Vuelo en altura al imaginario del tango

16 jul. 2014 - Pericones y Galileo Galilei, dirigi- das por Jaime Kogan; El organito y María Estuardo, con puesta de. M. Santángelo; El mago (el alqui- mista) ...
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espectáculos | 3

| Miércoles 16 de julio de 2014

1931-2014

Leopoldo Verona. Murió un actor que brilló en el Teatro San Martín

teAtro

Vuelo en altura al imaginario del tango stravaganza tango / sin reglas para el amor. ★★★ Bueno. liBro: Flavio Mendoza. intérpretes: Ni-

colás Vazquez, Gonzalo Costa, Emiliano Friguglietti, Ariel Caramés, Melina Gre-

Pablo Gorlero

co, Sebastián Acosta, Luciano Bassi y

LA NACION

En la madrugada del lunes murió uno de los actores que más transitaron los escenarios del Teatro General San Martín: Leopoldo Verona. Nació el 24 de septiembre de 1931 y recorrió un extenso camino tanto en teatro, como en cine y televisión. Su talento para transitar textos clásicos lo llevó a recorrer casi todos los grandes títulos de la dramaturgia internacional al formar parte, durante muchos años, del elenco estable del Teatro San Martín. En las salas del teatro oficial casi siempre se destacó en papeles relevantes. Trabajó en las obras Don Juan, Peer Gynt y Hamlet, dirigidas por Omar Grasso; Historia de la danza, dirigida por Esther Ferrando; Pericones y Galileo Galilei, dirigidas por Jaime Kogan; El organito y María Estuardo, con puesta de M. Santángelo; El mago (el alquimista), dirigido por Alejandra Boero; Happy end, dirigido por Daniel Suárez Marzal; Las brujas de Salem, dirigido por Oscar Fessler; Muñeca, dirigido por Rubén Szuchmacher; El burlador de Sevilla, con la dirección de Eduardo Marsillach; y Stefano, entre muchas otras. Durante dos temporadas también fue uno de los protagonistas del inusitado éxito teatral Tamara, creación de Carlos Furnaro y Pablo Sodor, en el papel protagónico de Gabriele D’Annunzio, en el palacio Il Vitoriale. Uno de sus últimos trabajos fue Desde el jardín, de Jerzy Kosinski, dirigida por Edward Nutkiewicz, en 2006. También trabajó en Edilicia y en Némesis, entre muchas otras obras. En televisión participó de muchísimos programas de éxito. Tuvo una gran popularidad en el personaje del querible Padre Daniel, en la telenovela Andrea Celeste, pero también realizó re-

elenco. coreografías: Sandra Bootz, Gabriel Ortega y Matías Jami. dirección musical:

Federico Vilas. iluminación:

Ariel del Mastro. escenografía: Lili Diez. vestuario: ción:

Manuel González. codirec-

Maxi Vecco. dirección general:

Flavio Mendoza. teatro: Broadway.

E Verona, en María Estuardo cordados trabajos en programas como La casa, el teatro y usted, Narciso Ibáñez Menta presenta, Nacido para odiarte, El oro y el barro, Cosecharás tu siembra, La novela mensual, Su comedia favorita, Mi cuñado, La extraña dama y Alta comedia. El cine no lo mantuvo ajeno y participó en decenas de películas. Entre ellas: Necesito una madre, con Dringue Farías, Beatriz Bonnet y Olinda Bozán; En una playa junto al mar, con Aída Luz y Joe Rígoli; La flor de la mafia, con Aldo Barbero e Hilda Bernard; Los gauchos judíos, de Juan José Jusid, con Ginamaría Hidalgo, y El abuelo, de Alejandro Doria, con Claudio García Satur y Susana Campos, entre otros títulos. Estaba alejado de la escena desde hacía varios años, pero siempre será recordado por ese abanico de personajes y caracteres tan disímiles que supo encarnar. Sus restos fueron cremados ayer, en el cementerio de la Chacarita.ß

lla tiene la elegancia, el porte de los años. Vestido negro, collar de perlas. Él, el saco perfecto y un tanto trajinado. Dicen llevar 50 años de casados. Cuentan que se conocieron bailando un tango. Nicolás Vázquez (o el personaje que interpreta) los interroga cumpliendo con esa extraña rutina de algunas obras comerciales en las que el protagonista baja a la platea para preguntar al público las ciudades de procedencia y otras cuestiones que parecen seguir teniendo efecto en el público. Invitados por el actor, devenido por unos minutos en conductor de un show, terminan bailando un tango que no necesita de firuletes, juegos acrobáticos, luces de colores ni cotillón. En esa corta escena (preparada o no, poco importa) está la esencia de esa melodía, de ese rito seductor, de esos movimientos llevados a su versión escueta, estudiada, sentida, íntima. En perspectiva, es el momento más tanguero de Stravaganza tango, la nueva propuesta de Flavio Mendoza. El resto de la obra parece ser un efectivo vuelo en altura al imaginario del tango, una serie de postales panorámicas o una mirada distante para una trama que, en los papeles, trata sobre una apasionada historia de amor y desencuentros. Como viene sucediendo con los espectáculos de la factoría de este reconocido bailarín y coreógrafo, en general, la propuesta tiene un alto nivel de producción. Es menos espectacular que aquella versión de aquadance; pero eso en nada opaca el despliegue de este nuevo trabajo. A lo sumo, cabrá pensar en cómo ciertas ideas escenotécnicas, las recurrentes

Escena de la apuesta tanguera de Flavio Mendoza

pato sorrentino

citas al universo del tango, el tono de voz decididamente pop del cantante, algunas “visitas” de otros lenguajes artísticos (del circo acrobático al malambo) y un diseño de vestuario con excesivas influencias de otros territorios al tango no ayudan a darle identidad propia al salón Roma, en donde transcurre esta acción guiada por dos personajes centrales: Nicolás Vázquez y Gonzalo Costa. De analizar a cada una de las partes, la gran mayoría de ellas tienen una sólida factura tanto técnica como artística (sea en lo actoral como en lo coreográfico). Pero la escena de lo variopinto, la mezcla de elementos sin un hilo conductor profundo desdibujan la pretendida atmósfera de la propuesta. Entonces, por momentos, da la sensación de estar viendo distintas partes de distintos espectáculos en uno que el público aplaude con ganas.ß Alejandro Cruz