Crecer en Familia “Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo”

hace 5 días - Te pedimos, Señor, por todos los que mueren solos, abandonados del ...... No temas a ese verdugo, no desmerezcas de tus hermanos y ...
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Valor del Mes:

Crecer en Familia Lema del Mes:

“Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo” (Ef 4,15)

Plan de Pastoral Noviembre 2017

Acción Significativa del Sector: Hacer un encuentro para destacar en lo que han crecido nuestras familias. Compartir reflexiones sobre lo que nos hace crecer en familia. Acción Significativa Familiar: Celebrar en familia todo lo que hemos crecido en todos los aspectos de la vida Índice Primera Parte: Conmemoración de todos los Fieles Difuntos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Reflexión Semana Juvenil Vocacional 2017 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Lectura orante Lema del Mes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Encuentros de Evangelización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Triduo un paso por mi familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 Semana familiar de los Pobres (I Jornada Mundial del Pobre, 2017). . . . . 25 Segunda Parte: Celebraciones Dominicales, Lecturas de la Palabra de cada día y Meditación diaria del Evangelio . . . . . . . . . . . . . . . 30

Colaboradores: Sandra y Johnny Martínez (Comisión Nacional Familia y Vida), Comisión Arquidiocesana de Animación Bíblica, P. Valerio Baines Sanz, oar, P. Gregorio Santana y Pbro. Daniel Lorenzo Vargas Salazar (Santo Domingo). Coordinadora: Eugenia López Diagramación y Arte final: Jesús Pérez Portadas: Giantfranco Santos Impresión: Editora Amigo del Hogar / Manuel María Valencia No. 4, Santo Domingo, D. N. / Tel.: 809.548.7594 / Para contacto Vicaría de Pastoral, Correo Electrónico: guiamensual.vipastoral@arzsd., [email protected] Teléfonos: 809-682-0815, 809-685-3141, Ext. 261-262, 809-221-3126 Redes Sociales: www.facebook.com/vicariadepastoralsantodomingo

Plan de Pastoral - Noviembre 2017

Conmemoración de todos los Fieles Difuntos 2 de noviembre 2017

Celebración de la Palabra Familiar o Comunitaria, en el Cementerio o en su casa o en la Capilla. Introducción general El 2 de noviembre es el día de la conmemoración de los fieles difuntos. Acostumbramos a ir al cementerio, y es un día para llenar la memoria de recuerdos que pasan al corazón y nos hacen sentir la ausencia. También es día de pasar de la memoria y del corazón a la oración agradecida por los familiares y amigos difuntos. La costumbre de orar por los difuntos es sumamente antigua, no se la ha inventado ningún papa ni concilio de la Iglesia Católica. Ya leemos en el segundo libro de los Macabeos: “considerando que a los que habían muerto piadosamente les estaba reservado un magnífico premio, la idea era piadosa y santa. Por eso hizo una expiación por los caídos, para que fueran liberados del pecado” (2Mac 12,45). Siguiendo esta tradición, la Iglesia, desde sus inicios, ha realizado oraciones por los difuntos. La fiesta del 2 de noviembre, para conmemorar a todos los fieles difuntos, es de alrededor del año 1000, y comenzó fundamentalmente en los monasterios. Hoy día esta tradición se sigue en toda la Iglesia y con costumbres muy distintas. La Guía del mes de noviembre de 2017 propone una celebración de la Palabra que se puede realizar de diversas maneras y en diversos lugares. Podrá hacerse en la casa, reunida toda la familia; en la comunidad del sector, en el lugar donde se reúnan normalmente; podrá hacerse también en el cementerio. Quien la vaya a presidir debe prepararla dependiendo del lugar y del tipo de personas que participen en ella. Se llevan velas que se encenderán en su momento para recordar que Jesús es la luz de vida eterna que fue encendida en nosotros el día del Bautismo Monición de Entrada Ayer celebrábamos con alegría la fiesta de todos los Santos. Hoy, también con alegría celebramos la fiesta de Todos los Fieles Difuntos. Sí, la celebramos con alegría. Hoy no es día para llorar sino para encontrarnos con nuestros seres queridos que el Señor ha llamado a su presencia. ¿Encontrarnos? Sí, encontrarnos. No se trata de comenzar a mirar espíritus por todas partes, sino tener ese encuentro de oración, de recuerdo, de agradecimiento con quienes nos ha precedido en la vida y en la fe. Hoy no es día de llanto, por eso esta celebración no debe ser triste sino agradecida. El día de la muerte, del entierro, de los nueve días, es normal que estemos tristes, pero hoy no. No vivimos para morir, sino que la muerte nos abre a la vida eterna. De esta manera entendemos la muerte, no como un final, sino como la respuesta a ese deseo profundo que tiene la humanidad, el deseo de la inmortalidad.

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Por eso comenzamos con un canto de alegría, este salmo nos dice que la vida es un caminar hacia la casa del Señor, hacia el encuentro con Él de manera definitiva. Canto de entrada: Qué alegría cuando me dijeron: “vamos a la casa del Señor”…. Presentación de los difuntos: En este momento presentemos al Señor a nuestros seres queridos difuntos. Cada uno ponga ante el Señor a sus seres queridos ya fallecidos. Podemos encomendar a nuestros abuelos y bisabuelos, aunque no conozcamos sus nombres. Y encomendamos a aquellos difuntos que nadie se acuerda de ellos. Cuando se mencionen los nombres se enciende las velas que se colocan en un envase lleno de arena o de tierra. Se dejan encendidas durante toda la Celebración. Petición de perdón: Pidamos perdón por nuestros hermanos difuntos cantando o diciendo el Señor ten piedad. Quién preside la celebración hace la siguiente oración: Señor, Tú nos diste la vida como un don maravilloso, / la dejaste en nuestras manos,/ como un cántaro lleno de agua fresca para el viaje. Ahora el cántaro se ha roto, el agua de la vida se derrama / y nuestra sed va dejando reseco el corazón. / Pero al menos nos anima la esperanza de que lo mismo que acogiste la Vida y la Causa de tu Hijo, / has de aceptar la vida y la muerte de quienes han partido hacia tu casa. Gracias, Padre, por sentarlos a tu lado mientras nosotros vamos caminando a su encuentro. Amén. Monición a la primera lectura: Teniendo al Señor de nuestro lado, caminamos esta vida como un paso hacia otra realidad. San Pablo, en la segunda carta a los fieles de Corinto, nos dice que al final nos espera un hogar caliente y acogedor junto a Dios nuestro Padre. Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 5, 1. 6-10 Hermanos: Es cosa que ya sabemos: Si se destruye este nuestro tabernáculo terreno, tenemos un sólido edificio construido por Dios, una casa que no ha sido levantada por mano del hombre y que tiene duración eterna en los cielos. Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivamos, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Y es tal nuestra confianza que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho en esta vida. Palabra de Dios.

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Monición al Salmo responsorial El Salmo 142 nos invita a la oración confiada en la misericordia de Dios. Nosotros le pedimos que escuche nuestras oraciones por los seres queridos ya fallecidos. Salmo 142: Señor, escucha mi oración. Señor, escucha mi oración, Tú que eres fiel, atiende a mi súplica; Tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a Ti. Señor, escucha mi oración. Recuerdo los tiempos antiguos, medito todas tus acciones, considero las obras de tus manos y extiendo mis brazos hacia Ti: tengo sed de Ti como tierra reseca. Señor, escucha mi oración. Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento. En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confió en Ti. Señor, escucha mi oración. Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que Tú eres mi Dios. Tu espíritu que es bueno me guíe por tierra llana. Señor, escucha mi oración. Canto interleccional R. Aleluya, aleluya V. Yo soy la resurrección y la vida, El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. R. Aleluya, aleluya Monición al Evangelio: Jesús ha venido a traernos la salvación total, eso supone que también ha vencido a la muerte. En el siguiente evangelio de San Juan, Jesús nos promete la Resurrección y la vida junto a Dios, si participamos en el Banquete de su Cuerpo y Sangre y cumplimos su Mandamiento del Amor y del servicio a los demás. Lectura del Santo Evangelio según San Juan En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. Discutían entonces los judíos entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Entonces Jesús les dijo: Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come, vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre. Palabra del Señor. Puntos para la reflexión Nos hemos reunido para orar y tener un recuerdo cariñoso para nuestros familiares y amigos que nos fueron tan queridos, o a quienes debemos tanto,

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desde la vida, la fe y la cultura. Al marcharse nos dejaron un vacío que queremos llenarlo con las oraciones y los buenos recuerdos ante Dios. Tenemos el consuelo y la esperanza que están en las manos de Dios, por ello podemos contar ahora con su intercesión y su ayuda. Nuestros seres queridos están ya gozando de la felicidad junto a Dios. Su vida en la tierra ha dado ya el fruto y gozan del cariño y la amistad de Dios. Los cristianos no celebramos la muerte, ninguna muerte, nosotros celebramos la Resurrección de Cristo y la de nuestros difuntos. Nuestros queridos difuntos han participado ya plenamente de la Felicidad. Su vida en la tierra ha dado ya el fruto y ahora gozan de la Amistad y compañía de Dios. Parafraseando una oración de la liturgia de este día: Nuestra fe nos dice que la vida de los que creen en Dios no termina, sino que se transforma y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo. Por eso, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la Promesa de la Felicidad para siempre. Jesús con su vida, muerte y resurrección nos ha abierto el camino para el cielo, para la vida que no termina, en la casa que el mismo Cristo se fue a prepararnos, y en la que ya están nuestros difuntos. En esta celebración nos sentimos unidos con esos difuntos. Lo que nos une a ellos es: 1.- El recuerdo, no los olvidamos. No olvidamos su cariño, su entrega, todo lo bueno que hicieron y que nos hicieron a nosotros. 2. Oramos por ellos. Tuvieron sus limitaciones, pecados y faltas, porque son humanos y débiles como todos nosotros. Oramos por ellos porque Dios, en su eternidad sin tiempo, sabe cómo y cuándo aplicar nuestras oraciones. 3. Confiamos en ellos. Nuestra fe y esperanza nos dicen que ya están cerca de Dios, sobre todo si han vivido como hombres y mujeres honrados y caritativos. Esto nos da ánimo y alegría. Podemos pedirles que intercedan por nosotros y que nos acompañen en nuestra lucha diaria. Porque los que están con Dios son nuestros abogados ante Él. 4. Esperamos volver a encontrarnos con ellos. La fe cristiana nos dice que no los hemos perdido para siempre. Sino que vamos a verlos de nuevo en el otro mundo. Es la esperanza de que nos volveremos a reunir con ellos, en la Casa del Padre, y sin tener que separarnos ya nunca más. Oraciones de petición Recordamos con afecto a nuestros hermanos, a nuestros familiares y amigos difuntos que han partido de este mundo, pero a la hora de hacer nuestras oraciones de petición no pedimos solo por ellos, sino que lo hacemos por todos los fieles difuntos. • Te pedimos, Señor, por la Iglesia, para que se haga presente atendiendo a las personas en los últimos momentos de su vida, y para que acompañe a los familiares que han perdido a un ser querido. Roguemos al Señor. • Te pedimos, Señor por todas esas personas que hemos amado y conocido y ya han partido de esta vida, para que las tengas gozando de la compañía de Cristo, de María y de todos los santos. Roguemos al Señor.

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• Te pedimos, Señor, por todos los que mueren solos, abandonados del cariño de los suyos, para que nunca se vean abandonados de tu amor y compañía. Roguemos al Señor. • Te pedimos, Señor, por todos los que sufren larga enfermedad, para que no les falta una mano amiga y cariñosa que les ayude y les consuele. Roguemos al Señor. • Por todos los que nos hemos reunido aquí, para que no dejemos solos y abandonados a nuestros seres queridos cuando más nos necesitan, sobre todo en la enfermedad, y continuemos orando por los difuntos. Roguemos al Señor. Oremos: Padre Bueno, concede a nuestros familiares y amigos, y a todos los difuntos, esa Felicidad que siempre desearon. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén Padre Nuestro Nuestros seres queridos que ya fallecieron lo hicieron en su carne mortal, pero sus personas siguen vivas ante Dios. Al estar vivas siguen siendo hijas de Dios, por eso, hoy en su nombre rezamos o cantamos el Padre Nuestro. Padre de vivos y de difuntos, nuestro Padre común: Padre nuestro que estás en el cielo…. Gesto de la paz También hoy vamos a darnos la paz. A desearnos la paz y a convertirnos en constructores de paz. (Si esta Celebración de la Palabra se realiza en el lugar donde se reúne la comunidad y se tiene al Santísimo, y hay un ministro extraordinario de la Comunión, se puede dar la comunión a quienes preparados para hacerlo). Oración (Terminada la comunión, o si no se realiza ésta, después del gesto de la paz se hace la siguiente oración:) Señor, tenemos demasiada hambre de infinito /para creer que nos hayas hecho mortales. / Hemos amado demasiado a nuestros seres queridos/ para creer que nuestro amor se haya apagado para siempre. Y tenemos demasiada confianza en nuestro Padre del Cielo / para creer que haya querido tener hijos …. para dejarlos morir. / Acogemos, entonces, Señor, tu «Buena Noticia», / como respuesta de amor a nuestra loca esperanza. Sí, nuestros muertos viven, y podemos amarlos más que en esta loca tierra. / Sí, viviremos con ellos más allá del tiempo, porque Tú nos esperas, ellos nos esperan, / para compartir tu amor y compartir tu alegría. Gracias, Señor, creemos. Creemos que eres Tú quien nos das tu vida,/ vida resucitada, enraizada en nuestra vida mortal / y tu amor de Cielo, metido en nuestro amor de tierra. Pero, pese a todo, dudamos a veces, perdónanos, Señor. / Y lloramos…. como Tú llorabas a tus amigos en la tierra. / No nos avergüenza llorar

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porque hemos comprendido, hoy, / que hemos de aceptar y ofrecer esta ausencia, / para lavar nuestros amores, mezclados con tanta tierra, / que la alegría, todavía no puede florecer eternamente. Es preciso, ahora, que nos levantemos, Señor, para reemprender el camino. Es tan difícil amar como se ama en tu Casa, / que primero tenemos que prepararnos intensamente / amando, hoy, a todos nuestros hermanos, aquí. Ayúdanos, ellos nos esperan, y Tú nos esperas, también / para alimentar con tu vida, el más mínimo gesto. / Y contigo Resucitado, recorreremos el tiempo hasta el día del amor y de la alegría sin fin. Amén. Recuerdo de María María, la Madre lloró a su Hijo y esperó su resurrección. María, la Madre, entiende de muerte, dolor y espera, por eso acudimos a ella pidiendo su intercesión por nuestros seres queridos ya fallecidos; que los presente ante su Hijo. Dios te salve María, llena eres de gracia…. Responso final Terminamos nuestra celebración con lo que llamamos el responso final por los difuntos. Hacemos un canto de esperanza…. “Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en Mí no morirá eternamente”. Vengan en su ayuda, Santos de Dios; salgan a su encuentro, Ángeles del Señor; reciban su alma, y preséntenla al Altísimo. V/. Cristo que les llamó, les tenga gozando con los ángeles y santos. R/. Reciban sus almas y preséntenlas al Altísimo. V/. Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna. R/. Recíbanlos y preséntenlos al Altísimo. Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad, Señor, ten piedad. Padre Nuestro... ORACIÓN: Oh, Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de todos los humanos: te rogamos que, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los Santos, concedas la bienaventuranza a tus hijos a quienes llamaste de este mundo. No los abandones en las manos del enemigo, ni te olvides de ellos para siempre; sino recíbelos con tus santos Ángeles y llévalos al Cielo, su patria definitiva. Y porque creyeron y esperaron en Ti, concédeles para siempre las alegrías del Cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén. V/. Concédeles, Señor, el descanso eterno. R/. Y brille para ellos la luz eterna. V/. Descansen en paz. R/. Amén. V/. Por la misericordia de Dios, sus almas y las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz. R/. Amén.

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SEMANA JUVENIL VOCACIONAL Del 5 al 12 de Noviembre 2017 OBJETIVO: presentar un espacio de reflexión a los adolescentes y jóvenes donde puedan interrogarse profundamente sobre las motivaciones profundas que mueven sus vidas al servicio. La Pastoral Vocacional trabaja en conjunto con otras pastorales afines y comunidades vitales. Es por ello que se ha cambiado el nombre de “Semana Vocacional a Semana Juvenil Vocacional”. Se busca que la preparación de dicha semana, sea en conjunto y trabajemos como una pastoral que se preocupa por articular todos los carismas existentes en la Iglesia que peregrina en la República Dominicana. En la misma se propicia la visita de los seminaristas, religiosas, sacerdotes y los agentes de Pastoral Vocacional, a los colegios y escuelas a llevar un breve mensaje a los estudiantes. • Domingo: Acto de apertura de la Semana Juvenil Vocacional el 5 de Noviembre (Cada Diócesis y cada Parroquia buscará la manera de realizar dicha apertura)-. • Lunes: presentación del tema “Apertura a la llamada” de la semana en centros educativos y lugares vitales. • Martes: Rosario vocacional • Miércoles: reflexión del tema: Joven, Abre tu corazón a Jesús • Jueves: Vigilia Vocacional • Viernes: Reflexión del tema: Desde mi familia a mi vocación • Sábado: Feria vocacional (la dinámica específica de la feria será organizada por el Equipo Diocesano. • Domingo: Cierre glorioso con la celebración de la Eucaristía el 12 de Noviembre. REFLEXION PARA LA SEMANA VOCACIONAL 2017 Apertura a la llamada de Dios Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno abre su corazón entraré y cenaré con él, Ap.3,20. Cada joven está llamado por Jesús a seguirle, porque es él, el Hijo quien puede hablarnos en un lenguaje que podamos oírle, entenderle y abrir las puertas de nuestro corazón para que él entre. Tener las puertas abiertas es estar dispuestos a que Dios cumpla su voluntad en nosotros. ¿Qué sucede con un joven que abre las puertas de su corazón a Jesús? Es un misterio muy grande el amor de Dios. Al “entrar” y “cenar” con él, se da comunión perfecta de Dios con sus hijos. Si alguno oye mi voz, y guarda mis palabras, el Padre lo amará y “vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14,23). Es una de las más exquisitas expresiones del profundo deseo de Dios para con sus hijos. Morar en él a fin de entrar en comunión con él, “para que todos sean uno” como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado…, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos (Jn 17, 21.26b).

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La apertura es importante porque la obra de Cristo es un acto de amor, y por tanto, no entra a la fuerza, sino que con paciencia, espera hasta que le sea abierta la puerta, se detiene para oír el consentimiento, pues está en la mano de cada uno el abrirse o el permanecer cerrados a Cristo. Cuando el joven se cierra a Cristo se encierra en sí mismo y esta soledad, que impide la apertura, le lleva por el camino de la infelicidad. Solo se trata de abrir el corazón, el resto ya es una factura que corre a cargo de Jesús, sin embargo, abrir supone aceptar y seguir el camino hasta donde él quiera. En los Evangelios pueden leerse numerosas escenas en las que el Señor pasa y llama. Llama y espera una respuesta. “Llamó a los que quiso”, recalcan los evangelistas. Y relatan el caso de alguno que se ofrece a seguir determinado camino y no es admitido. Han pasado veintiún siglos, y hoy el Señor sigue llamando, y sigue llamando a cada uno según quiere. Una mirada al mundo muestra enseguida la inmensidad del trabajo pendiente. “Alzad los ojos y ved los campos, dispuestos para la siega”. El campo está listo, las necesidades son enormes, pero los trabajadores son escasos. ¿Cómo van a conocer a Dios si no hay quien dé testimonio de Él? Hacen falta personas que entreguen su vida para llevar la luz del Evangelio a todo el mundo, a los dirigentes de la sociedad, a los empresarios, a los intelectuales, a los abatidos, a los enfermos, a las zonas más remotas de la tierra, a quienes viven sin esperanza. Jesús se ha hecho hombre para poder acercarse a sus hijos y entrar en diálogo y así llamarse a seguirle. Cristo es el enviado de Dios para llamar a los hombres y mujeres a estar con él y servir a los demás. Jesús siempre nos colocará de frente a las preguntas categóricas ¿Qué hago con mi vida? ¿Cuál es mi camino? El Hijo de Dios llama al amor, porque nos invita a vivir su misma relación con el Padre: “nadie tiene amor mayor que el que da la vida por su amigos” (Jn 15,13). Él nos da el ejemplo de cómo amar al estilo de Cristo. Responder a la llamada de Dios es dejarse formar por él, en los rasgos de su propia opción. El evangelio nos habla la pedagogía experiencial que usó Jesús: “Jesús designó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar” (Mc 3,14). Para vivir esta dimensión hay que dejarse llevar por la palabra, en la escucha y en el diálogo con Dios. La oración, la interiorización de sentimientos, dejarse formar por Dios y desear comunicar al mundo la vida del Padre. ¿Soy libre para abrir mi corazón a la llamada de Jesús? Fue «pasando» (Marcos 1,16 y 2,14) como Jesús señaló a sus primeros discípulos y los llamó. Existe en ese «pasando» un soplo de libertad. Jesús no cuenta con una estrategia bien precisa; ve a sus futuros discípulos y los llama. Les dice muy poco sobre lo que él espera de ella, muy poco también sobre lo que pueden esperar de él. Lo irán descubriendo poco a poco. Jesús quiere que ellos sean tan libres como él. O mejor: libres del mismo modo que él. «Tú, ¡sígueme!»: son las últimas palabras de Cristo en los evangelios (Juan 21,22). Resucitado, Jesús continúa llamando a seguirle. Viene siempre como «pasando». No elige el momento. Un día, una palabra del Evangelio me toca. Un encuentro o un acontecimiento me conmocionan y me conduce a comprometerme con él. Una llamada es primeramente algo que me ocurre.

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¿Dónde está entonces mi libertad, pues no he sido yo quien escogió encontrar a Cristo, sino que es él quien me encontró? Y cuando nos preguntamos por qué estoy comprometido allí donde estoy, me cuesta responder, pues, al igual que los discípulos, las cosas parecen que ocurren en parte por acaso. «Al pasar, Jesús vio…» y Leví, sin titubear un segundo, «se levantó y lo siguió» (Marcos 2,14). ¿No es acaso un poco rápido para una opción consciente, responsable y libre? Lo cierto es que Leví, levantándose, se vuelve libre. Hasta entonces disponía libremente de sí mismo y de su oficina de colector de impuestos. En adelante su horizonte se ensancha. Leví no violenta su libertad incluso si la llamada de Cristo se le impusiera con una evidencia inmediata. Porque allí donde está Cristo también está el Espíritu Santo. La llamada de Cristo corresponde a algo en lo más profundo de mi corazón. Me viene al mismo tiempo del exterior – de una palabra leída u oída, de un acontecimiento o de un encuentro – y del interior. Libera en vez de mandar. Al mismo tiempo que Cristo me llama, el Espíritu Santo libera en mí lo que está encadenado, desahoga lo que está angustiado. Jesús no determina con antelación el camino de sus discípulos. Le gustaba hacerles preguntas: «Para vosotros, ¿quién soy?» (Marcos 8,29), « ¿También vosotros queréis partir?» (Juan 6,67), « ¿Me amas?» (Juan 21,15-17). Toma en cuenta nuestra libertad y nuestro compromiso creativo. Con mi respuesta su llamada llega a ser cierta para mí. Mis propios pasos son los que trazan mi camino al seguirle. Llamándote, Dios no prescribe lo que deberías realizar. Su llamada es ante todo un encuentro. El papa Francisco, hablándole a los jóvenes en Brasil, les dijo: “A todos nos llama Dios pero hay un camino para cada uno”. Ese camino solo se descubre si abre las puertas de tu corazón de par en par.

Lectura Orante Efesios 4, 11-16

“Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo” Orientaciones: En la actualidad un cristiano recibe la fe en el seno de la familia, lo cual es bendición para aquellos que viven y gozan de una familia en donde Cristo es la cabeza del hogar, por medio de la Lectura Orante comunitaria y personal el Señor sigue guiando a los padres para la formación de los hijos. Para este encuentro debe haber un responsable, pero su función es dirigir la lectura y organizar el encuentro, pero todos debemos tener una participación activa. Duración: No más de 30 minutos 1. Invocación al Espíritu Santo Se solicita la presencia del Espíritu Santo, para que ilumine nuestro entendimiento a las enseñanzas recibidas a través de esta Palabra de Vida, que arda nuestro corazón y mueva nuestra voluntad y que con ella nos

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ayude a ser partícipes de la formación de los más pequeños en el Reino del Señor aquí y ahora. 2. Leo el texto de Mateo 28,19-20 Leemos detenidamente el texto en dos ocasiones en voz alta y de ser posible en traducciones distintas (Biblia de Jerusalén o la del Pueblo Peregrino, entre otras), luego cada persona lee en silencio para que el Espíritu hable a su corazón y conciencia. Y nos preguntamos ¿Quién habla en la lectura y a quiénes va dirigida? ¿A quiénes se ha constituido para edificar la Iglesia? 3. Medita. ¿Qué me/nos dice la Palabra? Luego de escudriñar en la Palabra y con la asistencia del Espíritu de Verdad medito acerca de lo que la Palabra me dice a mí y a mi familia ¿Qué lugar ocupa la formación en mi vida como cristiano/discípulo de Cristo y cómo ayudo a los más pequeños en mi hogar y comunidad? Reflexión Cada uno de nosotros tiene la función y responsabilidad de discípulos de Cristo y estos a su vez fueron encargados según sus dones y carismas a construir la Iglesia con sus diferentes ministerios, lo mismo ocurre con la familia, la cual es la Iglesia primera de todo ser humano, en donde los padres reciben la gracia necesaria para guiar a los más pequeños para que éstos crezcan en la plenitud de Cristo y de esa forma todos crezcan en familia, una verdadera familia Cristiana, la cual estudia y reza manteniendo su unidad en Cristo Jesús. 4. Ora. ¿Qué le respondo al Señor? Exprésale al Señor lo que de tu corazón brota luego de reflexionar la Sagrada Escritura, ahora es momento de hablarle a Dios, responderle al llamado que me hace. 5. Contempla y actúa. ¿Qué inspira en mi vida la Palabra? • ¿Cómo discípulo de Jesús hago mi ministerio en la familia? • ¿Estoy cumpliendo con el mandato que el Señor me dejó? • ¿Participo en el crecimiento de mi familia parroquial? • Propósito: Me comprometo hoy a contribuir con la misión de la Iglesia, de la cual soy miembro, para llevar el Evangelio a todos los pueblos. 6. Concluyamos con el Padre Nuestro, Ave María Gloria. Nos damos un abrazo fraterno y vivamos con gozo y como comunidad la Palabra que Dios ha puesto en nuestros corazones solicitando y acudiendo al mandato que Jesús nos hace hoy.

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Primer Encuentro de Evangelización 6 al 11 de noviembre

Crecer en familia y como familia “Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres” (Lc 2,52) Ambientación: Ponemos en lugares muy visibles los carteles con el valor y el lema de noviembre. Además, colocamos una imagen o cuadro de la Sagrada Familia. Ponemos fotos, si es posible grandes, de algunas familias de los participantes en el Encuentro. También podemos poner fotografías antiguas de nuestros abuelos. Y mientras van llegando las personas se comenta sobre quiénes son esos personajes de las fotografías. Cantos de animación Oración inicial La oración de hoy la hacen todos los miembros de una familia; si el Encuentro se realiza en una casa, esta oración la prepara la familia de ese hogar. Canto: Un pueblo que camina por el mundo…. Introducción Hoy día, en esta sociedad en que nos toca vivir, en estas circunstancias en las cuales se quieren imponer unas concepciones tan distintas y variadas sobre la familia, es necesario estar claros sobre qué es la familia y la importancia de ella en el desarrollo, crecimiento y felicidad de las personas, principalmente de los niños y jóvenes. No es lo mismo cualquier concepción de la familia, ni cualquier manera de vivir en familia, para el desarrollo de las personas y de la propia sociedad. En estos Encuentros no deseamos entrar en discusión con nadie, pero hablamos de la familia desde la concepción católica. Somos conscientes de que hay una campaña enorme para deshacer la familia tradicional; a una gran parte del mundo no le interesa la familia entendida así, como la Iglesia recomienda. No interesa porque la familia así vivida lleva a defender unos valores, una concepción de la persona, de la sociedad y de la propia vida. A nosotros y nosotras sí nos interesa, porque defendemos la persona, la familia, la comunidad y la sociedad. Pero no seamos ingenuos poniendo una familia tan idealizada que ni se vive ni se puede llegar a vivir. La familia tiene defectos, porque somos humanos, y también los defectos nos ayudarán a vivir mejor en la familia, porque en familia debemos vivir lo que somos, como somos y aceptarnos así, para ayudarnos a vivir mejor. Hoy hablamos de la familia como lugar de desarrollo - crecimiento de la persona en valores y en compromisos por sí mismo y por los demás.

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Iluminación bíblica: Lucas 2, 41-52 La familia de Nazaret está en camino ¿hacia dónde va? ¿Va de fiesta?, ¿a qué tipo de fiesta va como familia? ¿Qué nos enseña este texto con relación a la vida familiar? ¿Enseñamos a participar en la Iglesia desde pequeños? ¿Las familias son ejemplo en participar juntos en las celebraciones? ¿En qué crecía Jesús? ¿Cómo crecen nuestros niños y jóvenes? Canto: Himno a la familia: Que ninguna familia comience en cualquier de repente Reflexión Como decíamos al inicio de la introducción, cuando la realidad actual intenta imponer un tipo de familia, debemos tener claridad en los valores que deseamos inculcar en niños y jóvenes, ya que esos valores de la familia serán los pilares centrales de la su educación. Los valores se aprenden del testimonio más que de las palabras, por ello los padres, abuelos, las personas mayores debemos ser consecuentes entre lo dicho y hecho. Que los niños nazcan y crezcan en una buena familia tiene una enorme importancia en su desarrollo. Pero una familia real, no imaginaria, con los pies en la tierra. No idealicemos la familia, porque en nuestras familias vivimos las mismas crisis que se viven en la sociedad. En casa los problemas son producidos por nuestros “seres queridos”; y siguen siendo problemas, en ocasiones grandes. En la misma familia debemos generar las soluciones a esas tensiones. En una buena familia va a haber de todo un poco, cada uno tiene derecho a ser como es y debe tener la libertad de desarrollar sus posibilidades. El pertenecer a una familia fuerte y unida es el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos y a las futuras generaciones. Defendemos la familia como lo hablado hasta ahora, pero en esta realidad dominicana, una buena familia no es perfecta, una buena familia puede estar formada por los abuelos y los nietos, por la mamá que echa adelante sola con los hijos…. Pero en una familia buena de estos tipos es donde se crece en familia y como familia. En una de estas familias, con defectos y limitaciones humanas, pero donde se trata de amar y respetar, es donde los niños y jóvenes van a crecer, porque una buena familia es el espacio apropiado para: 1. El desarrollo de la autoestima: es allí donde el niño crea la imagen de lo que es y va estableciendo la valoración positiva de sí mismo, lo que llamamos la autoestima. 2. El desarrollo de la propia personalidad: Además del temperamento que el niño tiene, va a desarrollar su personalidad en el contacto y relación con los demás; este primer contacto se tiene en la familia, y en ella se aprende el comportamiento social que lo marcará para toda su vida. 3. La transmisión de valores y la cultura: La familia va a ser el primer elemento de transmisión de los valores humanos, religiosos y de nuestra cultura. Cuanto el niño vea en sus padres o mayores va a ser la base de su manera de relacionarse con los demás, con el ambiente, naturaleza, mundo y Dios. El amor, respeto, solidaridad, comprensión y el tipo de costumbres culturales se aprenden en la familia.

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4. El desarrollo emocional: La familia supone para el hijo, el apoyo donde va aprendiendo a ser persona libre y distinta a las demás. El amor en la familia, el respeto entre sus miembros… hará que el niño aprenda a amar y a acoger a las demás personas, a los que son distintos. 5.- Crecimiento en alegría: La alegría se elige, se cultiva y se educa en la familia. Una familia triste no puede conseguir unos hijos alegres. La manera de corregir, de enseñar y hasta de castigar debe hacerse en un ambiente comprensible y alegre. La alegría debe ser el motivo de toda educación y crecimiento en la familia. No se trata de ser ingenuos y decir que no hay problemas, pero debemos educar en la esperanza, en el deseo de vivir, de levantarse. Para esta alegría es necesario que en las familias haya todos los días momentos de gozo y de ánimo: abrazos, besos, cuentos, juegos… centrarnos en los aspectos positivos. La alegría debe elegirse. 6.- Como eje transversal de todo esto el amor en la familia. El amor mantiene unida a la familia, el amor real, el de la sonrisa y el perdón, el del regaño y la caricia, el del abrazo y el reproche, el amor por encima de todo ello no entenderá de distancias, de fronteras ni de tiempo. Hoy, para ayudar a crecer a los niños, pero también a todas las personas, hoy más que ayer, necesitamos a la familia, a todas las buenas familias, a la tuya, a la mía, a todas las buenas familias. La familia necesita ayuda, todas las ayudas son pocas, pero lo que más necesita la familia es que tú cultives y cuides a la tuya, que participes poniendo tu parte, trabajo y esfuerzo y cuidando, cultivando y haciendo crecer a tu familia. Tú puedes, nosotros podemos. Canto: Ahora es nuestra oportunidad Reflexión comunitaria En las familias dominicanas, ¿Qué es lo que más se enseña? ¿Y en nuestras familias? ¿Se preocupan de educar para el crecimiento humano, social y cristiano? ¿El ejemplo de los mayores es bueno para el crecimiento de los niños? ¿Se ora en nuestras familias? ¿Dios es papá en nuestra casa? ¿Qué educación en valores damos con palabras y ejemplos? Oración final Oración a la Sagrada Familia del Papa Francisco en Amoris Laetitia) Jesús, María y José, en ustedes contemplamos el esplendor del verdadero amor, a ustedes, confiados, nos dirigimos. Santa Familia de Nazaret, / haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, / auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas iglesias domésticas. Santa Familia de Nazaret, / que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división; / que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado. Santa Familia de Nazaret, / haz tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, / de su belleza en el proyecto de Dios. / Jesús, María y José, escuchen, acojan nuestra súplica. Amén. Canto final: María, tú, que velas junto a mí…

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Segundo Encuentro de Evangelización Semana 27 al 30 de noviembre

Crecer en familia y como familia en la fe “Recuerdo tu fe sincera. Así eran tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y estoy convencido de que la recibiste de ellas”. 2Tim 1,5 Ambientación Este segundo Encuentro de noviembre continúa con el tema de la familia, por tanto, se pueden poner los mismos signos del Encuentro anterior y añadir fotos de celebraciones religiosos en familia: bautizo, bodas, comuniones, confirmaciones… y también fotos de celebraciones parroquiales o diocesanas en las que aparecen familias participando en ellas. Cantos de acogida Oración inicial La oración de hoy la hacen todos los miembros de una familia; si el Encuentro se realiza en una casa, esta oración la prepara la familia de ese hogar. Canto: Iglesia soy, y tú también…. Introducción Cuando ya llevamos un tiempo conociendo a una persona podemos exclamar: ¡Cómo se parece a su mamá! Tiene la misma mirada, la misma sonrisa, ese movimiento con la mano cundo habla, su modo de andar, la manera de peinarse o de quitarse el cabello de la frente…. Fijémonos bien, decimos que se parece a su mamá no por la cara, los ojos, el cuerpo… sino por acciones o gestos concretos. Es que no sólo el físico nos viene de la familia, sino también las acciones, la manera de hacer las cosas, de caminar… Somos de una familia más por las acciones, los pensamientos, las actitudes, las maneras de comportarnos, que por los rasgos físicos externos. Aquí debemos poner también la fe, no les parece que sería un orgullo para la familia el poder decir: ora igual que su padre, se arrodilla como su madre, lleva el rosario de la familia y lo reza, va a Misa con sus padres, es tan devoto de la Virgen de la Altagracia como su abuela…. ¿Dónde y cuándo va a aprender todo esto? Iluminación Bíblica: Marcos 10,17-22 Esta escena del Evangelio se llama “el joven rico”, y la narran los tres evangelios sinópticos. La ponemos aquí porque nos habla de un joven bueno. ¿Dónde y cuándo aprendió a ser bueno? ¿Desde cuándo, dice él mismo, que cumple los mandamientos? ¿Enseñamos a nuestros niños y jóvenes los mandamientos? ¿Los enseñamos a cumplir? ¿Las personas mayores, cumplimos los mandamientos delante de los hijos? Ese joven ha crecido en

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una familia que le ha enseñado los mandamientos, la fe; podíamos poner el texto bíblico del primer Encuentro, Jesús perdido y hallado en el templo: sus padres lo llevaban a las fiestas del templo. Apliquemos todo esto a nuestras familias y la situación actual. Canto: Siempre es Pentecostés Reflexión Normalmente, la familia marca a la persona para siempre. Muchas veces, al conocer cómo son los padres entendemos por qué un joven o una joven son alegres, comunicativos, sanos… y también entendemos por qué un niño no puede parar en la silla, ni prestar atención, o es violento… al conocer la educación recibida en casa. No siempre sucede así, pero sí es lo normal. ¿Podríamos decir, por tanto, que un niño o joven van a ser cristianos católicos porque sus padres los son, o porque vayan mucho a la Iglesia? Pues no siempre, pero sí con muchas posibilidades los serán si en casa recibe una buena formación en la fe. Si es importante educar a los hijos, y debemos educarlos en todo aquello que consideramos bueno, para las personas creyentes en Cristo será una obligación educarlos en la fe en Él, en su mensaje, en su vida y en sus mandatos. ¿Y cómo se transmite la fe en familia? Para comenzar: “nadie da lo que no tiene”. Es decir: si la fe de los padres es débil o está mal fundada, poco podrán enseñar a sus hijos. Muchas veces, cuando se bautiza a un niño se dice a los papás que le estamos poniendo la semilla de la fe, a ellos, papás y padrinos, es decir, a la familia, le corresponde cuidar con esmero esa semilla para que crezca sana, fuerte y pueda dar muchos frutos. Esa semilla necesita tiempo para su maduración, también paciencia, respeto, libertad, y mucho cuidado. La tierra es buena, porque Dios no hace cosas malas, la semilla es mejor, porque es la fe, a la familia le corresponde participar con Dios en cuidar la semilla y hacer cuanto está de su parte. Pero el cuidado principal, la primera y más importante participación de la familia en este crecimiento en la fe está en el ejemplo, el testimonio. Si los papás llevan a sus niños a la catequesis para que se preparen para la primera comunión, y ellos no van los domingos a misa; si les obligan a rezar todas las noches, y a ellos no se les ve ningún momento de oración; si les piden que perdonen al hermanito, pero papá y mamá nunca se piden perdón cuando pelean; … está claro qué van a aprender esos niños, que sus padres tienen una fe muy débil. Enseña más la oración de los papás que el preguntarles a los niños si han rezado; el niño no necesita que le digan que deje sus juguetes o lápices a su hermanita si ve que sus papás se ayudan y colaboran en los trabajos. Por otra parte, sabemos que la fe no es cuestión solo de oración, catecismo, misas y cumplir no sé qué mandatos. La fe es tener una manera de pensar y de vivir semejante a la de Cristo; y por tanto es un modo de amar, tanto a amigos como enemigos, a los iguales y a los distintos, a los de cerca y a los de lejos. Y en esto el ejemplo es muy fundamental. Si no se aprende la tolerancia en casa, nunca se va a ser tolerante. Es en el hogar

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donde se aprende con el ejemplo el perdón, la ayuda, el colaborar con las necesidades de los demás. Cuando se ve en casa preparar comida para llevar a algún necesitado, o se ve a papá o mamá ir a la reunión de la junta de vecinos, o de los papás de la escuela…. Eso dejará una huella en los pequeños. Como el hecho de comentar ciertas noticias de los sucesos de cada día y darles la orientación cristina, el ponerse a orar para que mejore tal situación…. Terminamos con unas frases del Papa Francisco al Congreso Latinoamericano de Pastoral Familias: En la familia la fe se mezcla con la leche materna. Por ejemplo, ese sencillo y espontáneo gesto de pedir la bendición, que se conserva en muchos de nuestros pueblos, recoge perfectamente la convicción bíblica de que la bendición de Dios se transmite de padres a hijos. Conscientes de que el amor familiar ennoblece todo lo que hace el hombre, dándole un valor añadido, es importante animar a las familias a que cultiven relaciones sanas entre sus miembros, a que sepan decirse unos a otros “perdón”, “gracias”, “por favor”, y a dirigirse a Dios con el hermoso nombre de Padre. Canto: Himno a la familia: Que ninguna familia comience en cualquier de repente Reflexión comunitaria ¿Cuáles son los valores fundamentales que se enseñan en las familias de República Dominicana? ¿Cuáles se enseñan en nuestras familias? ¿Se enseña la fe en nuestros hogares? ¿Se vive la fe en nuestras familias? Los niños y jóvenes ¿aprenden más de lo que se les dice o de lo que ven? ¿Qué tipo de fe se enseña y se vive en las familias? ¿La fe que se enseña y se vive tiene algo que ver con la realidad de los barrios y del país? ¿De qué sirve la fe sin obras? ¿La fe se entiende como una manera de entender y vivir los afanes de cada día? Oración final Oración a la Sagrada Familia (papa Francisco en Amoris Laetitia) Jesús, María y José, en ustedes contemplamos el esplendor del verdadero amor, a ustedes, confiados, nos dirigimos. Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas iglesias domésticas. Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado. Santa Familia de Nazaret, haz tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios. Jesús, María y José, escuchen, acojan nuestra súplica. Amén. Canto final: Cerca está el Señor…. Aviso

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Un paso por mi Familia - Triduo de preparación 15, 16 y 17 de Noviembre Sábado 18: Caminata en los Sectores de las Familias Vida- Familia-Participación social Preparación El próximo domingo 19 de noviembre vamos a vivir nuevamente nuestra esperada celebración anual de las familias dominicanas con la caminata, y encuentro festivo, Un paso por mi Familia, con el lema “Forma y Vivifica la Iglesia”. Todos disfrutamos en grande esta fiesta de las familias en la que celebramos la vida y los valores familiares desde nuestros valores cristianos y desde nuestra cultura dominicana. Al mismo tiempo se trata de una sensibilización ciudadana sobre las amenazas, retos y desafíos a los que nuestras familias son sometidas por ideologías e intereses oscuros que atentan contra la vida y la belleza de las familias. Recomendamos: • Hacer una promoción activa y festiva para esta actividad. • Organizar a los participantes desde temprano con el transporte. • Hacer un mural de Un paso por mi Familia con imágenes de otros años. • Puede ponerse un rincón durante todo el mes con objetos de la caminata (gorras, t-shirt, cartelones, volantes, audios, etc.). • Se hace conveniente que en el horario de la caminata no haya otras celebraciones para lograr una mayor expresión de comunión y participación diocesana o zonal. Para ello se tomó en cuenta la sugerencia de los párrocos de que no coincidiera la actividad con la Solemnidad de Cristo Rey. • Tener un equipo de logística propio de la parroquia que en coordinación con la pastoral familiar aseguren el éxito de esta experiencia. • Disponernos espiritualmente organizando la realización del triduo de preparación a la caminata. Jueves 16

Un paso para dejar crecer la vida Familias con niños y niñas

Ambientación Poner un mural con fotos y recuerdos de las participaciones en las caminatas de los años anteriores y el lema correspondiente. Poner el audio promocional de la caminata como música de fondo. Oración Se pide a una familia hacer espontáneamente la oración de inicio. Canciones: Himno a las familias (Bendecid oh Señor las familias) y otras canciones familiares.

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Tema. Escuchemos y dialoguemos con las palabras del Papa Francisco: “El embarazo es una época difícil, pero también es un tiempo maravilloso. La madre acompaña a Dios para que se produzca el milagro de una nueva vida. La maternidad surge de una «particular potencialidad del organismo femenino, que con peculiaridad creadora sirve a la concepción y a la generación del ser humano». Cada mujer participa del «misterio de la creación, que se renueva en la generación humana». Es como dice el Salmo: «Tú me has tejido en el seno materno» (139,13). Cada niño que se forma dentro de su madre es un proyecto eterno del Padre Dios y de su amor eterno: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jr 1,5). Cada niño está en el corazón de Dios desde siempre, y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del Creador. Pensemos cuánto vale ese embrión desde el instante en que es concebido. Hay que mirarlo con esos ojos de amor del Padre, que mira más allá de toda apariencia”. (Francisco, La alegría del amor, 168). Diálogo: En este momento las familias comparten su experiencia de embarazo. ¿Cómo se sintieron? ¿Cuáles eran sus mayores dificultades? Se da chance para que los esposos y los niños expresen también sus experiencias con respecto a la espera de nuevos miembros en la familia. ¿Sienten ustedes que haya trabas o problemas hoy con el embarazo? ¿Qué realidades atentan contra el nacimiento de nuevos niños y quiénes lo patrocinan o promueven? Afortunadamente nuestra Constitución Dominicana define y defiende la vida humana como inviolable desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. En esa declaración constitucional que da claro que la vida humana está siempre en expansión, en crecimiento. Desde el seno de nuestra madre, en el instante mismo de la concepción comenzó el dinamismo de nuestra vida, con sus distintas etapas de desarrollo o crecimiento. Comprometámonos a dar pasos para siempre dejar crecer la vida, que nunca nos falten nuevos niños, nuevos hijos, a quienes Dios y nosotros ayudemos a crecer en vida, tamaño y gracia del Señor. Canción: Cómo no creer en Dios. Oración: Padre nuestro y ave María Viernes 17

Un paso para dejar crecer la familia Familias con adolescentes y jóvenes

Ambientación Poner un mural con fotos y recuerdos de las participaciones en las caminatas de los años anteriores y el lema correspondiente. Poner el audio promocional de la caminata como música de fondo. Oración «¡Dichoso el que teme al Señor, / y sigue sus caminos! Del trabajo de tus manos comerás, / serás dichoso, te irá bien. Tu esposa, como parra fecunda, / en medio de tu casa; / tus hijos como brotes de olivo, alrededor de tu mesa.

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Esta es la bendición del hombre que teme al Señor./ Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, / todos los días de tu vida; / que veas a los hijos de tus hijos. / ¡Paz a Israel!» (Salmo 128,1-6). Canciones: Familia que reza unida Tema. Escuchemos y dialoguemos con las palabras del Papa Francisco: “No hacen bien algunas fantasías sobre un amor idílico y perfecto, privado así de todo estímulo para crecer. Una idea celestial del amor terreno olvida que lo mejor es lo que todavía no ha sido alcanzado, el vino madurado con el tiempo. Como recordaron los Obispos de Chile, «no existen las familias perfectas que nos propone la propaganda falaz y consumista. En ellas no pasan los años, no existe la enfermedad, el dolor ni la muerte [...] La propaganda consumista muestra una fantasía que nada tiene que ver con la realidad que deben afrontar, en el día a día, los jefes y jefas de hogar». Es más sano aceptar con realismo los límites, los desafíos o la imperfección, y escuchar el llamado a crecer juntos, a madurar el amor y a cultivar la solidez de la unión, pase lo que pase”. (Francisco, La alegría del amor, 135). Diálogo: ¿Existen las familias perfectas? ¿Qué tiene de bueno la imperfección? ¿Puedes compartirnos tu crecimiento familiar? ¿Cómo podemos crecer en familia hoy? Contrario a lo que a veces podemos creer nuestra condición de personas imperfectas, y por tanto de familias también imperfectas, nos disponen para buscar continuamente nuestra superación personal y familiar. Ello nos ayuda a comprender que siempre necesitamos de los demás y hemos de buscar la unión para complementarnos y ayudarnos unos a otros en la familia. Demos también pasos para ayudar a nuestras familias a crecer en el amor, la tolerancia, el perdón, la armonía, la entrega, la paciencia y la vida de fe. Canción: Himno a las familias (Bendecid oh Señor las familias) Oración: Padre nuestro y ave María. Avisos: Recordar la caminata Un paso por mi Familia el domingo y el calentamiento de la caminata por los sectores el sábado. Sábado 18

Nuestros pasos nos movilizan para la participación Caminata en los Sectores de las familias

Organización • Hacer una caminata alegre y festiva para todas las familias • Preparar cartelones, cruza calles, bailes o danzas. • Disponer de un vehículo con amplificación • Equipos de animación musical. • Equipo de lectores • Equipo de orden • Invitar a las demás Iglesias, escuelas y organizaciones de la comunidad para que participen.

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• Establecer el recorrido y los puntos para las cinco paradas. • Puede realizarse por sectores y centros y terminar todos juntos en un punto céntrico de la parroquia. Oración inicial: Se inicia la oración con una Canción al Espíritu Santo Bienvenida Les damos a todos y todas la bienvenida a esta caminata parroquial por la familia, como un adelanto de la gran fiesta que celebraremos mañana domingo en honor de nuestras familias dominicanas. Queremos que todas nuestras familias se comprometan con una vida ciudadana más participativa en la voz de nuestras madres y las de nuestros hijos sean escuchadas. Que nuestros esposos y esposas puedan sentir la seguridad de que sus derechos a la familia, a procrear y a educar sus hijos, no sean restringidos por el Estado ni amenazados por la falsa cultura que niega nuestros valores familiares. Hacemos esta caminata llenos de fe y de alegría porque todos los que estamos aquí creemos en la familia y le estamos agradecidos a Dios por traernos las mejores familias del mundo, las nuestras. Haremos este recorrido dejándonos orientar por las enseñanzas de nuestro sabio y santo pastor el Papa Francisco. Les invitamos a todos a dar su mejor sonrisa a cada transeúnte que nos encontremos, para expresarle la alegría del amor, la alegría y belleza de vivir en familia. Canciones: Himno a las familias (Bendecid oh Señor las familias) Segunda parada:

Demos gracias a Dios por el amor de los Esposos

(Pedimos a los esposos presentes tomarse de la mano) «Fieles a las enseñanzas de Cristo miramos la realidad de la familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras [...] El cambio antropológicocultural hoy influye en todos los aspectos de la vida y requiere un enfoque analítico y diversificado». En el contexto de varias décadas atrás, los Obispos de España ya reconocían una realidad doméstica con más espacios de libertad, «con un reparto equitativo de cargas, responsabilidades y tareas [...] Al valorar más la comunicación personal entre los esposos, se contribuye a humanizar toda la convivencia familiar […] «somos conscientes de la dirección que están tomando los cambios antropológico-culturales, en razón de los cuales los individuos son menos apoyados que en el pasado por las estructuras sociales en su vida afectiva y familiar» (Francisco, La alegría del amor, 32). Como vemos el Papa nos recuerda situaciones actuales nuevas que se dan en las parejas, como la comunicación y la equidad, pero al mismo tiempo señala que reciben menos apoyo. En este momento démosle un caluroso aplauso de apoyo a nuestros matrimonios. Y a ellos le pedimos que nos den muestras de su amor con un beso. Decimos todos: ¡Que vivan las familias! / ¡vivan los matrimonios! / ¡que viva el amor! Canción: Amar es entregarse .

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Segunda parada:

Gracias Señor por el don de los Hijos

«La Iglesia desempeña un rol precioso de apoyo a las familias, partiendo de la iniciación cristiana, a través de comunidades acogedoras»[95]. Pero me parece muy importante recordar que la educación integral de los hijos es «obligación gravísima», a la vez que «derecho primario» de los padres. No es sólo una carga o un peso, sino también un derecho esencial e insustituible que están llamados a defender y que nadie debería pretender quitarles. El Estado ofrece un servicio educativo de manera subsidiaria, acompañando la función indelegable de los padres, que tienen derecho a poder elegir con libertad el tipo de educación —accesible y de calidad— que quieran dar a sus hijos según sus convicciones. La escuela no sustituye a los padres, sino que los complementa. Este es un principio básico: «Cualquier otro colaborador en el proceso educativo debe actuar en nombre de los padres, con su consenso y, en cierta medida, incluso por encargo suyo». Pero «se ha abierto una brecha entre familia y sociedad, entre familia y escuela, el pacto educativo hoy se ha roto; y así, la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis». (Francisco, La alegría del amor, 84) Recordemos que los formadores y líderes espirituales por excelencia de los hijos son sus padres. Ni el Estado ni absolutamente nadie puede sustituir la obligación moral de guiar, proteger y educar a nuestros hijos. Las leyes han de garantizar el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos, nunca restringirlo. Protejamos a nuestros niños, luchemos por ellos. Como comunidad nos comprometemos con ellos, como hijos nuestros a los que defenderemos con todos nuestros medios. Lo mejor para nuestros hijos e hijas. En sus ojos se iluminan nuestras vidas, y sus pies camina y corre nuestro futuro y nuestra esperanza. Un aplauso a todos los niños y pedimos a todos los niños que hagan una bulla grande. Canción: Yo quiero tener un millón de amigos (y otras canciones infantiles). Tercera Parada:

Cuidemos nuestros abuelos

“San Juan Pablo II nos invitó a prestar atención al lugar del anciano en la familia, porque hay culturas que, «como consecuencia de un desordenado desarrollo industrial y urbanístico, han llevado y siguen llevando a los ancianos a formas inaceptables de marginación». Los ancianos ayudan a percibir «la continuidad de las generaciones», con «el carisma de servir de puente». Muchas veces son los abuelos quienes aseguran la transmisión de los grandes valores a sus nietos, y «muchas personas pueden reconocer que deben precisamente a sus abuelos la iniciación a la vida cristiana». Sus palabras, sus caricias o su sola presencia, ayudan a los niños a reconocer que la historia no comienza con ellos, que son herederos de un viejo camino y que es necesario respetar el trasfondo que nos antecede. Quienes rompen lazos con la historia tendrán dificultades para tejer relaciones estables y para reconocer que no son los dueños de la realidad. Entonces, «la atención a los ancianos habla de la

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calidad de una civilización. ¿Se presta atención al anciano en una civilización? ¿Hay sitio para el anciano? Esta civilización seguirá adelante si sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los ancianos»”. (Francisco, La alegría del amor, 192). Pidamos para que todos nos ocupemos siempre de nuestros ancianos y nuestros familiares enfermos. Recordemos que el único mandamiento al que Dios le pone recompensa es al de honrar padre y madre (Ef 6,2), larga vida, perdón de los pecados y escucha de nuestra oración. Demos gracias a Dios por nuestros padres mayores que no solo nos han traído a la vida, sino que nos han dado todo, incluso su propia vida. Canción: Viejo mi querido viejo Cuarta Parada:

Participemos de una vida familiar en paz

“… hay tristes situaciones de violencia familiar que son caldo de cultivo para nuevas formas de agresividad social, porque «las relaciones familiares también explican la predisposición a una personalidad violenta. Las familias que influyen para ello son las que tienen una comunicación deficiente; en las que predominan actitudes defensivas y sus miembros no se apoyan entre sí; en las que no hay actividades familiares que propicien la participación; en las que las relaciones de los padres suelen ser conflictivas y violentas, y en las que las relaciones paterno-filiales se caracterizan por actitudes hostiles. La violencia intrafamiliar es escuela de resentimiento y odio en las relaciones humanas básicas»”. (Francisco, La alegría del amor, 51). Hagamos un momento de silencio por las víctimas de la violencia intrafamiliar. Padre nuestro. No más muertes, no más violencia. Hacemos compromisos de vivir en paz. Canción: Danos un corazón grande para amar (Canciones de paz). Quinta Parada:

La patria es de todos, también de las familias

“No olviden las familias cristianas que «la fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en él [...] Cada uno de nosotros tiene un papel especial que desempeñar en la preparación de la venida del Reino de Dios». La familia no debe pensar a sí misma como un recinto llamado a protegerse de la sociedad. No se queda a la espera, sino que sale de sí en la búsqueda solidaria. Así se convierte en un nexo de integración de la persona con la sociedad y en un punto de unión entre lo público y lo privado. Los matrimonios necesitan adquirir una clara y convencida conciencia sobre sus deberes sociales”. (Francisco, La alegría del amor, 181). El Papa nos invita a todas las familias a reivindicar nuestra vocación de participación en la vida pública. Que la fe no es de índole privada, sino pública. Y que como actores sociales las familias tienen que incidir en la vida de la sociedad haciendo sentir su voz y defendiendo sus derechos y sus valores. Pidamos a Dios para que todas las familias dominicanas se sientan integradas socialmente y puedan tener una participación ciudadana real

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que impacte la vida política y social del país y la familia no sea una simple palabra o bandera, sino el basamento o plataforma que sostenga nuestra sociedad dominicana. Canción: Quisqueya Conclusión: Padre nuestro, Ave María y saludo de paz. Avisar la hora de salida hacia la Caminata un Paso por mi Familia.

Acción Significativa del Sector 19-27 de noviembre

Semana Familiar de los Pobres La participación familiar en el desarrollo económico, social y cultural I Jornada Mundial de los Pobres «No amemos de palabra sino con obras» (Cf. 1Jn 3,18) Orientaciones 1. Esta jornada se puede hacer a nivel del sector para que llegue a más personas, pero al mismo tiempo se pueden hacer algunas opciones fuertes como parroquia y dar un signo contundente y significativo. 2. Poner en una cartelera el lema de la Primera Jornada Mundial de los Pobres: «No amemos de palabra sino con obras» (Cf. 1Jn 3,18). 3. Poner rostros o semblantes de pobreza (migrantes, ancianos solos, hambrientos y sedientos, presos, damnificados o víctimas de violencia, enfermos, sin techo). 4. Agenda de la semana de los pobres con sus distintas actividades y gestos. Ambientación Este año el Papa Francisco nos ha regalado a la Iglesia una nueva Jornada Mundial dedicada a los pobres. Como con otras jornadas que se celebran para motivarnos a vivir ciertos valores y a poner el interés en personas y realidades concretas, tales como la paz, los enfermos, vida consagrada, las vocaciones, los jóvenes y las misiones, es esta ocasión se nos invita a un particular interés por pobres, a no verlos como personas que son un problema, por sus problemas, sino como a quienes tenemos que acoger como al mismo Cristo, porque de ellos podemos aprender a poner en Dios toda nuestra confianza. Que esta semana sea una semana de fiesta y regocijo por regalo de los pobres que nos tocan acoger, escuchar, abrazar y amar en este lugar en que convivimos con ellos. Cantos de acogida: Amémonos de corazón Oración inicial

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Lectura del Evangelio según San Mateo (25, 34-40) Canto: busco Señor ese Reino. Tema central: «No amemos de palabra sino con obras» (Cf. 1Jn 3,18) Este día nos hemos reunidos para orar un momento y ponernos de acuerdo para realizar y vivir esta Semana de los Pobres, que como el Papa dice se ha de hacer con obras y no con palabras, o como dice nuestro argot popular obras son amores y no buenas razones. Siguiendo la invitación del Papa que nos pide: “Es mi deseo que las comunidades cristianas, en la semana anterior a la Jornada Mundial de los Pobres, que este año será el 19 de noviembre, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, se comprometan a organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta. Podrán invitar a los pobres y a los voluntarios a participar juntos en la Eucaristía de ese domingo, de tal modo que se manifieste con más autenticidad la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey del universo, el domingo siguiente. De hecho, la realeza de Cristo emerge con todo su significado más genuino en el Gólgota, cuando el Inocente clavado en la cruz, pobre, desnudo y privado de todo, encarna y revela la plenitud del amor de Dios. Su completo abandono al Padre expresa su pobreza total, a la vez que hace evidente el poder de este Amor, que lo resucita a nueva vida el día de Pascua”. (Francisco, I Jornada Mundial del Pobre, 2017, 7). Hemos retrasado esta invitación por motivo de Un paso por mi Familia para hacerla en esta semana previa a la fiesta de Cristo Rey, cuya celebración el Papa quiere esté llena de gestos hacia los pobres. Así que pasemos de las palabras a las obras. Semana de los Pobres Cada día de esta semana está dedicado a personas en condiciones vulnerables que los hacen pobres entre los pobres, a ellos les queremos mostrar nuestros afectos, como si se tratasen del mismo Cristo, quien con ellos se identifica, ellos son el rostro de la pobreza y en ese rostro está el rostro reconocible de Cristo. Lunes

Besemos el Rostro de nuestros Ancianos y dejémonos iluminar por sus miradas

Actividad: Una velada o serenata a los ancianos del Sector con canciones cristianas y populares. 1. Cantos 2. Saludos 3. Canción 4. Conversación

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5. Un regalito 6. Una oración 7. Despedida cantando Se va repitiendo esta visita por las casas. Puede hacerse en pequeños grupos para llegar a más personas y más temprano por tratarse de personas mayores. “En efecto, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez» (Hom. in Matthaeum, 50,3: PG 58)”. (Francisco, I Jornada Mundial del Pobre, 3). Martes

Abracemos el cuerpo de Cristo caminante en los migrantes

Actividad: Compartir con los migrantes de nuestro Sector o Parroquia Este encuentro puede hacerse en forma de comida o fiesta. Tratando de que lo que se brinde sea comida típica de las personas extranjeras que haya en nuestro sector, para lo cual es necesario ponerse de acuerdo con ellos. 1. Poner música tradicional dominicana y del país, o países, de los invitados 2. Decorar con banderas o colores patrios de los invitados 3. Momento de oración 4. Momento de diálogo acerca de cómo se sienten entre nosotros y qué extrañan de su nación, así como de algunas preocupaciones sobre su lugar de origen. 5. Momento cultural (compartir cuentos, canciones, poemas o simplemente escuchar su música, aprender bailes, etc.). 6. Se comparten los alimentos. 7. Despedida: agradecer a los extranjeros su trabajo entre nosotros y al mismo tiempo ofrecerle la hospitalidad de nuestra comunidad y el apoyo que puedan necesitar. 8. Himnos. “Conocemos la gran dificultad que surge en el mundo contemporáneo para identificar de forma clara la pobreza. Sin embargo, nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la

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opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada. La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada”. (Francisco, I Jornada Mundial del Pobre, 5). Miércoles

“Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber” Invitemos a nuestra mesa a nuestro Señor, hambriento y sediento.

Actividad: Invitar a los más pobres a almorzar o cenar en nuestro hogar Cada familia se compromete a invitar a su casa durante este día a otra familia pobre o necesitada, o alguna persona sola o enferma, con el fin de compartir con ellos una comida o una cena. Cada familia se pone de acuerdo en su casa sobre la familia que piensan invitar, así como lo que le quieren ofrecer o preparar. Esa es una ocasión muy especial para hacerla juntos en familia. Importante: siempre hay personas que necesitan esos espacios de calor humano y reconocimiento, siempre sabemos quiénes están ávidos de ello. Nota: Esta actividad puede igualmente ser reemplazada por una colecta de alimentos para personas necesitadas, o integrase. “Si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos. De acuerdo con la enseñanza de la Escritura (cf. Gn 18, 3-5; Hb 13,2), sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor; podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente. Con su confianza y disposición a dejarse ayudar, nos muestran de modo sobrio, y con frecuencia alegre, lo importante que es vivir con lo esencial y abandonarse a la providencia del Padre”. (Francisco, I Jornada Mundial del Pobre, 7). Jueves

“Gran remedio es el corazón alegre” (Pr17, 22a) Visitemos con nuestra alegría nuestros enfermos

Actividad: Visita a los enfermos Hacer varios equipos de visitas por las casas de los enfermos. Dedicar al menos 15 minutos a cada hogar con enfermos. 1. Saludo. 2. Momento de oración. 3. Conversación (sobre todo escuchar a nuestros enfermos). 4. Despedida (si el enfermo es menor procurar llevarle algún juguete).

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“Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios”. (Francisco, I Jornada Mundial del Pobre, 5) Viernes

“Estaba encarcelado y vinieron a verme” (Mt 25, 36c) “Acuérdense de los presos como si estuvieran presos con ellos” (Hb 13,3)

Actividad: Formar el comité de la Pastoral Penitenciaria y/o hacer visitas a los encarcelados de nuestra comunidad o a sus familias haciendo llegar un signo material de nuestra solidaridad, oración y cercanía con ellos. “Sigamos, pues, el ejemplo de san Francisco, testigo de la auténtica pobreza. Él, precisamente porque mantuvo los ojos fijos en Cristo, fue capaz de reconocerlo y servirlo en los pobres. Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación. Al mismo tiempo, a los pobres que viven en nuestras ciudades y en nuestras comunidades les recuerdo que no pierdan el sentido de la pobreza evangélica que llevan impresa en su vida”. (Francisco, I Jornada Mundial del Pobre, 4). Domingo 27 de noviembre Un techo para Cristo Rey Actividad: Proponemos como un signo solidario de la parroquia con los más pobres ayudar a al menos una familia con la mejora de su casa (puede ser reparación, acondicionamiento, mantenimiento, pintura, ornato, iluminación) o cualquier otra iniciativa que incida en una superación de una vivienda en mal estado. (Según cifras oficiales de la ONE, en nuestro país el déficit habitacional alcanza casi a 2 millones de familias). Proponemos esta iniciativa para sensibilizarnos también sobre el tema y aportar desde nuestra humildad en la solución de un mal que afecta una buena parte de la sociedad. También se le puede pedir que por sectores se pongan de acuerdo sobre a quién asistir en esta solución. En las misas del día pueden anunciarlo como parte de la alegría y la fiesta de Cristo Rey, como ha querido el Papa Francisco que sea esta celebración, una expresión del Reinado de Cristo, desde la pobreza y las privaciones, desde la cruz, desde el amor. “Que esta nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda. Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio”. (Francisco, I Jornada Mundial del Pobre, 9).

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Lecturas y meditaciones diarias de Noviembre 2017 Celebraciones Dominicales Las lecturas están tomadas del Calendario Litúrgico 2017 de la Conferencia del Episcopado Dominicano 1 Miércoles

Solemnidad: Todos los Santos Blanco

Lectura del libro del Apocalipsis 7, 2-4. 9-14 Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: -«No dañen a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.» Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: -«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!» Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: -«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.» Y uno de los ancianos me dijo: -«Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?» Yo le respondí: -«Señor mío, tú lo sabrás.» Él me respondió. -«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 23,1-2-3-4ab.5-6 R. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor. Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R. Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-3 Queridos hermanos: Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

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Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro. Palabra de Dios. Aleluya Mt 11, 28 Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les aliviaré -dice el Señor-. Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos ustedes cuando los insulten y los persigan y los calumnien de cualquier modo por mi causa. Estén alegres y contentos, porque su recompensa será grande en el cielo» Palabra del Señor. Meditación “Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra”. Iniciamos el mes de noviembre con la celebración del día de Todos los Santos, día dedicado a aquellos hombres y mujeres que pasaron por esta vida sirviendo y amando con pasión desmedida. Hoy también se inicia la celebración del “Mes de la Familia” y es una oportunidad para que, como nos lo propone el valor a que nos invita el itinerario de evangelización, “crezcamos en familia”… crezcamos en santidad. ¡Y qué mejor forma de iniciar este mes que teniendo como punto de partida las “Bienaventuranzas”. El llamado que nos hace Jesús para alcanzar el reino de los cielos! La primera lectura nos va conectando con el evangelio. Y vamos deseando ser marcados con el “sello de Dios vivo” como una familia santa, para blanquear nuestras vestiduras con la Sangre del Cordero que fue derramada en la cruz por todos nosotros, para el perdón de nuestros pecados. Así, diríamos con el Salmo: “esta es “la familia” que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob”. ¡Somos hijos de Dios! De eso no hay la menor duda. Lo que seremos y heredaremos se manifestará de acuerdo con las Bienaventuranzas que vivamos, que observemos, que practiquemos. En el evangelio de hoy, nueve veces menciona Jesús cuándo somos “Bienaventurados”. Cada bienaventuranza trae consigo una recompensa

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que Dios nos ofrece. Cada una de ella es una bendición, aunque parezcan contradictorias a cómo el mundo nos ofrece y presenta la felicidad. Y un dato curioso es que de esas nueve Bienaventuranzas siete traen su recompensa a futuro y dos las alcanzamos ya… ¡ahora mismo! Los “pobres de espíritu” y los “perseguidos por causa de la justicia” a ellos hoy pertenece el “Reino de los Cielos”. No hay que esperar. ¿Hay una de estas Bienaventuranzas, que hoy puede llamarte poderosamente la atención, porque la estás viviendo en carne propia? ¡Alégrate porque mañana tu recompensa será grande en el cielo, aunque hoy estés derramando lágrimas de sangre! Una situación económica difícil... bienaventurado tú. Una dificultad de relación en la familia (con tu cónyuge, hijo o hija)... bienaventurado tú. Un problema laboral o de salud… bienaventurado tú. Acéptalo todo con mansedumbre, teniendo presente que las Bienaventuranzas nos muestran el corazón de la santidad y Dios nos llama a ser santos viviendo de acuerdo a los sacramentos que hemos adquirido. ¡Vivámoslos a plenitud porque los sacramentos son los medios que Dios nos ofrece para alcanzar nuestra santidad! ¡De hecho, así es! Cuando Jesús subió al monte para decirnos su “Sermón de la Montaña” los discípulos se le acercaron, buscaron estar cerca de Él para experimentar cercanía. Hagamos nosotros lo mismo. Acerquémonos a Él e imitémoslo siendo mansos y humildes de corazón (cf. Mat 11,29), para recibir como herencia la tierra y una familia que luche por vivir la paz, el amor y la unidad, para “crecer hasta alcanzar la plenitud de Cristo” y seamos bendición para otros siendo una familia santa. Así sea. 2

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

Jueves

Morado

Pueden elegirse otras lecturas del leccionario de difuntos Lectura del libro de las Lamentaciones 3,17-26 Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: «Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.» Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 129, 1-8 R/“Desde lo hondo a ti grito, Señor” Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. R/.

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Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón y así infundes respeto. R/. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. R/. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa. R/. Y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6,3-9 Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Palabra de Dios. Lectura de santo evangelio según san Juan 14,1-6 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble su corazón; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿les habría dicho que voy a prepararles sitio? Cuando vaya y les prepare sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y adonde yo voy, ya saben el camino.» Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.» Palabra del Señor. Meditación “Qué no tiemble su corazón” Hermosas y reconfortantes palabras de Jesús que nos llegan precisamente el día en que recordamos a nuestros fieles difuntos. Aquellos que nos han precedido a la casa del Padre. Muchos de nosotros, de seguro que en algún momento de nuestra existencia hemos experimentado en nuestras vidas lo que el libro de las Lamentaciones hoy nos trae: “Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha… Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor”. Cuántas veces hemos atravesado momentos de tristeza, de angustia, de aflicción, de confusión, desilusión, pensamos que nos arrancan la paz y

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es cuando “desde lo hondo gritamos al Señor”, como hoy nos lo indica el salmista… y ahí viene Jesús a infundirnos confianza y nos dice: “que no tiemble su corazón”. Sí. Escuchar a Jesús que nos dice “que no tiemble su corazón” nos llena de esperanza, principalmente para aquellos que estamos atravesando por situaciones difíciles que nos arrancan la paz: una noticia desagradable sobre la grave enfermedad de un ser querido o de un hijo envuelto en consumo de drogas o en “malos pasos”, la pérdida de un empleo o negocio, noticias sobre la preferencia sexual de un hijo o hija hacia personas del mismo sexo, intimaciones legales ante deudas incumplidas, dudas sobre la fidelidad de uno de los cónyuges, problemas familiares que atentan contra la unidad de la familia, en fin, situaciones graves que nos roban la paz y hacen de nuestra existencia un torbellino. En esos momentos, encontrar un amigo que te tienda la mano te trae consuelo y alivio. ¡Pero imagínate si ese amigo es Jesús! El gozo, la alegría, la confianza y seguridad que experimentamos sería como un bálsamo sobre el dolor experimentado. “Que no tiemble su corazón” -dijo Jesús a sus discípulos- Eso también nos lo dice hoy a nosotros para que nos sintamos “bienaventurados” por el sufrimiento que experimentamos, porque tendremos la esperanza de recibir consuelo. En el evangelio de ayer nos lo aseguró el mismo Jesús. Jesús es la paz, la bondad, la felicidad. Solo Él nos dará el consuelo que necesitamos en los momentos de mayor dificultad en nuestras vidas. Jesús quiere que le pidamos la gracia de la paz del alma, de la tranquilidad de la vida. Jesús quiere que no perdamos nuestro enfoque en Él ante tantas dificultades con las que vivimos hoy. Jesús quiere que hagamos un difunto de nuestra desesperanza. Recordemos hoy a nuestros deudos. Sí. Tengámoslos presentes en nuestras oraciones. Pero no olvidemos las palabras de consuelo, esperanza y seguridad que Jesús nos da al decirnos: “crean en Dios y crean también en mí”. ¿Crees en Jesús? Recuerda: “Él es el camino, la verdad y la vida”. Él es el único que nos ayudará a crecer como familia hasta alcanzar la plenitud en Él. 3 Viernes

Feria o Memoria Libre: San Martín de Porres, Religioso Verde o Blanco

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 9,1-5 Hermanos: Como Cristiano que soy, voy a ser sincero; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según lo humano, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén. Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial: 147,12-13.14-15.19-20 R/. Glorifica al Señor, Jerusalén Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R/. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1-6 Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: «Si a uno de ustedes se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Y se quedaron sin respuesta. Palabra del Señor. Meditación “Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió” Donde quiera que Jesús se moviera era objeto de espionaje por aquellos que le tenían animadversión. Vivía bajo acechanza permanente. Los fariseos lo perseguían abierta o veladamente para ver cómo se comportaba y si observaba y cumplía la ley. Dice el pasaje del evangelio de hoy que era sábado cuando entró a comer a casa de uno de los principales fariseos. Si Jesús entró allí fue porque lo invitaron ¿o no? Según los preceptos de ese entonces no estaba permitido curar en ese día. Sin embargo, delante de Jesús se presenta un hombre que sufre de hinchazón y quiere ser curado. Todo aquel que quería ser sanado se lo pedía abiertamente a Jesús. Este hombre no lo hizo –quizás por temor a los fariseos-. Jesús sí conoce de la necesidad de salud de este hombre, aunque no se lo manifieste. Jesús, conociendo el pensamiento de los maestros de la ley y de los fariseos allí presentes, les pregunta si era lícito o no curar en sábado. Ellos no contestan nada. Se quedan callados. No se atrevieron a hablar, y como el que calla otorga, Jesús “toca” al enfermo, lo “cura” y lo “despide”. El hombre enfermo es curado de su “hidropesía” mas los fariseos se aferran a su hipocresía cuando se quedan sin respuesta al Jesús preguntarles de nuevo si ellos no sacarían a su hijo o el buey si caen en un pozo, aunque fuera sábado. Hoy muchas familias necesitamos y queremos ser curadas de la hinchazón del orgullo, de la soberbia, del egoísmo, de la vanidad, de la indiferencia, de la arrogancia, de la insensibilidad, del desamor, de

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la discordia, de los prejuicios, de la crítica; de tantas dolencias que nos impiden vivir el amor fraterno, solidario, desinteresado, sincero, oblativo, tanto a lo interno de nuestras propias familias como hacia fuera de ellas. Dejemos que Jesús “toque” nuestro corazón de piedra para convertirlo en un corazón sensible a las necesidades de los miembros de nuestra propia familia y lo volquemos en servicio a los más necesitados. El amor no es amor si no se comparte. Permitamos que Jesús nos “despida”, nos envíe, hacia una misión de acompañar a otros más necesitados que nosotros mismos. Este es el llamado que también nos hace el Santo Padre, el Papa Francisco, para que seamos una “Iglesia en salida” para acompañar, discernir e integrar en la fragilidad. Como el enfermo de este pasaje, presentémonos ante Jesús para que Él nos dé salud espiritual y crezcamos en el amor en nuestra familia. 4

Memoria Obligatoria: San Carlos Borromeo, Obispo

Sábado Blanco Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,1-2a.11-12.25-29 Hermanos: ¿Habrá Dios desechado a su pueblo? De ningún modo. También yo soy israelita, descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado al pueblo que él eligió. Pregunto ahora: ¿Han caído para no levantarse? Por supuesto que no. Por haber caído ellos, la salvación ha pasado a los gentiles, para dar envidia a Israel. Por otra parte, si su caída es riqueza para el mundo, es decir, si su devaluación es la riqueza de los gentiles, ¿qué será cuando alcancen su pleno valor? Hay aquí una profunda verdad, hermanos, y, para evitar pretensiones entre ustedes, no quiero que la ignoren: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que entren todos los pueblos; entonces todo Israel se salvará, según el texto de la Escritura: «Llegará de Sión el Libertador, para alejar los crímenes de Jacob; así será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados.» Considerando el Evangelio, son enemigos, y ha sido para su bien; pero considerando la elección, Dios los ama en atención a los patriarcas, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 93,12-13a.14-15.17-1 R/. El Señor no rechaza a su pueblo Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso tras los años duros. R/. Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón. R/. Si el Señor no me hubiera auxiliado, ya estaría yo habitando en el silencio. Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1.7-11 Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda,

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no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que los convidó a ti y al otro y te dirá: “Cédele el puesto a éste.” Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba.” Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» Palabra del Señor. Meditación “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” Jesús, Maestro de maestros, nos da hoy una gran enseñanza de vida Nos habla de humildad, de sencillez. ¡Y qué difícil es en este mundo en que vivimos ser humilde y sencillo! En este mundo de hoy se rinde culto a la belleza, a la apariencia física, a la vestimenta, a la ostentación. Hoy vemos cómo la juventud y la belleza física hay que conseguirla a como dé lugar. De ahí que pasamos más tiempo en un gimnasio que atendiendo las tareas de nuestros hijos; tomamos préstamos enormes para acudir a un cirujano estético, olvidándonos de ahorrar para eventualidades de emergencia. Por eso, no es de extrañar ver a jóvenes madres preocuparse más en cuidarse los senos que en amamantar a su hijo. En fin, todos queremos aparentar y ser valorados por lo que gastamos, por lo que tenemos, por lo que mostramos, por nuestras maneras de vestirnos o por todos aquellos con los que nos juntamos. Es un verdadero culto al gusto. Sin embargo, en esta gran enseñanza de vida, Jesús nos ensena hoy cómo debemos comportarnos diariamente y cuál debe ser nuestra actitud de la vida. Debemos esforzarnos por ser humildes y sencillos. Jesucristo nos da un ejemplo de humildad cuando se despojó de su gloria divina por amor a nosotros; y se rebajó hasta morir crucificado. ¿Quién lo haría hoy? El evangelio de hoy es una invitación a imitar esa virtud del Señor que lo llevó a ser “manso y humilde de corazón”. Pero, cuánto nos cuesta despojarnos de nuestra altanería, de nuestro orgullo, de nuestra soberbia; de creernos que sólo nosotros tenemos la verdad absoluta. Ser humilde no es humillarse; es reconocer que los demás tienen su propia valía, no por su posición social o económica sino por su condición de hijos de Dios. Vivimos en un mundo tan materialista y egoísta, que desde niños vamos formando a las personas a que busquen el mayor beneficio con el menor esfuerzo, a que sean siempre los primeros en recibir y merecer todo. Por eso pensamos que la propuesta de Jesús es difícil de aplicar. Cuántos problemas se podrían solucionar simplemente si nos dedicáramos a tratar a los demás como quisiéramos ser tratados; si sirviéramos a los demás sin esperar nada a cambio. Cuando nuestra vida se convierta en un continuo dar sin esperar nada a cambio, amando a los demás, estaremos en mejores condiciones de hacer vida las palabras de Jesús… “porque el que enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.

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Desistamos de aspirar a ocupar los primeros puestos en el hogar, en el trabajo, en la comunidad, y sirvamos con amor desinteresado dejando a nuestro prójimo los mejores puestos por amor a Dios. Así podremos ser enaltecidos si no aquí en la tierra, en el cielo. 5 III Semana Liturgia de las Horas

XXXI Domingo del Tiempo Ordinario Verde

Con Cristo crezcamos en la fraternidad en nuestras familias Orientaciones para la celebración: Se coloca el lema del mes y el de este Domingo. En la procesión de entrada pueden ir algunas familias, algunos catequistas y algunos consagrados y consagradas y servidores de la comunidad. Se puede decorar con fotos de familias compartiendo, afiche de la Semana Vocacional 17 y una felicitación a los catequistas. S e pueden presentar en las Ofrendas algunos catequistas con sus catequizandos, libros de catequesis y los nombres de los catequistas. Se invita, a dar testimonio, de su vida y misión, a los catequistas y si hay algunos consagrados, seminaristas o aspirantes, también. Monición de Entrada: Queridos hermanos y hermanas: Este mes de Noviembre que estamos iniciando, lo dedicamos a crecer en la familia y a las vocaciones, con este hermoso lema: “Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo” (Ef 4,15). La participación en la vida de nuestra familia y de nuestra sociedad tiene su fundamento en que todos somos hermanos y hermanas, porque tenemos un solo Padre y Creador, que quiere que todos seamos servidores unos de otros y que evitemos toda pretensión de grandeza, desprecio y opresión de los demás. Al contrario, El nos invita a entregar nuestras vidas unos a otros, para que todos crezcamos hasta la plenitud de Cristo. Hoy iniciamos también la Semana Vocacional 2017, en la que oramos por las vocaciones sacerdotales, a la vida consagrada, al matrimonio cristiano y a los diferentes servicios en la Iglesia. También hoy, en muchas Diócesis de nuestro país celebramos el Día del Catequista, en el que reconocemos este hermoso y sencillo servicio, que realizan tantos hermanos y hermanas, al servicio de los niños y niñas, adolescentes, jóvenes y adultos ayudándoles a crecer hacia la plenitud de Cristo. Con gozo, dispuestos a llenarnos del amor de Cristo, para crecer en fraternidad, iniciamos, aclamándolo a El, que llega a presidirnos a través de su ministro. Oración Colecta Oremos: Dios omnipotente y misericordioso, a cuya gracia se debe el que tus fieles puedan servirte digna y laudablemente, concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos tienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo… Amen.

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LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura: Malaquías 1,14–2,2b.8-10 El Profeta Malaquías alza su voz en nombre del Señor, recordando a los sacerdotes de su tiempo, que todos tenemos un solo Padre y Creador, que nos hace hermanos y que no permite tener distinción de personas. El nos invita a crecer cada vez más, en la fraternidad entre nosotros, como signo de que cumplimos su Alianza. Escuchemos. Lectura de la profecía de Malaquías 1,14–2,2b.8-10 «Yo soy el Gran Rey, y mi nombre es respetado en las naciones -dice el Señor de los ejércitos. Y ahora les toca a ustedes, sacerdotes. Si no obedecen y no se proponen dar gloria a mi nombre -dice el Señor de los ejércitos-, les enviaré mi maldición. Se apartaron del camino, han hecho tropezar a muchos en la ley, han invalidado mi alianza con Leví -dice el Señor de los ejércitos-. Pues yo les haré despreciables y viles ante el pueblo, por no haber guardado mis caminos, y porque se fijan en las personas al aplicar la ley. ¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 130,1.2.3 R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. R/. Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. R/. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. R/. Segunda lectura: Primera carta a los Tesalonicenses 2. 7b-9.13 Pablo, nos da un hermoso testimonio de su amor fraterno a la comunidad de Tesalónica, que fue creciendo hasta desear entregarle su propia vida, como una madre. Crezcamos nosotros como él, en el amor en nuestra familia y en nuestra comunidad. Escuchemos. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,7b-9.13 Hermanos: Les tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Les teníamos tanto cariño que deseábamos entregarles no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestra propia vida, porque se habían ganado nuestro amor. Recuerden si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre ustedes el Evangelio de Dios. Ésa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que les predicamos, la acogieron no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en ustedes los creyentes. Palabra de Dios.

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Aleluya Efesios 1,17-18 El Padre de Nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama Evangelio: Mateo 23, 1-12 Jesús nos invita a crecer en la fraternidad, al recordarnos en este Evangelio que todos somos hermanos y que entre nosotros no caben el afán de grandeza, de ser alabados y de enseñar a otros, la Palabra del Señor sin cumplirla. Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,1-12 En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: hagan y cumplan lo que les digan; pero no hagan lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Ustedes, en cambio, no se dejen llamar maestro, porque uno solo es su maestro, y todos ustedes son hermanos. Y no llamen padre suyo a nadie en la tierra, porque uno solo es su Padre, el del cielo. No se dejen llamar consejeros, porque uno solo es su consejero, Cristo. El primero entre ustedes será su servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» Palabra del Señor. Meditación Hagan y cumplan lo que les digan; pero no hagan lo que ellos hacen” En el Evangelio de hoy, Jesús critica abiertamente el proceder de los escribas y de los fariseos, quienes valiéndose de su autoridad imponían reglas a otros que ellos mismos no cumplían. Jesús reconocía que algo había de bueno en lo que decían. Por eso señala: “hagan y cumplan lo que les digan”, para luego enrostrarles la incoherencia, falta de sinceridad e hipocresía con la que actuaban ellos mismos cuando de cumplir normas se trataba. Los escribas y fariseos de aquella época eran unos perfectos “simuladores”. Ya lo condena Jesús en este evangelio de Mateo, cuando les dijo a sus discípulos y a la gente que lo seguía: “Todo lo que hacen es para que los vea la gente”. Había mucha incoherencia entre “lo dicho y lo hecho” por estos defensores y propulsores de la ley. Pero esa incoherencia no sólo se daba en aquel tiempo. Hoy nosotros no escapamos a esa realidad. Hoy, como ayer, queremos vivir de apariencias. Públicamente queremos reflejar lo que en realidad no somos. Y con un dejo de velada vanidad y falsa humildad nos enaltecemos, olvidando lo que dijo Jesús a sus discípulos: “El que se enaltece será humillado” … porque a Jesús no le gustan las apariencias que engañan.

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Aunque nos duela o no queramos reconocerlo, aunque podamos sentirnos incómodos, muchos de nosotros con marcada frecuencia “hablamos” pero no “practicamos”, lo que nos convierte en un mal testimonio para otros. ¿Cuántos padres no llaman la atención a sus hijos cuando hablan una mentira? Les dan cátedras de honestidad y sinceridad, hacen una mini sesión de catequesis y cuando suena el teléfono son los primeros en decir: “¡Si es a mí díganle que no estoy!”. ¡¿Y entonces?! ¿A quién le creo? ¡Dice, mas no hace! Nos convertimos en los “escribas” del Siglo XXI porque les imponemos normas a nuestros hijos que nosotros mismos no cumplimos. Y no sólo a nuestros hijos sino a todos con los que nos relacionamos. Queremos que los demás nos cumplan, pero nosotros no estamos dispuestos a cumplir. San Francisco lo dijo una vez: “Prediquen siempre el Evangelio y, si fuera necesario, también con las palabras”. El Papa Francisco dijo: “No hay testimonio sin una vida coherente. Hoy no se necesita tanto maestros, sino testigos valientes, convencidos y convincentes, testigos que no se avergüencen del Nombre de Cristo y de su Cruz ni ante leones rugientes ni ante las potencias de este mundo.» Jesús nos invita hoy a no ser hipócritas, porque Él sabe cuánto daño hace la hipocresía en todo tipo de relación. Jesús nos invita a ser el Evangelio viviente que muchos hermanos leerán, y dependiendo de nuestra autenticidad creerán o no y se abrirán o no al amor de Dios. Jesús nos invita hoy a crecer como familia, y este crecimiento debe traducirse en servicio auténtico a los demás. Recordemos que el mundo tiene más necesidad de testigos que de maestros. Necesitamos más la mirada de Dios sobre nosotros que la de los hombres. Pidamos al Señor que nos ayude a ser más coherente como cristianos. Amén. Oración de los fieles El que preside: Presentemos al Padre que nos hizo hijos suyos y hermanos entre nosotros nuestras peticiones diciéndole: Padre, que crezcamos en fraternidad. • Por el Papa, los Obispos, los presbíteros, los diáconos, los catequistas y todos los que tenemos alguna misión en la Iglesia para que sean servidores sencillos y generosos del Pueblo de Dios que lo haga crecer en fraternidad. Oremos. • Por el mundo entero y sus gobernantes, para que no haya distinción de personas ni se despoje a nadie de sus derechos. Oremos. • Por los más pobres, para que encuentren en nosotros un trato digno y una preocupación sincera por servirles. Oremos. • Por esta Asamblea reunida, para que crezcamos con Cristo en la fraternidad entre nosotros y en nuestras familias. Oremos. • Por los adolescentes y jóvenes, para que Dios Padre, suscite en ellos la llamada a servirle en el sacerdocio y en la vida consagrada. Oremos • Por los catequistas, para que, fortalecidos en su misión, puedan ser testimonio vivo de entrega, no solo para sus catequizandos sino para toda su comunidad. Oremos

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El que preside: Acoge, Padre, nuestras oraciones para que cada día más crezcamos en la fraternidad en nuestras familias, tratándonos como iguales entre nosotros. Envíanos las vocaciones que necesitamos para gloria tuya y bien de nuestro pueblo. Por Jesucristo nuestro Señor. Oración sobre las Ofrendas Señor, que este sacrificio sea para ti una ofrenda pura, y nos obtenga la plenitud de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Oración después de la Comunión Oremos: Te rogamos, Señor, que aumente en nosotros la acción de tu poder y que, alimentados con estos sacramentos celestiales, tu favor nos disponga para alcanzar las promesas que contienen. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 6 Lunes

Feria Verde

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,29-36 Hermanos: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Ustedes, en otro tiempo, eran rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, han obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por ustedes, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 68,30-31.33-34.36-37 R/. Que me escuche, Señor, tu gran bondad Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/. Mírenlo, los humildes, y alégrense, busquen al Señor, y revivirá su corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R/. El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitarán en posesión. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,12-14 En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.» Palabra del Señor.

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Meditación “No invites a tus amigos sino a pobres y lisiados” El Evangelio de hoy, corto en palabras, pero extenso e intenso en enseñanza, es una clara invitación al desprendimiento y la generosidad. Es una invitación a dar lo que tenemos y, sobre todo, darnos a los demás para experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas. De seguro que Jesús cuando habló al fariseo que lo invitó a la comida, se había dado cuenta que allí estaban personas importantes, conocidas y allegadas al anfitrión. Por eso, le dijo que éstos terminarían correspondiéndole con otra invitación. Esto es lo más normal. Sucedía ayer. Sucede hoy. ¿A quién sugería Jesús que debía invitar su anfitrión? Sólo Jesús por la autoridad y la propiedad con que hablaba era capaz de hacer semejante sugerencia. Algo debió haber visto Jesús que sucedía en este banquete. ¿Derroche, opulencia, despilfarro? El evangelista no lo menciona. Eso sí: “invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos… te pagarán cuando resuciten los justos” ¿Cómo aplicaríamos esto hoy? Quizás pensemos que sólo los ricos pueden hacer eso, y mucho más. Conocimos una niña que cuando sus padres le celebraban su cumpleaños, lo primero que les decía era: “Invítenme a mis amiguitos pobres” –aquellos que seguramente no le llevarían ningún regalo, pero que la hacían feliz-. “Dichosa tú, porque no pueden pagarte”. ¡Eso es amar! ¿Y nosotros, cuando hacemos una celebración en nuestra casa, somos capaces de invitar a los hijos de los que nos ayudan (servicio, jardinero, amigo en la indigencia)? Seguramente ni lo hemos pensado. Amar significa aquí “invitar” sin esperar nada a cambio. El reino de Dios es una fiesta a la que se invita precisamente a todos aquellos que el mundo etiqueta como excluidos, tales como drogadictos, ladrones, estafadores, infieles. Es decir, a todos aquellos donde existen muchas posibilidades de lograr verdaderas conversiones fruto de un encuentro personal con Cristo. Hoy recibimos el llamado a amar, no por interés de buscar recompensa inmediata por lo que hacemos, sino por entrega desinteresada a los demás con un amor como el de Jesús. El evangelio de hoy es un desafío, para que dejemos atrás los prejuicios que otorgan un mayor valor a las personas que cuentan con un mayor crédito económico, excluyendo a aquellas que carecen de los medios para hacerse reconocer de bancos, empresas e instituciones. Que el Señor nos dé un corazón generoso y compasivo que sepa acoger a los pobres y necesitados y humildad suficiente para no ser ostentoso con el desvalido, y que juntos “crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo”. 7 Martes

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Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 12,5-16a Hermanos: Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros. Los dones que

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poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: si es la predicación, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que se encarga de la distribución, hágalo con generosidad; el que preside, con empeño; el que reparte la limosna, con agrado. Que su caridad no sea una farsa; aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno. Como buenos hermanos, sean cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no sean descuidados; en el espíritu, manténganse ardientes. Sirvan constantemente al Señor, Que la esperanza les tenga alegres: estén firmes en la tribulación, sean asiduos en la oración. Contribuyan en las necesidades de los santos; practiquen la hospitalidad. Bendigan a los que les persiguen; bendigan, sí, no maldigan. Con los que ríen, estén alegres; con los que lloran, lloren. Tengan igualdad de trato unos con otros: no tengan grandes pretensiones, sino pónganse al nivel de la gente humilde. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 130, 1.2.3 R/ “Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor” Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. R/. Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. R/. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre. R/. Lectura de santo evangelio según san Lucas 14,15-24 En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: « ¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!» Jesús le contestó: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: “Vengan, que ya está preparado.” Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor.” Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor.” Otro dijo: “Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir.” El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: “Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.” El criado dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio.” Entonces el amo le dijo: “Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.” Y les digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.» Palabra del Señor. Meditación “Todos a una empezaron a excusarse” Normalmente cuando preparamos un evento de importancia en nuestras vidas, nos esmeramos cuidadosamente e invitamos a gente muy querida por nosotros. Esperamos que con el mismo cariño con que los invitamos, con ese mismo cariño ellos asistan.

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Aquí en la parábola de Jesús nos podemos imaginar al hombre que invirtiendo tiempo y recursos preparó ese gran banquete. Como era muy importante para él que asistieran a este encuentro mandó a decir a los convidados: “vengan, que ya está preparado”. Sin embargo, vemos cómo comienzan las excusas: el que acababa de comprar un terreno y tenía que ir a verlo; el que compró cinco yuntas de bueyes y quería probarlas; y el que se casó y dijo que no podía ir. ¡Excusas, excusas y más excusas! ¡Muy parecidas a las que utilizamos hoy cuando el Señor nos llama! Que estamos cansados; que los niños demandan mucho; que hay inseguridad en las calles; que no tenemos tiempo; que ya estamos viejos; que no tenemos experiencia... En fin, excusas tras excusas. Este texto del evangelio nos interpela profundamente. El Señor nos llama. El Señor nos invita a participar de su banquete. La invitación del Señor es un privilegio divino. Pero nosotros siempre tenemos cosas más importantes que hacer; responsabilidades que atender. ¡Nos excusamos! Tenemos tanto qué proteger, que dudamos si su invitación pueda exigir que pongamos en juego lo que tenemos. Así, siempre tendremos una buena excusa para no avanzar en el compromiso con el Señor. Queremos que su llamado sea una gratificante “experiencia religiosa”, algo bonito, privado, sumamente vivificante y refrescante. Pero nos quedamos ahí; no nos interesa dar el paso, porque eso requiere un cambio, una decisión, un compromiso que no estamos dispuestos a asumir. En esta parábola, igual que en otras múltiples ocasiones, Jesús utiliza la imagen del banquete para hablarnos del reino celestial. Nuestro Padre no se cansa de invitarnos a su casa. No le basta con invitarnos una vez, cuando todo está ya listo. Vuelve a enviar a su criado para recordárnoslo. Impresionan estas palabras: “sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa”. Denotan vehemencia, el auténtico interés de Dios que nos busca desesperadamente. Tiene sitio en su casa y no quiere que se queden plazas vacías. Realmente Jesús nos trae una imagen del Padre totalmente novedosa, para mostrarnos a ese padre amoroso, que perdona, que sale a nuestro encuentro; un padre que se regocija enormemente ante cualquier pequeño paso que damos hacia Él. ¿Qué esperamos entonces para correr a su encuentro y entrar al banquete que Él nos tiene preparado y al que nos invita con insistencia? No atender su llamado es una muestra de ingratitud. Dejemos a un lado las excusas. 8

Feria

Miércoles Verde 42º Aniversario de la Ordenación Presbiteral de Mons. Valentín Reynoso Hidalgo, M.S.C., Obispo Auxiliar de Santiago Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 13, 8-10 Hermanos: A nadie le deban nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio,

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no matarás, no robarás, no envidiarás» y los demás mandamientos que haya, se resumen en esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley entera. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 111, 1-2.4.5.9 R/“Dichoso el que se apiada y presta” Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R/. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. R/. Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. R/. Lectura de santo evangelio según san Lucas 14, 25-33 En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo ustedes el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.» Palabra del Señor. Meditación. “El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío” El Evangelio de hoy nos relata que “mucha gente acompañaba a Jesús”. Es una clara referencia al “discipulado” al que se sometían los que le seguían. También a nosotros, quienes deseamos ser discípulos de Él, vienen dirigidas sus palabras. En ellas se encierran sus exigencias. La primera es: “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío”. En el tiempo de Jesús la situación social y económica llevaba a las familias a encerrarse en sí mismos y esto les impedía socorrer a sus hermanos de comunidad. Encerradas en sí mismas, las familias debilitaban la vida en comunidad. Por esto pide que las familias se abran entre sí a la comunidad. Con esto nos quiere decir que los vínculos familiares no pueden impedir la formación de la comunidad. Esta es la primera condición; su primera exigencia. La segunda condición es “cargar la cruz”. “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío” –nos dice el Señor-. Llevar la propia

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cruz es aceptar la vergüenza, el dolor, el sufrimiento, y el menosprecio de la gente que en ocasiones produce el seguir a Cristo. Hay mucha gente que tiene su propia cruz, pero no cree en Dios. Algunos de ellos la cargan con resignación y altruismo, pero no por eso son discípulos de Jesús, porque Jesús añadió “y viene en pos de mí”. Llevar la cruz detrás de Jesús es sufrir con un propósito, es vivir con Dios, y es mantener viva la esperanza de que al final del camino tengamos una gran recompensa. Para seguir a Jesús hay que pensarlo bien. El Evangelio de hoy también nos presenta dos parábolas que tienen el mismo objetivo: llevar a las personas a pensar bien antes de tomar una decisión. La primera de ellas dice “¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?”. Esta comparación habla por sí sola y es para llevarnos a reflexionar sobre la manera para seguir a Jesús, y nos preguntemos si calculamos bien las condiciones antes de tomar la decisión de ser discípulos de Jesús. Jesús no quiere discípulo de media tinta, tibio, vacilante. Lo quiere entregado por completo, decidido, fogoso. La segunda parábola, “¿Qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?”. La conclusión es una sola: ser discípulo de Jesús no es un camino fácil. Ambas parábolas se refieren a empresas difíciles y problemáticas; por lo tanto, no se pueden afrontar a la ligera. Ser discípulo de Jesús es también una empresa difícil que tampoco se puede enfrentar a la ligera. La tercera exigencia para seguir a Jesús la expresa cuando nos dice: “el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”. Es decir, exige compromiso, renuncia. Estamos tentados a no retar a la gente hacia un discipulado fiel (sexualidad fiel, práctica honesta en los negocios, en las relaciones interpersonales). San Pablo, en su carta a los Romanos, resume la exigencia que hoy nos hace Jesús: “A nadie le deban nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley”. Renunciando a todo, amémonos unos a otros como familia y sigamos a Cristo Jesús. Amén. 9

Fiesta: Dedicación de la Basílica de Letrán

Jueves Blanco 3º Aniversario del fallecimiento de Mons. Juan Antonio Flores Santana, Arzobispo Emérito de Santiago de los Caballeros Lectura del profeta Ezequiel 47, 1-2.8-9.12 En aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo, y vi que debajo del umbral, por el lado oriental hacia el que mira la fachada del templo, brotaba una corriente de agua. El agua bajaba por el lado derecho del templo hasta la parte sur del altar. Luego me hizo salir por el pórtico norte y dar la vuelta hasta el pórtico exterior que mira hacia oriente, y vi que las aguas corrían por el lado derecho. Aquel hombre me dijo:

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«Estas aguas van hacia la región oriental, bajan al Arabá, y desembocan en el mar Muerto, cuyas aguas quedarán saneadas. Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de medicina». Palabra de Dios. O BIEN... Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios 3, 9c-11.16-17 Hermanos: Son edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha concedido, yo, como sabio arquitecto, puse los cimientos; otro levanta el edificio. Pero que cada cual mire cómo construye. Desde luego, nadie puede poner un cimiento distinto al que ya está puesto, y este cimiento es Jesucristo. ¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 45, 2-3.5-6.8-9 R. “El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.” Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro auxilio oportuno en el peligro. Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra y los cimientos de la tierra se desplomen en el mar. R. Los canales de un río alegran la ciudad de Dios, la más santa morada del Altísimo. Dios está en medio de ella, no puede ser destruida; Dios la socorre al despuntar la aurora. R. El Señor todopoderoso está con nosotros, nuestra defensa es el Dios de Jacob. Vengan a ver las obras del Señor, los prodigios que hace en la tierra. R. Lectura de santo evangelio según san Juan 2, 13-22 Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quiten esto de aquí; no conviertan en un mercado la casa de mi Padre.» Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.» Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré.» Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Palabra del Señor.

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Meditación: “No conviertan en un mercado la casa de mi Padre” En el Evangelio de hoy llama poderosamente la atención la indignación de Jesús al ver cómo los mercaderes profanaban el templo. El celo de Jesús nos da una perfecta idea del profundo significado de santidad y respeto que se le debe a la “Casa de su Padre”. El templo es casa de Dios. Es lugar de oración y recogimiento donde la comunidad va a rezar, a alabar al Señor y a estar en compañía de Él. Todo esto lo sabemos, pero a veces inconscientemente nos convertimos en mercaderes irreverentes a la solemnidad que se le debe a este lugar sagrado. En muchas ocasiones hacemos de nuestro templo parroquial un “verdadero mercado”: mujeres jóvenes (y no tan jóvenes) vestidas inapropiadamente dentro del templo, con vestimentas que causan rubor; jóvenes y adultos con botellitas de agua bebiendo como si estuvieran en un estadio deportivo; miembros de algún grupo de la parroquia que a la entrada o salida te venden golosinas o comida; parroquianos vendiéndote un boleto para una rifa pro recaudación de fondos, para un viaje de peregrinación; niños, jóvenes, adultos y hasta envejecientes haciendo o contestando llamadas desde un celular en plena celebración litúrgica y cuando no, practicando juegos electrónicos o “chateando” con alguien; conversaciones a viva voz entre amigos, conocidos o familiares; personas con sus piernas todas extendidas como si estuvieran sentados en un banco de parque; personas con una desfachatez tal que se pasan toda la celebración litúrgica “masticando chicle” como si estuvieran en una sala de cine o en un restaurante. Nos convertimos en “mercaderes” que con facilidad nos harían ganar unos merecidos “latigazos”. Y también nos convertimos en mercaderes cuando vamos al templo a comprar a Dios, a conseguir de Él lo que pedimos; cuando vamos a que nos vean, o a presentar nuestros problemas y nos olvidamos de los demás, y al salir a la calle no hacemos nada para ser testimonio, ni para ayudar a mejorar la familia ni la sociedad…, cuando vamos al templo y seguimos iguales somos mercaderes actuales. ¿Y qué decir del “templo” del Espíritu Santo en que mi cuerpo se convirtió a través del sacramento del bautismo? ¿Lo estoy cuidando como tal o por el contrario actúo de manera irresponsable cometiendo excesos de toda naturaleza? ¡Qué privilegio tan grande! ¡El mismo Dios nos ha escogido para vivir en nuestro interior, para bendecirnos! Hagamos conciencia y renunciemos a esa actitud de “mercader” con la que asistimos al templo y seamos digna parte de ese otro gran templo al que pertenecemos: ¡La Iglesia! ¡El Cuerpo Místico de Cristo! Aquí cada uno de nosotros está llamado a ejercer una función y a vivir de acuerdo con la vocación a la que Dios nos llama. ¡Qué la espiritualidad vivida en cada uno de nosotros nos lleve también a cuidar de nuestra Pequeña Iglesia Doméstica: Nuestra Familia!

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Memoria obligatoria: San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia

Viernes

Blanco

Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 15, 14-21 Respecto a ustedes, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosan de buena voluntad y de que les sobra saber para aconsejarse unos a otros. A pesar de eso, para traerles a la memoria lo que ya saben, les he escrito, a veces propasándome un poco. Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús para con los gentiles: mi acción sacra consiste en anunciar la buena noticia de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios. Como cristiano, pongo mi orgullo en lo que a Dios se refiere. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu Santo. Tanto, que, en todas direcciones, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del Evangelio de Cristo. Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el Evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: «Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 97, 1.2-3ab.3cd-4 R/ “El Señor revela a las naciones su victoria” Canten al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad a favor de la casa de Israel. R. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; griten, vitoreen toquen. R. Lectura de santo evangelio según san Lucas 16, 1-8 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Un hombre rico tenía un administrador. Le llegaron quejas de que estaba derrochando sus bienes. Lo llamó y le dijo: -¿“Qué es eso que cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.” El administrador pensó: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas, mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración encuentre quien me reciba en su casa “. Fue llamando uno por uno los deudores de su amo y dijo al primero: -¿“Cuánto debes a mi amo? “Contestó: - “Cien barriles de aceite “. Le dijo: -Toma el recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta. Al segundo le dijo: - “Y tú ¿cuánto debes? “Contestó: - “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe Ochenta” Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Palabra del Señor.

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Meditación “Los hijos de este mundo, más astutos que los de la luz” El evangelio de hoy nos presenta una parábola que trata de la administración de los bienes. Se la conoce como la parábola del administrador deshonesto. Realmente desconcertante. ¿Es que Jesús puede elogiar a un empleado corrupto? Desfilan por nuestra mente todos los actos de corrupción que hemos visto denunciados y cómo los corruptos acusados se pasean libremente cubiertos de impunidad. ¿Es qué Jesús aprobaría esto? ¡De seguro que no! El Señor alabó al administrador injusto por su sagacidad, pues “los hijos de este mundo son más sagaces con los de su clase que los hijos de la luz”. Pero Jesús no alaba el robo ni lo mal hecho, alaba la capacidad de calcular bien las cosas y saber encontrar una salida. Jesús nos invita y nos exhorta a ser sagaces. Ser astutos y ser sagaces no es lo mismo. La astucia, relacionada siempre con el maligno, significa mentir, engañar, para lograr lo que queremos. En cambio, la sagacidad consiste en la habilidad para encontrar los medios justos y más eficaces para alcanzar un objetivo, como es el de vivir nuestra fe y amor a Dios. Hay personas que ponen todas sus habilidades al servicio de un negocio que le permite aumentar sus ingresos y vivir una vida de holgura, gustos y placeres. Dedican todo su tiempo para hacer prosperar negocios que les permiten llevar una vida de placeres y comodidad. Sin embargo, no le dedican tiempo a su familia. Vemos esposas quejándose continuamente de que tienen todo, que no les falta nada en lo económico y material, pero anhelan un esposo que les dedique tiempo, que las hagan sentir amadas. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? (cf. Mat 16,26) Muchos cristianos estamos también siguiendo el derrotero de los demás y sólo enfocándonos en el tener, olvidando de que a mucha gente se le está secando la fe. Tenemos que buscar nuevos métodos para llegar a la gente. Tenemos que ser sagaces anunciando a un Cristo vivo, que camina a nuestro lado, que nos anima y alienta a levantarnos y a confiar en Él. Sea cual sea la situación por la que estemos atravesando, Jesús hoy nos da una nueva oportunidad de retomar el camino y ser reconocidos no por nuestra astucia al hacer buenos negocios, sino por nuestra habilidad en llevar nuestra familia con respeto y dignidad. ¡No desmayemos! 11 Sábado

Memoria Obligatoria: San Martín de Tours, Obispo Blanco

Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 16,3-9.16.22-27: Hermanos: Saludos a Prisca y Aquila, colaboradores míos en la obra de Cristo Jesús; por salvar mi vida expusieron su cabeza, y no soy yo sólo quien les está agradecido, también todas las Iglesias del mundo pagano. Saludos a la Iglesia que reúne en su casa.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Saludos a mi querido Epéneto, el primero convertido de Cristo en Asia. Saludos a María, que ha trabajado mucho por ustedes. Saludos a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, ilustres entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo. Saludos a Ampliato, mi amigo en el Señor. Saludos a Urbano, colaborador mío en la obra de Cristo y a mi querido Estaquis. Salúdense unos a otros con el beso santo. Todas las iglesias de Cristo les saludan. Yo, Tercio, que escribo la carta, les mando un saludo cristiano. Los saluda Gayo, que me hospeda, y toda esta Iglesia. Los saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto. Al que puede fortalecerlos según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús –revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe–, al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Palabra de Dios. Salmo responsorial, 144, 2-3.4-5.10-11 R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, y merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. R/. Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta sus hazañas; alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. R/. Que todas las criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/. Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16,9-15 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Gánense amigos con el dinero injusto, para que cuando les falte, los reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fueron de fiar en el vil dinero, ¿quién les confiará lo que vale de veras? Si no fueron de fiar en lo ajeno, ¿lo de ustedes quién se lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No pueden servir a Dios y al dinero». Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él. Jesús les dijo: «Ustedes presumen de observantes delante de la gente, pero Dios los conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.» Palabra del Señor. Meditación “No se puede estar al servicio de dos señores” La palabra iluminadora del Evangelio hoy es: “No pueden estar al servicio de Dios y del dinero”. ¿Por qué es iluminadora? Porque Jesús sabe que es una realidad que estamos viviendo hoy ¡Cuánta desunión en nuestras familias! ¡Cuánta falta de diálogo! ¡Cuántas incomprensiones, cuánto egoísmo! Simplemente porque se tiene tiempo para todo… ¡menos para Dios!

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Por eso hoy notamos esposos que casi ni se ven, que casi no comparten, que no dialogan; que no sacan tiempo para revitalizarse como pareja… porque estamos inmersos sólo en trabajo; o en negocios que sólo nos llevan a producir dinero, más nos alejan el uno de la otra. Poco a poco nos vamos convirtiendo en “maquinitas de hacer dinero” porque el mundo nos ha inculcado que ser una persona de “éxito” es aquella que tiene una abultada cuenta de banco; aunque el enfrascarnos tanto en hacer crecer esa cuenta, vaya en deterioro de lo que es nuestro matrimonio o nuestra vida de familia. Con esto, no queremos decir que preocuparse por tener dinero sea malo; que luchar por echar hacia delante un negocio sea malo. Lo malo está en cuando esto se convierte en nuestra primera prioridad, por encima de nuestra relación de pareja; por encima de la relación con nuestros hijos e incluso, por encima de nuestra relación con Dios. Hay personas que no dedican tiempo a su familia porque están en todo momento trabajando para producir dinero. Y teniendo todas las comodidades y placeres llevan una relación matrimonial que va a la deriva, con unos hijos desorientados, andando en malos pasos. Por eso, ya Jesús dijo en una ocasión: “es más fácil un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar al reino de Dios” (Marcos 10,25). Este es el momento de reflexionar. Es el momento de poner en primer lugar aquellas cosas que son verdaderamente importantes: Dios y mi familia. Resulta paradójico que a aquel que nos lo da todo sea el que en ocasiones ocupe el último lugar en nuestras vidas, cuando no, lo hemos sacado de la familia. Este es el momento de hacer una revisión de nuestras prioridades en nuestras vidas y hacer de Jesús el centro de las mismas para que redunde en beneficios de nuestras familias, crezcamos en amor hasta alcanzar la plenitud de Cristo. ¡Adelante! 12

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

IV Semana Liturgia de las Horas

Verde

Llénanos de tu sabiduría, Señor, para crecer hacia su plenitud Orientaciones para la Celebración: Se coloca el título de este Domingo. Se puede colocar un letrero grande que diga: Sabiduría. Se pueden repartir velas para encenderla cuando llega el ministro, al momento del Evangelio y en el momento de la consagración o al final. Se puede pasear el Evangelio después de proclamarlo en medio del pueblo como fuente de Sabiduría, aclamándolo con cantos o se puede pasar de mano en mano para ponerlo sobre la cabeza para que nos llene de sabiduría. Se puede dramatizar el Evangelio. Monición de Entrada En este Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, día del Señor, nos reunimos como familia de Dios en torno al altar, para participar de esta

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Eucaristía con la que clausuramos la Semana Vocacional 2017 y en la que se nos invita a crecer como familia con el lema: “Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo” (Ef 4,15). La Palabra de Dios nos invita a buscar la sabiduría que viene de Dios, que nos guía en nuestro caminar y nos hace crecer hacia la plenitud de Cristo, que se realizará en nosotros, en el encuentro definitivo con El, en las fiestas eternas. Esa sabiduría nos hace ser prudentes y vigilantes, aguardando esta venida del Señor, con las lámparas encendidas y con el aceite necesario, para cuando llega la noche en nuestras vidas y no podemos avanzar, si no estamos bien aprovisionados. En este mes de la familia, se nos invita a llevar la luz encendida en nuestros hogares y así con la sabiduría de Dios, poder responder en todo momento que sea necesario de acuerdo al plan de Dios. Con gratitud, demos gracias al Señor por su sabiduría que nos regala en abundancia y recibamos a Jesucristo, la verdadera sabiduría, que llega a presidir nuestra Celebración a través de su ministro. Oración Colecta Oremos: Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males, para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de espíritu cumplir lo que es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén. LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura: Sabiduría 6, 12-16 El Señor nos ofrece su sabiduría, que nos permite conocer y penetrar sus pensamientos y sus sentimientos y así cumplir su voluntad para crecer como familia. Lectura del libro de la Sabiduría 6,12-16 La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y le sale al paso en cada pensamiento. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 62,2.3-4.5-6.7-8 R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansía de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. R/. ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R/. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. R/. En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo. R/.

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Segunda Lectura: Primera a los Tesalonicenses 4, 13-17 La sabiduría del Padre nos da el consuelo, de que nuestra vida crece hacia la plenitud de Cristo, su Hijo, y que la muerte no la puede estancar ni destruir, porque ha sido vencida por la muerte y resurrección de Jesucristo. Escuchemos. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4,13-17 Hermanos: No queremos que ignoren la suerte de los difuntos para que no se aflijan como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que les decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consuélense, pues, mutuamente con estas palabras. Palabra de Dios. Aleluya Mt 24, 42a. 44 Estén en vela y preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre. Evangelio: San Mateo 25, 1-13 Estamos llamados a crecer cada día más hacia la plenitud de Cristo. Para lograr esa meta es necesaria su sabiduría, para mantenernos vigilantes y con la luz encendida, esperando al Señor que llega, sin que sepamos ni el día ni la hora. Puestos de pie, como signo de que estamos siempre listos para recibirle y aclamándolo, nos disponemos a escuchar su voz. Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,1-13 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salgan a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dennos un poco de su aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para ustedes y nosotras, mejor es que vayan a la tienda y cómprenlo “. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Yo les aseguro: no las conozco.” Por tanto, velen, porque no saben el día ni la hora.» Palabra del Señor.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Meditación “¡Señor, ¡Señor, ábrenos!” Las lecturas de hoy domingo contienen una gran riqueza para aquellos que queremos hacer vida en nosotros el lema del mes: “Crecer en familia”. La primera lectura nos habla de “sabiduría” y nos dice que: “La encuentran los que la buscan. Los aborda benigna por camino y les sale al paso en cada pensamiento”. ¡Es de sabio estar alerta! Y estas son dos condiciones que necesitamos para guiar nuestras familias: “sabiduría” y “estar alertas” Nosotros los padres tenemos que pedirle a Dios sabiduría para educar a nuestros hijos en el amor de Dios, para saberlos orientar cuando vienen a nosotros en busca de un consejo. Necesitamos sabiduría para comprender que más importante que darle todo lo que necesitan materialmente, es ayudarlos a satisfacer sus necesidades básicas humanas de amar y ser amados, ser valorados y saber que pertenecen a alguien que los ama. La sabiduría nos ha de llevar a dar prioridad a las cosas que son importantes como, por ejemplo: escuchar a nuestros hijos, prestarle atención, dedicarle tiempo, compartir con ellos, hacer de mi cónyuge mi primera prioridad. Hoy se nos da una alerta: que estemos preparados, como si hoy fuera el último día de nuestras vidas. Amar a nuestros cónyuges a tener con él o ella gestos de cariño, expresarles también a nuestros hijos cuánto los amamos. El mes pasado en los Estados Unidos se vivió una gran tragedia: la muerte de casi 60 personas y más de 500 heridos. De seguro que nunca se imaginaron que un psicópata iba a acabar con sus vidas. Los padres que fueron víctimas ¿se habrían despedidos de sus hijos? Y los hijos, ¿habrían pedido la bendición de sus padres? Nunca sabemos ni el día ni la hora. Seamos como las doncellas sensatas, tengamos nuestras lámparas preparadas como si hoy fuera el último día en que veamos a nuestros seres queridos. Estar siempre ligeros de equipaje, pero con nuestro corazón y nuestras manos llenas de amor y entrega generosa. Debemos estar atentos para cuando la luz de nuestra lámpara comience a debilitarse. Es ahí cuando necesitamos poner más aceite, recargar la batería. Todo esto lo logramos con la oración. Necesitamos orar más, pidiendo a Dios sabiduría para educar a nuestra familia en la fe, para vivir más el amor entre nosotros y los demás. Necesitamos orar ofreciéndole a Dios nuestras acciones, nuestros proyectos. Sin oración todo proyecto se debilita, toda familia se derrumba. Pidamos hoy al señor que nos ayude a experimentar la necesidad de mantenernos siempre alerta; dispuestos a recibir su gracia que nos hace capaces de transformarnos y transformar nuestras familias. Oración de los Fieles El que preside: Acudamos al Padre e invoquemos su Nombre, diciéndole: Padre, llénanos de tu sabiduría

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1. Por el Papa Francisco, los Obispos, Presbíteros y Diáconos y de todos los que cuidan de tu pueblo, para que sepan conducir la Iglesia con la sabiduría que viene de Dios. Oremos 2. Para que el Señor llene de su sabiduría a los pueblos y a sus gobernantes, para que crezcamos en paz y en la igualdad de oportunidades, para penetrar en el conocimiento divino. Oremos. 3. Por los que sufren de cualquier manera, para que el Señor les regale su sabiduría, para mantenerse con su luz encendida y con nuestra solidaridad, encuentren solución a su situación. Oremos. 4. Por esta comunidad aquí reunida, para que llenos de la sabiduría de Dios nos mantengamos firmes en la espera del Señor, creciendo en verdad y santidad cada vez más. Oremos. 5. Para que los padres y madres sepan guiar con sabiduría, inspirada en Dios, a sus hijas e hijos y estos correspondan con obediencia y así crezcan como familia. Oremos. 6. Por las vocaciones sacerdotales y a la Vida Religiosa, para que cada día haya más jóvenes dispuestos a corresponder al llamado del Señor. Oremos El que preside: Escucha Padre nuestras oraciones y derrama tu sabiduría en nosotros para que crezcamos hacia Ti cada momento hasta que lleguemos al banquete eterno y gocemos de tu plenitud. Por Jesucristo nuestro Señor. Oración sobre las Ofrendas Señor, mira con bondad este sacrificio, y concédenos alcanzar los frutos de la pasión de tu Hijo, que ahora celebramos sacramentalmente. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén Oración después de la Comunión Oremos: Alimentados con estos sagrados dones, te damos gracias, Señor, e imploramos tu misericordia, para que, por la efusión de tu Espíritu, cuya eficacia celestial recibimos, nos concedas perseverar en la gracia de la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén 13 Lunes

Feria o Memoria libre: San Leandro, Obispo Verde o Blanco

Comienzo del libro de la Sabiduría 1,1-7 Amen la justicia, los que rigen la tierra, piensen correctamente del Señor y búsquenlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios. La sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado. El espíritu educador y santo rehúye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 138,1-3a.3b-6.7-8.9-10 R/. Guíame, Señor, por el camino eterno Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso. R/. Todas mis sendas te son familiares. No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco. R/. ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/. Si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,1-6 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tengan cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Lo siento”, lo perdonarás.» Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor contestó: «Si tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y les obedecería.» Palabra del Señor. Meditación “Si siete veces vuelve tu hermano arrepentido, perdónalo” Jesús no pierde la oportunidad para instruir a sus discípulos. Por eso aun a sabiendas de que se darán entre ellos diferencias y rivalidades que pueden llegar a provocar escándalos, les advierte: “¡Ay del que los provoca!” Refiriéndose al que provoque esos escándalos. Pero así mismo da las herramientas para cuando se den esos escándalos… Corrección y perdón… Es en el seno de la familia donde, sin lugar a dudas, mejor podríamos aprender y practicar los valores evangélicos del perdón, la corrección fraterna, la sinceridad y el respeto. Porque es aquí donde más heridas nos producimos. Esposos que gritan debido a una profunda incapacidad de aceptarse; hijos dolidos y rebeldes ante padres que no han sabido instruirlos adecuadamente; mujeres que han tenido que asumir el rol de papá y mamá, ante el abandono irresponsable de su compañero; o esposos insatisfechos porque no ocupan el primer lugar en la vida del otro y se refugian en compensaciones (trabajo, deporte, iglesia, etc.).

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Todas estas actitudes provocan escándalos no sólo a lo interno de nuestras familias, sino en el medio en el que nos desenvolvemos. Es entonces cuando esas palabras de Jesús llegan como fuerte amenaza: ¡más le valdría que le ataran en el cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar! ¡Da el paso! ¿Crees que como padre o madre has ofendido a alguno de tus hijos abochornándolo o humillándolo? Acércate a él o ella y pídele perdón; eso no te disminuirá como padre o madre; al contrario, te hará grande a sus ojos. ¿Has ofendido de palabras o de hechos a tu esposa o esposo; o por el contrario, te has sentido ofendido(a) por alguna actitud que no creas merecer? El llamado que hoy Jesús nos hace es perdonar. Pero recuerda, perdonar es una decisión que nadie podrá tomar por ti. Pidiendo el perdón, con arrepentimiento de corazón, “haremos crecer nuestra familia hasta alcanzar la plenitud de Cristo” y la acercaremos al ideal que Dios Padre tiene, y quiere la fundamentemos en la fe. Perdón y reconciliación son dos de los asuntos en que más Jesús quiere que pongamos nuestra atención, primero como familia y luego con los demás. Aun los que nos amamos nos provocamos heridas que necesitan ser sanadas. En el libro de la Sabiduría, hoy recibimos de entrada la invitación a “amar la justicia, los que rigen la tierra”. Este es un claro llamado, principalmente a los padres que “regimos” (guiamos con responsabilidad, entrega y sacrificios) nuestras propias familias, para “buscar del Señor con corazón entero” que nos ayude y guíe por el camino que conduce a la vida eterna. Perdonar es lo que traerá paz a nuestros corazones y hará que reine el amor y la concordia en nuestras familias. Recordemos también que para recibir el perdón de Dios (todos sin excepción lo necesitamos) debemos primero perdonar a los que nos ofenden ¡Ánimo! 14 Martes

Feria Verde

Lectura del libro de la Sabiduría 2,23–3,9: Dios creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su misma naturaleza. Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan los que le pertenecen. En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que eran castigados, pero ellos esperaban seguros la inmortalidad. Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocaustos. El día de la cuenta resplandecerán ellos como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y su Señor reinará eternamente. Los que confían en él, conocerán la verdad y los fieles permanecerán con él en el amor, porque sus elegidos encontrarán gracia y misericordia. Palabra de Dios.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Salmo responsorial, 33, 2-3.16-17.18-19 R/. Bendigo al Señor en todo momento Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/ Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. R/. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,7-10 En aquel tiempo, dijo el Señor: «Supongan que un criado suyo trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de ustedes le dice: “En seguida, ven y ponte a la mesa” ¿No le dirán: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú” ¿Tienen que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo ustedes: Cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.”» Palabra del Señor. Meditación “Somos unos pobres siervos; hemos hecho lo que teníamos que hacer” Es maravilloso experimentar cómo el Señor, a través de su palabra, nos deja saber su mensaje de amor y esperanza; y cómo esta palabra, es efectiva para cada situación por la que estemos atravesando. El libro de Sabiduría nos habla de una confianza total en Dios, cuando estemos atravesando momentos de tribulación ¿Quién de nosotros no ha pasado por momentos de oscuridad, de pena, de crisis? El libro de Sabiduría nos deja ver que Dios todo lo dispone para nuestro bien… “En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y no lo tocará el tormento”. Saber que todo lo que pasamos, sufrimientos, aflicción, está debidamente dispuesto por nuestro Dios… “Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí, los probó como oro en el crisol”. El saber esto, nos debe dar la fortaleza para mantenernos de pie cuando las fuerzas nos abandonan; cuando creemos que el mundo se nos cae encima. Cuando tocamos fondo Dios está con nosotros”. No lo podemos dudar ni por un momento. Así lo dice el salmista… “el Señor está cerca de los atribulados salva a los abatidos”. Asumir cada situación dolorosa en nuestras vidas nos lleva a ser soldados valientes del Señor, preparados para la misión. Nos lleva a valorar esa misión como un don, un regalo; una magnífica oportunidad para devolver al Señor todo el bien que nos ha hecho. Cada uno de nosotros, de acuerdo a nuestra vocación, hemos sido llamados a realizar alguna labor en la viña del Señor. Ahora, sería bueno que nos preguntáramos… ¿Cuál es la viña en la que El señor me ha puesto? ¿Es nuestra parroquia, asumiendo una labor evangelizadora? ¿Es en el grupo de oración, o es en la familia en la que el Señor me ha puesto para que yo me “plante” y produzca frutos? Hay una frase muy

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hermosa que dice… ¡Donde Dios me ponga tengo que florecer! Ojalá la tengamos siempre presente. El que asume conscientemente la misión que el Señor le ha encomendado lo hace con gusto y sin esperar recompensas a cambio. Continuamente agradece a Dios el poder ser “sus manos, sus pies, sus labios” en este mundo de hoy. Todo lo que hagamos en esa viña en la que el Señor nos ha plantado no es con miras a una recompensa en este mundo, sino porque queremos ser fieles cumplidores de la misión que se nos ha encomendado. Es el momento, para que comencemos a dar lo mejor de nosotros en ese espacio donde Dios nos ha puesto. En nuestra familia, haciendo que nuestros seres queridos se sientan amados y valorados, obviando los reclamos y echando a un lado los pleitos y desilusiones. En nuestra parroquia, entregándonos por completo al grupo o comunidad a la que pertenecemos, llevando a cabo lo que nos corresponda. En la sociedad, luchando por ser cada vez un mejor cristiano, respetando a las personas, siendo amable, colaborador, respetando las filas, cediendo el paso, etc. Así, al final de nuestros días, podremos decir como el evangelista: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”. 15

Feria o Memoria Libre: San Alberto Magno, Obispo y Doctor de la Iglesia

Miércoles

Verde o Blanco

Lectura del libro de la Sabiduría 6,1-11 Escuchen, reyes, y entiendan, aprendan, gobernantes del orbe hasta sus confines; presten atención, los que dominan los pueblos y alardean de multitud de súbditos; el poder les viene del Señor, y el mando, del Altísimo: él indagará sus obras y explorará sus intenciones; siendo ministros de su reino, no gobernaron rectamente, ni guardaron la ley, ni procedieron según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá sobre ustedes, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; el Dueño de todos no se arredra, no le impone la grandeza: él creó al pobre y al rico y se preocupa por igual de todos, pero a los poderosos les aguarda un control riguroso. Se lo digo a ustedes, soberanos, a ver si aprenden a ser sabios y no pecan; los que observan santamente su santa voluntad serán declarados santos; los que se la aprendan encontrarán quien los defienda. Deseen, pues, mis palabras; anhélenlas, que ellas les instruirán. Palabra de Dios Salmo Responsorial: 81, 3-4.6-7 R/ “Levántate, oh Dios, y juzga la tierra” Protejan al desvalido y al huérfano, hagan justicia al humilde y al necesitado, defiendan al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable.» R/. Yo declaro: «Aunque sean dioses, e hijos del Altísimo todos, morirán como cualquier hombre, caerán, príncipes, como uno de tantos.» R/.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Lectura de santo evangelio según san Lucas 17, 11-19 En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: «vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿**/No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.» Palabra del Señor. Meditación “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros” “¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!” Ese fue el grito desesperado que diez leprosos le hicieron a Jesús, según nos lo revela el evangelista Lucas, en el Evangelio de hoy. Jesús los mira, se compadece de ellos y sin importar quienes eran manifiesta su misericordia, sanándolos a los diez. Los leprosos de este evangelio “ansiaron, pues, las palabras de Jesús, las anhelaron y recibieron instrucción” (cf. Sab.6,11). La instrucción recibida fue sencilla: “ir a presentarse a los sacerdotes”. Y mientras iban de camino quedaron sanos. El acompañarse en el camino fue desarrollando en ellos la fe que necesitaban para recibir sanación. Es interesante ver cómo los leprosos atienden la simple y sencilla instrucción de Jesús, sin cuestionarlo, sin recibir imposición de manos, sin parafernalia. Simplemente la instrucción de “vayan a presentarse a los sacerdotes”. Hoy, tú y yo somos leprosos que necesitamos y anhelamos la mirada de Jesús, por compasión, que nos libere de nuestro mal. Queremos poder agradecerle que nos libre de la lepra del egoísmo, de la lujuria, de la incomprensión, del individualismo, del rencor, de la infidelidad, de la indiferencia, de la chismografía, del desamor, la arrogancia, soberbia, superioridad, altanería, vanidad, y una lista interminable que nos hace impuros para recibir el amor y gracias de Dios Padre. Dios quiere de nosotros la humildad suficiente para poder recibir de Él la compasión y el perdón. Por eso, hoy nosotros también recibimos la “instrucción” de “ir y presentarnos a los sacerdotes”. ¿A saludarlos? ¡No! A confesar los pecados que nos hacen no merecedores del amor de Dios. A liberarnos. A limpiarnos de todo aquello que nos aleja, por nuestra culpa, de su amor misericordioso. Para volver a Él como el leproso agradecido. Aunque uno solo fue el leproso que volvió agradecido, eran diez los que “iban de camino”. En el camino éstos se acompañaron entre sí. Era una “comunidad de leprosos caminantes”, anhelantes de salud para insertarse a la sociedad, para no ser excluidos. Por lo tanto, este es un llamado a compartir nuestro dolor y nuestro anhelo con otros que, al igual que nosotros, necesita encontrarse también con Dios para tener vida y vida en abundancia, porque los leprosos eran considerados en su época como “muertos en vida”.

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Nuestra Iglesia, hoy más que nunca, necesita de ti y de mí. Hay muchas necesidades. La cosecha es abundante y los trabajadores pocos (cf. Lucas 10,2). La gran mayoría de nosotros sólo tenemos a Dios para pedirle continuamente, pero no somos lo suficientemente agradecidos por lo que Él hace por nosotros y para nosotros. Ahora es el momento para agradecer lo que Dios ha hecho por nosotros, por nuestra familia; por recibir de ellos el amor y el apoyo que hemos necesitado en los momentos difíciles; dar gracias por la persona que Dios ha puesto a nuestro lado para compartir su vida con nosotros… ¡nuestro cónyuge!; dar gracias por los hijos que hemos recibido como un don gratuito de Dios; por los padres que hemos tenido; por sus desvelos y sacrificios. Volvamos hoy a Jesús, agradeciéndole todo lo que ha hecho y hace por nosotros. Veamos todas las enfermedades de las que nos ha sanado; todos los pecados que nos ha perdonado, todas las angustias de las que nos ha liberado y démosle gracias por su amor, su poder y su misericordia. ¡Amén! 16 Jueves

Feria o Memoria Libre: Santa Margarita de Escocia o Santa Gertrudis, Virgen Verde o Blanco

Lectura del libro de la Sabiduría 7, 22-30; 8, 1 La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, amante del bien, agudo, libre, bienhechor, amigo del hombre----, amable, firme, seguro, sereno, que todo lo puede y todo lo ve, que penetra en todos los espíritus: los inteligentes, los puros y los más sutiles. La sabiduría es más ágil que cualquier movimiento y, por ser inmaterial, lo atraviesa y lo penetra todo. La sabiduría es un resplandor del poder de Dios, una emanación purísima de la gloria del omnipotente; por eso, nada sucio la puede contaminar. Es un reflejo de la luz eterna, un espejo inmaculado de la actividad de Dios y una imagen de su bondad. Ella sola lo puede todo; sin cambiar en nada, todo lo renueva; entra en las almas de los buenos de cada generación, hace de ellos amigos de Dios y profetas, porque Dios ama sólo a quienes conviven con la sabiduría. La sabiduría es más brillante que el sol y que todas las estrellas; comparada con la luz del día, la sabiduría sale ganando, porque al día lo vence la noche, pero contra la sabiduría la maldad no puede nada. Alcanza con vigor de extremo a extremo y gobierna el universo con suavidad. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 118, 89.90.91.130.135.175 R/ “Tu palabra, Señor, es eterna.” Tu Palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. R/. Tu fidelidad de generación en generación, igual que fundaste la tierra y permanece. R/. Por tu mandamiento subsisten hasta hoy, porque todo está a tu servicio. R/. La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R/. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes. R/. Que mi alma viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien. R/.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Lectura de santo evangelio según san Lucas 17, 20-25 En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque miren, el reino de Dios está dentro de ustedes.» Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearán vivir un día con el Hijo del hombre, y no podrán. Si les dicen que está aquí o está allí no se vayan detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.». Palabra del Señor. Meditación

“El reino de Dios está entre ustedes” Cuando pensamos en el Reino de Dios, seguramente nos imaginamos que tenemos que esperar morir y llegar a la presencia del Padre para experimentarlo. Sin embargo, Jesús hoy nos da la misma respuesta que dio a los fariseos, cuando estos les preguntaron cuándo iba a llegar el reino de Dios… “Míralo allí, está entre ustedes” -Dice Jesús-. Muchas veces así nos pasa a nosotros. Creemos que el reino de Dios es para un futuro; que es inalcanzable para muchos; que sólo las personas “muy buenas” verán ese reino de Dios. Pero Jesús hoy nos da un mensaje esperanzador… “¡está entre ustedes!” –nos dice¿Qué nos falta entonces para no solo “percibir” sino “ver” ese reino de Dios? ¡Nos falta fe! Dios obra de manera maravillosa en nuestras vidas. Nos proporciona todo lo que necesitamos para que experimentemos “ese reino de Dios”; porque somos quizás de los que creemos que ese reino llegará en forma espectacular, como estamos acostumbrados a las cosas despampanantes, llamativas, y no vemos lo espectacular que es Dios en el ambiente en que nos movemos. Fijémonos en nuestra familia. Es el mejor sitio para experimentar ese reino de Dios ¿Qué estamos aportando para experimentarlo? ¿Qué le falta a nuestra familia para instaurar ese reino de Dios? ¿Es acaso el diálogo, como un medio de entendernos mejor, aceptarnos como somos y amarnos más? ¿Cuándo fue la última vez que nos reunimos como familia a compartir juntos alguna experiencia de vida? ¿Cuándo fue la última vez que nos pusimos de acuerdo para superar alguna dificultad? o ¿Es acaso la oración individual, como pareja o como familia lo que nos hace falta? Jesús hoy nos da esa buena noticia: ¡El reino de Dios está aquí, ya! El Reino de Dios es para hacerlo vida en el ambiente en que me muevo. Es cuidar mi entorno, el planeta –la casa común-. Instaurar el Reino de Dios es lograr que los matrimonios se amen más, que las familias se unan más. Es acompañar al que está débil, triste, desanimado, decaído. Es lograr que ese matrimonio desista de “tirar la toalla”. Es trabajar día a día para que los padres se formen adecuadamente y hagan de sus hijos mejores seres humanos, mejores cristianos. Implantar el Reino de Dios significa dejar que Dios tome el control de nuestras vidas, de nuestras familias, de todas las situaciones difíciles por las que estamos atravesando.

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Dejemos que Dios actúe y creamos sin vacilar. Así veremos el reino de Dios con todo su poder actuando a nuestro alrededor y en nuestro favor para ser mejores familias al convertirnos en mejores cristianos. ¡Así creceremos como familia! ¡Así alcanzaremos la plenitud de Cristo! 17 Viernes

Memoria Obligatoria: Santa Isabel de Hungría Blanco

Lectura del libro de la Sabiduría 13,1-9 Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios y fueron incapaces de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no reconocieron al Artífice, fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si, fascinados por su hermosura, los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo; pues, por la magnitud y belleza de las criaturas, se descubre por analogía el que les dio el ser. Con todo, a éstos poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados, buscando a Dios y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran, y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera éstos son perdonables, porque, si lograron saber tanto que fueron capaces de averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño? Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 18,2-3.4-5 R/. El cielo proclama la gloria de Dios El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R/. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,26-37 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acuérdense de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Les digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.» Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?» Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.» Palabra del Señor.

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Meditación “Quien trate de conservar la vida, la perderá” La Palabra de Dios es de ayer, hoy y siempre. Lo comprobamos en el evangelio de Lucas de hoy. Es una referencia a la llegada del fin del mundo. ¿Qué similitud podemos establecer entre los tiempos de Noé, cuando Dios le ordenó construir el arca en la cual habrían de salvarse él y su familia, los tiempos de Lot cuando éste fue avisado de la destrucción de Sodoma por los ángeles de Yavé, y los tiempos de hoy? Seguimos la misma rutina. Hoy, al igual que aquellos tiempos, no se ha dejado de comer, de beber, de comprar, de plantar, de edificar. Además, se viaja, se vacaciona, se fiestea, se goza. Muchos “viven su vida” sin otras preocupaciones aparentes que no sean las de conseguir comodidad y bienes materiales a cualquier precio, y en ocasiones sin ningún tipo de escrúpulo, incluso, a costa de olvidarse y sacrificar la unidad y el bienestar de la familia. Piensan que “mientras más tienen más importantes son”. Creen que de esta manera han de conservar su estatus social o económico y van olvidando lo esencial: la presencia de Dios en nuestras vidas. “Solo se siente realizada la persona que es capaz de darse enteramente a los demás”. La ausencia de Dios en mi vida se convierte en la presencia del mal en la misma. Y así, tratando de conservar mi vida con una ausencia total de Dios, lo único que logro es perderla. Sin embargo, cuando antepongo a Dios en todo cuanto hago y renuncio a mí mismo muriendo a mis egoísmos y apetencias personales, para darle vida a los que Dios me confió, y cuando actúo con responsabilidad dando lo mejor de mí para que otros tengan vida, entonces conservaré la mía ante los ojos de Dios viviendo bajo su infinito amor misericordioso. Cristo se revela cada día a nosotros, para que cada día nos convirtamos más a él. Cuando lo aceptamos como nuestro Dios y Salvador es una invitación para seguirlo y dejarlo todo y emprender una nueva vida centrada en valores, y sin mirar hacia atrás. En cada revelación que Cristo se nos presenta es para que nos acerquemos más a Él; para que abandonemos al hombre viejo que hay en nosotros y nos convirtamos en el hombre nuevo que Dios Padre espera de nosotros para formar una mejor familia, una mejor Iglesia, una mejor sociedad. Tengamos presente a Dios en nuestras vidas para no perderla, y ser una familia para Cristo y para el mundo. 18 Sábado

Feria o Memoria Libre: Dedicación de las Basílicas de los Apóstoles San Pedro y San Pablo Verde o Blanco

Lectura del libro de la Sabiduría 18, 14-16; 19, 6-9 Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos.

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Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 104, 2-3.36-37.42-43 R/ “Recuerden las maravillas que hizo el Señor.” Canten al son de instrumentos, hablen de sus maravillas; gloríense de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. R/. Hirió de muerte a los primogénitos del país, primicias de su virilidad. Sacó a su pueblo cargado de oro y plata, y entre sus tribus nadie tropezaba. R/. Porque se acordaba de la palabra sagrada que había dado a su siervo Abrahán, sacó a su pueblo con alegría, a sus escogidos con gritos de triunfo. R/. Lectura de santo evangelio según san Lucas 18, 1-8 En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario.” Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.”» Y el Señor añadió: «Fíjense en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?» Palabra del Señor. Meditación “Les digo que inmediatamente le hará justicia” En este pasaje del evangelio de hoy, se nota el deseo de Jesús para que sus discípulos entiendan qué es lo más importante. La oración constante y sin desfallecer es lo que Él mismo Cristo Jesús inculcaba a sus discípulos y hoy nos invita a nosotros también. Orar es hablar con Dios y expresarle con toda sinceridad y fe lo que llevas por dentro, sin necesidad de ocultarle nada, porque al fin y al cabo Él nos conoce muy bien y sabe de nuestras necesidades antes de nosotros manifestárselas. Pudiéramos pensar que, si Dios sabe lo que me aqueja, por qué debo entonces decírselo. No es el “por qué” lo que importa, sino el “para qué” decirle a Dios lo que ya conoce. Y ese “para qué” es para enseñarnos a buscar esa alianza íntima con Él que habrá de ayudarnos a alcanzar no tan sólo lo que deseo sino lo que realmente me conviene. Si no le pido a Dios mediante la oración es porque pienso que puedo alcanzar por mí mismo lo que deseo, y eso debilita mi unión con Él. Mi oración constante fortalece mi unión con Dios porque Él no se resiste a la

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oración; su debilidad es vernos implorarle su misericordia con vehemencia y constancia. La oración constante a Dios Padre es lo que habrá de mantenerme unido a Él y me hará experimentar la justicia y misericordia de Dios. Sin embargo, es muy frecuente que dejemos de orar cuando no vemos respuesta rápida. Nos desanimamos y pensamos que Dios no nos escucha. Debemos tener presente que el tiempo nuestro no es el del Señor. Pero la enseñanza que hoy nos deja esta parábola es a mantenernos como esa viuda: firme en su petición hasta lograr obtener lo que había pedido, aunque sea por cansancio. Pidamos hoy al Señor que nos conceda la gracia de permanecer firmes, sin desanimarnos, confiando siempre en que Él dará respuesta a lo que le pedimos fervientemente si es para nuestra conveniencia. Nuestro Dios es un Dios de amor, un Dios de misericordia y de justicia que atiende el clamor que sus elegidos le hacen constantemente día y noche. Pidamos siempre por la unidad de nuestra familia y Él nos hará justicia. 19

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Semana Liturgia de las Horas

Verde

Día de la Caminata Un paso por mi familia Multipliquemos nuestros talentos para crecer hasta Cristo Jesús Ambientación: En la procesión de entrada va una familia de una madre y padre trabajadores. La procesión de ofrendas la hacen distintas familias. Se destacan personas que ponen a funcionar sus talentos al servicio de su familia y de la sociedad. Se hace un cartel con los ministerios y pastorales de la comunidad y se presentan como talentos que el Señor ha puesto en esa comunidad. Se destaca la vocación de sacerdotes, consagradas, matrimonios y laicos comprometidos. Se pueden colocar los números 5 X 2 y 2 X 2. Se puede dramatizar el Evangelio. Monición de entrada Queridos hermanos y hermanas: La Palabra de este domingo insiste en los dones, o regalos de Dios y en la parte que nos corresponde hacer crecer a todos y todas. Dios es generoso en todos sus dones, nos da los talentos a las personas, a las familias y a la comunidad, tanto en los sectores como en las parroquias. El nos pide el trabajo, la habilidad, la destreza, la preparación y hacer cuanto podamos para dar los frutos que sirvan, para el bien de la familia y de la sociedad de modo que crezcan y se desarrollen haciendo realidad nuestro lema del mes: “Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo” (Ef 4,15).. Escuchemos con atención la palabra de Dios, que ilumina nuestro caminar y alimentémonos del mismo Jesucristo, que se nos da como alimento de

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salvación y así teniendo los mismos sentimientos de Cristo Jesús, pongamos a trabajar los talentos que el Señor nos ha dado al servicio de los demás. Con el canto, lo recibimos a El quien llega a presidirnos a través de su ministro. Oración Colecta Oremos: Concédenos, Señor, Dios nuestro, alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría está en servirte siempre a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén. LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura: Proverbios 31, 10-13. 19-20.30-31 En esta lectura se hace elogio de la mujer trabajadora, que asume su trabajo en beneficio de su familia y del necesitado, compartiendo esfuerzos y sentimientos con su familia para hacerla crecer y progresar. Escuchemos. Lectura del libro de los Proverbios 31,10-13.19-20.30-31 Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cántenle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 127,1-2.3.4-5 R/. Dichoso el que teme al Señor Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R/. Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R/. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R/. Segunda Lectura: Primera a los Tesalonicenses 5, 1-6 Pablo nos enseña que lo que importa no es saber ni el día ni la hora, sino que vivamos siempre como hijos del día, que cada día avanzan y crecen hacia Cristo, la luz plena.. Escuchemos. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5,1-6 En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitan, hermanos, que les escriba. Saben perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero ustedes, hermanos, no viven en tinieblas, para que ese día no los sorprenda como un ladrón, porque todos son hijos de la luz e hijos del día; no lo son de la noche ni de las tinieblas, Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.Palabra de Dios.

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Aleluya Jn 15, 4a. 5b Permanezcan en mí, y yo en ustedes -dice el Señor-; el que permanece en mí da fruto abundante. Evangelio: San Mateo 25, 14-30 El Señor que en su gran amor nos ha dotado de talentos sólo nos pide hacerlos crecer y con ellos cooperar en la familia y en la sociedad, para que todos se desarrollen y avancen hacia la plenitud del Reino de Dios. Aclamemos cantando al Señor que nos regala su Palabra. Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,14-30 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.” Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.” Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.” Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.” Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.” El señor le respondió: “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil échenlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”» Palabra del Señor. Meditación “Sirviente honrado, has sido fiel en lo poco” Hoy por sexto año consecutivo celebramos nuestra ya tradicional caminata “UN PASO POR MI FAMILIA”. En esta ocasión con el lema: “FORMA Y VIVIFICA LA IGLESIA”. Hoy toda la familia católica de la Iglesia peregrina en República Dominicana se une en un solo cuerpo para defender y promover la vivencia de los valores humanos y cristianos que nos ayudan a ser una mejor familia centrada en Cristo.

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Y las lecturas de este día no pudieron tener una mejor coincidencia. El libro de los Proverbios nos refiere al valor de la mujer hacendosa que produce riquezas al marido y que con generosidad “abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre”. Es el valor del compartir con el más necesitado, como le agrada a Dios. ¡Dichoso el hombre que ha formado una familia con una mujer así! El salmo de hoy lo confirma: “Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos como renuevo de olivo, alrededor de tu mesa”. Es una hermosa descripción de la unidad en la familia. Se respira amor, gozo y paz. Así se vive en la luz de Cristo y nos preparamos para cuando llegue el día del Señor, que llegará “como un ladrón en la noche” pero nosotros estaremos preparados. A cada uno de nosotros el Señor nos ha encomendado y confiado una misión a cumplir desde la vocación a la que nos ha llamado. El hombre que va de viaje y al que hace referencia este pasaje es el mismo Dios; los servidores somos tú y yo a quienes Él nos entrega, según nuestras capacidades, la misión de la expansión de su reino. En otras palabras, cada uno de nosotros ha recibido dones y carismas que debemos poner al servicio de los demás para el engrandecimiento del reino de Dios. Él confía plenamente en nosotros y nos permite que los dones recibidos los pongamos en práctica sin su supervisión, porque sabe que somos capaces de usarlos. Los talentos referidos en este pasaje no sólo corresponden a las pertenencias materiales sino también a las cualidades que Dios nos ha concedido a cada uno de nosotros, a los bienes y riquezas de su reino. Esto es también una referencia a las potencialidades que a cada uno se nos ha dado para alcanzar y merecer su amor, su amistad, su confianza, y esas potencialidades ponerlas al servicio de los demás para extender su reino. Cada uno hemos sido puesto en una familia que nosotros mismos no hemos elegido –con excepción de nuestro cónyuge- sino que Dios, por su infinita misericordia, eligió para nosotros. Aquí donde nos ha plantado, en esta familia con imperfecciones, estamos llamados a florecer y fructificar para Dios, para la Iglesia y para la sociedad. No seamos “cristianos de aposentos” que se comportan como aquel sirviente inútil que en vez de poner a producir el talento que recibió, lleno de temor lo enterró. Seamos como el sirviente fiel y cumplidor, que hayamos servido a todos los que nos rodean sin mirar su condición social; a anunciar el reino de Dios y denunciar todo aquello que atente contra la moral y la convivencia fraterna, y a situarnos por encima de toda condición de pecado que dañe nuestra relación y confianza con Dios. Qué nuestra actitud ante los talentos confiados por el Señor nos ayude a merecer el reconocimiento por parte de Él y escuchar que nos diga: “sirviente honrado, has sido fiel en lo poco. Ven a compartir la alegría de tu patrón” Oración de los Fieles El que preside: Confiados en el Padre dirijámonos suplicantes diciéndole: Padre, ayúdanos a multiplicar nuestros talentos. 1. Por todas las personas que ejercen algún ministerio en la Iglesia, para que, con la fuerza del Espíritu Santo, hagan crecer sus talentos al servicio de toda la comunidad. Oremos

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2. Por todos los gobernantes y autoridades del mundo, para que las capacidades que han recibido de Dios, las pongan al beneficio de la paz, la justicia y el bienestar de todos los hombres y mujeres. Oremos 3. Por todas las personas enfermas y necesitadas, los más pobres y abandonados, para que puedan desarrollar sus talentos y recibir el beneficio de quienes tienen los talentos y los instrumentos, para remediar las enfermedades y sus males. Oremos. 4. Por todos nosotros, para que, con la ayuda de Dios, cada día podamos ser servidores los unos de los otros con los dones que hemos recibido. Oremos. 5. Para que cada miembro de la familia, ponga los talentos que ha recibido al servicio de su familia y de la comunidad, con toda generosidad y comprensión mutua. Oremos 6. Por nuestros adolescentes y jóvenes, para que abran sus oídos y sus corazones a la llamada del Señor a la vida sacerdotal y consagrada. Oremos. El que preside: Escucha Padre nuestras súplicas y danos la gracia de multiplicar los talentos que nos has regalado y así crezcamos más y más hacia la plenitud de Cristo y contribuyamos en la realización de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Oración sobre las Ofrendas Concédenos, Señor, que estas ofrendas que ponemos bajo tu mirada nos obtengan la gracia de vivir entregados a tu servicio y nos alcancen, en recompensa, la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén Oración después de la Comunión Oremos: Al recibir, Señor, el don de estos sagrados misterios, te suplicamos humildemente que lo que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya, nos aproveche para crecer en nuestra caridad fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 20 Lunes

Feria Verde

Lectura del primer libro de los Macabeos 1, 10-15.41-43.54-57,62-64 En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida. Por entonces hubo unos israelitas apóstatas que convencieron a muchos: «¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues, desde que nos hemos aislado, nos han venido muchas desgracias!» Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén; disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos

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y se vendieron para hacer el mal. El rey Antíoco decretó la unidad nacional para todos los súbditos de su imperio, obligando a cada uno a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey, e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el Sábado. El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey mandó poner sobre el altar un ara sacrílega, y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno; quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; los libros de la Ley que encontraban, los rasgaban y echaban al fuego, al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban, según el decreto real. Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron. Una cólera terrible se abatió sobre Israel. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 118,53.61.134.150.155.158 R/. Dame vida, Señor, para que observe tus decretos Sentí indignación ante los malvados, que abandonan tu voluntad. R/. Los lazos de los malvados me envuelven, pero no olvido tu voluntad. R/. Líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus decretos. R/. Ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad. R/. La justicia está lejos de los malvados que no buscan tus leyes. R/. Viendo a los renegados, sentía asco, porque no guardan tus mandatos. R/.8, Lectura de santo evangelio según san Lucas 18, 35-43 En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.» Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?» Él dijo: «Señor, que vea otra vez.» Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.» En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios. Palabra del Señor. Meditación “Recobra la vista, tu fe te ha salvado” “Recobra la vista, tu fe te ha salvado”-le dijo Jesús a Bartimeo, y éste dejó de ser ciego. Lo más hermoso de este pasaje es la actitud del ciego que una vez recuperada la visión siguió a Jesús glorificando a Dios. Y es que cuando comienzo a ver las cosas de una manera nueva mi vida se transforma y adquiere un nuevo sentido.

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El pasaje del ciego de Jericó es el reflejo de la vida de muchos de nosotros que nos encontramos sentados a la orilla del camino “pidiendo limosna” no sólo por la ceguera de nuestros ojos sino por la ceguera de nuestro corazón. “Sentados” como si estuviéramos viviendo en la comodidad aparente que nos da la falta de compromiso apostólico, y “a la orilla del camino” dejando pasar a los demás siendo indiferentes y sin comprometernos a acompañar a los que sí están en el camino que conduce a una vida de realizaciones. La vida de Bartimeo, como se llamaba el personaje de este pasaje, es la vida de aquellos que han perdido el rumbo y sentido de sus vidas y se pasan los días “sentados al borde del camino” sin ningún motivo ni aliciente para echar hacia adelante, si no por el contrario cargados de pesadumbres y con un desánimo total esperando la compasión de otros. Cuando Jesús pasa a nuestro lado y va cambiando los corazones de quienes lo van aceptando se siente el gozo y la algarabía de a quienes va tocando y transformando. El magnetismo de su personalidad no pasaba desapercibida por donde quiera que se movía. Lo mismo nos pasa hoy cuando movidos por nuestra fe lo sentimos muy cercano a nosotros. Cristo nunca coarta la libertad, sino que respeta profundamente a cada ser humano. “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego responde sencillamente con lo que tenía dentro del corazón: “Señor haz que vuelva a ver”, y Jesús se compadece de inmediato. El “que vuelva a ver” significa que ya una vez veía, pero los afanes de la vida diaria o la indiferencia por las cosas del reino nos fueron apagando la fe hasta llevarnos a una ceguera espiritual que nos hizo volver a caer en una vida de pecado o simplemente nos llevó a quedarnos a la orilla del camino de nuestras vidas, sin hacer nada de provecho, ni para mí ni para los míos. Nos hizo actuar con indiferencia. Paradójicamente, en mi grito desesperado no faltan voces que quieran callarme para que siga en mi ceguera y que no vea mis defectos que me alejan de Jesús; que no vea mis limitaciones humanas que me impiden ser un mejor cristiano y que me impiden vivir una vida apostólica como lo espera Jesús. El ciego nos demuestra que mientras más se clame o más se pida, más se recibe. Así como cuando insistimos en la oración con toda nuestra vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida y el sentido de nuestra existencia. Eso hizo el ciego de Jericó cuando quisieron callarlo. Gritó con más fuerza y vehemencia “Hijo de David, ten compasión de mí”. Gritó con fuerzas y lleno de una fe tan firme que Jesús vino a iluminarlo. Reconocer que Cristo hoy pasa por mi lado me hace experimentar una nueva esperanza de recobrar mi visión espiritual y por eso grito: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. Los beneficios del Señor se obtienen por la fe y según sea ésta es la gracia que se recibe. Mientras más abras la ventana de tu corazón, más luz entrará. Las palabras de Jesús se transforman en luz para los ciegos de mente y corazón. ¡Qué Jesús ilumine nuestro corazón y nos permita sentir el fuego de su amor y elimine nuestra ceguera espiritual que nos impide verlo a Él como nuestro Señor y Salvador!

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Memoria Obligatoria: Presentación de la Santísima Virgen

Martes

Blanco

Las lecturas utilizadas son las correspondiente a la Memoria Obligatoria: Presentación de la Santísima Virgen Lectura del profeta Zacarías 2, 14-17 Grita de gozo y regocíjate, hija de Sión, pues he aquí que yo vengo a morar dentro de ti, oráculo de Yahveh. Muchas naciones se unirán a Yahveh aquel día: serán para mí un pueblo, y yo moraré en medio de ti. Sabrás así que Yahveh Sebaot me ha enviado a ti. Poseerá Yahveh a Judá, porción suya en la Tierra Santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén. ¡Silencio, toda carne, delante de Yahveh, porque él se despierta de su santa Morada! Palabra de Dios. Salmo Responsorial, Lc 1, 46-47. 48-49 R/ El Señor hizo en mí maravillas Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvado. R. Porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. R. Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. R. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R. Lectura de santo evangelio según san Mateo 12, 46-50 En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: «Oye tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.» Pero él contestó al que avisaba: «Quién es mi madre y quienes son mis hermanos?» Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.» Palabra del Señor. Meditación “Estos son mi madre y mis hermanos” Hoy nuestra Iglesia celebra la Presentación de la Virgen. Las lecturas -la primera y el Salmo- nos ponen en contacto con la Iglesia (Hija de Sión) y con María (a través del Magnificat). Efectivamente, la virgen es madre de Dios porque es madre de Cristo y Cristo es Dios. La maternidad divina de la Santísima Virgen María es un dogma fundamental de nuestra religión católica. Por eso, junto con

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

el culto a Jesucristo se ha propagado siempre el culto a María, la Santísima Virgen, Madre de Dios. Amar al Hijo sin amar a la Madre no es posible. Honrar al Hijo sin honrar a la Madre tampoco tiene razón ni fundamento. Recordemos que, a instancias de María, en una boda, Jesús realiza su primer milagro. Sin embargo, la expresión de Jesús, cuando le avisaron que su madre y sus hermanos le buscaban, seguro le recordaron a María, aquella respuesta que él mismo le dio cuando siendo un adolescente había estado perdido por tres días y fue hallado en el templo “ocupándose de las cosas de su Padre” (cf. Luc 11,49). La respuesta dada ahora por Jesús, de seguro que María también la guardó en su corazón. Cuando Cristo predicaba su palabra, no sólo lo hacía a sus discípulos sino también a todo aquel que lo seguía y quería aprender de él. Sus seguidores eran muchos. Hemos de imaginarnos que muchos fueron los que se sorprendieran al escuchar estas palabras de Jesús, con respecto a su madre y sus hermanos. Pudo haberse visto como un desaire o una muestra de desamor o desprecio ante María, su madre. Es lógico pensar que dado de quien se tratara de que lo buscaba, Jesús dejara su conversación con sus seguidores para atender a su madre y a sus hermanos. Pudo haber sido lo más natural ¡Pero no fue así! La pregunta de Jesús de “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?, le sirve de plataforma para señalar a sus discípulos y decir: “Estos son mi madre y mis hermanos. Todo el que cumple la voluntad de mi Padre celestial es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Nuestra condición de bautizado nos da la gracia de convertirnos en hijos de Dios, herederos del Padre, hermanos de Cristo… pero ¿cumplimos la voluntad del Padre celestial? Esta es una condición que Jesús nos señala para merecer llamarnos “hermanos de Cristo”. Fue el mensaje directo que transmitió a sus discípulos y seguidores que pretendieran ser llamados “hermanos de Cristo”. Todavía hoy Cristo nos lanza la pregunta ¿Quién es mi madre y quiénes mis hermanos? Y podemos llevarla a lo interno de nuestra familia y cuestionarnos si cumplimos la voluntad de Dios Padre en nuestro seno familiar. Como esposos ¿cumplimos con nuestro compromiso matrimonial de ser uno en todo? Como padres ¿cumplimos con nuestra obligación de ser “padres responsables” que ayudan a sus hijos a crear confianza en sí mismos, respetándolos y enseñándolos a resolver sus propios problemas? Como hijos ¿somos obedientes con nuestros padres a pesar de sus limitaciones? ¿Actuamos con responsabilidad? Junto a la Presentación de la Virgen, presentemos también nuestra familia y pidámosle a ella que interceda por nosotros, para que a través de su Hijo recibamos la sabiduría necesaria para hacer de nuestra familia un lugar de amor, perdón, acogida y servicio a los demás. 22

Memoria Obligatoria: Santa Cecilia, Virgen y Mártir

Miércoles Rojo Lectura del segundo libro de los Macabeos 7,1.20-31 En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo,

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prohibida por la Ley. Pero ninguno más admirable y digno de recuerdo que la madre. Viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el Señor. Con noble actitud, uniendo un temple viril a la ternura femenina, fue animando a cada uno, y les decía en su lengua: «Yo no sé cómo aparecieron en mi seno; yo no les di el aliento ni la vida, ni ordené los elementos de su organismo. Fue el creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, les devolverá el aliento y la vida, si ahora se sacrifican por su ley.» Antíoco creyó que la mujer lo despreciaba, y sospechó que lo estaba insultando. Todavía quedaba el más pequeño, y el rey intentaba persuadirlo, no sólo con palabras, sino que le juraba que si renegaba de sus tradiciones lo haría rico y feliz, lo tendría por amigo y le daría algún cargo. Pero como el muchacho no hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y le rogaba que aconsejase al chiquillo para su bien. Tanto le insistió, que la madre accedió a persuadir al hijo; se inclinó hacia él y, riéndose del cruel tirano, habló así en su idioma: «Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y crie tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y verás que Dios lo creó todo de la nada, y el mismo origen tiene el hombre. No temas a ese verdugo, no desmerezcas de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos.» Estaba todavía hablando, cuando el muchacho dijo: «¿Qué esperan? No me someto al decreto real. Yo obedezco los decretos de la ley dada a nuestros antepasados por medio de Moisés. Pero tú, que has tramado toda clase de crímenes contra los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 16,1.5-6.8.15 R/. Al despertar, Señor, me saciaré de tu semblante Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño. R/. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. R/. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,11-28 En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: “Negocien mientras vuelvo.” Sus

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conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: “No queremos que él sea nuestro rey.” Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: “Señor, tu onza ha producido diez.” Él le contestó: “Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.” El segundo llegó y dijo: “Tu onza, señor, ha producido cinco.” A ése le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades.” El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras.” Él le contestó: “Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” Entonces dijo a los presentes: “Quítenle a éste la onza y dénsela al que tiene diez.” Le replicaron: “Señor, si ya tiene diez onzas.” “Les digo: ‘Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.’ Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, tráiganlos acá y degüéllenlos en mi presencia.”» Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.Palabra del Señor. Meditación “Yo les digo que a quien tiene se le dará y a quien no tiene se le quitará aun lo que tiene” Este pasaje guarda una relación muy estrecha con la parábola de los talentos referida en el evangelio de Mateo (25,14-30). Y aquí destacamos que los dones que nos han sido concedidos no son realmente de nuestra propiedad, sino que se nos han entregados con la encomienda de ponerlos a producir sirviendo a los demás. Es un llamado a servir y procurar el engrandecimiento del reino de Dios. El Señor espera que la confianza que ha depositado en cada uno de nosotros no la echemos a perder y nos mostremos seguros, sin vacilaciones, para cumplir con nuestra responsabilidad como padres, como hijos, como hermanos, como amigos, como ciudadanos. En este mismo pasaje escuchamos “háganla producir hasta que yo vuelva”. Se refiere a los dones y talentos que el Señor nos ha regalado y que muchas veces tenemos escondidos por temor, por indiferencia o por falta de compromiso, cuando de servicio apostólico se refiere. Hay mucha gente con mucho y buen talento, pero lo tienen “enterrados”. No lo ponen a producir. No lo ponen al servicio del reino de Dios. Hagámonos conscientes de los dones que Dios nos dio y dejémoslos correr cual fuente de manantial que fluye para bañar a otros. Un don no compartido se nos ha de convertir en agua encharcada y maloliente. Seríamos como el empleado flojo que tuvo miedo de las exigencias de su patrón y prefirió esconder “su onza de oro” en vez de ponerla a producir. Démosle gracias a Dios, desde el fondo de nuestro corazón, por el tesoro que ha depositado en nuestras manos. Glorifiquémosle extendiendo el reino de Cristo en medio de la sociedad que nos ha tocado vivir, en la familia donde hemos sido plantados, en el trabajo donde ganamos nuestro

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sustento, en nuestro vecindario, en nuestros compañeros de universidad, entre los clientes, amigos y muy especialmente entre aquellos que de alguna manera nos han sido encargados para velar y cuidar de ellos. Si tenemos esto presente, ¡qué buenos administradores seremos de los dones que el Señor ha querido darnos para que con ellos nos ganemos la felicidad de la vida eterna! Con los dones recibidos vayamos a nuestra familia para hacerla cada día más santa, más unida, más fraterna, más entregada, más servicial, y así crecer hasta alcanzar la plenitud de Cristo... y “al despertar nos saciaremos de su semblante” (cf. Sal 16,15). 23 Jueves

Feria o Memoria Libre: San Clemente I, Papa y Mártir o San Columbano, Abad Verde, Rojo o Blanco

Lectura del segundo libro de los Macabeos 2,15-29 En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: «Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibirán el título de grandes del reino, les premiarán con oro y plata y muchos regalos.» Pero Matatías respondió en voz alta: «Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.» Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modín, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatías se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu. Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: «El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!» Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia. Palabra de Dios Salmo Responsorial, 49, 1-2.5-6.14-15 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios El Dios de los dioses, el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a occidente. Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece. R/. «Congreguen a mis fieles, que sellaron mi pacto con un sacrificio.» Proclame el cielo su justicia; Dios en persona va a juzgar. R/.

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«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo e invócame el día del peligro: yo te libraré, y tú me darás gloria.» R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,41-44 En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.» Palabra del Señor. Meditación “Le dijo llorando” Hay muchas razones por las cuales una persona puede llorar. Se llora por alegría, por tristeza, por dolor, por frustración, por incomodidad. Llora el niño, el joven, la mujer y llora hasta el hombre, aunque en algunas sociedades digan: “el hombre no llora”. Jesús, que venía bajando del Monte de los Olivos, al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad lloró por ella. Y es fácil entender que lloró de tristeza porque su pueblo no había comprendido lo que conducía a la paz y se lamentaba que ni tan siquiera en “ese día” pudieran entender y reconocer el momento de su llegada. En aquel entonces Jesús lloraba por una ciudad cuyos habitantes estaban ajenos a lo que les esperaba en el devenir del tiempo: ¡su destrucción! Cuánta tristeza y dolor podría haber estado experimentando Jesús para dejar conocer sus sentimientos a través de las lágrimas que brotaban de sus ojos. Sin lugar a dudas que sus habitantes no seguían buen camino, por lo que no podrían ver la salvación de Dios. El Jerusalén de este pasaje es hoy nuestra familia. Desde fuera puede verse o parecer imponente, bien edificada; pero por dentro Jesús conoce todas las limitaciones que tenemos y que nos impiden vivir la verdadera paz y alegría, la unidad y la fraternidad. Hoy Jesús llora por ti y por mí. Llora porque en ocasiones nuestra ceguera espiritual nos hace actuar con un egoísmo y soberbia tal que nos impiden verlo como nuestra verdadera fuente de paz y de alegría, y nos impide amarlo por sobre todas las cosas reconociendo que esto es un proceso que ha de durar por toda nuestra existencia. Jesús llora porque en ocasiones perdemos la noción de que “sólo el que lucha encuentra la paz; sólo el que pierde su vida la encontrará” Jesús llora porque tú y yo en ocasiones no nos conmovemos o nada hacemos, si no muy poco, para evitar que otras personas se aparten del camino que conduce a Él, y nos olvidamos de nuestro compromiso bautismal de acercar almas a Dios donde quiera que nos movamos.Jesús hoy llora porque siente compasión y lástima de ti y de mí. Reconozcamos el momento de la visita de Jesús a nuestras vidas convirtiendo nuestro corazón a Él y haciendo todo lo que nos corresponda no

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sólo con amor, sino por amor. Así seremos merecedores de su amor y no de su condenación. Así, siguiendo buen camino veremos la salvación de Dios. Abramos hoy nuestro corazón a Cristo para que vivamos la paz verdadera que sólo Él puede darnos al eliminar el odio, la injusticia y el egoísmo en nuestras vidas y en nuestras familias. 24 Viernes

Feria o memoria libre: San Andrés Dung-Lac, Presbítero y compañeros Mártires Verde o Rojo

Lectura del primer libro de los Macabeos 4,36-37.52-59 En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: «Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.» Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bed R/. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. R/. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/. Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria. R/. Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,45-48 En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: “Mi casa es casa de oración”; pero ustedes la han convertido en una “cueva de bandidos.”» Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios. Palabra del Señor.

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Meditación “Mi casa es casa de oración” ¿A qué nos invitan hoy estas lecturas? Estas lecturas son una invitación a tener presente el carácter sagrado del templo donde hemos de ir no a encontrarnos con los amigos o conocidos o hacerlo un punto de reunión para partir a otra actividad a la que le daremos más importancia, sino a encontrarnos con el mismo Dios que allí se nos presenta en la Santa Eucaristía en la persona misma de su Hijo amado. Jesús está presente en cada Eucaristía y permanece siempre en el sagrario. Al visitar el templo debemos tener presente esta realidad que la vivimos a través de la fe. Por lo tanto, nuestra presencia aquí es para entrar en comunión íntima con Cristo Jesús. Es triste y vergonzoso ver cómo en ocasiones en medio de la celebración eucarística en vez de estar en comunión con el Señor, a través de la celebración, nos distraemos hablando con alguna persona próxima a nosotros, o nos la pasamos saludando a todo el que nos pase por el lado como si estuviéramos en medio de alguna campaña política o peor aún distrayéndonos y haciendo distraer a otros realizando o recibiendo llamadas telefónicas o más últimamente “chateando” a través de los famosos teléfonos inteligentes. Y qué decir de aquellas que creen que van a una pasarela de modas y llevan una vestimenta no adecuada, con unos escotes pocos pudorosos que no dejan nada a la imaginación. Cuando actuamos así en el templo es como si nos convirtiéramos en bandidos y entonces nos cabe la expresión dolorosa de que “lo hemos convertido en cueva de bandidos”. Ya lo dijo Jesús: “Mi casa es casa de oración”. Pero qué decir de esa pequeña iglesia doméstica que es la familia. ¿Cómo se sentiría Jesús si al entrar a una de nuestras casas escuchara los gritos de los padres hacia sus hijitos porque dejan las cosas fuera de lugar o porque no se quieren bañar o no quieren hacer las tareas escolares? Es muy seguro que en ese momento Jesús les diría: “Mi casa es casa de oración”. Hoy recibimos un gran llamado del Señor a cuidar de ese pequeño templo que es la familia; a cambiar nuestro vocabulario, a dejar de decir “malas palabras” delante de nuestros hijos; a cuidarlos con esmero y dedicación; a enseñarlos a amar a Jesús. De seguro que, si actuamos así, nuestra familia crecerá en un ambiente de paz y de unidad. Y con gran convicción diríamos las palabras de hoy de Jesús en el Evangelio: “mi casa es casa de oración”. 25

Feria o memoria libre: Santa Catalina de Alejandría, Virgen y Mártir

Sábado

Verde o Rojo

Lectura del primer libro de los Macabeos 6,1-13 En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados,

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lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia. Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido. Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo: «El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: “¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!” Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya ven muero de tristeza en tierra extranjera.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 9, 2-3.4.6.16.19 R/. Gozaré, Señor, de tu salvación Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas; me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/. Porque mis enemigos retrocedieron, cayeron y perecieron ante tu rostro. Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío y borraste para siempre su apellido. R/. Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron, su pie quedó prendido en la red que escondieron. Él no olvida jamás al pobre, ni la esperanza del humilde perecerá. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 20,27-40 En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último, murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles;

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son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.» Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas. Palabra del Señor. Meditación “En esta vida, hombres y mujeres se casan” El evangelio de hoy nos narra sobre un tema muy controversial entre los judíos de aquella época: la resurrección. Los fariseos creían en ella, pero los saduceos no. Los saduceos eran una élite aristocrática de latifundistas y comerciantes. Eran conservadores. Por eso, algunos de estos últimos queriendo poner en apuros a Jesús, y para ridiculizar la fe en la resurrección, maliciosamente lanzan la pregunta sobre el caso ficticio de la mujer que estuvo casada con siete hermanos. La respuesta de Jesús fue clara: “En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección”. Creer o no creer en la resurrección da lugar a dos estilos de vida. Los que buscan la felicidad sólo en esta tierra y los que tienen los ojos puestos en la eternidad. Hoy un hombre y una mujer nos casamos movidos por un amor auténtico, un amor sacramental que nos convierte en canal de salvación del uno para el otro. Nos casamos para hacer feliz a la otra persona y convertirnos en copartícipes de la obra creadora de Dios a través de la gracia de la paternidad. Nos casamos para vivir la unidad en nuestro matrimonio haciendo juntos más agradable nuestra vida y cultivándola con detalles amorosos. Pero también como casados no sólo debemos pensar en buscar la felicidad terrenal, sino que debemos poner nuestros ojos en la eternidad para llegar a tener una vida en Dios y con Dios. Como pareja casada el regalo máximo que podamos hacernos mutuamente es a Dios mismo, fuente de toda felicidad. Las preocupaciones de este mundo terrenal no deben desviar nuestra mirada de Dios. Juntos, hombre y mujer casados, estamos llamados a hacer presente a Dios en nuestras vidas para que cuando merezcamos la vida eterna, con Él tengamos una vida plena sin dolor, sin necesidades, sin preocupaciones, una vida sólo para adorarle, alabarle, glorificarle y gozar de su salvación en su presencia. Recordemos que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. ¡Qué nuestra actuación en esta vida terrenal nos haga merecedores del amor de Dios de manera tal que en la vida futura podamos resucitar en Cristo Jesús! ¡Así sea!

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Solemnidad: Jesucristo Rey del Universo

Domingo

Blanco Consagración de nuestras familias al Señor. 45 aniversario de la Ordenación presbiteral de Mons. Fausto Ramón Mejía Vallejo, Obispo de San Francisco de Macorís. Crezcamos en el amor hacia Jesucristo, nuestro Rey y Pastor

Ambientación: Además del lema y el valor del mes se pueden añadir signos de rey y de pastor. Poner un rebaño de ovejas y su pasto, un cayado o bastón, una corona. Las familias llevan los signos. A cada familia se le pone una pequeña corona con el nombre de Jesucristo, que luego la entregarán a Jesucristo al final cuando se haga la consagración de su familia a Jesucristo. Monición Ambiental Hermanas y hermanos: Con esta Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, culmina el Año Litúrgico, como anuncio de que todo el mundo y su historia tiene como objetivo final a Jesucristo, a quien el Padre ha puesto todo bajo sus pies y a quien El hace crecer todo hasta su plenitud. Jesucristo, es Rey de amor que cuida, guía y da su vida por sus ovejas. Y son de su reinado aquellos que como El aman a los hermanos más abandonados y necesitados compartiendo con ellos lo que pueden, saben y tienen. Proclamemos a Jesucristo como nuestro Rey y Pastor de nuestras familias y de nuestro mundo con palabras y obras concretas, para que toda la humanidad crezca hacia su plenitud eterna. Ahora con alegría recibamos cantando a nuestro Rey que viene a presidir nuestra Celebración a través de su ministro. Oración Colecta Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede, benigno, que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura: Ezequiel 34, 11-12.15-17 El Profeta Ezequiel anuncia a su pueblo que el mismo Dios se hará su pastor en persona y que hará crecer a su rebaño cuidándolo, curándolo y guiándolo con amor, hasta distinguir entre oveja y oveja. Escuchemos Lectura de la profecía de Ezequiel 34,11-12.15-17 Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré,

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sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a ustedes, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: 22,1-2a.2b-3.5.6 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar. R/. Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R/. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/. Segunda Lectura: Primera Carta a los Corintios 15, 20-26.28 Pablo proclama a Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, a quien el Padre ha sometido todo bajo sus pies y quien hará crecer todo hacia la plenitud, sometiéndolo todo al Padre, para que El sea todo en todos. Escuchemos Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios 15,20-26.28 Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos. Palabra de Dios. Aleluya Mc 11,10 Bendito el que viene en nombre del Señor: Bendito el reino que llega, el de nuestro Padre David. Evangelio: San Mateo 25, 31-46 En la medida en que compartimos con los más pobres y descubrimos a Jesús en sus rostros dolientes, se muestra que crecemos hacia la plenitud de Cristo Jesús y que lo tenemos como nuestro Rey. Y, aún más, es el camino para llegar a esa gloria eterna con El. Aclamemos con el canto a Jesucristo nuestro Rey que nos anuncia su Palabra. Escuchemos.

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Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,31-46 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me hospedaste, estuve desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, en la cárcel y viniste a verme.” Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Les aseguro que cada vez que lo hiciste con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hiciste.” Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apártense de mí, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, fui forastero y no me hospedaste, estuve desnudo y no me vestiste, enfermo y en la cárcel y no me visitaste. Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?” Y él replicará: “Les aseguro que cada vez que no lo hiciste con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicieron conmigo.” Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.» Palabra del Señor Meditación “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicieron” Llegamos al último domingo del año litúrgico y lo hacemos reconociendo a Jesús como “Rey del Universo”. Hoy celebramos con gozo y devoción a “Cristo Rey del Universo”. Las lecturas nos presentan a Jesús como ese “Buen Pastor” que da la vida por sus ovejas, y como dice Ezequiel: “Buscaré a las ovejas perdidas; recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; sanaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré y apacentaré como es debido”. ¡Qué agradable saber que Jesús nos llama, nos acoge, nos sana! ¿Cuántos de nosotros, al atravesar un momento de dificultad que nos ha hecho desfallecer, hemos recibido el gran consuelo al exclamar ese Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”? El evangelio de hoy es una narración clara de cómo Cristo Jesús, el Hijo del Hombre, el Rey, vendrá a juzgar a las naciones al final de los tiempos. Su venida será con gloria y poder y separará a los buenos de los malos. Jesús nos dice con toda claridad, y sin dejar margen a interpretaciones, qué es lo que debemos hacer y a quién para que cuando Él venga nos tenga entre sus elegidos y nos coloque a su derecha, como se narra en este pasaje de hoy.

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Jesús nos llama a centrar nuestras vidas en el servicio a los demás, principalmente a los más necesitados, a los desamparados de toda esperanza, porque cuando salimos de nosotros mismos es que nuestra vida adquiere sentido. Nuestra salvación no está porque vayamos mucho a misa si no cuando realizamos actividades concretas en las cuales cumplimos las exigencias, las reglas, del Maestro. Servir a los demás es el llamado que Jesús nos hace. Es un llamado a imitarlo porque Él mismo nos dijo que había venido a servir, no a ser servido. Si viviéramos siempre de cara al servicio de los demás, de los “humildes hermanos de Jesús”, no tendríamos que preocuparnos cuando el Señor venga y nos pida cuentas de lo que hicimos con los necesitados. Lo escucharemos decirnos: “Vengan ustedes, benditos de mi Padre” Oración de los Fieles El que preside: Por medio de Jesucristo, Rey del Universo, presentemos al Padre nuestras oraciones y digámosle con fe: Jesucristo que tú seas nuestro rey y que tengamos tus mismos sentimientos 1. Por todos los pastores de la Iglesia, para que, sometidos al mandato de Jesucristo, ejerzan su ministerio con los mismos sentimientos de Jesucristo, Buen Pastor. Oremos. 2. Por una humanidad redimida, en la que brille la gloria del resucitado. Oremos. 3. Por los gobernantes de todas las naciones para que, al estilo de Jesucristo, Rey del Universo, guíen a los pueblos bajo los mandatos del amor, la paz, la justicia, la unidad y una justa distribución de los recursos. Oremos. 4. Por todas las familias más pobres, para que teniendo a Jesucristo como centro de sus vidas, encuentren solución a sus dificultades y nuestro apoyo solidario. Oremos. 5. Para que esta comunidad aquí reunida, nos pongamos al servicio de los demás, como seguidores del Rey y servidores de las personas necesitadas. Oremos. Quien preside: Dios Padre bueno, que has querido darnos a tu Hijo como Rey y Pastor, escucha nuestras peticiones y haz que siempre te adoremos junto a El sirviéndote en los más pobres y abandonados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Oración sobre las Ofrendas Al ofrecerte, Señor, el sacrificio de la reconciliación humana, te suplicamos humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad y de la paz. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén Oración después de la Comunión Oremos: Habiendo recibido, Señor, el alimento de vida eterna, te rogamos que quienes nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amé.

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Feria

Lunes

Verde II Semana Liturgia de las Horas 15º Aniversario de la muerte de Mons. Ronald G. Connors, CSSR, Obispo Emérito de la Diócesis de San Juan de la Maguana

Comienzo de la Profecía de Daniel 1,1-6.8-20 El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió. El Señor entregó en su poder a Joaquín de Judá y todo el ajuar que quedaba en el templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del templo de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formado en la sabiduría, culto e inteligente y apto para servir en palacio, y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas. Cada día el rey les pasaría una ración de comida y de vino de la mesa real. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales, pasarían a servir al rey. Entre ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que lo dispensase de esa contaminación. El jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo: «Tengo miedo al rey, mi señor, que les ha asignado la ración de comida y bebida; si los ve más flacos que sus compañeros, me juego la cabeza.» Daniel dijo al guardia que el jefe de eunucos había designado para cuidarlo a él, a Ananías, a Misael y a Azarías: «Haz una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado.» Aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así que les retiró la ración de comida y de vino y les dio legumbres. Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino. Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Daniel 3, 52.53.54.55.56 R/“A ti gloria y alabanza por los siglos” Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. R/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/. Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. R/. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

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Lectura de santo evangelio según san Lucas 21,1-4 En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sepan que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.» Palabra del Señor. Meditación “Pero ella que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir” En el evangelio de hoy Jesús elogia el desprendimiento de una pobre viuda que sabe lo que es “compartir”. El evangelista nos relata cómo Jesús observaba a la gente que iba echando su limosna a la entrada del templo. Es seguro que sucedía lo que manda la lógica: los ricos dando mucho y los pobres dando poco. Para ese entonces los cofres del templo recibían mucho dinero. Todos echaban algo para la manutención del culto, para el sustento del clero y para la conservación y mantenimiento del edificio. Parte de este dinero también era usado para ayudar a los pobres. Los pobres vivían de la caridad pública y los más necesitados e indefensos eran los huérfanos y las viudas. A pesar de sus necesidades ellos trataban de compartir con otros lo poco que poseían. Tal es el caso de la viuda de este relato que depositó apenas dos monedas de poco monto real, pero con un tremendo valor intrínseco porque representaba todo cuanto esta pobre mujer tenía. Jesús mismo valoró este desprendimiento de esta generosa mujer. El evangelio no lo dice, pero quién sabe si esta pobre viuda traía de vuelta al templo lo que ella recibía por su indigencia. Ayer, como hoy, se pensaba que el problema de la gente sólo podía resolverse con mucho dinero. Quizás se valoraba más –y hoy no tiene por qué ser diferente- las muchas monedas que aportaban los ricos que los pocos centavos de la viuda. Sin embargo, Jesús valora y destaca el noble gesto de desprendimiento de esta mujer cuando dice: “De verdad les digo que esta viuda pobre ha echado más que nadie”. Resalta el nivel de generosidad de esta persona que “ha echado todo lo que tenía para vivir”. ¿Qué mensaje me deja el Señor hoy? ¿A qué me llama? El Señor hoy me invita a vivir el valor del compartir y el de la solidaridad con el necesitado. Dar es una virtud que se ennoblece cuando se hace con dolor y sacrificio, cuando me desprendo de lo que tengo para dárselo al que lo necesita. Siempre hay alguien más necesitado que yo. “Hoy por ti, mañana por mí” dice el refrán popular. Pero el Señor nos invita a dar sin esperar nada a cambio el día de mañana. El Señor nos llama a no ser insensibles con el necesitado y a no fijarnos o pensar lo que pudiéramos recibir de la persona a quien le estamos extendiendo la mano. La Madre Teresa de Calcuta ya lo dijo una vez: “dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más”. Esta es la ayuda que el Señor valora más. La que nos produce dolor. Dar lo que nos hace falta, no lo que nos sobra.

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Eso fue lo que hizo esta viuda que llamó tanto la atención de Jesús y que hoy narra el evangelista Lucas. Hoy Jesús quiere que todos seamos alumnos de aquella pobre viuda que compartió con los demás hasta lo necesario para vivir. Esta sería una forma de aprender el camino que conduce al reino de Dios. No hay excusas para dejar de ser generosos, especialmente con los que más necesitan. El Reino exige de nosotros entrega, esfuerzo, sacrificio. Lo que seamos capaces de dar démoslo. Como cristianos no podemos andar con egoísmos, apegos y tacañerías midiendo lo que damos en función de lo que habremos de recibir a cambio. El verdadero cristiano es indiferente a toda posesión. Pidámosle al Señor que nos conceda ser generosos como la viuda para que aprendamos a dar con alegría todo lo que somos, todo lo que poseemos. 28 Martes

Feria Verde

Lectura del profeta Daniel 2, 31-45 En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenla la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro.

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Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.». Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Daniel 3, 57.58.59.60.61 R/ “Ensálcenlo con himnos por los siglos” Creaturas todas del Señor, bendigan al Señor. R/. Ángeles del Señor, bendigan al Señor. R/. Cielos, bendigan al Señor. R/. Todas las aguas del cielo bendigan al Señor. R. Ejércitos del Señor, bendigan al Señor. R/. Lectura de santo evangelio según san Lucas 21,5-11 En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contemplan, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: «Cuidado con que nadie los engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien “El momento está cerca”; no vayan tras ellos. Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero al final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.» Palabra del Señor. Meditación “¡Cuidado, no se dejen engañar!” El evangelio de hoy es introducido por Lucas haciendo referencia a la belleza arquitectónica del templo, que era una construcción sobresaliente. Los discípulos de Jesús quedan maravillados y elogiaban las hermosas piedras con las que había sido construido y la belleza de su ornamentación. Jesús viendo su embelesamiento les advierte: ¡Cuidado no se dejen engañar! Quiere prevenirlos ante lo efímero que es sólo el enfoque de lo externo, de la belleza, sea cual sea. Hace énfasis en la fragilidad de las cosas sólo cuando nos enfocamos en la apariencia. Les anuncia que el templo será destruido. Quizás eso esté ocurriendo en nuestras vidas. Vivimos llenos de apariencias para demostrar quiénes somos. A lo mejor es un buen trabajo que nos provee más de lo que necesitamos y entonces nos dejamos llevar por el consumismo, o una bella casa, decorada como un museo donde nos sentemos a admirar las bellezas de las “piedras” que la conforman. O a lo mejor nuestro “templo” es un próspero negocio de donde salen los recursos para darnos una “buena vida” basada en viajes continuos o derroche desmedido. Jesús también a nosotros hoy nos advierte… ¡Cuidado, no se dejen engañar! Nos prevé para que nuestro enfoque no esté en lo externo, que es superficial y sin sustancia. Crisis económicas, quiebras, enfermedades y conflictos familiares, pueden destruir el “templo” que nos hayamos creado.

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Por eso, hoy más que nunca necesitamos reconocer que ante la caducidad de las cosas de este mundo no debemos aferrarnos a las cosas materiales y honores mundanos, y por el contrario nos aferremos a Jesús, a ese templo que nunca será destruido, que nos acoge, nos protege y nos sostiene. ¡A Él, gloria por los siglos… Amén! 29 Miércoles

Feria Verde

Lectura de la profecía de Daniel 5,1-6.13-14.16-17.23-28 En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban. Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: «¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.» Entonces Daniel habló así al rey: «Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Han alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de su vida y sus empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: “Contado, Pesado, Dividido.” La interpretación es ésta: “Contado”: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; “Pesado”: te ha pesado en la balanza y te falta peso; “Dividido”: tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial: Dn 3,62.63.64.65.66.67 R/. Ensálcenlo con himnos por los siglos Sol y luna, bendigan al Señor. R/. Astros del cielo, bendigan al Señor. R/. Lluvia y rocío, bendigan al Señor. R/.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Vientos todos, bendigan al Señor. R/. Fuego y calor, bendigan al Señor. R/. Fríos y heladas, bendigan al Señor. R/. Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,12-19 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Les echarán mano, los perseguirán, entregándolos a las sinagogas y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendrán ocasión de dar testimonio. Hagan propósito de no preparar su defensa, porque yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario suyo. Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos los traicionarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvarán sus almas.» Palabra del Señor. Meditación “Con su perseverancia salvarán sus almas” Confianza y perseverancia, son valores que nos invita a vivir el Evangelio de hoy. Cuando los ponemos en práctica en nuestras vidas podemos dar testimonio del amor de Cristo y con ellos “salvaremos nuestras almas”, según nos lo asegura el mismo Jesucristo en esta lectura de hoy. El problema muchas veces está en que no somos perseverantes. Muchas veces establecemos metas y propósitos en nuestras vidas, con tal de conseguir algo o lograr resultados concretos. Tratamos de ser perseverantes en todo aquello que nos interesa: estabilidad económica o de pareja, en nuestras relaciones familiares, en nuestra formación profesional y hasta en las dietas y en los programas de ejercicios para mantener la figura. Sin embargo, en ocasiones no establecemos como prioridad perseverar en Dios. Mucho menos cuando las cosas “marchan a nuestro favor”. Cuando todo va bien en nuestro alrededor (familia, trabajo, amistades) no tenemos mucho tiempo para pensar en Dios. Nos contentamos de nuestra buenaventura. Pero cuando algo falla, cuando se suelta un eslabón en la cadena de nuestro bienestar, ahí, saltamos como un resorte y exclamamos: ¡Dios mío! (porque es como la “goma de repuesta” de nuestro vehículo, a la que acudimos sólo cuando la necesitamos) Varias veces Jesús anunció a sus discípulos que serían perseguidos por su causa. Este anuncio no debe ser visto como motivo de temor sino de esperanza. Él nos llena de confianza y seguridad de que recibiremos su apoyo y fortaleza. Basta con reflexionar cómo hemos manejado las adversidades a través de los tiempos. Él ha estado siempre junto a nosotros para defendernos, iluminarnos, guiarnos. Jesús nos invita hoy a no tener miedo y ser testigos suyo en este mundo de hoy, que nos atrae a no vivir los valores que nos hacen ser orgullosos discípulos de Él. La no vivencia de los valores cristianos es la mayor tentación a la que nos hala el mundo de hoy.

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Plan de Pastoral - Noviembre 2017

Seamos perseverantes en nuestra familia. Confiemos los unos en los otros. ¡Qué el Señor nos dé la fortaleza que necesitamos para mantener firme nuestra fe centrada en Él y defendernos de los ataques del enemigo! 30

Fiesta: San Andrés Apóstol

Jueves Rojo 27º Aniversario de la muerte de Octavio Antonio Cardenal Beras Rojas, Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis de Santo Domingo Lectura de la carta de san Pablo a los Romanos 10,9-18 Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: “Nadie que cree en él quedará defraudado.” Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues “todo el que invoca el nombre del Señor se salvará”. Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: “¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!” Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.» Palabra de Dios. Salmo Responsorial:18,2-3.4-5 R/ “A toda la tierra alcanza su pregón.” El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa su mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R/ Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/ Lectura de santo evangelio según san Mateo 4,18-22 En aquel tiempo, pasando Jesús ante el lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: “Vengan y síganme, y los haré pescadores de hombres.” Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Palabra del Señor.

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Crezcamos hasta alcanzar la plenitud de Cristo

Meditación “Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” Hoy la Iglesia celebra la fiesta de San Andrés, apóstol de Jesús y hermano de Pedro. Eran humildes pescadores a la orilla del lago de Galilea. Jesús les dijo: “Vengan y síganme, y los haré pescadores de hombres”. Hoy mateo nos relata el llamado de los cuatro primeros discípulos. Jesús los llamó para que lo siguieran y fueran servidores de su reino. Ellos no titubearon en hacerlo, a pesar de haberles implicado abandonar todo lo que tenían: posesiones, familia, trabajo, amigos. El llamado del señor es imperativo e irresistible. No deja lugar a dudas ni espera. A los cuatro discípulos que llama en esta lectura los encuentra trabajando. Eran pescadores y estaban ocupados en sus labores cotidianas. Sin embargo, al oír el llamado dejan todo y lo siguen. No lo piensan dos veces, ni se ponen a calcular la conveniencia o inconveniencia. ¡Deciden dejarlo todo! Ahora bien, ¿Qué tiene este señor que inmediatamente cautiva a tal extremo de dejarlo todo para seguirlo? No dudaron un instante en unirse a aquel hombre que hablaba tan claramente, tan sabiamente y que arrastraba grandes multitudes. Por eso, se unen inmediatamente. ¿Y yo, qué tengo que hacer para seguirte? ¿Debo dejar mi trabajo, mi familia, mi negocio? No necesariamente. Se trata de cambiar de actitud y hacer de nuestro quehacer cotidiano un acto de servicio a los demás, a los que te rodean, a los que vienen a ti para que los escuches, para que los orientes, aquellos que invaden aun la privacidad de tu hogar buscando un consejo, una orientación. Es hermoso seguir a Jesús. Pero también cuesta seguirlo. Muchas cosas tendremos que vencer cada día, pero es posible lograrlo. Basta con mantener la mirada puesta en Jesús, recordando siempre por qué hacemos las cosas y a quién servimos. Esto nos dará las fuerzas que necesitamos para vencer los embates del maligno quien irá tras nosotros para desanimarnos y hacernos perder el objetivo. Requiere que continuamente nos hagamos la pregunta ¿Qué hago en la vida y para qué? ¿Qué debo hacer? En definitiva y simplemente es dejar de vivir dedicados a la satisfacción de una necesidad temporal para orientarnos a un objetivo trascendente… ¡ser pescadores de hombres! Es propicia la ocasión para que demos gracias al Señor por estos hombres de Dios que siguen dejándolo todo, entregándole su vida al Señor y todo su tiempo. Pidamos hoy, por nuestros hermanos sacerdotes, por su entrega generosa y su donación de amor. Aquellos que nos han enseñado el mensaje y como nos dice San Pablo en su carta a los Romanos: “la fe nace del mensaje y el mensaje consiste en hablar de Cristo” (Rom 10:17) “¡Que hermosos son los pies de esos que anuncian el evangelio!”

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