Ana Francis Mor, fiel creyente de que los liderazgos pueden ser distintos Myrrha Yglesias
Egresada del Foro Teatro Contemporáneo, ella es una destacada actriz y
directora de teatro. Forma parte de la compañía de teatro–cabaret “Las Reinas Chulas” y escribe para el semanario Emeequis la columna quincenal que
lleva el nombre de su libro “Manual de la buena lesbiana”, el cual es una guía que previene y ayuda a las lesbianas en situaciones cotidianas. Ana Francis se describe como una mujer muy necia, -lo cual le estorba- porque se pierde de escuchar otras opiniones u opciones. Me comenta que se cae bien y que le
gusta transportarse en bicicleta, lo cual le ha cambiado la visión de la ciudad, y que son momentos en los que su monólogo interno se pone bueno.
¿Cómo se construye la identidad gay? Me parece que es un proceso complicado en el que vas cruzando umbrales
de dignidad. Para mí ha sido así. Descubres que te gustan las mujeres, tienes
una novia, te encierras, no pasa nada, nadie sabe nada. Después te das cuenta que no es suficiente porque tienes que hacer tu vida, salir a la calle, ir al cine y te dan ganas de contarle a alguien con quien trabajas o estudias, con quién andas, porque la gente eso hace, y empiezas a cruzar esos umbrales. Te
percatas de que, ¡claro que tienes derechos!, y que está bien, pero después te
das cuenta que no es suficiente. El siguiente umbral es tu familia, eres la que nunca se casó, y quieres que traten bien a tu pareja, poderle dar la mano enfrente de tus hermanas, en fin, empiezas a cruzar y cruzar umbrales. Todo eso que en la vida heterosexual se da por sentado, para las personas LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales y las personas transgénero) es todo un
camino que hay que construir. Es una buena chamba, una parte de tu vida
estás ocupada en eso. Me parece que, como lo vas construyendo a partir de un deseo, necesariamente lo vas reflexionando y apropiando. La
heterosexualidad está dada, pero a partir de la construcción de la identidad
gay realizas un proceso de autoconocimiento forzoso, no necesariamente
elegido. Puede tener su lado tortuoso si las condiciones culturales y sociales no te son favorables, literalmente se te puede ir la vida.
A mí me causó mucho conflicto porque provengo de una familia
convencional, católica y con expectativas sobre mí que contrarrestaban absolutamente con lo que yo sentía. Lo que yo quería era quedar bien con mi mamá. Mi primer contacto de que existían lesbianas en el mundo fue con
una amiga de la secundaria que tenía una tía que era lesbiana. Como a los 17 años vi completito un programa de Nino Canún sobre la homosexualidad. En ése momento pensé que algún día, a lo mejor, yo iba a tener onda con una señorita, como cinco minutos y ya.
Estudiaba Relaciones Internacionales pero no la estaba pasando nada bien
porque lo que quería era estudiar actuación. Lo hice sin decirle a mis papás, y como al mes de haber entrado a la escuela me enamoré brutalmente de una compañerita. Yo sufría muchísimo por amor, tenías miles de amores
platónicos con chavos, o noviazgos que no fluían, y cuando empecé a tener
una relación con una chava fue muy radical la solución a mis dolores. Algo dentro de mí se acomodó por fin y nunca di marcha atrás. De pronto me sentí alineada.
Me gustaría agregar que me parece muy importante asumir esta cuestión de la identidad, asumirme como lesbiana, no como gay, porque me parece
fundamental hacerlo visible. Creo que en general hay una invisibilización de las mujeres, -heterosexuales, lesbianas-, las que sean. De quiénes somos, de
lo que hacemos, de nuestros trabajos. Para muchos hombres la identidad de
su masculinidad se fundamente en ser proveedor al ser un gerente de banco, por ejemplo, y al perder el empleo se desmoronan, a diferencia de las mujeres donde lo femenino no está visible, no lo presumimos ni lo exponemos. Me parece importante nombrarlo y diferenciarlo.
¿Consideras que ser gay en México es un factor de riesgo? Depende en qué lugar, aquí en la Delegación Benito Juárez o en Coyoacán
no. Fuera de la ciudad yo sí me siento insegura. A mí no me van a correr de mi chamba que es el cabaret, por ejemplo, por ser lesbiana.
¿Crees que la sociedad mexicana tenga que cambiar con respecto a la homosexualidad? La visión que se tiene de ella, porque es una gran ganancia y oportunidad. Tener a alguien homosexual en tu familia te permite cuestionarte,
reconsiderar tu propia heterosexualidad, no para preguntarte si eres
homosexual o no, sino para preguntarte y reflexionar sobre tu construcción
de lo femenino y de lo masculino. Los niveles de violencia de género que hay en este país son evidentes por la marginalidad existente. Evidentemente nos
lo tenemos que cuestionar. Cuando ves a una pareja homoparental los roles
cambian. Te pones a pensar que a lo mejor las cosas pueden ser distintas. Es una gran oportunidad poder ver otras formas de enamorarte y de construir familias. Es importante poder reflexionar sobre qué lugar tiene el placer. Creo que las personas homosexuales y lesbianas salimos del clóset
fundamentalmente por el deseo, es lo primero que te mueve. El deseo y el placer ocupan un lugar distinto en tu vida. El mundo está entretenido en otras cosas y falto de deseo. En la homosexualidad no hay pérdidas, la diversidad es ganancia.
Platícanos sobre la ONG que tienen Con Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe estuvimos haciendo talleres de arte y
teatro, de empoderamiento de las mujeres indígenas y campesinas por todo el país. Fue una experiencia que nos aclaró y ubicó desde dónde queríamos hacer cabaret. A partir de ahí comenzamos a conocer a muchas
organizaciones de derechos humanos, feministas y de derechos sexuales.
Fundamos Teatro Cabaret Reinas Chulas AC, que posteriormente se convirtió en la Cabaretiza AC. Se acerca a nosotros fundamentalmente gente que hace teatro, cine y cabaret. Las estrategias que nosotros hacemos para la difusión
de los derechos llegan a espacios como las escuelas o donde hay mujeres que se van a realizar la mastografía, por ejemplo. Hacemos sketches de 15 o 20
minutos, con risa, pachanga, donde la gente, al ser divertido, se sensibiliza de manera más fácil a la información que les damos.
¿En qué momento de la actualidad se encuentra el cabaret? En los últimos años se hace más cabaret. A partir de la creación del FONCA
muchos cabareteros al momento de hacer su proyecto con la beca de jóvenes creadores se autocensuran tremendamente, porque piensan que al venir el
dinero de la Federación no tendrían que hablar mal del presidente. Creo que es de una cultura priista. En la educación que le tocó a mi generación hay
una distancia tremenda con la realidad. Al momento de crear la ficción se olvida en qué país vivimos. En la comunidad teatral y en el país hay muy poca educación política y ciudadana. No sabemos cuáles son nuestras
instituciones, cómo acceder a ellas o cuál es el plan nacional de cultura, por ejemplo. Es como con Sari Bermudez hace seis años, su ignorancia y
estupidez es incomparable. El cabaret es todo lo contrario, habla de la realidad y crítica el momento.
Si el mundo fuera un cabaret ¿cómo sería? Muy divertido y nocturno. La cuestión con el cabaret es un asunto de
posicionar el placer. La perspectiva del cabaret es partir de la afirmación de la vida, de la risa, del derecho al juego, al placer y a la diversión. Creo que sería menos apretado y más divertido.
¿Realizas alguna actividad anacrónica? Cocinar, aprendí con mi madre al mismo tiempo que aprendí a caminar. Ella era chef. Lo disfruto mucho y además como que me escapo de mí.
¿Tienes algún enemigo interior? Sí, varios, los celos, por ejemplo. Si mi pareja se acuesta con alguien más sentiría muchos celos.
¿Con qué palabra te identificas? En este momento con caos. Estoy en un momento caótico reacomodando mi vida, con mucho movimiento y cambio, en proceso de separación de mi pareja.
Como feminista ¿a quién admiras? A Eugenia López, la pareja de la que me estoy separando. Ella tiene esa perspectiva del placer. El anterior feminismo nos dejó muy claro el
movimiento de la resistencia, de la lucha, de los derechos y demás. El
siguiente feminismo tiene que posicionar el empoderamiento del placer desde otros lugares. Ella me ha enseñado una visión más colectiva, más
compartida. Le están apostando más a la cuestión de liderazgos colectivos. Yo creo más en eso.
¿Qué consideras más importante cuando miras a una mujer? Lo que más me gusta es la libertad. A las mujeres nos educan a ser “nenas” para esperar a que se te acerquen, a que te inviten, a no asumir, etc. Una mujer que asume su deseo y que frontalmente te dice “Qué onda”, o te lo contesta, es en lo que más me fijo.
¿Qué comentario negativo tuvo la mayor impresión en ti? Uno que mi hizo mi madre cuando estaba estudiando actuación. Ella estaba muy enojada porque había dejado la carrera de Relaciones Internacionales. Me fue a ver a una obra de teatro, de las primeras que hice en la escuela, y me dijo “Muy bien, estás muy bien. Yo no creo que tengas talento”.
¿Cuáles han sido las fases más importantes en tu vida? La escuela de actuación en donde le aprendí al director Ludwik Margules su compromiso y a no ceder. Conocí el mundo del arte, de la libertad. Yo tenía muchas ataduras de vida y de educación. La escuela me permitió
“deschongarme” totalmente y encontrar mi camino. Otra etapa importante fue el recorrer el país con el taller de teatro. El teatro tiene una magia maravillosa. Tener el Teatro Bar El Vicio ha sido muy importante.
¿En algún momento te planteaste tener un hijo? Yo no, me importa mucho tener que poner el cuerpo. En dado caso podría adoptar sin ningún problema. Podría tener una pareja que quisiera tener un hijo.