Cuando Kirchner no se quejaba de las AFJP

26 oct. 2008 - fue al frente de la Caja de Previsión So- cial, designado por el gobernador Ar- turo Puricelli (PJ), actual interventor de Fabricaciones Militares.
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Política

Página 12/LA NACION

EL NUEVO RÉGIMEN PREVISIONAL

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Domingo 26 de octubre de 2008

Un pantallazo a la historia

Cuando Kirchner no se quejaba de las AFJP

OTROS TIEMPOS

Cuando se votó la reforma, en 1993, tenía buena relación con el gobierno menemista y no se opuso a la ley

dor de Santa Cruz en el momento en que se votó la reforma previsional que creó las AFJP. Su esposa, Cristina Kirchner, era diputada provincial.

Por Mariela Arias Corresponsal en Santa Cruz RIO GALLEGOS.– En mayo de 1993, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, aterrizaba en esta ciudad en un momento cumbre. Acababa de conseguir la aprobación de la reforma que creó el sistema de jubilación privada y traía a la provincia sólo buenas noticias: confirmaba la cesión de 630 millones de dólares por regalías petroleras mal liquidadas y la promesa nunca cumplida de crear dos zonas francas. Su contraparte local, Julio De Vido, fue a recibirlo al aeropuerto. Por aquellos días, ni el gobernador Néstor Kirchner ni su esposa, la entonces diputada provincial Cristina Kirchner, cuestionaban, al menos en

público, la reforma previsional que había costado meses de debate político al gobierno de Carlos Menem y Cavallo; la ley que creó las AFJP, que ahora ellos se disponen a eliminar. No quedan registros en los diarios de sesiones de la Legislatura provincial con críticas a la privatización de las jubilaciones ni tampoco declaraciones periodísticas de Kirchner en los medios locales. “Con ese tema, los Kirchner no se metieron, ya que nos les convenía oponerse a Menem o a Cavallo, con quienes estaban en muy buenas relaciones”, recuerda a LA NACION un dirigente del PJ que estuvo cerca de Kirchner en aquellos años. Según atestiguan los archivos, en abril de 1993, mientras la reforma era aprobada en Buenos Aires, Kirchner anunciaba por cadena provincial y a

través de una solicitada en La Opinión Austral que la provincia recibiría 630 millones en bonos de consolidación de regalías hidrocarburíferas mal liquidadas: los famosos fondos de Santa Cruz. Ese dinero le iba a permitir a Kirchner consolidar el débil equilibrio económico y político con el que había recibido la provincia en 1991. En 1993, Kirchner encabezaba el grupo de gobernadores rebeldes que se negaban a firmar el pacto fiscal con Menem y se resistió a pasar la Caja de Previsión a la órbita estatal. En declaraciones publicadas, Kirchner aseguraba que no se oponía a la nacionalización de las cajas de previsión: “En Santa Cruz mantendremos el sistema previsional como hasta ahora, para garantizar el nivel de asistencia y cobertura que están dando a nuestros jubilados”.

Un mes después, ya con la ley aprobada en el Senado, Kirchner se reunió con Cavallo y aseguró: “Ya recibí la seguridad del Ministerio de Economía, para seguridad de los pasivos santacruceños, que han decidido aceptar que la Caja de Previsión Social quede en manos de la provincia”. En 1995, fue Cristina Kirchner quien defendió como diputada la ley provincial por la cual se resolvió la intransferibilidad de la Caja de Previsión, que en los años sucesivos sumaría déficit permanente: en 2007 superó los 200 millones de pesos anuales. De los diputados y senadores del PJ santacruceños que votaron la ley ninguno respondía directamente a Kirchner. Eran peronistas de sectores diferentes del Frente para la Victoria. Dos de ellos, Rafael Flores

y Francisco Toto, se habían resistido el año anterior a votar la ley de privatización de YPF –pese a los reclamos insistentes de Kirchner– y su relación con el gobernador empezaba a resquebrajarse. Kirchner tiene historia en el “manejo de la caja”. Su primer cargo público fue al frente de la Caja de Previsión Social, designado por el gobernador Arturo Puricelli (PJ), actual interventor de Fabricaciones Militares. En pocos meses, creó sucursales, las inauguró, aumentó sueldos y designó gente de su sector político. Ante el crecimiento vertiginoso del joven Kirchner, Puricelli quiso disponer de los fondos asignados por ley al sistema previsional para afrontar el pago de salarios; Kirchner se enojó y se fue dando un portazo. Sólo habían pasado seis meses.

Los Kirchner, en 1993 NNéstor Kirchner era goberna-

NEse año, la provincia recibió

630 millones de dólares en concepto de regalías petroleras mal liquidadas, lo que significó el despegue político de Kirchner. NEl entonces gobernador atrave-

saba un momento de buenas relaciones con el gobierno de Menem y, en especial, con Cavallo. NEl actual matrimonio presiden-

cial no se opuso a la reforma previsional de entonces. Los diputados y senadores nacionales del PJ de Santa Cruz la aprobaron en el Congreso, pero no respondían directamente a ellos.

Los estatistas de hoy, privatistas de ayer En los 90, referentes del PJ que son kirchneristas impulsaron el sistema privado Y al segundo día de debate el diputado Oscar Parrilli habló. Acomodó papeles en la banca, revisó su discurso y encendió una defensa férrea de la privatización del sistema jubilatorio. La tarde del 29 de abril de 1993, el legislador cambió la originalidad por la eficacia: su primer argumento fue una cita histórica que consideraba infalible. “Señor Presidente, quiero iniciar mi exposición leyendo un discurso pronunciado por el general el 30 de noviembre de 1973”, anunció. Después recordó, frase por frase, cómo Perón criticaba la administración estatal de los fondos previsionales. Una estocada política para los peronistas que no apoyaban la creación de las AFJP. Quince años después, esa estocada se le volvió en contra. Los opositores hoy usan aquel discurso de Perón para cuestionar a “su” Gobierno, que quiere eliminar el sistema de capitalización. El secretario general de la Presidencia prefiere no recordarse como diputado de Carlos Menem. Y al discurso de Perón ya nadie lo lleva entre sus papeles: ahora hace furor en YouTube. Parrilli no estaba solo en los 90.

ARCHIVO

José Luis Gioja (con la mano alzada), festeja la creación de las AFJP Gobernadores, funcionarios y legisladores K también preferirían olvidar. En 1993, el hombre fuerte de San Juan, José Luis Gioja, festejaba a los gritos la ley. El hoy jefe K en Diputados, Eduardo Fellner, levantaba la mano para votar sin siquiera hablar.

Y Juan González Gaviola, actual superintendente de Riesgos del Trabajo, oficiaba de miembro informante del bloque.La aprobación del régimen de capitalización, sin embargo, fue engorrosa. La oposición denunció irregularidades en los dictámenes de comisión, se unió a peronistas

rebeldes y no dio quórum durante dos meses. Hubo al menos tres intentos fallidos hasta la sesión del 28 de abril. Carlos “Chacho” Alvarez, jefe del grupo de los 8, denunciaba entonces a diputados que se “habían dado vuelta sospechosamente”. La UCR aseguraba que era “inconcebible un sistema lleno de fallas, que no existe en el mundo”. El proyecto casi vuelve a comisión. El jefe peronista, Jorge Matzkin, pedía votar lo más rápido posible. “¡Hay que desactivar esta bomba de tiempo!”, gritaba Parrilli. González Gaviola, el último orador, pedía la madrugada del 30 de abril “reconstruir el mercado que nos merecemos”. Los diputados saltaban de las bancas para abrazarlo: Irma Roy, Jorge Yoma, Carlos Ruckauf, Miguel Angel Toma... Un minuto más tarde el proyecto se aprobaba a mano alzada. La ley llegó al Senado cinco meses después. Se aprobó el 23 de septiembre, con menos polémica. Era natural. A fines del 93 a todos los desvelaba otra cuestión: operar en favor de la reforma constitucional que permitiera la reelección de Carlos Menem.

Juan Pablo Morales