en Arroyo Seco 5, asociados probablemente a prácticas rituales. Es indudable que entre la cerámica decorada existe similitud tecnológica con Casa Chávez Montículos. Esto es más evidente respecto del Componente Superior al considerar los tipos de pasta y las características estilísticas de las muestras decoradas. En cuanto a las no decoradas, los tres sitios nuevos presentan alta similitud y características, asimismo, asimilables al Componente Superior con excepción de los tipos de pasta. Es indudable que el conjunto que más se aproxima a Casa Chávez Montículos es el de Corral Grande, lo cual parece afirmarse aún más al revisar el componente lítico. Las tendencias observadas en los conjuntos líticos de los tres sitios nos llevan también a proponer su uso como bases residenciales. Por un lado, actividades de obtención de soportes y manufactura de artefactos (Escola 200085) estarían representadas en todos ellos; las tendencias que llevan a postular esto son: importante presencia de lascas internas con escasa corteza, tamaños medianos pequeños, medianos grandes y talones lisos, junto a la de lascas primarias y secundarias y lascas pequeñas o microlascas, alto grado de fragmentación, representación de preformas de artefactos (cuenta no terminada en Corral Grande 1 y pala y/o azada en proceso de manufactura en Arroyo Seco) y de núcleos. Por otro lado, es considerable el número de grupos tipológicos registrados, asociables a diversos modos de acción (raspado, corte, incisión, percusión, etc.) y, predominantemente, a actividades de procesamiento y/o consumo (artefactos de molienda, raederas, raspadores, trinchetes, puntas entre muescas, puntas burilantes, percutores), como podríamos esperar en una base residencial (Babot et al. 2006 86). No debemos dejar de mencionar que diversas materias primas, procedentes de diversos sectores de la cuenca y áreas aledañas, se hallan representadas en cada uno de los tres sitios. También en este caso surgen algunas observaciones de interés para el futuro al comparar los nuevos sitios con Casa Chávez. En primer lugar, tanto en la representación de las materias primas como en lo tecno-tipológico se observan a nivel general fuertes similitudes entre los cuatro, pero también algunas diferencias. Nuevamente Corral Grande es el que más se aproxima al conjunto de Casa Chávez. En ambos están representados en buena medida los artefactos de molienda, no registrados por el momento en los otros dos sitios. Si bien no resaltan tanto en CChM puede deberse a que el saqueo, especialmente en superficie, fue alto y los elementos de molienda registrados provienen de excavación. Algo similar se refiere a las ausencia de palas/azadas líticas en CG debido a que la muestra considerada proviene de la recolección de un recinto, mientras que en otras muestras de superficie fueron registradas en el sitio. 84 85 86

Op. Cit Op. Cit Op. Cit

Otro elemento interesante es la menor presencia de cuarcita en CG y CChM, mucho más representada en los otros dos sitios, especialmente a nivel de los desechos. Finalmente, es notoria la mayor representatividad de instrumentos de corte y raspado en los tres sitios nuevos respecto de CChM. Todo lo anterior apoyaría la idea de cierta contemporaneidad entre todos los sitios, particularmente, por encima de los 2000 años a.p. Sin embargo, las mismas excepciones apuntadas nos llevan a ser cautos y pensar en posibles diferencias funcionales, logísticas y/o cronológicas más finas entre los cuatro. Casa Chávez Montículos es una Base Residencial de Actividades Múltiples y las características de Corral Grande parecen aproximarlo a esta definición. Las diferencias entre ambos parecen más asociadas a su ubicación en distintos microambientes que a funcionalidades diferentes en la logística de asentamiento de las sociedades del Formativo más tardío. Por otra parte, Arroyo Seco y Volcán La Alumbrera aparecen asociados a antiguas vegas de borde de laguna totalmente degradadas en la actualidad. Es posible postular que ambos sitios estuvieran más relacionados a la logística pastoril que a la agricultura. De acuerdo a los estudios paleoambientales realizados, la aridización posterior a ca. 1650 a.p. pudo afectar antes y en mayor medida este sector inferior del fondo de cuenca que aquel aledaño a Casa Chávez Montículos. Esto habría llevado a que Arroyo Seco y, especialmente, Vcan. La Alumbrera dejaran de ser operativos y fueran abandonados antes de la desocupación final de CChM. Finalmente es particularmente interesante el sitio Las Escondidas ya que, en principio, todas estas evidencias lo asimilarían a momentos tempranos del Formativo. Se observan similitudes con el Componente inferior del sitio Casa Chávez Montículos (Montículo 1), hasta el momento, el sitio formativo más antiguo de la microregión, ya que cuenta con una cronología comprendida entre aproximadamente 2400 a 1500 AP. Sin embargo, también parecen esbozarse de manera preliminar ciertas diferencias interesantes que podrían vincularse con dinámicas sociales diferenciadas para distintos microambientes de la cuenca. En este sentido, resulta llamativa la ausencia en el registro superficial y en el estratigráfico (que está en sus inicios) de material cerámico con posible correspondencia con la región valliserrana (tipos Ciénaga y Saujil). Asimismo, tampoco se ha detectado la presencia de puntas de proyectil triangulares con pedúnculo diferenciado y aletas entrantes, de presencia recurrente en todos los niveles de ocupación del Montículo 1 (Escola 200087). Otros elementos de contexto: isótopos y algo más. Si bien no es intención de este trabajo realizar un análisis contextual pormenorizado de los sitios, creemos interesante considerar algunos aspectos del mismo que puede relacionarse con el manejo económico de los camélidos sudamericanos. Los estudios dietarios a partir de análisis isotópicos, especialmente del carbono (C) y el nitrógeno (N), son considerados muy útiles para estimar las relaciones de ingesta de vegetales y carne por parte de los seres humanos y se integran muy bien a los estudios arqueofaunísticos y arqueobotánicos. El colágeno de los huesos tiene un ritmo de reposición en el organismo de aproximadamente entre diez y treinta años; por lo tanto, su estudio refleja el promedio de ingesta que el individuo efectuó durante ese lapso. La piel, el pelo y las uñas tienen un ritmo mayor y pueden reflejar la dieta de cortos períodos, incluso estacionales (Ambrose 199388; O´Connell y Hedges 199989; Schwarcz y Schoeninger 1991:28590). 87

Op. Cit AMBROSE, S.H. 1993. Isotopic Analysis of Paleodiets: Methodological and Interpretive Considerations. Investigations of Ancient Human Tissues: Chemical Analyses in Anthropology (ed. por M.K. Sandford), pp. 59-130. Gordon and Breach Science Publishers, Langhorne. 89 O´CONNELL, T.C. Y R.E.M. HEDGES 88

El delta del carbono 13 sirve para diferenciar las dietas que se basan en plantas de diferente patrón fotosintético. Hay tres tipos de patrones fotosintéticos: C 3, C4 y CAM. Las C3 son la mayoría de las plantas silvestres de la Puna e incluyen a la quinoa (Chenopodium quinoa), porotos y los tubérculos (papa, oca, ulluco y mashua) (Hastorf y De Niro 1985 91). Estas plantas tienen un rango de valores entre -25 y -35 ‰ (media: -27.1 ‰). Las C4 incluyen al maíz (Zea mais) y tienen valores que oscilan entre -7 y -16 ‰ (media: -13.1 ‰). Las CAM son estacionalmente C3 y pertenecen, casi exclusivamente, a suculentas de tierras áridas como los cactus y el ágave. Sus valores oscilan entre -10 y -14 ‰ cuando el crecimiento ocurre de noche vía CAM, o de -24 a 30 ‰ cuando se efectúa de día vía fotosíntesis C3 (Pate 199492). Las plantas obtienen nitrógeno del aire pero también del suelo, que tiene valores comprendidos entre -4 y +14 ‰. Otra fuente de nitrógeno es el agua dulce y marina que fijan el mismo a través de bacterias y algas azules (Pate 1994: 17993). Los valores en los organismos acuáticos son más positivos que en los terrestres, además hay un enriquecimiento de 3-4 ‰ a medida que se asciende de nivel trófico. Como la cadena trófica marina es más larga que la terrestre, los primeros presentan valores más altos que los últimos. Por ejemplo, los mamíferos terrestres tienen un promedio de +5.7 ‰, mientras que los mamíferos marinos de +15.6 ‰ (Schoeninger y De Niro 198394). Ambrose y De Niro (198695) indican que un enriquecimiento del 15N también fue notado en el colágeno de los huesos de herbívoros provenientes de zonas áridas de Africa Oriental cuyos valores son similares a los de ambientes marinos. Estos van de +12 a +19.3 ‰ (rangos marinos entre +12.7 y +19.4 ‰). Este hecho se debe a que existe una fuerte correlación negativa entre la cantidad de precipitaciones anuales y el valor del 15N en el colágeno de los herbívoros. Altos valores (es decir, mayores a +10 ‰) ocurren en áreas con menos de 400 mm anuales de precipitación (Pate 199496). Norr (1995:208) sugiere que es recomendable conocer los valores teóricos o reales de la composición isotópica de la cadena trófica local o regional con el fin de interpretar más efectivamente los resultados de los isótopos de los restos humanos. Diversos autores han realizado controles isotópicos de plantas y animales andinos que son de gran utilidad (Ambrose y De Niro 198697; Hastorf Y De Niro 198598; Fernández et al. 199199; Fernández y Panarello 1994100).

1999. Isotopic Conparisons of Hair and Bone: Archaeological Analyses. Journal of Archaeological Science, 26: 661-666. 90 SCHWARCZ , H.P. Y M.J. SCHOENINGER 1991. Stable Isotope Analyses in Human Nutritional Ecology. Yearbook of Physical Anthropology 34: 283-321. 91 HASTORF, C.A. Y M.J. DE NIRO 1985. Reconstruction of prehistoric plant production and cooking practices by a new isotopic method. Nature 315: 489-491. 92 PATE, F.D. 1994. Bone Chemistry and Paleodiet. Journal of Archaeological Method and Theory, 1: 161-209. 93 Op. Cit 94 SCHOENINGER, M.J. Y M.J. DE NIRO 1983. Nitrogen and Carbon Isotopic Composition of Bone Collagen from Marine and Terrestrial Animals. Geochimica et Cosmochimica Acta 48: 625-639. 95 AMBROSE,S.H Y M.J. DE NIRO 1986. Reconstruction of African Human Diet using Bone Collagen Carbon and Nitrogen Isotope Ratios. Nature 319: 321-324. 96 Op. Cit 97 Op. Cit 98 Op. Cit 99 FERNANDEZ, J.; V. MARKGRAF; H.O. PANARELLO; M. ALBERO; F.E. ANGIOLINI; S. VALENCIO y M. ARRIAGA 1991. Late Pleistocene/Early Holocene Environments, Climates, Fauna and Human Occupation in the Argentine Altiplano. Geoarchaeology 6: 251-272. 100 FERNANDEZ, J. Y H.O. PANARELLO 1994. Estimaciones Paleodietéticas y Ambientales: Esqueletos 1 y 2 Puesto El Rodeo. Contribución a la Arqueología del Río Pinturas (Provincia de Santa Cruz) (ed. por C.J. Gradin y A.M. Aguerre), pp. 300-310. Búsqueda de Ayllu, Concepción del Uruguay

Uno de nosotros, junto a H. Yacobaccio, lleva adelante desde hace varios años una exploración sobre la dieta de los grupos prehispánicos puneños durante el Holoceno, que incluye el establecimiento de valores estándar para las posibles especies involucradas en la dieta (Olivera y Yacobaccio 2002101). Si bien no contamos con gran cantidad de muestras humanas para Antofagasta de la Sierra, ya existen algunos valores que cubren diferentes épocas del Holoceno y que hemos resumido en la Figura 8. Los valores de 13C de los sitios del Arcaico Final apuntan a una dieta basada fundamentalmente en ingesta de carne y/o vegetales C3, lo cual se confirma por los altos valores del N15. Es interesante notar el descenso del valor de N15 en la muestra de Cueva Cacao 1a, lo que podría coincidir con un mejoramiento ambiental con aumento de la humedad que proponen los estudios paleoambientales a partir de ca. 3000 años AP. Otro elemento interesante es la variación de los valores de C13 del hueso respecto de los de piel y pelo en el individuo del sitio Punta de la Peña 11. Dado que se trata de un infante, los valores reflejan la dieta materna. El valor del hueso, promedio de 10 a 30 años, muestra quizás una dieta más equilibrada entre carne y vegetales, mientras que en el corto plazo parecería haber aumentado la ingesta de plantas C3 o haber soportado algún tipo de stress quizás relacionado con extrema aridez ambiental. Finalmente, los valores del nonato del sitio Quebrada Seca parecen coincidir con los esperables en una economía basada en la caza. Un cambio notable se observa en las muestras provenientes de sitios posteriores a los 2000 años AP. En todos los casos el 13C muestra un incremento que apunta a una importante ingesta de plantas C4, muy posiblemente el maíz comienza a jugar un rol importante. Sin embargo, los valores del N muestran que la proteína carnea estuvo siempre presente en la dieta de manera importante. Podríamos pensar en una dieta equilibrada, donde los vegetales cultivados junto a la carne y grasa de los camélidos sudamericanos formaron parte de la misma. Los elementos anteriores se refuerzan si observamos en el gráfico de la Figura 9 la relación entre el C y el N donde se observa que los individuos del Arcaico Final caen en categoría de herbívoros o superior, mientras que los agropastoriles coinciden, en general, con la misma categoría. Esto último podría implicar un aumento de ingesta de vegetales C3, pero los valores del 13C muestran claramente una importante ingesta C4 que identificamos con maíz. En conclusión, los datos parecen apuntar a que, aún con el aumento de la incidencia de la agricultura en la economía, los grupos puneños formativos y tardíos continuaron otorgando singular importancia a los camélidos en la misma. El análisis de fibra es otra prometedora línea de evidencia que M.C. Reigadas (1995102, 2008a103, 2008b104) viene explorando desde hace muchos años utilizando registro de diferentes sectores de la Puna. Hay diversos sitios de Antofagasta que arrojaron interesantes datos que creemos útil considerar aquí. En Quebrada Seca 3 (ca. 5400-4410) Reigadas (2008b105) identifica fibra de Vicugna vicugna, Lama guanicoe (que no se emplea en manufacturas) y un tercer patrón que coincidiría con el de la llama (variedad Intermedia). Los colores de las muestras observadas son los naturales, canela para OLIVERA, D.E. Y H.D. YACOBACCIO. 2002. Estudios de Paleodieta en Poblaciones Humanas de los Andes del Sur a Través de Isótopos Estables. Actas del V Congreso Nacional de Paleopatología, Alcalá la Real, España. (En CD e http://www.ucm.es/info/aep/boletín/actas/24.pdf). 102 REIGADAS, M. C. 1995 Caracterización de Tipos de Camélidos Domésticos Actuales para el Estudio de Fibras Arqueológicas en Tiempos de Transición y Consolidadción de la Domesticación Animal. Zoarqueología de Camélidos, 1: 125-154. Ed. Grupo Zooarqueología de Camélidos. 103 REIGADAS, M. C. 2008a. Los colores de la complejidad. El camino hacia la especialización ganadera (Cacao 1- Antofagasta de la Sierra, Catamarca) Arqueología Nº 14. En Prensa 104 REIGADAS, M. C. 2008b. Explotación de recursos animales y producción textil durante el Holoceno (Antofagasta de la Sierra, Catamarca, Argentina). En: Estudios Atacameños. Arqueología y Antropología Surandinas Nº 35. 105 Op. Cit 101

vicuña, bermellón para guanaco y marrón y blanco para el ―patrón llama‖, existiendo muestras asignadas a llama teñidas de rojo. Las fibras con patrón vicuña (color canela) como también llama (blanco y marrón) son empleadas en la elaboración de cordeles, prevaleciendo el empleo de estas últimas. En los cordeles elaborados con fibras del patrón llama, hay selección de fibras por especie, no observándose selección por tipo de fibra (lanillas vs. pelos). Tienen presentes los pelos o fibras más gruesas componentes del manto, presentes también en las muestras de vellones asignados a este patrón. Entre los cuatro cordeles elaborados con vicuña, dos presentan una selección intencional de fibras por tipo y fueron confeccionados con las lanillas del manto, descartando las fibras más gruesas. Estos están asociados a un fardo funerario procedente del nivel 2b2 (4930±110 AP AC 1115). En las otras dos muestras de cordeles están presentes tanto los pelos como las lanillas (Reigadas 2008b106). La presencia del color blanco en el patrón llama se asocia a manipulación y/o mayor control sobre los animales, lo que podría corresponder con un proceso de domesticación o la presencia de animales domésticos, si bien se debe ser prudente en este sentido ya que existe aún discusión entre los especialistas (Reigadas 2008b107 y com. per.) Por otra parte, ya en el Formativo, en Punta de la Peña 9 (ca. 1500 años AP) todas las muestras identificadas en cuerdas, textiles y sogas (estas con algo de cabello humano) corresponden a Lama glama, aunque se registró algo de fibra de vicuña en paquetes de cuero. Finalmente, en muestras de sitios tardíos observamos un panorama algo diferente. En las ocupaciones superiores del sitio Punta de la Peña 4 (ca. 960-460 años AP) se encuentran vellones y cordeles Vicugna vicugna y Lama glama. En Cueva Cacao 1A (ca. 1000-900 años AP, pero también ca. 3000-3400) se encuentran: hilos Vicugna vicugna, Lama guanicoe y llama; Cordeles Vicugna vicugna, Lama guanicoe y Rodentia; hisopos de Lama guanicoe. Son muy importantes para CC1a las observaciones de Reigadas: ―Resulta interesante en la muestra estudiada, la aparición de fibras negras en vellones, hilos y cordeles. Dransart (1991) presenta la primera evidencia de vellones de este color para Tulán 85 y 54, y afirma que poseían rebaños domesticados de camélidos a juzgar por la rara pero significativa aparición de fibras negras, apoyándose en Gilmore (1950, citado en Dransart 1991) que comenta que el melanismo no ocurre en las poblaciones de guanaco‖ (Reigadas 2008a). En este sitio, además, se ubicó la primera evidencia de llama tipo lanudo o capa simple, asociada a la producción más especializada de fibra. Es interesante recordar que en un sitio de la Puna norte, Huachichocana (Capa B > 1000 años AP), se detectó evidencia de fibra del morfotipo llama lanuda en época muy tardía (Reigadas 2008b 108). Para concluir este apartado, destacaremos algunas tendencias de interés en el material lítico de ciertos sitios. En la aldea de Casa Chavez Montículos son habituales los fragmentos de palas/azadas líticas, pero su abundancia no parece ser homogénea a lo largo de todas las ocupaciones. En el Componente Superior del Montículo 1 se ubicaron el 63,5% de los fragmentos contra 36,5 % del Componente Inferior. Por otro lado, las 4 piezas enteras fueron rescatadas todas en el Componente Superior (2 M1 y 2 M4) (Pérez, S. 2005109). Es interesante este hecho dado que a partir de ca. 1900/1800 años AP se ha postulado un incremento en la importancia de la agricultura en la economía del Formativo regional (Olivera y Podestá 1993110). Por supuesto que esta tendencia puede ser engañosa y deberse a un sesgo de excavación, pero por el momento creemos que debemos tomarla e cuenta. 106

Op. Cit Op. Cit 108 Op. Cit 109 PEREZ, S. 2005 Análisis de microdesgaste por uso de palas y/o azadas líticas de Antofagasta de la Sierra (Pcia. de Catamarca.) Aportes para su interpretación funcional. Hombre y Desierto. Una Perspectiva Cultural 12:23-46. 110 Op. Cit 107

Finalmente, respecto de las puntas de proyectil estas parecen aún más abundantes en los sitios de altura que en la Base Residencial. En Casa Chavez Montículos se rescataron 38, incluidos los montículos 1 y 4, mientras que fueron 32 ejemplares en Real Grande1 y alrededor de 30 en Real Grande 6, incluyendo en todos los casos enteras, fracturadas y preformas (Escola 2000111 y com. per.). En este caso es difícil pensar en que obedezca a diferencias en los tamaños entre las áreas de excavación ya que esta es sustancialmente inferior en los sitios de Real Grande. Por lo tanto, no se debe descartar que la abundancia de puntas esté relacionada con la funcionalidad de los sitios de altura, quizás en relación con la caza de camélidos silvestres. Lo anterior cobra importancia cuando se analizan los datos de la osteometría de camélidos (Grant 2008112, Olivera y Grant 2009113), incluyendo el sitio Tardío temprano de BCII ya que no pasa de ser una ¨aldea¨ muy similar a las del Formativo final (Figura 10). En términos generales, en los sitios de altura y del sector intermedio (Real Grande 1 y 6 y Cueva Cacao 1 A), se observa un predominio absoluto de especímenes correspondientes a camélidos pequeños asociados a estándares de vicuña (Vicugna vicugna). De esta manera, de 64 especímenes analizados para estos sitios, el 100% ha sido identificado por osteometría como vicuña. En los sitios de fondo de cuenca (CChM 1 y 4 y BC II) los especímenes analizados muestran un amplio rango de variabilidad que puede ser agrupado en diferentes categorías de tamaño. Se encuentra un grupo compuesto por individuos más grandes que el guanaco actual, asignados a llamas. Se observa también un segundo grupo cuyos valores se distribuyen alrededor del estándar de guanaco moderno. Los especímenes de este grupo presentan una situación compleja porque podrían tratase tanto de guanacos como de llamas pequeñas. Un tercer grupo de camélidos pequeños se alejan bastante del estándar de guanaco, siendo asignados a vicuñas. Por otro lado, la aplicación de análisis estadísticos multivariados permitió ajustar a una resolución de grano más fino los especímenes óseos dentro del rango inferior del grupo de camélidos grandes, permitiendo asignar varios de ellos a lama glama. Así, mientras que con la técnica de Meadow un 19% (n=33) de los casos quedan incluidos en la categoría llama-guanaco, con los análisis multivariados ese porcentaje se reduce al 8% (n=12), asignándose el 11% (N= 21) de los casos restantes a llama (Grant 2008114). Podemos concluir de manera general que, en el conjunto faunístico de los sitios de fondo de cuenca, de 113 especímenes medidos, un 52% corresponderían a llamas (n=, 59) un 10% a llama-guanaco (n=10) y un 38% a vicuña (n=43). En los sitios de quebradas laterales, el 100% de los especímenes medidos fueron identificados como vicuña (n=64). Del total de los sitios muestreados, tanto las bases residenciales de fondo de cuenca como los puestos de caza/pastoreo de altura y de actividades especificas de quebradas intermedias, de 177 especímenes medidos, 59 corresponderían a llama, 11 en el que se superponen los valores de llama y guanaco y 107 a vicuña. En la Figura 11 se observa el número de especímenes identificados a nivel específico por elemento. En porcentajes, se estableció la presencia de un 33% de llamas, un 61% de vicuña s y 6% de llama- guanaco. Por otro lado, y en función de registrar variaciones a lo largo del tiempo en cuanto a la importancia de las actividades de caza respecto a la cría de animales domésticos, hemos agrupado los valores obtenidos para el componente inferior de CChM1 por un lado y para el componente superior de CChM1 y CChM4 por el otro. Los resultados logarítmicos obtenidos de la comparación de los distintos elementos para los dos componentes tomados por separado, detecta una disminución en la proporción de vicuñas a medida que pasa el tiempo, siendo mayor la representación de estas especies en el 111

Op. Cit Op. Cit 113 OLIVERA, D. Y J. GRANT. 2009 Puestos de altura de la puna argentina: zooarqueología de Real grande 1 y 6 y Alero Tomayoc. Revista del Museo de Antropología, 2: 151-168. Facultad de Filosofía y Humanidades – Universidad Nacional de Córdoba - Argentina 114 Op. Cit 112

componente fechado para momentos más tempranos (entre ca. 2400 y 1700 años AP) y disminuyendo su importancia en los componentes más tardíos (entre ca. 1700 y 1500 años AP). Esta tendencia ha sido confirmada por los análisis estadísticos multivariados, que permitieron asignar un 42% de los especímenes medidos del componente más temprano a vicuña, mientras que para los componentes más tardíos ese porcentaje se reduce a un 17%. Si bien la cantidad de elementos óseos medidos para el sitio Tardío BCII son aún escasos es interesante que la mayoría cae dentro del estándar de vicuña. Esto se refuerza por el hecho que todos los elementos medidos provenientes de los sitios de altura, para los fechados que se ubican entre ca. 1000 años AP y ca. 400 años AP, han sido asignados a vicuña. A manera de resumen Ambiente y Economía. Para los intereses de este trabajo nos focalizaremos en la evidencia de los últimos 3000 años donde se establecieron sociedades con producción de alimentos-, y revisaremos la incidencia de los camélidos sudamericanos en las mismas. En el cuadro de la Figura 12 intentamos resumir el panorama de la economía de los grupos humanos que habitaron la Puna Meridional desde el Arcaico Final hasta ca. 500 años AP. En ese cuadro se incluyen las condiciones ambientales cambiantes y los tipos de asentamiento con su ubicación en el paisaje. Luego de la gran aridez del Holoceno Medio, comienza un período de mejora ambiental a partir de ca. 4.500 años AP. En un marco de una cierta restricción de movilidad de los grupos, fueron las quebradas laterales con vegas los sectores principales de ocupación, aunque los bordes de lagunas como Laguna Colorada y Laguna Cavi pudieron haber jugado un rol importante de acuerdo a nuestras más recientes investigaciones en proceso. Es posible que durante esta fase se desarrollara o acelerara un proceso de domesticación del camélido (evidencias de posible fibra de llama y algunas medidas osteométricas aún en evaluación apoyaría esta idea), dentro de una economía donde la caza de la vicuña, en especial, y el guanaco ocuparon el rol principal según se desprende de la evidencia zooarqueológica. Seguramente la recolección y tal vez una horticultura temprana complementaran la subsistencia a medida que avanzaba el proceso, como indicarían recientes estudios de Babot (2006115) sobre restos orgánicos en instrumentos de molienda. A partir de los 3000 años AP, la presencia de llama domesticada a través de registro de fibra de llama intermedia parece indudable y ciertas evidencias podrían profundizar esta fecha hasta los 3.500 años AP, incluyendo datos osteométricos aún en evaluación. Lo que resulta indudable es que los camélidos, tanto domesticados como silvestres, jugaron un rol determinante en la economía de los grupos agropastoriles desde por lo menos los 3000 años AP y hasta la ocupación europea. En este sentido los registros arqueofaunísticos (óseo y fibra) y los resultados isotópicos son casi concluyentes. Durante este proceso se ocupan la totalidad de los sectores ambientales, pero con distinto grado de estabilidad y manejo de sus recursos según el momento cronológico y las características de las sociedades. Durante el Formativo Temprano (ca. 2500-1900 AP) los fondos de cuenca presentan ocupaciones en aldea cerca de la planicie fluvial, con alta estabilidad y donde se desarrollan diversas actividades, asociadas a una economía donde el pastoreo fue la actividad principal complementado con una agricultura de pequeña escala. Existiría una rotación de pasturas con utilización de los sectores medios y altos de las quebradas, según la época del año, asociada a sitios de actividades específicas (Puestos de Caza/Patoreo). La caza de vicuñas tuvo una gran importancia constituyendo quizás el mayor aporte de proteína carnea a la dieta. El ambiente era 115

BABOT, M.P. 2006. El papel de la molienda en la transición hacia la producción agropastoril: Un análisis desde la Puna Meridional argentina. Estudios Atacameños 32: 75-92.

más húmedo y existió mayor disponibilidad de agua en todos los sectores de la cuenca beneficiando la ocupación humana. Nuevos sitios ubicados recientemente en las márgenes de la Laguna Antofagasta en áreas actualmente inadecuadas para la práctica agropastoril pueden asociarse con ello (Olivera et al. 2008116). A partir de ca. 2000 años AP, coincidiendo con la presencia dominante de elementos valliserranos, la agricultura incrementa su importancia. En los sectores intermedios comienzan a instalarse puestos agropastoriles muy estables, quizás de ocupación de año completo, aprovechando las tierras aptas para el cultivo. La evidencia de una mayor ingesta de vegetales C4, muy posiblemente maíz, a partir de esta fecha parece reforzar esta hipótesis. Las evidencias analizadas para el Formativo tardío parecen apuntar a una menor incidencia de la caza de vicuñas, por lo menos de acuerdo a los datos osteométricos de las bases residenciales. Esto podría deberse a un decaimiento en la biomasa de ungulados relacionado con el fuerte deterioro ambiental hacia una aridez creciente a partir de 1650-1700 años AP, aunque nos inclinamos por un cambio logístico asociado a la presencia de grupos valliserranos que sustentaban su economía principalmente en la agricultura. Esta última hipótesis se refuerza en el hecho de que a partir de ca. 1100 años AP parece incrementarse nuevamente el componente cazador en la economía aún durante la mayor crisis de aridez registrada para el Holoceno Tardío (Anomalía Climática Medieval) y con un incremento de la superficie agrícola con la incorporación de técnicas de regadío en piedemonte y ladera en el sitio Bajo del Coypar. Asimismo la agricultura intensiva y extensiva no se limita al fondo de cuenca, ya que sitios como Campo Cortaderas y Punta Calalaste muestran sistemas agrícolas con complejo regadío similar a Bajo del Coypar. Por otro lado, comienzan a aparecer evidencias de un manejo más complejo de los rebaños domesticados. Mientras que durante el Formativo los rebaños estarían constituidos por un morfotipo de Llama Intermedia de uso más generalizado, tal como lo evidencian los tamaños sugeridos por los análisis osteométricos, a partir de 1200-1000 años AP comenzarían a desarrollarse morfotipos especializados orientados a la producción de fibra (aparición del morfotipo llama lanuda) y al transporte (aumento de la proporción de animales adultos y de gran tamaño). La creciente complejidad sociopolítica podría asociarse a un incremento de la práctica caravanera y la producción textil bajo el control de sectores diferenciados dentro de la sociedad (Olivera y Vigliani 2000/2002117). Aquí los datos de la arqueofauna se agregan al contexto arqueológico general: mayor número y diversidad de sitios, incremento del tamaño y complejidad de los mismos, agricultura extensiva, crecimiento demográfico, etc. En resumen, la economía del Formativo Temprano se orientaría a un pastoreo con agricultura complementaria, mientras a partir de los 2000 años AP la agricultura incrementa paulatinamente su importancia alcanzando un desarrollo intensivo a partir de los 1000 años AP. Pero, como hemos discutido, en la dieta siempre parece haber un buen equilibrio entre las proteínas animales y los hidratos de carbono vegetales. En este sentido, la caza de camélidos silvestres (vicuña) constituyó siempre una estrategia relevante, pero su incidencia parece haber sido mayor en el Formativo Temprano y en el período Tardío-Inka. Esto no estaría directamente relacionado a variables ambientales sino a motivos de logística económica, aunque los cambios en las condiciones de aridez deben haber influido en las decisiones tomadas por los grupos humanos y, consecuentemente, en el proceso cultural de Antofagasta de la Sierra durante los últimos 3000 años. Durante este proceso, los camélidos sudamericanos -tanto silvestres como domesticados- siempre jugaron un rol decisivo en la economía, la dieta y la reproducción de los grupos humanos involucrados. Las nuevas evidencias 116 117

Op. Cit Op. Cit

Las ideas formuladas respecto a la funcionalidad y cronología relativa de Arroyo Seco, Volcán La Alumbrera y Corral Grande 1 tienen diversas implicancias para la comprensión del proceso formativo de Antofagasta de la Sierra. Los dos primeros sitios, Arroyo Seco y Volcán La Alumbrera, nos posibilitan pensar sobre el establecimiento posterior a ca. 2000 años a.p. de nuevas bases residenciales, en coexistencia con Casa Chávez Montículos, en el fondo de cuenca. Por otro lado, la ubicación y características arquitectónicas de ambos sitios en el borde de la laguna Antofagasta, nos lleva a plantear que probablemente estuvieran relacionados con la explotación de las vegas para el pastoreo de camélidos. Actualmente, sin embargo, estos sectores presentan gran aridez, vegas profundamente degradadas y por lo tanto son descartados por los actuales pobladores campesinos. Estas condiciones de aridez se habrían agudizado a partir de ca.1650 años a.p. y alcanzarían un punto crítico alrededor de 1000 años a.p. (Anomalía Climática Medieval) (Olivera et al. 2004 118). Por lo tanto, se refuerza la idea de que el período de ocupación de estos sitios se ubicaría entre ca. 2000 y 1600 años a.p. coincidiendo total o parcialmente con la ocupación de Casa Chávez Montículos. Esto podría relacionarse con el incremento demográfico postulado hacia estos momentos temporales y, además, con situaciones ambientales y/o culturales que se estarían desarrollando en los valles mesotermales más bajos. Resulta excitante la idea de que los procesos culturales desarrollados en la Puna Meridional a partir de alrededor de los 2000 años a.p., formen parte de situaciones que involucren un alcance regional mayor, incluso macroregional, en consonancia con marcos ambientales cambiantes y procesos históricos y culturales que exceden al ámbito puneño. Por su parte, la existencia de Corral Grande 1, una posible base residencial con cronología relativa posterior a ca. 2000 años a.p. y ubicada en una de las quebradas subsidiarias del río Punilla, es sugestiva en el marco de la propuesta ocupación más intensa y estable de los sectores intermedios de la microregión, la cual estaría relacionada a la mayor incidencia de la agricultura en la subsistencia de los grupos y la limitación del fondo de cuenca para sustentarla, junto a una población creciente (López Campeny et al. 2005 119, Olivera 2006120). Finalmente, otro elemento a explorar es el hecho de que esta lógica de ocupación y utilización de los diferentes sectores del paisaje que parece iniciarse a partir de ca. 2000 años a.p., continúa hasta momentos Tardíos y actuales. La redundancia de ocupaciones en Corral Grande 1 y Punta de la Peña 9, por ejemplo, estarían en línea con esta idea. Por su parte, Las Escondidas parece fortalecer la idea de que en los momentos tempranos del Formativo, frente a un panorama ambiental más favorable, existieron Bases Residenciales permanentes ocupando los sectores inferiores de los cursos tributarios al Fondo de Cuenca, como sería el caso de Miriguaca y posiblemente de Paicuqui. Esta idea sugerida por Olivera hace tiempo (1992121) permitiría reinterpretar los modelos de ocupación y sería coherente con el de Sedentarismo Dinámico. Así, diferentes cuencas secundarias habrían funcionado como un conjunto de pisos altitudinales utilizados por grupos independientes, pero de la misma filiación cultural y étnica. Queda aún mucho camino por recorrer e interrogantes por develar, incluyendo cual sería el tipo de relación social, económica e ideológica entre los habitantes de las diferentes Bases Residenciales. Un punto crucial es el de la definición de territorios y la coparticipación de ciertas fuentes de recursos importantes (p.e., obsidiana), lo que se vincula con el entramado de relaciones sociales planteados a nivel grupal y/o familiar. En resumen, los nuevos sitios son ampliamente relevantes desde el punto de vista de la variación de la dinámica de uso y ocupación de distintos espacios a lo largo del Formativo, entre ca. 3000-1100 años a.p. Si bien somos conscientes de las restricciones de las muestras 118

Op. Cit Op. Cit 120 Op. Cit 121 Op. Cit 119

consideradas y la necesidad de nuevos trabajos de campo, consideramos que las ideas planteadas conforman un interesante punto de partida en el estudio de los nuevos sitios y su relación con el proceso sociocultural formativo de Antofagasta de la Sierra. Consideraciones finales. A lo largo de estas páginas intentas reseñar los aspectos más salientes del registro Formativo para un sector de la Puna Meridional. Seguramente estarán pobladas de omisiones e incluso de cierto desorden, pero podemos decir en nuestro descargo que no se pretendía un trabajo definitivo sino solo exponer a la consideración de los colegas algunos elementos salientes para la discusión del Taller. El Formativo constituye un fenómeno complejo y apasionante que ha llevado a los investigadores a más de seis décadas de discusión, sin que aún haya un acuerdo aceptable sobre sus implicancias. Si podemos coincidir en que el Formativo implicó para las poblaciones humanas cambios y decisiones tan importantes que repercutieron de manera dramática en su desarrollo posterior. Un elemento importante es que sus manifestaciones materiales, sus orígenes y desarrollo no fueron idénticos, más allá de ciertas similitudes, en toda el Area Andina ni, particularmente, en los Andes Centro Sur. Cuando Olivera planteó, hace ya dos décadas, el modelo de Sedentarismo Dinámico, solo apuntaba a un modelo logístico que implicaba aspectos económicos, de movilidad y manejo del espacio. Aclaró que solo se aplicaba a la microrregión de Antofagasta de la Sierra y que no pretendía explicar la complejidad de una sociedad en sus aspectos, sociales, políticos y simbólicos, como tampoco generalizarlo a todos los Andes Centro Sur, ni siquiera a la Puna de Atacama. Por supuesto que el modelo apuntaba a cierto tipo de sociedad de baja diferenciación sociopolítica interna y basada en la familia nuclear, a lo sumo extendida, como unidad productiva. Estas condiciones no parecen generalizarse a todos los procesos formativos andinos, pero el trabajo de algunos colegas mostró la utilidad de la herramienta para explicar ciertos casos en diversas zonas de los Andes. Como todo modelo es útil, pero no necesariamente explica toda la complejidad del fenómeno ni deja de ser mejorable en el futuro. En un trabajo reciente, aún en prensa, Olivera (2012122) rediscute el término Formativo y concluye que, más allá de los avances recientes, aún existe mucho que debe ser rediscutido a la luz de futuras investigaciones, favorecidas por los avances técnicos y metodológicos. En Antofagasta de la Sierra estas palabras pueden ser el resumen de nuestra línea de investigación, sustentada en un optimismo prudente. Olivera sostiene que: ―la paulatina ocupación de espacios disponibles y el crecimiento demográfico parecen haber jugado un rol importante en la consolidación del proceso que lleva a nuevas estrategias económicas, acompañado de cambios sustanciales en las relaciones sociales intragrupales e intergrupales. En este proceso inicial las manifestaciones rituales ofrecen una evidencia de haber jugado también un rol relevante. En el sitio Tulan 54 se descubrió un templete bajo un montículo estratificado, datado en los 900-400 años a. C. Sus indicadores ritualísticos —inhumaciones de neonatos humanos, estructuras con petroglifos, ofrendas en fosos, fogones y nichos empotrados en el muro perimetral—, se comparan con las tradiciones religiosas sincrónicas de las tierras altas andinas. En este sentido, las evidencias de Tulán se vinculan con la emergencia de complejidad durante el OLIVERA, D. 2012. El Formativo en los Andes del Sur: La Incorporación de la Opción Productiva. Interculturalidad y Ciencias: Experiencias desde América Latina. M. T. de Haro, A. María R., M.A. Runcio, O. Hernández de Lara y M. V. Fernández (Editores): 15-49 Centro de Investigaciones Precolombinas. Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González. Buenos Aires 122

Arcaico Tardío y su consolidación en la próxima fase Tilocalar del Formativo Temprano (1400400 a. C.). (Nuñez et al. 2005 a y b, 2006a). Los cambios en la ritualidad, más allá de sus manifestaciones infraestructurales, se hacen paulatinamente evidentes en otros aspectos como la aparición de cementerios asociados a las aldeas, inhumaciones acompañadas de un ajuar más importante que incluye cerámica y otras tecnologías como la metalurgia o artefactos textiles. También surgen nuevas expresiones del arte rupestre, que son interpretadas por las especialistas como relacionadas a las nuevas estrategias productivas y las modificaciones en la esfera simbólica (Aschero et al. 1992, Aschero 2006; Nuñez et al. 2006b). Todo lo anterior sugiere el surgimiento de nuevas condiciones de organización social que comienzan a incluir prácticas comunitarias a un nivel supradoméstico o suprafamiliar. Incluso en ciertas ocasiones, como tal vez en Tulán 54 (Nuñez 1992), son el esbozo de algún tipo de estructura de poder que dirige las acciones de la comunidad en la construcción de las estructuras templarias, en las prácticas rituales y/o en la construcción/administración de los recursos hídricos. Por supuesto, que vemos estas expresiones como parte de un proceso que es dilatado en el tiempo, que acepta múltiples opciones según la región y que aún está alejado de la complejidad sociopolítica que se alcanzará posteriormente. Lo que quiero apuntar es que durante y a lo largo del Formativo se comienza a desarrollar el germen de la complejidad social y política de los momentos posteriores‖ (Olivera 2012123). Nos parece útil concluir este trabajo reproduciendo un fragmento de las conclusiones del trabajo de Olivera, tan solo como marco para la discusión: ―Delfino y colaboradores opinan del concepto ―Formativo‖ y su empleo en la práctica, que su principal limitación fue aunar genéticamente las características de un modo de vida con un compartimiento temporal rígido en una secuencia cultural o evolutiva. Las consecuencias negativas no tardaron en aparecer. Desde ese esencialismo se procedió dogmáticamente a clasificar sociedades, y en muchos casos, a homologarlas a procesos particulares. Como reflejo del pensamiento tipológico (Nielsen 1995, Delfino 2005:265-267), lo que había comenzado como la categoría descriptiva de un proceso, fue transformándose en una entidad fija e inamovible‖ (Delfino et al. 2009: 132). Los autores citados al proponer el Modo de Vida Comunitario Agrocéntrico, entienden que este nuevo concepto podría haber persistido en el tiempo y le devolvería una identidad al ¨devenir histórico¨ de los procesos. La propuesta es interesante porque intenta subsanar una de los elementos claves de la variabilidad del Formativo, las diferencias temporales de origen y persistencia de estos modos de vida. Sin embargo, si bien es un modelo que puede aplicar al registro del sector de la Puna donde se plantea, no escapa a una inevitable tendencia tipológica ni resulta aplicable a todas las condiciones complejas y variadas que nos propone el registro arqueológico de los Andes del Sur. Lo anterior vuelve a poner de manifiesto lo difícil que resulta establecer una generalidad para el fenómeno Formativo que dé cuenta de todas las posibilidades históricas y sociales en que se desarrolló. Por mi parte, asumiré una posición más amplia, que puede resultar en cierta forma ecléctica y aún esencialista. Entiendo que el Formativo es un proceso que se originó a partir de ciertas necesidades de las poblaciones humanas de los Andes y que, a través de diferentes caminos, introdujeron cambios organizacionales que involucraron tanto las condiciones intrínsecas de la sociedad como su relación con el medio externo, tanto natural como antrópico. El origen de este proceso de complejización parece relacionarse básicamente con el paulatino crecimiento de la demografía y la ocupación de los espacios aptos disponibles. Durante este proceso las sociedades intentaron diferentes caminos para buscar nuevos niveles de 123

Op. Cit

sustentabilidad para hacer frente a los cambios ambientales y sociales que se les fueron planteando. Si bien la introducción de estrategias productivas fue un factor clave del cambio, no fue necesariamente el único ni el primero para muchos de los casos regionales. De manera más general, se puede pensar que se trató de un proceso que apuntó a establecer economías de amplio espectro y buscar disminuir el riesgo propio de zonas áridas o semiáridas (ver Escola 1996 para un análisis de este tema). La agricultura fue un elemento importante en muchos casos, pero no constituyó la única opción para optimizar el rendimiento de los territorios cada vez más densamente poblados. Como bien han sostenido diversos investigadores el potencial de los recursos del litoral marítimo y de las tierras altas pudieron sustentar economías pescadoras, recolectoras, cazadoras y pastoralistas, la mayoría de las veces combinando varias de estas estrategias, de acuerdo a los ambientes específicos. Coincido con Nuñez et al. Cuando afirman que ¨ En distintas regiones del mundo, incluyendo los Andes, se ha observado más recientemente el surgimiento de sociedades transicionales y complejas durante la los periodos Arcaico y Formativo junto al manejo de recursos de subsistencia generados en actividades particulares, independientes de la agricultura (Testar, 1985; Aldendelfer, 1993; Aschero, 2000; Lavalleé, 2006; Lumbreras, 2006; Núñez et al., 2006c) ¨ (op. cit. 2009: 56). El mayor sedentarismo de los cazadores-recolectores del Arcaico Tardío constituye tal vez una respuesta lógica a la mayor población y constricción territorial, siempre que pudiera sustentarse en recursos suficientes, predecibles y de buen rendimiento. Los recursos marítimos del Litoral y los camélidos sudamericanos en las tierras altas ofrecieron esa opción apoyada en diversa medida por la recolección vegetal. La larga coevolución entre animales, plantas y seres humanos llevó a que rápidamente se iniciaran procesos de domesticación que finalmente aseguraran un mejor control de ciertos recursos mediante el pastoreo y la agricultura. Esta no fue una opción de reemplazo sino de ampliación del espectro de recursos ante las nuevas circunstancias organizacionales de la sociedad. Las evidencias son concretas que el ambiente constituyó un marco vital (Nuñez et al 2005a, Olivera et al 2006, Tchilinguirian et al. 2005, Tchilinguirian 2008) que no condicionó las respuestas humanas, pero que permitió y/o limitó estas respuestas de acuerdo a la potencialidad de recursos que cada región y momento cronológico hacían disponibles al hombre. Por ello establecer cada vez más claramente las condiciones paleoambientales en que se desarrollaron los procesos resulta vital en la comprensión del origen, desarrollo y consolidación fenómeno Formativo. El Formativo como proceso se inicia en varios lugares de los Andes con diferencias temporales, aunque tal vez no tan significativas como parecían hace algunos años, e incluso estos cambios organizacionales en las sociedades parecen tener un alcance más global para la especie humana. Esto me lleva a pensar que, tarde o temprano, más allá de las diferencias regionales se tornó inevitable bajo ciertas circunstancias. Si bien es indudable que muchas sociedades en el mundo permanecen hasta el presente en sus prácticas cazadoras-recolectoras, la mayoría fue paulatinamente incorporando las economías productivas y nuevas formas de organización social. Por otro lado, muchas de las sociedades que conservan estrategias básicamente cazadoras-recolectoras y/o patrones de movilidad nómade o seminómade tienen acceso a productos o información relacionados a prácticas productivas a través de diferentes situaciones de intercambio y de sus relaciones con sociedades productoras de alimentos. Las evidencias apuntan a que si bien no fue excesivamente abrupto una vez disparado el proceso éste difícilmente vuelva atrás, aunque tal vez muchos grupos hayan sufrido profundas crisis a consecuencia de la inestabilidad propia de los primeros momentos de adaptación a las nuevas estrategias y situaciones organizacionales.

No es posible establecer, por lo menos aún, la cantidad de intentos fallidos, situaciones mal adaptativas, retrocesos y cambios de rumbo que las sociedades cazadoras-recolectoras complejas del Arcaico deben haber enfrentado y finalmente, por lo menos en general, solucionado antes de que se consolidaran las sociedades plenamente Formativas. Tal vez en este tipo de situaciones de crisis se encuentren algunas de las más excitantes explicaciones de por qué la opción productiva se haya disparado en diferentes lugares, en tiempos distintos y con tal variabilidad de manifestaciones organizacionales. Quizás avanzar en el entendimiento más profundo de esta variabilidad sea el mayor desafío de la arqueología en su intento de comprender mejor la significación del concepto del Formativo‖ (Olivera 2012124). Tal vez, este Taller sirva como punto de partida a un nuevo y fructífero ciclo de investigaciones y discusión que, más allá de las diferentes posturas teóricas, nos lleve a revitalizar uno de los temas más apasionantes de la arqueología andina. Anexo Síntesis de los materiales cerámicos Formativos de Antofagasta de la Sierra La cerámica Formativa de los sitios analizados, se corresponde con el modelo de asentamiento propuesto para la región de los grupos agropastoriles tempranos (Olivera 1992 125, 2006126). La muestra cerámica más importante, cuantitativamente hablando, procede de casa Chavez Montículos (Tabla 1), condición esperable para un asentamiento humano de tipo ―aldea‖. En la cerámica no decorada, las características tecnológicas de los conjuntos permiten inferir, de manera preliminar, la presencia de diversas actividades de tipo utilitarias (cocción, servicio, procesamiento de alimentos y almacenaje), lo cual está estrechamente relacionado con contextos domésticos. TABLA 1 Sitio Cerámica decorada Casa Chávez M 1 Comp. Sup. 422 Casa Chávez M 1 Comp. Inf. 404 Arroyo Seco 217 Volcán La Alumbrera 1 y 2 95 Corral Grande 1 151

no Cerámica decorada 250 402 43 9 26

Por otro lado, las recolecciones de superficie realizada en los nuevos sitios registrados por nuestro equipo de investigación nos llevan a sugerir que Arroyo Seco, Volcán La Alumbrera y Corral Grande 1 corresponderían a ocupaciones de tipo residencial, asignables a momentos formativos posteriores a ca. 2000 años AP. Análisis Tecnológicos.

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Op. Cit Op. Cit 126 Op. Cit 125

La cerámica recuperada en los distintos tipos de sitios Formativos presentes en ANS (base residencial, ocupaciones intermedias y puestos de altura) ha sido estudiada desde una perspectiva arqueométrica de análisis de pasta (Vidal 2002 127, 2003128, 2004129, 2011130). Este análisis considera el grosor como una de las variables más sensibles a la diferenciación de tecnofunciones (sensu Rice 1996131) siguiendo además una serie de atributos importantes para diferenciar la estructura de las vasijas (por ejemplo, tratamiento de las superficies, tamaño y cantidad de las inclusiones, tipo de atmósfera de cocción). Sobre esta base, se identificaron tres grupos resumidos en las Tablas 1 – 3. La composición de las muestras para los tres sitios analizados, CChM, CCA1 y RG6, indica una tecnología homógenea, sin diferencias estructurales notables, que consiste en una serie de vasijas de tamaño variable, generalmente con bordes evertidos y bases cóncavas. Además, pucos y vasijas de tamaño mediano y paredes rectas están representadas con un rango de aberturas entre 5-15cm. Sin embargo, existen distintas tendencias específicas de los distintos sitios en relación con la selección de materiales ya manufacturados. En todos los sitios se localizaron fragmentos correspondientes a los tres grupos identificados, si bien con distintas frecuencias. En términos generales, predomina el Grupo 2 con grosores entre 6 y 8mm, mientras que es muy escasa la presencia de aquellos grosores superiores a 8mm (Grupo 3). Este grupo es apenas notorio en RG6, mientras que en CChM su representatividad se reduce a través del tiempo. Los especímenes del Grupo 1, fundamentalmente en la base residencial de CChM, presentan paredes delgadas, poco adecuadas para soportar grandes estructuras, con caras alisadas (particularmente la interna) y algunas adherencias de hollín. Por el contrario, en los otros sitios son los ejemplos del Grupo 2 los que muestran estas características. Como indicamos anteriormente, el Grupo 2 es el mejor representado, con frecuencias constantes en el tiempo. En cuanto a sus características, este grupo representa lo que se considera tradicionalmente ―cerámica ordinaria‖ sin decoración y con un alisado sumario. Sin embargo, es en relación con las atmósferas de cocción que las diferencias entre sitios es más clara. La base residencial muestra en este caso una amplia variedad de cocciones completas e incompletas, mientras que en RG6 y CC1A las cocciones completas, ya sean de reducción o de oxidación, son predominantes, sobre todo estas últimas en el caso de RG6. Esta situación nos lleva a postular la posibilidad de que para los sitios temporarios se hayan seleccionado recipientes de mayor calidad, descartando aquellos con atmósferas incompletas que implicarían deficiencias técnicas y una mayor fragilidad. Por otro lado, la abundancia de cocciones reductoras en todos los sitios podría representar una tendencia de uso y no de manufactura, ya que la exposición reiterada a fuegos carbonosos genera reducciones como las encontradas en estos materiales. Con respecto a la textura, si bien es similar en todos los casos, las pastas granulares y las compactas predominan en CChM. Esta proporción se invierte en los otros sitios, en los cuales las texturas laminares, asociadas a grandes cantidades de muscovita, son ínfimas, con ejemplares VIDAL, A. 2002. Análisis funcional de la cerámica utilitaria en Casa Chávez Montículos (Prov. De Catamarca). Catamarca: Universidad de Catamarca. Shincal 7:1-20. 128 VIDAL, A. 2003. Análisis porosimétrico de materiales cerámicos tempranos del NOA. Avances en Arqueometría: 3-9, V Congreso Ibérico de Arqueometría. Cádiz: Universidad de Cádiz. 129 VIDAL, A. 2004. Algunas conclusiones sobre porosimetría en las cerámicas arqueológicas. Actas del XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Río Cuarto. e.p. 130 VIDAL, A. 2011. An Insight into the Integral Analysis of Formative Pottery in Southern Argentine Puna. Miscellania: Proceedings of the XV UISPP World Congress (Lisbon, 4-9 September2006). BAR International Series 2224: 231-239. 131 RICE, P. 1996. Recent Ceramic Analysis. Function, Style and Origins. Journal of Archaeological Research 4 (2): 133-161. Nueva York, Plenum. 127

disgregables probablemente generados por procesos postdepositacionales; en el caso de CChM, la pasta laminar disminuye en el tiempo, acompañando la reducción del tamaño de las vasijas. En la muestra de cerámica utilitaria de CChM, la carga antipástica es tanto inorgánica completa como mixta (componentes orgánicos e inorgánicos), con una ligera diferencia a favor de la primera. En contraste, en CC1A prácticamente toda la muestra tiene contenidos minerales exclusivamente, y en el caso de RG6, estas proporciones se invierten. Los tipos de materiales son comunes a todo el conjunto: vegetales carbonizados, rocas de varios orígenes, micas en todas sus variedades, granos de cuarzo angulares y redondeados, basalto, etc., todos ellos de origen local. Las inclusiones finas predominan en todas las muestras, mientras que un escaso porcentaje de fragmentos sin selección aparecen in CChM y CC1A, especialmente en los momentos más tardíos. La evidencia macroscópicas de restos de lípidos es escasa (1%) y parcial, apenas representada por fragmentos con líneas o manchas grasosas, o la presencia de sustancias brillantes en los poros. Estas evidencias se encuentran por lo general asociadas con fragmentos de los subgrupos 2b, caracterizados por abundante antiplástico, superficies alisadas y grosor entre 6-8mm. Asimismo, la presencia de otras marcas de uso está atestiguada por rayas o saltados (15%), sobre todo en el subgrupo 2b, pero están ausentes en tiestos de los Grupos 1 y 3, al igual que en el caso de los restos de lípidos. La cerámica utilitaria en Antofagasta de la Sierra El panorama descrito anteriormente nos puede dar una aproximación sobre el uso de la cerámica utilitaria dentro de la zona de Antofagasta de la Sierra por parte de los primeros grupos agropastoriles. Si bien en el caso de CC1A se puede argumentar que no es el sitio más representativo de la subárea en la que se encuentra debido a su uso ritual, el conjunto cerámico no difiere en gran medida del hallado en otros sitios de la zona. Además, es justamente esta diferenciación en el uso la que aporta nuevos elementos en el análisis. Sin lugar a dudas, el conjunto cerámico en su totalidad guarda inmensas similitudes y es altamente probable que las cerámicas halladas en CC1A y RG6 hayan sido manufacturadas en sitios como CChM, donde el registro de excavación demostró zonas de producción alfarera. No es de extrañar su transporte, que estaría explicado dentro del modelo del Sedentarismo Dinámico (Olivera 1988132) como movimientos dentro de los mismos desplazamientos estacionales que se darían para obtener alimentos para las recuas y carne de caza de camélidos salvajes que complementara los recursos agropastoriles en la aldea. Sin embargo, algunas diferencias significativas dan lugar a plantear cuestiones adicionales. La representatividad de los grupos es algo bastante llamativo, en particular la práctica ausencia del Grupo 3 en los sitios de CC1A y RG6. Por sus características morfo-funcionales, este grupo sería idóneo para el almacenamiento, en particular de granos o sustancias voluminosas. En CChM se registra una importante reducción de estos recipientes para los momentos finales de la ocupación del sitio, momentos que, paradójicamente, se corresponden con una expansión agrícola. Se sugirió anteriormente (Vidal 2002133), tomando en cuenta los datos disponibles sobre áreas de cultivo algo posteriores en la zona (Vigliani 2001134), que la actividad de almacenaje, y posiblemente también la de procesamiento inicial, pudo haberse trasladado para dichos momentos a la zona misma de producción agrícola, llegando a la aldea sólo las cantidades necesarias de granos procesados. De la misma manera, y más aún debido a su emplazamiento 132

Op. Cit Op. Cit 134 VIGLIANI, S. 2001. Acercamiento metodológico hacia un análisis funcional de la cerámica arqueológica. Arqueología 12. Buenos Aires. 133

alejado de las zonas de producción agrícolas, el almacenamiento sería una actividad extraña a estos sitios de mayor altura. Su ocupación temporal justifica asimismo esta ausencia, ya que sería innecesario dentro del modelo de uso de estas zonas, y se verían sustituidos por recipientes más livianos, igualmente útiles para el almacenamiento a corto plazo pero con un menor coste de transporte. Ello mismo explicaría la abundancia de los otros grupos, en particular del Grupo 2, que sería de gran utilidad para una mayor variedad de funciones debido a sus características técnicas (paredes de grosor medio, acabado relativamente bueno, escasa porosidad, fortaleza estructural por la composición variada de antiplásticos), que se verían reforzadas por la presencia de depósitos de hollín y de lípidos en estos recipientes. Ello está acorde con lo planteado para el registro lítico (Escola 2004135), donde parecería haberse adoptado una estrategia que minimizara el esfuerzo tecnológico, en el caso de la cerámica, optando por recipientes aptos para una diversidad de funciones. Por el contrario, esta menor inversión de esfuerzo no se condice con otra peculiaridad de las cerámicas de estos sitios: si bien en su conjunto no son disímiles a los de la base residencial, aquí aparecen casi exclusivamente materiales de muy buena calidad, con mejor selección de grano y acabados más trabajados, invirtiendo las proporciones de representatividad de la aldea. ¿A qué se debe esta selección? Quizás sea simplemente una estrategia para reducir riesgos, ya que sólo se podrían reemplazar los recipientes rotos o fallidos al regreso a la aldea. En el caso de CC1A se podría plantear una intencionalidad estética o simbólica asociada, pero aquí nos restringimos meramente a las cerámicas utilitarias (el registro decorado es escaso y se limita a algunos tiestos grises pulidos). En ambos casos, la selección es notoria, y llamativa dentro de un contexto donde sólo se utilizarán estos recipientes durante poco tiempo. Otra explicación, que sería complementaria, plantearía la reutilización de los conjuntos cerámicos estacionalmente, con cada nueva visita a los sitios. Dentro del conjunto lítico se ha señalado la posibilidad de abandono de artefactos para su posible utilización posterior (Escola 2004136); ello mismo podría estar sucediendo con la cerámica: si bien su uso continuado sería esporádico, se repetirían en el tiempo los eventos en que el mismo recipiente sería de utilidad. Ello contribuiría a una estrategia de reducción del riesgo, ya que crearía un o depósito confiable al cual recurrir sin necesidad de transportar todo el conjunto necesario cada vez que se subiera a estas zonas. Sin embargo, sería necesario en ese contexto contar con materiales de buena calidad y durables, en particular dadas las extremas condiciones climáticas de los puestos de altura. En las zonas intermedias también la distancia existente hasta el centro de producción podría justificar la presencia de estos materiales de mayor calidad, aunque en el caso analizado de CC1A no podemos descartar la influencia de otros factores, como se ha señalado anteriormente. Una cuestión aparte la plantea el momento de ocupación del sitio. Si bien los tres sitios se encuentran dentro del marco de sociedades Formativas, con fechas que se solapan, los fechados disponibles para la localidad arqueológica de Real Grande son bastante anteriores o ligeramente posteriores a los de CChM. Si bien los fechados no son lo suficientemente numerosos ni determinativos para plantear una cronología de ocupación, es llamativo que la cerámica muestra cierta tendencia a asimilarse a la hallada para los momentos más tardíos de la ocupación de la aldea, siendo muy bajas las proporciones de cerámicas más frecuentes en el componente inferior de CChM. ¿Es un problema de representatividad debido a la perturbación de los sitios? ¿Responde ello a que estas quebradas no se utilizaban en los momentos tempranos? ¿O es que sólo se utilizaban durante poco tiempo, un período tan acotado que no justificaba el traslado de recipientes cerámicos? Esta última postura estaría avalada en parte por los estudios 135

ESCOLA, P. 2004. La expeditividad y el registro arqueológico. Chungara, Revista de Antropología Chilena, Volumen Especial Tomo I: 49-60. Arica, Universidad de Tarapacá. 136 Op. Cit

paleoambientales citados anteriormente: durante los primeros momentos de CChM la mayor humedad de la cuenca y zonas aledañas pudo haber favorecido la explotación de subsistencia en una escala espacial mayor, con poca recurrencia a las quebradas de altura –recordemos que en las zonas intermedias el registro cerámico es más homogéneo-. A medida que se aridizaba la zona, los recursos proporcionados por zonas como la de RG6 serían más necesarios debido a la menor fecundidad de la cuenca, junto con el incremento demográfico, que coincidiría no sólo con la mayor intensidad de actividad agrícola registrada en los perfiles, sino con una mayor presencia del registro arqueológico de finales del período Formativo en otras zonas más distantes pero igualmente vinculadas a la aldea. Algunos conceptos sobre la cerámica decorada. En cuanto a la cerámica decorada de esta sociedad Formativa, los grupos de referencia fueron propuestos por Olivera (1992137, 1997138) en base a una muestra total 652 (Tabla 1) fragmentos procedentes de los componentes Superior e Inferior de CChM1. El Grupo 1-2 posee una dominancia de fragmentos de color gris-negro o negro, de pasta compacta, con un alto grado de pulido una o ambas superficies, con cocción de tipo reductora. Algunos presentan una gruesa capa de pintura y parecen corresponderse con Componente inferior de la estratigrafía. Dentro de este grupo se observan algunos fragmentos grises claros similares a las cerámicas típicas de Saujil o Ciénaga de los Valles Mesotermales orientales. Existe una subvariedad de tipos incisos y otra con pulidos diferenciales en líneas o bandas típicos de la cultura Saujil (Sempé 1977). Este grupo es el dominante en en toda la secuencia estratigráfica de CChM 1. El Grupo 4 o Rojo pintado es técnicamente similar al anterior salvo por el color de su pintura que en este caso es rojo brillante y de atmosfera de cocción oxidante. Los Grupos 3, 6, 7 y 8 presentan variedades que parecen seguir una misma estética. Están pintados con líneas paralelas, oblicuas o reticuladas sobre fondos más claros, característica que los afilia también a la cerámica valliserrana. El grupo 5 se corresponde con cerámica de tonos café-amarillentos más o menos rojizos con superficies que muestran rastros de pulidos y de pastas compactas. Por último, el grupo 9 o Ante pulido se asemeja por sus características a cerámicas Ciénaga o Aguada se encuentra escasamente representado. Al realizar el análisis de la cerámica decorada en los nuevos sitios registrados (Volcán La Alumbrera 1 y 2, Corral Grande 1 y Arroyo Seco) hemos podido comprobar una correspondencia de los grupos tipológicos ya reportados para CChM1. El Grupo 1-2 se encuentra representado, casi en su totalidad con cerámica Ciénaga y Saujil, lo que la asemeja al Componente Superior de Casa Chávez. Asimismo, se hallaron en mucha menor frecuencia algunos tipos negro y rojo con baño grueso de pintura, característicos del Componente Inferior del mismo sitio (Olivera 1997). Algunos fragmentos de superficie pulida, ante-clara, inclusiones muy finas y pasta compacta se asocian a la cerámica Aguada, al igual que otros de cocción reductora y decoración incisa. En una tumba saqueada se hallaron fragmentos y asas con pintura gris-negra y defectos de cocción como así también gran cantidad de fragmentos tipo negro sobre rojo con líneas negras en zigzag, y otros con fondo negro, líneas naranjas en zigzag y espigadas. En los últimos, es visible la utilización de la técnica de pintura negativa que ya se ha detectado en el Formativo regional (Olivera 1997139). Esta decoración, la abundante cantidad de mica en pasta y los problemas que se evidencian en el tipo de cocción reductora, podría asociarlos con el tipo Saujil pintado de momentos tempranos del valle de Abaucán (Sempé 1977140). 137

Op. Cit Op. Cit 139 Op. Cit 140 Op. Cit 138

Con respecto al análisis tecnológico se registró una mayoría de cerámica fina de muy buena elaboración tanto entre los tipos decorados como no decorados, con inclusiones muy finas. Asimismo, se encuentran altamente representados recipientes con paredes de grosores medios y signos de exposición al fuego dentro de la cerámica no decorada. La cerámica gruesa, en general con grosores mayores a 10 mm, es escasa y presenta formas que se corresponden a recipientes de tamaños grandes con ausencia de decoración. Se caracterizan por presentar abundantes inclusiones de todos los tamaños (finas, medianas y gruesas). Estos últimos recuerdan a los tipos Tardíos de La Alumbrera y Bajo del Coypar vinculados a la función de almacenaje (Olivera y Vigliani 2000/2002141). Dentro de los minerales utilizados como antiplásticos se destaca la presencia de mica tanto en la cerámica fina como en la mediano-gruesa, seguida del cuarzo abundante entre los fragmentos de grosores medianos. La cocción predominante en la cerámica decorada laes reductora, seguida de del tipo mixto y baja presencia de la oxidante. Lo anterior cambia en la cerámica no decorada, asociada a tareas cotidianas, donde las tres atmósferas están más equilibradas con cierto predominio de la oxidante y la mixta. Es indudable que entre la cerámica decorada existe similitud tecnológica con Casa Chávez Montículos. Esto es más evidente respecto del Componente Superior al considerar los tipos de pasta y las características estilísticas de las muestras decoradas. En cuanto a las no decoradas, los tres sitios nuevos presentan alta similitud y características, asimismo, asimilables al Componente Superior con excepción de los tipos de pasta. Es indudable que el conjunto que más se aproxima a Casa Chávez Montículos es el de Corral Grande, lo cual permite reforzar la idea de asignar a este nuevo sitio la funcionalidad de base residencia de actividades múltiples. Instrumentos agrícolas: palas y/o azadas líticas Es indudable que los instrumentos agrícolas jugaron un rol muy importante dentro de la tecnología utilizada en economías productoras. Las evidencias disponibles para el Formativo de Antofagasta de la Sierra indican que palas y/o azadas líticas son el resultado material de comportamientos tendientes a la conservación de los instrumentos. La variable crítica que diferencia lo conservado de lo expeditivo es la preparación de los materiales a través de un plan de anticipación al uso efectivo en las actividades programadas, el cual se refleja en la adquisición y selección de la materia prima, en la manufactura de los artefactos y en el enmangue. De cualquier modo, no es conveniente ni productivo realizar una separación terminante entre las estrategias, y menos aún considerar a todo el contexto de un sitio bajo un solo tipo de ellas. Es necesario tener en cuenta que ciertas opciones resultan mejores ante determinadas actividades (Nelson 1991 142). El comportamiento relacionado con la selección de estrategias conservadas y expeditivas fue atribuido a diversas variables y se basa en la evaluación de los costos involucrados en el uso eficiente del tiempo, energía y recursos, como por ejemplo: disponibilidad de materia prima, localización de las fuentes de aprovisionamiento, estrés temporal, manufactura, transporte y movilidad, variando el énfasis puesto en cada variable. Según Bousman (1993143) el objetivo de un diseño es lograr una mayor eficiencia en cuanto al costo-beneficio de los instrumentos, y la eficiencia puede ser medida por lo menos en cuatro criterios: menor tiempo de producción, mayor vida útil, mayor eficiencia y mayor volumen de producción. Si bien determinadas variables de diseño fueron formuladas y pensadas para el comportamiento de grupos cazadores y por consiguiente en los equipos instrumentales asociados a ellos, en los últimos años se está

Op. Cit NELSON, M. 1991. The study of technological organization. Archaeological Method and Theory, Vol. 3:57-100. Edit. Michael B. Schiffer, University of Arizona Press, Tucson. 143 BOUSMAN, C.B., 1993. Hunter-gatherer adaptations, economic risk and tool design. Lithic Technology v. 18, N°1 y 2:59-86. 141 142

revirtiendo esta tendencia con estudios de grupos sedentarios en contextos de economías productoras de alimentos. En general, los trabajos que estudian la tecnología lítica de distintas cronologías coinciden en señalar el cambio observado en la inversión de trabajo invertido en la formatización de los artefactos, el cual evidencia una menor inversión de tiempo y energía para obtener el producto final en los conjuntos artefactuales de momentos tardíos. Esta tendencia se observa a nivel regional en la porción meridional de los Andes centro-sur. Carrasco, en la comparación de la ergología lítica de sitios de la localidad de Caspana (Chile), asignados como tempranos (Arcaico Tardío y Formativo Tardío) y tardíos (Intermedio Tardío y Tardío), sostiene que en momentos tardíos se estaría optando por una estrategia más expeditiva u oportunística, con una baja inversión de trabajo en los artefactos, y que la formatización estaría condicionada por la actividad a realizar, resaltando la importancia del costo de producción de los instrumentos (Carrasco 2004144). Además, sostiene que la variabilidad artefactual está asociada con diferencias funcionales de los sitios, tal como ocurre con los artefactos de molienda registrados en sitios de los períodos Intermedio Tardío y Tardío de la región del Salar de Atacama y Loa Superior (Carrasco 2003 145). Del mismo modo Méndez, en materiales líticos relacionados a la red vial incaica del Alto Loa, habla de conductas expeditivas en momentos tardíos, sosteniendo que ―...las decisiones tecnológicas involucraron el uso de aquello inmediatamente disponible... Estas decisiones también se manifestaron a través del desarrollo de instrumentos muy informales, con formas situacionales y de escasa inversión laboral y rápidas tasas de descarte.‖ (2007: 53146). Al referirse concretamente a instrumentos agrícolas, Méndez menciona que ―...las palas constituyen un ejemplo de integración de soluciones tecnológicas más conservadas a un panorama donde dominó largamente la expeditividad.‖ (2007: 54147). Igual tendencia interpretativa podemos encontrar para la microregión de Antofagasta de la Sierra. Hocsman, en su análisis del cambio en la tecnología lítica durante la transición de cazadores-recolectores a sociedades agropastoriles, señala que existe una tendencia a invertir menor tiempo y energía en la producción de artefactos tallados, con ―...preponderancia relativa del trabajo no invasivo con el paso del tiempo‖ (Hocsman 2006: 68148). Por otro lado, Escola sostiene que el componente tecnológico del sitio CCHM, asignable a sociedades agropastoriles tempranas (Formativo), se refiere a estrategias tecnológicas expeditivas con ―...una planificación orientada a minimizar el esfuerzo que pudiera invertirse en la producción de instrumentos‖ (Escola 2000: 255149 y 2004150), aunque advierte que algunos grupos artefactuales, tales como las puntas de proyectil, las grandes lascas con retoque y las palas y/o azadas líticas, ―...son el resultado material de un comportamiento conservativo.‖ (op. cit. 2000: 258151 y 2004152). Con respecto a los momentos Tardío y Tardío-Inca, Elías encuentra que en Antofagasta de la Sierra existe un ―...incremento de la expeditividad en la producción de los instrumentos líticos...‖ en relación con los momentos tempranos a los que alude Escola (Elías 2007:62153). CARRASCO G., C. 2004. Uso de tecnologías líticas entre el Arcaico Tardío y el Período Tardío: el modelo de la localidad de Caspana. Chungara (Arica) [online], v.36, supl.espec., T1, pp. 29-35. 145 CARRASCO G., C., 2003. Los artefactos de molienda durante los períodos Intermedio Tardío y Tardío en San Pedro de Atacama y Loa Superior. Estudios Atacameños 25: 35-53. 146 MENDEZ M., C. 2007. Tecnología lítica en el Camino Inca del Alto Loa, norte de Chile. Estudios Atacameños 33: 39-57. 147 Op. Cit 148 HOCSMAN S. 2006. Tecnología lítica en la transición de cazadores-recolectores a sociedades agropastoriles en la porción meridional de los Andes Centro Sur. Estudios Atacameños 32: 59-73. 149 Op. Cit 150 Op. Cit 151 Op. Cit 152 Op. Cit 153 ELIAS, A. M. 2007. Tecnología lítica en las sociedades tardías de Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional Argentina). Estudios Atacameños 33: 59-85. 144

A fin de discutir la implementación de una estrategia tecnológica conservada y cómo la misma se ve reflejada en algunas variables del diseño en las palas y/o azadas líticas provenientes del sitio CCHM, asignado al Formativo en Antofagasta de la Sierra, se realizó el estudio a partir de diferentes vías de análisis. Inicialmente, se efectuó el análisis técnico-morfológico y morfológico-funcional del conjunto artefactual siguiendo los lineamientos propuestos por Aschero (1975154, 1983155) y Pérez (2003a156, 2007157), a fin de su caracterización aislando los rasgos distintivos y sus regularidades, para así determinar la variabilidad de la muestra a partir de las relaciones establecidas (Pérez 2010b158). Los resultados obtenidos fueron aplicados a la elaboración de un programa experimental que contemplara la realización de actividades relacionadas con las diversas etapas por las cuales pasaron los artefactos. El objetivo era generar información que pudiera ser empleada para efectuar las interpretaciones funcionales, a partir de la identificación de patrones de desgaste producidos por el uso. De este modo, se realizó el aprovisionamiento y selección de la materia prima, la replicación (sensu Nami 1992159) de artefactos y el enmangue de los mismos, a fin de obtener una colección de referencia para ser utilizada en tareas que, hipotéticamente, pudieron haber sido llevadas a cabo con los instrumentos arqueológicos bajo estudio. Posteriormente, se realizó el análisis de los rastros producidos por el uso en la colección experimental, y se evaluaron las relaciones entre el comportamiento de uso y los rastros producidos por tal comportamiento. Cabe consignar que este último estuvo dirigido a determinar el proceso de formación y las diferentes velocidades de aparición y desarrollo de los rastros. Por último, se procedió a la comparación analógica de los rastros de utilización y las características formales entre ambas colecciones, la arqueológica y la experimental de referencia. Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo permiten afirmar que las palas y/o azadas de CCHM responden al uso de una tecnología dirigida a su conservación (Pérez 2003a 160, 2010a161). Se trata de instrumentos estandarizados, enmangados para su utilización y con una larga vida útil, lo cual implica un costo medido en inversión de tiempo y energía dedicada a la obtención del producto final, y un costo de tiempo, trabajo y efectividad para realizar las actividades. A partir de la experimentación se pudo determinar la importancia de una buena selección de la forma base para obtener un buen producto de talla, significando un costo en la obtención de la materia prima. Aunque la proximidad y accesibilidad a la fuente de materia prima permite el aprovisionamiento de los soportes necesarios, existe un costo referido a las dificultades del transporte de los mismos, ya que se presentan en grandes dimensiones (550mm x 355mm, aproximadamente) y su peso puede oscilar entre los 2000grs o más por unidad (en algunos casos puede duplicar este peso). Cabe consignar que la media aritmética de las dimensiones absolutas ASCHERO, C. A. 1975. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativo. Informe a CONICET. Buenos Aires. 155 ASCHERO, C. A 1983. Ensayo para una clasificación morfológica de artefactos líticos. Apéndice A y B. Cátedra de Ergología y Tecnología. UBA. 156 PÉREZ, S. 2003a. Experimentación y análisis de microdesgaste de ―palas y/o azadas‖ líticas de Antofagasta de la Sierra (Catamarca). Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas (orientación Arqueología). FFyL, UBA. 157 PÉREZ, S. 2007 Aportes metodológicos para el análisis de palas y/o azadas líticas. Mundo de Antes 5 (junio 2007): 73-89. 158 PÉREZ, S. 2010b Variabilidad en la producción de palas y/o azadas líticas de la Puna Argentina‖. Estudios Atacameños 39-2010 (en prensa). 159 NAMI, H. G. 1992. El subsistema tecnológico de la confección de instrumentos líticos y la explotación de los recursos del ambiente: Una nueva vía de aproximación. Shincal 2:33-53. 160 Op. Cit 161 PÉREZ, S. 2010a Estrategias tecnológicas conservadas en contextos agropastoriles tempranos de la Puna Meridional Argentina. Chungara. Revista de Antropología Chilena, V 42, Nº 2:405-418. 154

de los instrumentos arqueológicos es de 280,75mm de longitud y de 168,75mm de ancho, y de su peso 805,75grs. Es necesario tener en cuenta que para satisfacer eficientemente con la función para la cual fueron creados, no servirían instrumentos de pequeño tamaño ya que las actividades requieren artefactos con las dimensiones y morfología como las que ostentan las palas y/o azadas. En este sentido, Nelson considera que ―... caution must be exercised in considering tool size as an index of portability. Tool size (not toolkit size) should not be evaluated without consideration of the extent of reduction of each tool, the materials from which tools were made, the tasks for which they were intendend and used, and their organizational role in the technology‖ (Nelson 1991:76162). Otra característica de un sistema confiable es que los instrumentos son manufacturados por especialistas (Bleed 1986163). Las palas y/o azadas líticas del Formativo no tienen formatización sumaria, por el contrario, fueron manufacturadas por retalla y retoque, con regularización de bordes y embotamiento intencional de determinados filos de la pieza (Pérez 2003a164, 2006165). La formatización de este tipo de instrumentos requiere el conocimiento de una técnica especializada para lograr el producto final, la cual insume una importante inversión de trabajo para su producción. Como se mencionó anteriormente, las características arqueométricas de los instrumentos hacen que no cumplan la condición de portabilidad para su transporte, la cual se espera para un diseño confiable. No obstante ello, teniendo en cuenta el costo en la adquisición de formas bases y la especialización en cuanto a la técnica de manufactura, el costo invertido en la dificultad de portabilidad de los instrumentos se compensa con la seguridad y confiabilidad de contar con un reemplazo estandarizado y adecuado en caso de ser necesario para proseguir con las tareas. Los diseños confiables también poseen encastres seguros (Nelson 1991 166), con rasgos especiales que se relacionan con sus acondicionamientos de enmangamiento (Keeley 1982 167), de alta calidad y con partes reforzadas que le otorgan resistencia (sobrediseño para Bleed 1986168). Los análisis efectuados y la experimentación llevada a cabo permitieron demostrar el enmangue de los instrumentos, el cual implica un costo medido en tiempo, trabajo y eficiencia lograda para el uso en actividades de laboreo de la tierra (Pérez 2003b 169, 2004170, 2006-2007171). Las evidencias indican que las palas y/o azadas presentan rasgos morfológicos que las hacen aptas para ser enmangadas para su utilización y además, el cuidadoso tratamiento en la manufactura del pedúnculo, el cual requiere un adecuado conocimiento por parte del operador durante la técnica de talla, no se justificaría si los instrumentos fueran a ser utilizados sin enmangue. Por otro lado, las estriaciones observadas en la porción correspondiente al pedúnculo son diagnosticas para la determinación del proceso de enmangue. Lo que le otorga confiabilidad son justamente esas partes sobrediseñadas y fortalecidas, no solamente para facilitar el enmangue sino que también para aumentar la fuerza ejercida y reforzar la eficacia en la labor llevada a cabo. Op. Cit BLEED, P. 1986. The optimal design of hunting weapons: maintainability or reliability. American Antiquity 51:4:737-747. 164 Op. Cit 165 PÉREZ, S. 2006 Arqueometría de palas y/o azadas líticas aplicada a estudios experimentales. El caso de Antofagasta de la Sierra (Catamarca). Metodologías Científicas Aplicadas al Estudio de los Bienes Culturales, pp.230-240. Editado por A. Pifferetti y R. E. Bolmaro, Rosario. 166 Op. Cit 167 KEELEY, L.H. 1982 Hafting and retooling: effects on the archaeological record. American Antiquity 47:4:798-809. 168 Op. Cit 169 PÉREZ, S. 2003b. Aproximación experimental aplicada a la determinación funcional de palas y/o azadas líticas. Hombre y Desierto. Una Perspectiva cultural 11:85-113. 170 PÉREZ, S. 2004 Experimentación de uso con palas y/o azadas líticas. Intersecciones en Antropología 5:105-117. 171 PÉREZ, S. 2006-2007 Experimentación de enmangue de palas y/o azadas líticas. Boletín de Arqueología Experimental 7: 73-85. 162 163

El reemplazo del instrumento ante una eventual fractura debe ser simple y estandarizado, y debe ocurrir con anticipación al uso para no interferir con el tiempo de trabajo (Nelson 1991172). En este sentido, Keeley (1982 173) sostiene que los instrumentos tienden a acumularse en contextos arqueológicos cuando y donde son reemplazados en sus mangos, lo cual no necesariamente ocurre cuando y donde son usados por última vez. En CCHM, la abundante localización de desechos y fragmentos de instrumentos presentes en el campamento base, en relación a las áreas productivas, indicarían que este tipo de material se halla en el sitio habitacional como resultado de la manufactura y también por la reactivación de los instrumentos, a fin de su preparación en forma anticipada al uso específico en las actividades programadas. Con respecto al análisis de los rastros producidos por el uso, se pudo determinar el área utilizada de los instrumentos, el tipo y características de los rastros producidos y el comportamiento asociado a la generación de los mismos. La presencia y el grado de desarrollo de los rastros evidencian la utilización de los instrumentos por un tiempo prolongado, lo que permite hablar de una larga vida útil (Pérez 2005 174). Por último, a partir de las evidencias registradas en diversos sitios provenientes del Borde Oriental de la Puna jujeña y Cordillera Oriental de Jujuy, es posible afirmar que en los instrumentos agrícolas (palas y/o azadas líticas) correspondientes a momentos tardíos, no existe una baja inversión de trabajo invertida en su producción, por el contrario, existe una mayor especialización en la obtención del producto final en relación con momentos tempranos (Formativo). A la inversión de trabajo para obtener los artefactos por medio de técnica de talla, se suma la incorporación de técnica por abrasión en la formatización final de los filos activos (Pérez y Avalos 2010175), resultando en un costo agregado en cuanto a tiempo y energía invertida para obtener el producto final. En este sentido, en Antofagasta de la Sierra la información disponible hasta el momento da cuenta de las estrategias implementadas durante las ocupaciones agro-pastoriles tempranas, siendo escasas las evidencias de instrumental asociado a procesos agrícolas plenos correspondientes a períodos tardíos.

Op. Cit Op. Cit 174 PÉREZ, S. 2005 Análisis de microdesgaste por uso de palas y/o azadas líticas de Antofagasta de la Sierra (Pcia. de Catamarca.) Aportes para su interpretación funcional. Hombre y Desierto. Una Perspectiva Cultural 12:23-46. 175 PÉREZ, S. Y J. C. AVALOS 2010. ‗Formas Típicas‘ de artefactos agrícolas de la Puna Oriental de Jujuy: Producción experimental de filos. Arqueología Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo, Tomo III/V, Cap. 25: 1237-1242. Mendoza. 172 173

Epígrafes Figura 1. Mapa de ubicación del sector de investigación en el Departamento de Antofagasta de la Sierra, Provincia de Catamarca, República Argentina Figura 2. Fases paleohidrológicas en Antofagasta de la Sierra (Tchilinguirian y Olivera 2008). Figura 3.1. Sectores ambientales principales en la cuenca de Antofagasta de la Sierra (Catamarca) Figura 3.2. Rendimiento potencial de las Unidades Vegetacionales en la cuenca de Antofagasta de la Sierra (Catamarca) Figura 4.1. Principales sitios arqueológicos agropastoriles en la cuenca de Antofagasta de la Sierra. Fondo de Cuenca Figura 4.2. Principales sitios arqueológicos agropastoriles en la cuenca de Antofagasta de la Sierra. Sectores Intermedios Figura 4.3. Principales sitios arqueológicos agropastoriles en la cuenca de Antofagasta de la Sierra. Quebradas Altas Figura 5. Principales sitios arqueológicos con registro Formativo ubicados en las prospecciones posteriores al año 2007 Figura 6. Sectores y subsectores en Arroyo Seco. Figura 7. Plano de Corral Grande 1. Figura 8. Muestras isotópicas de sitios de Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional) Figura 9. Relación isotópica entre valores de Antofagasta de la Sierra (Puna Meridional)

13

C y

15

N en muestras humanas de sitios de

Figura 10. Histograma representando la diferencia logarítmica entre medidas de guanaco nor.andino moderno y especímenes arqueológicos de sitios de Antofagasta de la Sierra fechados entre 2400 y 420 años AP (Tomado de Grant 2008a) Figura 11. Cuantificación de especies de camélidos determinadas por osteometría en los sitios CChM y BCII Figura 12. Evolución ambiental y economía en Antofagasta de la Sierra durante el Holoceno tardío.

Figura 1.

Figura 2.

FIGURA 3.1 SECTOR Fondo de cuenca

Quebradas y sectores intermedios Quebradas altas

UBICACION

A.S.N.M.

CARACTERISTICAS

Curso inferior del río 3.400 a 3.550 Altas posibilidades agroPunilla y Laguna de pastoriles, disponibilidad de Antofagasta agua anual Entre el fondo de 3.550 a 3.900 Posibilidades para el cuenca y las quebradas pastoreo y la agricultura a altas pequeña escala Cursos superiores de 3.900 a 4.900 Vegas y pajonal para los ríos pastoreo de invierno; leña

FIGURA 3.2

UNIDAD

DISPONIBILIDAD FORRAJERA LEÑA

POTENCIALIDAD AGRICOLA

POTENCIALIDAD

RENDIMIENTO

Vega Pre Puneña

Muy Alta

Anual (1), Estacional

Baja

Alta

Vega Puneña Vega Alto Andina Tolar Tolar/ Pajonal (5) Campo

Alta(2)

Anual

Alta

Muy baja

USO ACTUAL DE LA UNIDAD VEGETACIONAL Pastoreo ovejas y cabras, poco llamas; agricultura de forraje y escasa de vegetales para alimento Pastoreo de llamas

Baja(3)

Anual

Baja

Nula

Pastoreo de llamas

Baja/Muy baja Muy baja

Estacional (4) Anual/Estacional

Nula (7) Nula

Pastoreo ovejas Pastoreo de llamas

Muy baja

Anual

Nula (7)

Sin uso actual

Pajonal (6)

Baja/Alta

Anual

Baja Baja/ Alta Muy baja Baja

Nula

Pastoreo de llamas

(1) Estacional para llamas (verano), anual para cabras y ovejas. (2) Extensión espacial limitada (3) Limitada extensión, menor cantidad de especies útiles (4) En general, algo de pastoreo de ovejas y cabras en invierno (5) Complementario de Vega Puneña (6) Pastura compartida entre llamas y tropas de vicuñas (7) En sectores aledaños a las vegas Pre Puneñas puede ser escasamente aprovechada.

FIGURA 4.1. SITIO

m.s.n.m.

CCHM

3.450

CV A y B CCHL Bajo del Coypar I

3.500 3.480 3.450 3.450

Bajo del Coypar II

Quebrada de Petra La Alumbrera Coyparcito Confluencia

3.450 3.400 3.500 3.480

Morteral Ganadería

3.480 3.480

SECTOR DE MUESTREO

Fondo de cuenca

RECURSOS POTENCIALES (*)

Pastura Tierra para cultivo Agua Leña (?) Materia prima lítica Recolección vegetal Caza (camélidos?, roedores, aves acuáticas) Yacimientos de arcilla

TIPO DE SITIO

FECHADOS C14

Base residencial de Actividades Múltiples

1530 + 70 1660 + 60 1670 + 60 1740 + 70 1740 + 100 1930 + 70 2120 + 60

Cementerio Cementerio Producción Agrícola Sitio Habitacional Procesamiento y Almacenaje de granos Depósitos Sitio Urbano Sitio Fortificado Arte Rupestre Arte Rupestre Arte Rupestre

3.480 Arte Rupestre Punta del Pueblo (*) Se considera la potencialidad entre ca. 3000 años A.P. y la actualidad.

630+60 660+60 740+90 880+80 1080+210 710+30

650+50 700+60 790+60 1020+60

FIGURA 4.2. SITIO

m.s.n.m.

Peñas Chicas 1

3.600

Peñas Chicas 3 Peñas Coloradas 1, 2y3 BARP Punta de la Peña 4

3.600 3.550

Punta de la Peña 9

3.650

Río Miriguaca 1 Río Miriguaca 2 Campo de las Tobas

3.650 3.650 3.700

3.550 3.650

SECTOR DE MUESTREO

RECURSOS POTENCIALES (*) Pastura Tierra para cultivo Sector Agua Intermedio Leña (?) (Curso inferior Materia prima lítica a medio del Recolección vegetal Río Las Pitas) Caza (camélidos?, roedores, suri)

Sector Intermedio (Curso inferior a medio del Río Miriguaca)

3.700 Sector Intermedio (Curso inferior Quebrada de Curuto)

Cueva Cacao 1

TIPO DE SITIO

FECHADOS C14

Puesto Agro-Pastoril

720 + 110 3660 + 60 3590 + 55

Arte Rupestre Arte Rupestre Arte Rupestre Puesto Caza-Pastoreo Puesto Agro – Pastoril Puesto Agro - Pastoril

1010 + 80 3870 + 90 4060 + 90 530 ± 50 1.150 ± 150 1.460 ± 40 1.970 ± 50

Pastura Puesto Agro-Pastoril (?) Tierra para cultivo Puesto Agro-Pastoril Agua y Leña Arte Rupestre Recolección vegetal Caza menor y camélidos?

Pastura Arte Rupestre Tierra para cultivo Puesto Agro-Pastoril (?) Agua y Leña Recolección vegetal Caza menor y camélidos?

3390 + 110 3000 + 80 2870 + 40 1240 + 60 1080 + 60

(*) Se considera la potencialidad entre ca. 3000 años A.P. y la actualidad.

FIGURA 4.3. Principales sitios arqueológicos agropastoriles en la cuenca de Antofagasta de la Sierra. Quebradas Altas SITIO

m.s.n.m.

SECTOR DE MUESTREO

Real Grande 1

4.050

Real Grande 3 Real Grande 6

4.050 4.050

Real Grande 9 Real Grande 10

4.050 4.050

Quebrada Seca 3

4.050

Laguna Diamante 1 Laguna Diamante 2

4.450 4.450

Vega Altoandina

Laguna Purulla 1

4.200

Vega Altoandina

Tambería El Peinado

4.750

Quebrada Altoandina

Quebradas Altas (Curso medio a superior del Río Las Pitas) Quebradas Altas (Curso medio de la Quebrada Seca)

RECURSOS POTENCIALES (*)

Pastura Agua y Leña Materia prima lítica Recolección vegetal Caza menor y camélidos?

Pastura Materia prima lítica Minerales Agua y Leña Recolección vegetal Caza menor y camélidos?

(*) Se considera la potencialidad entre ca. 3000 años A.P. y la actualidad.

TIPO DE SITIO Puesto Caza-Pastoreo de altura Arte rupestre Puesto Caza-Pastoreo de altura Sitio ritual Puesto Caza-Pastoreo de altura (?) Puesto Caza-Pastoreo de altura (?) Arte Rupestre Tambería Inka Puesto Caza-Pastoreo de altura (?) Puesto Caza-Pastoreo de altura (?) Sitio de Explotación Minera

FECHADOS C14 680 +70 980 +70

770 + 60 1110 + 100

80+70 670+100

420+70 1120+110

730+60

1140 +100

2480±60 a ca. 9.050

FIGURA 5.

FIGURA 6.

FIGURA 7.

FIGURA 8. SITIO

C14 (años AP)

MUESTRA

Quebrada Seca 3

4410±50

óseo

Punta de la Peña 11

3210±50

óseo

INFANTE (=4 meses)

M

-14.90

+14.36

Punta de la Peña 11

3210±50

piel

INFANTE (=4 meses)

M

-21.07

+19.10

Punta de la Peña 11

3210±50

pelo

INFANTE (=4 meses)

M

-16.10

+10.30

Cueva Cacao 1ª Punta de la Peña 9 Punta de la Peña 9 Qda. de La Cueva

3000±80 1500 1500 1130±60

pelo óseo uña óseo

? M? M? F

-19.42±.05 -13.20 -12.76 -12.66±.03

+6.61±.07 +11.00 +10.20 +8.86±.13

Qda. de La Cueva Bajo del Coypar II La Alumbrera

1180±60 1080±210 210±70

óseo óseo óseo

M M? M

-13.13±13 -15.83±10 -13.93±22

+9.64±.10 +14.97±.17 +10.57±.01

La Alumbrera

210±70

óseo

? ADULTO ADULTO ADULTO (24/34años) ADULTO ADULTO ADULTO (35/45 años) ADULTO (25/35años)

F

-13.24±16

+11.06±.20

INDIVIDUO EDAD SEXO NONATO ?

FRACCION ORGANICA dC13(‰) dN15(‰) -16.56 +13.44

FIGURA 9.

5500-2500 AP

33 CARNIVOROS

1800-1400 AP 1100-300 AP

HERBIVOROS 1 102 2

1

4

C3

CAM

5

1266 11 77 988

C4

5

FIJADORES - N AIRE

13C 0/ 00

-35

-30

-25

-20

-15

-10

-5

Referencias: 1) QS3 (óseo); 2) PP11 (óseo); 3) PP11 (tejido orgánico); 4) PP11 (pelo);5) CC1a (pelo); 6) PP9 (óseo); 7)PP9 (uña); 8)QLC (1) (óseo); 9) QLC (2) (óseo); 10) BC2 (óseo); 11) LA (1) (óseo); 12) LA (2) (óseo);

FIGURA 10.

Figura 11.

Total sitios

33% llama llama-guanaco vicuña 61% 6%

Figura 12. Cronología

Ambiente

Asentamientos

Economía

Pico de extrema aridez ca. 1000 años AP (ACM) y posibles períodos de mayor humedad hacia 650 y 300 años AP (PEH)

BRAM en fondo de cuenca (BCII y LA) y sectores intermedios (CC1A, CC, CG, RM 4) SAE de caza y pastoreo en quebradas altas y de explotación agrícola en otras ecozonas (PC y CC)

Continúa la explotación de las quebradas altas para caza y pastoreo. Desde 1.100 años A.P. es introducida nueva tecnología de irrigación para agricultura intensiva y extensiva. Parece volver a incrementarse la caza de vicuña. Diversidad de morfotipos de llama (lanuda y carguera) Incremento de la agricultura, continúa el pastoreo con rotación de pasturas entre ecozonas, domina la llama morfotipo intermedio de uso generalizado (fibra, carne, transporte). Menor proporción de caza de vicuña Hacia 3.000 años AP evidencia de plantas domesticadas. Preeminencia del pastoreo, con rotación de pasturas, y de la caza de vicuñas, menor de la agricultura.

0 años A.P.

300

1.000

1.650

2.900

5.500

BRAM en fondo de cuenca Condiciones paulatinas (CChM CS) y sectores de menor humedad intermedios (PP9, CG, RM desde 1.650/1700 años 1 y 2) A.P. SAE en quebradas altas

Mayor humedad ambiental y disponibilidad de agua.

Ambiente más árido y seco, con altas temperaturas

BRAM en fondo de cuenca (CChM CI) y menor ocupación estable en sectores intermedios (PP9, CC1A) SAE en quebradas altas (QS3) PCh, CC1A, QS3, PP4

Caza-recolección con énfasis en la caza de camélidos. Ocupaciones en sectores aptos de las quebradas con vegas. Posibles restricciones de la movilidad, asociadas hacia los 4.500/5.000 años AP con un proceso de domesticación de los camélidos.

Referencias: BRAM, Base Residencial de Actividades Múltiples; SAE, Sitio de Actividades Específicas. Sitios: PCh, Peñas Chicas; CC1A, Cueva Cacao 1a; QS3, Quebrada Seca 3; PP4, Punta de la Peña 4; PP9, Punta de la Peña 9; CG, Corral Grande; RM1, 2 y 4, Río Miriguaca 1, 2 y 4; CChM CI y CS, Casa Chavez Montículos, Componente Inferior y Superior; BCII, Bajo del Coypar II; LA, La Alumbrera; CC, Campo Cortaderas; CG, Corral Grande; PC, Punta Calalaste.