Los cuentos de Ana María Basualdo

11 may. 2012 - como Dublineses, de Joyce –y su répli- ca, Montevideanos, de Benedetti–, o en un pueblo, como Winesburg, Ohio, de. Sherwood Anderson, o ...
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Los cuentos de Ana María Basualdo T

endemos a recordar más los cuentos aislados que los libros de cuentos, pero cuando sucede lo contrario es que estamos ante un acontecimiento literario. Por ejemplo, en este volumen, “Palma” es notable (uno de los mejores cuentos argentinos que he leído) y sin embargo, Oldsmobile 1962 ha persistido en mi memoria con más nitidez que cualquiera de sus relatos individuales. Más allá de la diversidad de sus tramas, en sus cruces y sus relaciones implícitas, el libro construye un universo autónomo. La constelación es tan sólida que al incluir un relato nuevo –“El camino rojo”– en la serie original la autora no ha hecho más que confirmar la estructura del conjunto. Si tuviera que arriesgar una hipótesis, diría que es el tratamiento de los objetos lo que produce el efecto de unidad en la colección. Hay algo del placer del co-

leccionista en los cuentos de este libro. En algún lugar de la trama brilla siempre una especie de fetiche –un espejo ovalado, una pajarera, un barco, un auto blanco, el garaje de una casa– que se convierte en el centro mágico alrededor del cual giran –e intrigan– los personajes y los acontecimientos. Son elementos cotidianos, triviales, pero su uso en el relato los transforma en los nudos enigmáticos de la historia. En la ficción, el poder de un objeto depende de su capacidad de distorsionar la realidad. Condensado en un punto, atrapado en la lógica de la sinécdoque, lo real se cristaliza en un objeto inquietante. Pienso en la maravillosa anécdota de la muchacha que –en el cuento que le da nombre al libro– escribe textos para una amiga y se los cambia por rouge y rímel. En el relato de esos intercam-

El texto que aquí se reproduce es el prólogo que el autor de Plata quemada escribió para la nueva edición de Oldsmobile 1962, publicada por Fondo de Cultura Económica POR RICARDO PIGLIA

bios sigilosos, regidos por una economía apasionada, el libro encuentra su luminosa unidad. Existen otros libros de cuentos que están pensados deliberadamente como un conjunto. Aparte de los irrepetibles modelos clásicos, el mayor ejemplo del siglo XX es, desde luego, In Our Time, de Hemingway: entre los cuentos se intercalan lacónicas viñetas de guerra donde se describen escenas que influyen tangencialmente sobre las conductas de los personajes de los relatos. Su réplica, Así en la paz como en la guerra, de Cabrera Infante, repite el mismo procedimiento; allí, las viñetas narran episodios de la lucha revolucionaria cubana y en ese contexto los cuentos adquieren su verdadero sentido. Otro modo de unificar una serie son los relatos centrados en una ciudad, como Dublineses, de Joyce –y su réplica, Montevideanos, de Benedetti–, o en un pueblo, como Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson, o el inolvidable Hombre en la orilla, de Miguel Briante. Seguramente recordamos El llano en llamas de Rulfo –aparte de sus anécdotas– por la unidad de su tono lírico, por su sintaxis y su música verbal. Lo mismo podríamos decir de Cuentos claros, de Di Benedetto: la intensidad de la narración y la singularidad perturbada de la prosa convierten las distintas historias del libro en un bloque único. El otro ejemplo podrían ser los primeros libros de cuentos de W. G. Sebald –Vértigo, Los emigrados y Los anillos de Saturno– que han sido leídos habitualmente como novelas. Sebald es un gran renovador del género y la unidad de sus relatos está dada por la visión impasible del narrador que cuenta una serie vertiginosa de acontecimientos siempre con el mismo tono distanciado y sombrío. En el caso de Oldsmobile 1962 me gustaría recordar un detalle de su estilo que refuerza la riqueza del libro. Podríamos llamar a ese procedimiento de la prosa de Basualdo la comparación narrativa. El narrador busca una analogía que le permita dar a conocer la emoción de un hecho vivido y la encuentra en un relato microscópico y onírico. “Pero el grito del hijo de Agustín rompe la paz como la caída de un avión en llamas sobre un lago de hielo.” Subrayo ese solo ejemplo y dejo a los interesados lectores el encuentro de las otras magias de este libro venturoso y feliz.

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13 Viernes 11 de mayo de 2012

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Literatura Un libro que vuelve