economía | 3
| Domingo 20 De abril De 2014
página tres
la semana que pasó
Martes
Se conoció la inflación de marzo
El ministro de Economía, Axel Kicillof, dio a conocer el índice de precios al consumidor (Ipcnu). Según los datos oficiales, la inflación de marzo fue de 2,6% y ya acumuló en el primer trimestre 10%, todo lo presupuestado para 2014. Ese día, por la mañana publicaron los datos del índice Congreso, que arrojó un aumento de precios de 3,3 por ciento.
Miércoles
Reglamentan el trabajo doméstico
Cuatro años después del primer proyecto de ley que envió el Poder Ejecutivo al Congreso se reglamentó parcialmente la nueva ley que rige el servicio doméstico. La norma establece, entre otras cosas, la obligatoriedad de contratar una póliza de ART. Otra de las novedades es que el personal que trabaja por hora deberá estar registrado.
ÁLTER ECO Sebastián Campanario PARA LA nACIOn
Más rápido que flash: fortunas o quiebras en milisegundos u
n parpadeo rápido puede durar, en promedio, 100 milisegundos. Pero ese cerrar y abrir de ojos parece una eternidad al lado de los tres o cuatro milisegundos –y a veces menos tiempo– que necesitaron operadores de Wall Street, equipados de la última tecnología, para ganar decenas de miles de millones de dólares en los últimos años, a costa de los inversores menos sofisticados. Los secretos, miserias, héroes y villanos del mundo de las “transacciones electrónicas de alta velocidad” (en inglés, HFT, High Frecuency Trading) son los protagonistas del que, probablemente, sea el libro de no ficción del año sobre temática económica, Flash Boys, escrito por el periodista y economista de Estados Unidos Michael Lewis. Flash Boys es la obra de la cual todo el ambiente financiero del mundo está hablando por estos días. Fue lanzada semanas atrás en Estados Unidos e Inglaterra, con un amplio anticipo en la revista dominical de The new York Times, y llegará a la Argentina traducida en tres meses, aproximadamente. Lewis tiene la virtud de transformar en amenos temas de altísima complejidad, tanto a nivel financiero como tecnológico. Para lograrlo, se basa en historias de personajes con una riqueza única. Una de ellas es la saga de Brad Kat-
suyama, un canadiense que en 2002, cuando tenía 23 años, fue trasladado de Toronto a nueva York por orden de su empleador, el Royal Bank of Canada (RBC). Katsuyama compraba y vendía acciones y bonos para clientes. Pronto comenzó a escalar posiciones y quedó a cargo de un equipo de 20 operadores. Su carrera no parecía presentar mayores sobresaltos hasta que en 2006 el mercado comenzó a comportarse de manera extraña. Katsuyama y su equipo empezaron a notar que cuando querían ejecutar una operación de compra o venta en gran escala, cuya oferta aparecía titilando en las pantallas de sus monitores, apretaban “enter” y, de golpe, la propuesta ya no estaba más disponible. Cuestión de imagen Con antepasados orientales, Katsuyama notó que en el RBC sus jefes suponían que sabía mucho de computación y sistemas, sólo por su apariencia física. Por eso le ofrecieron la dirección de una nueva unidad de transacciones electrónicas, un cargo que el joven operador aceptó, porque la paga era suculenta (un millón y medio de dólares al año) y porque estaba muy intrigado por el “misterio” de las ofertas que se desvanecían de la pantalla de su computadora. Aunque le confesó a Lewis que no entendía nada de sistemas –ni siquiera era capaz de programar su DVD–,
Un autor con varios éxitos b Sus estudios Michael Lewis se graduó con honores en la Universidad de Princeton; luego completó su formación en la London School of Economics b Al trabajo No bien terminó sus estudios fue reclutado, en 1985, por la firma financiera Salomon Brothers b A los libros Dejó su trabajo para poder escribir su primer libro, Liar’s Poker, donde describió el auge y la caída de los bonos basura en los 80 b Promesa de best seller Flash Boys, su reciente trabajo, documenta el valor de los milisegundos a la hora de transar millones de dólares
Katsuyama sí poseía la habilidad de “distinguir a aquellos que realmente sabían de quienes no sabían nada” de programación, con lo cual contrató especialistas idóneos con quienes comenzó a iterar experimentos para testear distintas hipótesis. Su equipo, finalmente, llegó a la conclusión de que todo se trataba de una cuestión de velocidad: había empresas e individuos que se estaban beneficiando con transacciones ultrarrápidas, capaces de detectar en forma automática el interés de inversores como el RBC y otros menos sofisticados, ganarles de mano con la compra, darse vuelta y ofrecer el trato por un precio mayor. Todo en menos tiempo que el que dura un parpadeo. Uno de ellos era el financista de Chicago Dan Spivey, que costeó un cable de fibra óptica de 300 millones de dólares entre esa ciudad y nueva Jersey para obtener esta ventaja de nanosegundos y hacer fortunas. Este hombre de negocios es otro de los protagonistas del libro de Lewis. “Es enorme el peso relativo que han venido ganando en el volumen operado los HFT –cuenta a la nacion el economista nicolás Dujovne–. La operatoria sirvió para darle profundidad al mercado y para acercar a inversores minoristas, aunque al costo de que cada tanto aparezcan disrupciones porque algún algoritmo se rompe o falla.”
Para Daniel Aromí, economista argentino que da clases en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la Universidad del Salvador, y trabajó muchos años en la SEC (el organismo regulador de entidades financieras) de Estados Unidos, las operaciones de HFT generan asimetrías entre la capacidad de reacción de distintos agentes y desplazan a los tradicionales intermediarios. “Esto podría ser preocupante, ya que se trata de actores menos regulados y conocidos que los actores tradicionales”, dice el economista. Para Lewis, los mercados financieros, que supuestamente habían sido “reformados” y contaban con mayor regulación luego de la crisis de las hipotecas de 2007-2008, continúan siendo turbios y con zonas muy opacas que son explotadas por los jugadores que primero se dan cuenta. La única diferencia es que todo sucede a una velocidad mucho mayor que antes, con sus consecuencias multibillonarias y sus riesgos asociados. Carrera ascendente El autor se graduó en Princeton, con honores y posteriormente hizo una maestría en Economía en la London School of Economics. De allí lo reclutó la empresa financiera Salomon Brothers en 1985, a la cual renunció para escribir su primer libro, Liar’s Poker, en el cual describió el auge y caída del mercado de los bonos basura en la segunda mitad de los 80. Otros de sus libros famosos son The Big Short, una narración de la crisis de las hipotecas en 2007 y 2008, y Money Ball, donde cuenta la historia de un equipo de béisbol que, acorralado por una situación financiera desesperante, resuelve comenzar a hacer contrataciones a partir de un nuevo sistema econométrico, una estra-
tegia que termina siendo un éxito. En 2004, Columbia Pictures compró los derechos de este libro para realizar la película que protagonizaron Brad Pitt y el actor recientemente fallecido Philip Seymour Hoffman. Tom Wolf, la leyenda estadounidense del “nuevo periodismo”, calificó a Lewis de “un autor a seguir de cerca”, y Malcolm Gladwell, el máximo representante de la literatura de smart-thinking, sostuvo que lee a Lewis por la misma razón por la que le gusta mirar jugar al golf a Tiger Woods: porque sabe que “nunca llegará a jugar así”. Una noticia falsa En junio del año pasado, el sitio humorístico The Onion publicó una (falsa) noticia que afirmaba que “los bancos piensan que ya están listos para volver a arruinar el mundo”. Según esta publicación, “mientras aseguran que ya pasó un tiempo suficiente desde la última crisis, ejecutivos de los principales bancos de los Estados Unidos dijeron a la prensa el lunes que ya están listos para destruir completamente el mundo de nuevo”, seguía el artículo, “representantes de las principales instituciones financieras del país citaron a las subas en el consumo, al rebote en el precio de las propiedades y a la tasa de desempleo estabilizada como una confirmación de que el tiempo ha llegado, una vez más, para infligir una nueva ronda de pérdidas catastróficas a individuos y empresas a nivel global”. En Flash Boys, el periodista y economista Michael Lewis lo logra de nuevo, esta vez con una moraleja inquietante, que hace dudar si chistes como el de The Onion del párrafo anterior se parecen más a la realidad o a la ficción.ß
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