1 LA SA TIFICACIÓ , FU DAME TO DE LA FE Principios ... - ObreroFiel

ardientemente vivir de una manera acorde con el carácter del Dios santo (Lv. 19:2; ... obra a través del Espíritu Santo en aquel que ha sido llamado a ser un ...
131KB Größe 9 Downloads 62 vistas
LA SATIFICACIÓ, FUDAMETO DE LA FE Principios bíblicos para vivir en verdadera Santidad. Por Paco Jiménez Usado con permiso del autor La santificación, no es el tema favorito de muchos cristianos o simpatizantes religiosos, incluso hasta la repudian, evadiéndola, o burlándose de ella y de los que pretenden ser santos sinceramente. La razón de este desprecio puede ser porque lo que menos desean ellos, es ser santos, o vivir en santidad. Sin embargo para los verdaderos cristianos, el tema de la santificación es una necesidad, pues anhelan ardientemente vivir de una manera acorde con el carácter del Dios santo (Lv. 19:2; 1 Jn. 3:3). De hecho cuando comprenden su pecaminosidad propia, contrastada con el “peso” de la santidad de Dios, se sienten gravemente indignos de servirle y procuran ser limpios ante el Dios, tres veces santo, como sucedió con el profeta Isaías, cuando estaba frente al Dios santo (Is. 6:1-6). Esta actitud noble de servir en santidad a un Dios santo no es imprescindible para el religioso o el falso cristiano, por la cual será reprendido por el Señor (Sal. 50:16-23) ¿Pero que es la santificación? Ryle la define así: “Es aquella obra espiritual interna que el Señor Jesús obra a través del Espíritu Santo en aquel que ha sido llamado a ser un verdadero creyente. El señor Jesús no solo le lava sus pecados con su sangre, sino que también lo separa de su amor natural al pecado y al mundo, y pone un nuevo principio en su corazón, que le hace apto para el desarrollo de la vida piadosa. Para efectuar esta obra, el Espíritu se sirve, generalmente de la Palabra de Dios” (Jn. 17:17; 1P. 2:2) También el Señor usa muchas veces las aflicciones para santificarnos (1 P. 1:6-7). HOY ESTUDIAREMOS ALGUOS PRICIPIOS BÍBLICOS DE LA SATIFICACIÓ QUE SERÁ DE UTILIDAD, TATO PARA LOS QUE LA AMA, O DE ADVERTECIA PARA LOS QUE LA MEOSPRECIA. I. LA MUERTE DE CRISTO NO EST LIMITADA SOLO A LA JUSTIFICACIÓN, TAMBIÉN INCLUYE LA SANTIFICACIÓN: “Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios, sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Co. 1:30) A. Cristo no solo murió para salvarnos con la justificación, declarándonos justos y perdonándonos todos los pecados. Si esto fuera solo así, todos los creyentes viviríamos sin preocuparnos de vivir una vida limpia, seguiríamos pecando libremente, porque de todas formas ya estamos justificados y perdonados. B. Aquí entendemos que la obra de Cristo fue también para que fuéramos santos, es decir para que viviéramos sin practicar el pecado, separados de los deseos del mundo, y viviendo de manera limpia para Dios. Cristo lo dijo así a su Padre: “Y por ellos yo me santifico para que ellos también sean santificados en la verdad” (Jn. 17:19). También Pablo nos dice que: “…Cristo amo a la iglesia y se entregó asimismo por ella, para santificarla…” (Ef. 5:25-26)

1

C. Reflexión: Aquellos que piensan que por ser justificados, pueden gozar los placeres de la carne y del mundo, disculpándose de que todavía tienen una naturaleza pecaminosa, se engañan, y no recurren al poder del Espíritu Santo, el cuál nos libra del dominio del pecado como lo dice Romanos 8:2: “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Entonces todos los creyentes en Cristo Jesús ya estamos justificados y además, santificados, es decir capacitados para vivir en pureza espiritual, dando el fruto de la santificación. (Tit. 2:14; 1 Jn. 3:8-9). II.

LA SANTIFICACIÓN ES EL RESULTADO, Y CONSECUENCIA INSEPARABLE DE LA REGENERACIÓN. “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios, permanece en él; y no puede pecar porque es nacido de Dios” (1 Jn. 3:9) A. Todo aquel que ha nacido de nuevo por medio de la regeneración (Jn. 3:5), ha sido hecho una nueva criatura (1 Co. 5: 17), ha recibido también una nueva naturaleza (Ef. 4:24) para vivir puramente en santidad de vida. La muerte de Cristo y su resurrección, producen en el creyente una nueva vida que desecha la antigua vida pecaminosa (Ro. 6:4; Gá. 2:20). B. Todos los que dicen haber nacido de nuevo, y sin embargo viven una vida mundana y de pecado, se engañan a sí mismos, como Juan lo dice: “el que es nacido de Dios, no practica el pecado”. Entonces podemos decir claramente: “Si no hay santificación en el individuo, tampoco hay regeneración”. Aunque estas declaraciones suenen fuertes, son una realidad, pues Juan también nos dice que el que ha nacido de Dios , “no hace pecado, porque la simiente de Dios está en él y no puede pecar (como antes, como práctica), porque es nacido de Dios”. C. Reflexión: Si nací de nuevo, soy santificado: Esto implica que: Si soy cristiano, tengo mi

tiempo con Dios, amó y no soy egoísta, perdono y no guardo rencor, acepto a todos los hermanos por igual y no los discrimino, tengo dominio propio y no soy dominado por ningún hábito, digo la verdad y trato de no mentir, trato de no practicar el pecado y cuando caigo, confieso al Señor mis pecados y me aparto de ellos. Soy prudente y no me meto en chismes o murmuración, trato de no tener deudas sólo la de amar a los demás. Trato de sujetarme a mis padres y no desobedecerlos, obedezco a Dios y no me rebelo contra él, y si lo hago, inmediatamente le pido perdón y me vuelvo a someter a él. Acepto la soberanía de Dios en mi vida, y no la manipulo, saliéndome con la mía, etc. III.

2

LA SANTIFICACIÓN ES UN LLAMADO DE DIOS PARA QUE LOS CRISTIANOS VIVAMOS EN ELLA AHORA, HASTA QUE CRISTO LA PERFECCIONE EN NOSOTROS EN SU SEGUNDA VENIDA. “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación, que os apartéis de fornicación” (1Ts. 4:3) “Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación” (1Ts.4:7) “… para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1Ts. 3:13; cf. 5:23)

A. La santificación posicional, gracias a la justificación, todos los cristianos la tenemos (Ro. 5:1). Y también gracias a la redención que logra la justificación, ahora nuestro fruto es la santificación “práctica” y nuestro fin es la vida eterna (Ro. 6:22). Esta santificación práctica la logramos progresivamente cuando aceptamos la voluntad de Dios de andar en limpieza y nos apartamos de lo pecaminoso (1 Ts. 4:3). Es entonces que respondemos al llamado de Dios de apartarnos de la inmundicia y vivir en santificación (4:7) También la desarrollamos con la comunión y permanencia en Jesucristo, la cual tiene como resultado los frutos de la santificación (Jn. 15:5; Gá. 5:16 y 22) Este proceso de santificación alcanzará su perfección en la segunda venida de Cristo, donde por fin serán afirmados nuestros corazones irreprensibles en santidad. Y no sólo nuestros corazones, sino también todo nuestro ser será santificado por completo en este evento escatológico (1 Ts. 5:23) B. El verdadero cristiano, no se conforma solo con saber que con la justificación tiene la seguridad de la vida eterna y no le preocupa su vida pecaminosa (Ro. 5:1-2). No, él por su amor a Dios, por la voluntad de Dios (1 P. 1:15-16), y por la esperanza de la glorificación eterna, procura vivir cada momento de su vida en santidad práctica (1 Jn. 3:2-3). Sí, el puede ver en su caminar diario pureza, santidad verdadera, por medio de su obediencia y por el trabajo de Dios (Fil. 2:13-15). Él nota para la gloria de Dios que el pecado ya no es el rey, que lo somete en su nueva vida en Cristo, sino que ahora se presenta él, junto con todos los miembros de su cuerpo para servir rectamente al Señor (Ro. 6.12-13). Y cuando llega a caer por descuido, inmediatamente recurre a su abogado para que lo perdone y lo santifique (1 Jn. 1:9; 2:1). C. Reflexión: Mi fruto determina quién soy en realidad: Si procuro la limpieza y pureza espiritual, soy cristiano. Si mi meta es ser santo ante el Dios santo que me ve todos los días, soy cristiano. Si continuamente estoy estudiando la Palabra para ser santo, soy cristiano; si estoy procurando purificarme continuamente porque sé que un día “inesperado” me encontré con Cristo, soy cristiano; etc. COCLUSIÓ: Digámosle al Señor que corrija nuestra doctrina, p. ej: Si desprecio la santificación, que él me enseñe a amarla. Si soy realmente nacido de nuevo, que me haga amar la santificación y que ponga en mi mente ser santo cada instante. Si estoy en la fe del Señor, que él haga que yo viva diario en limpieza y que no caiga para que cuando Cristo venga, me encuentre limpio. RECORDEMOS: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz , tenemos comunión unos con otros , y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:6-7).

ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda. 3