A propósito de Carolina Bescansa
La diputada de Podemos Carolina Bescansa llevó a su hijo de 5 meses al Congreso durante las votaciones para elegir al presidente del congreso. Los/as comentaristas televisivos, y las redes sociales han echado chispas en las siguientes horas, llenándose de críticas y comentarios contra su acto de rebelión: "¿Y por qué no lo cuida su padre?", "Si hay guardería en el Congreso, ¿por qué no la usa?", "No ha hecho más que demagogia con ese acto...", entre otras perlitas. Partamos de dos premisas: 1) Carolina Bescansa es un personaje político, y por tanto público y mediático. 2) Ha llevado a su hijo al Hemiciclo un día en el que todos los medios de comunicación estaban siguiendo en directo las votaciones, y por tanto, todo lo que allí ocurriera iba a ser televisado en todos los canales. Con esa atención mediática, hacer un acto de visibilización de la dificultad de muchas mujeres para conciliar su vida familiar y laboral debería ser un acto loable; ya que muchas conciliamos y nos apañamos como podemos cada día, no está mal encontrarte en los medios de comunicación, por una vez, una realidad tan cotidiana: la imagen de una mujer siguiendo con su vida laboral mientras intenta seguir dedicando a sus hijos la atención que se merecen. Se trata, por tanto, de un acto de rebeldía para denunciar la situación complicada de muchos y muchas de nosotras. No es la primera vez en España que una diputada acude con su hijo a un parlamento, una práctica habitual en los países nórdicos. Así lo hizo en 2015 la diputada en la Asamblea de Madrid Mónica García, también de Podemos; o la senadora del PSC Yolanda Pineda en un pleno del Senado en 2012. Nines Maestro diputada de IU, amamantó a su bebé en el Hemiciclo en 1991. En el Parlamento Europeo la eurodiputada danesa Hanne Dahl acudió con su bebé en 2009, y la italiana Lizia Ronzulli en 2010. La escuela infantil de la que disponen los y las diputadas debería ofrecerse en todos los centros de trabajo con una plantilla de trabajadores/as amplia, y se deberían abrir escuelas de educación infantil 100% públicas, para que todos/as pudiéramos llevar a nuestros/as pequeños/as a un centro cercano a nuestro domicilio, o lugar de trabajo, gratuitamente.
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El hijo de Bescansa tiene menos de 6 meses, la OMS recomienda lactancia exclusiva al bebé. Como ella misma ha explicado, su hijo no coge el biberón, por tanto aunque se saque la leche, no la toma en el biberón (una realidad que muchas mujeres estamos viviendo, con hijos lactantes). Una de las propuestas de la asociación PIINA (Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción, plataforma de la que USTEA es miembro) es precisamente que los permisos de maternidad y paternidad sean instransferibles, y que tanto una como otro puedan disfrutar de 16 semanas de permiso, pagadas al 100% del salario, lo que facilitaría la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo laboral (más información: https://prezi.com/wgi7mwdqnaln/permisos-iguales-intransferibles-y-pagadosal-100/?utm_campaign=share&utm_medium=copy). Es más, lo deseable sería poder ampliar las 16 semanas a veinticuatro para cubrir toda la época de lactancia que los y las bebés necesitan. Es necesario que tanto nosotras como ellos se impliquen en los cuidados de nuestros hijos, pero no podemos negar una evidencia: somos las mujeres las que tenemos pechos, y los bebés necesitan de nosotras de forma exclusiva, si toman leche materna, hasta los seis meses, por lo que se debe facilitar la lactancia como mínimo hasta este tiempo. Por otro lado, y como dice la feminista sevillana Alicia Murillo, "Nadie se extraña de que haya criaturas en los bazares chinos o en los mercadillos gestionados por personas gitanas. No importan que las familias lleven a sus hijxs a los lugares de trabajo cuando se trata de inmigrantes, personas no blancas, o personas de clase baja. Eso sí, en los puestos de poder, los de "prestigio", los puestos de hombres blancos, poderosos y ricos no deben ser manchados con la caca de un bebé". Lo que hizo Carolina Bescansa fue un acto de rebeldía para visibilizar la doble carga de trabajo que tenemos las mujeres (dentro y fuera de casa), y lo difícil que es para una mujer joven entrar en el mundo de la política, y para muestra un botón; a pesar de que ha aumentado el número de diputadas en el congreso, estas ocupan solo un 39'4 % de los escaños. Muchas veces las mujeres militantes -sindicalistas, políticas, activistas sociales- nos vemos en la tesitura de dejar el trabajo, la militancia para estar con nuestras/os peques, o bien dejarlas en manos de cuidadores/as, o con sus padres (que claro que pueden cuidar de los bebés, pero ellos no tienen pechos, y por tanto no pueden amamantarlos). De hecho, que haya menos políticas que políticos, o menos mujeres sindicalistas que hombres, es claramente por la carga familiar que llevamos con nosotras, y lo difícil que es sacar tiempo para la esfera pública.
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Se ha hablado muchísimo de Bescansa, y apenas se ha mencionado el caso del diputado de PP Pedro Gómez de la Serna, quien tiene abierto un expediente disciplinario por corrupción. Eso sí debería indignarnos, y no que una mujer amamante a su hijo en una sesión del Congreso. Desde el sindicato USTEA, queremos animaros a denunciar cualquier tipo de discriminación que observéis en vuestros puestos de trabajo, ya sea trato discriminatorio hacia las mujeres, la brecha salarial, acoso sexual o cualquier conducta que pueda considerarse machista. Por ello, estamos desarrollando una campaña llamada "Espacios libres de Machismo"; este proyecto consiste en que las trabajadoras y los trabajadores que así lo consensúen en asamblea declaren sus centros de trabajo como “Espacios libres de machismo”. Al realizar esta declaración se comprometen a velar por garantizar los derechos y las libertades de las empleadas y de los empleados de su empresa, establecimiento, colegio, instituto, centro público, etc., ya que el proyecto es abierto a todos los sectores, tanto público como privado, sean o no afiliadas o afiliados de nuestro sindicato. Con esta iniciativa sólo pretendemos que en los centros de trabajo se cumpla el artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que expone, de forma resumida, que todas las personas tenemos los mismos derechos y libertades sin distinción alguna de sexo. Si queremos acabar con la lacra social que suponen los feminicidios, la expresión última y más miserable de las violencias machistas, que en el año 2015 se cobró la vida de 109 mujeres, tenemos que acabar con el machismo en todos sus ámbitos y, cómo no, también en el laboral.
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