INTERRUMPIR AL CIELO
La idea de que todo va a suceder tal como sucede, tanto si oramos como si no, es un espectro que frecuenta la mente de muchos que profesan sinceramente su fe en Dios. Esto hace que la oración sea una imposibilidad psicológica, y en el mejor de los casos, la reemplaza con unos ritos muertos. Dallas Willard
Apocalipsis 8:1-5 1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. 2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. 3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
Apocalipsis 8:1-5 4
Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.
La historia les pertenece a los intercesores, a los que creen y le dan el ser al futuro con sus oraciones. Walter Wink
EL PODER DE LA ORACIÓN La oración cambia las cosas. No sabe cuántas personas han sido fortalecidas porque usted le ha pedido a Dios que las anime; cuántas sanadas porque usted ha orado por su cuerpo; cuántos fugitivos espirituales han regresado al hogar porque usted ha orado por su alma.
¿Cómo aprendemos a orar? 1. Un momento 2. Un lugar
¿Sobre qué debemos orar?
1. La oración sencilla Nos presentamos ante Dios tal como somos, con todo y verrugas. Como los niños delante de un padre amoroso, abrimos el corazón y le presentamos nuestras peticiones. No tratamos de separar lo bueno de lo malo. Por ejemplo, le decimos a Dios lo frustrados que estamos con ese compañero de trabajo en la oficina, o con el vecino que vive un poco más calle abajo que nosotros. Pedimos comida, un clima favorable y buena salud” Richard Foster
¿Sobre qué debemos orar? 2. Aprendamos a estar plenamente presentes 3. Una revisión de la oración a.
¿Cómo comenzó a orar? ¿Estaba consciente de la presencia de Dios, o sentía que simplemente estaba hablando solo?
b.
¿Le parecieron especialmente «vivas» algunas partes de la oración mientras oraba? ¿Tuvo momentos de una fuerte convicción o de emoción? Si los tuvo, ¿cuáles fueron? ¿Le pareció que lo acercaban más a Dios, o que lo alejaban de él?
c. ¿Con qué dificultades se tropezó? ¿Se sentía cansado, aburrido, o experimentaba otras barreras? ¿Se dio cuenta de que su mente divagaba? Si lo hacía, ¿hacia dónde se dirigía? ¿Sobre qué estaba usted orando cuando esto sucedió? ¿Cómo respondió? d. ¿Sintió que Dios lo estaba llamando a responder o a actuar de alguna forma? Si así fue, ¿de qué se trataba? e. ¿Cuál fue el “tono” general de su oración: cálido y amoroso, difícil, doloroso, tenebroso, grave, nebuloso?
LA INTERCESIÓN POR OTRAS PERSONAS “La oración de intercesión es el baño purificador en el cual deben entrar todos los días tanto la persona como la confraternidad” Dietrich Bonhoeffer LA ORACIÓN COMO RELACIÓN Tal vez más que ninguna otra actividad, la oración es la expresión concreta del hecho de que somos invitados a mantener una relación con Dios.