EL ARREPENTIMIENTO, PREMISA DE LA FE CRISTIANA Por Yoandys A. López Pérez Usado con permiso El arrepentimiento para muchos es un cambio de actitud, para otros es cambio de pensar que influye por el resto de la vida en nuestro comportamiento; para mí además de incluir las dos definiciones anteriores, es descubrir quienes somos a través de la palabra de Dios; el proceso de sentirnos culpables por nuestras maldades y es la arrancada a la carrera de querer vivir de forma diferente para Jesús. Cuántos no hemos subvalorado en nuestras iglesias y tiempo la importancia del arrepentimiento. Jesús nos sigue enseñando la necesidad de la fe (Juan 5:24), que siempre viene acompañada por el arrepentimiento genuino (Marcos 1:15), para poder ser salvo. Y es que no debemos poner la salvación en las manos de los que no sean sentidos terribles pecadores. Si queremos hacerle bien al mundo y a nosotros mismos debemos condenar antes (creando el deseo de arrepentirse) y, después, salvar a la gente exclusivamente por la fe en Cristo. Lutero dijo algo así: antes de llevar a las personas al cielo [por fe], es necesario mostrarles el infierno [creando el arrepentimiento]. Así es, si no entendemos que estamos muertos en nuestros delitos y pecados, no nos veremos en la necesidad de por fe recibir la vida que él ha provisto para nosotros. El arrepentimiento hace que el hombre sin Dios en buena parte llegue a las manos del Salvador, hace que este reconozca su condición, le lastime como nada su pecado, se olvide de buscar solución por sus fuerzas, y deposite su confianza únicamente en la obra redentora de Cristo. Pero el arrepentimiento también es para nosotros los que hemos nacido de nuevo, los que hemos sido reconciliados con el Padre y que muchas veces fallamos. ¿Acaso este no es también abrir nuestro corazón a Jesús? ¿No son dirigidas a la iglesia las palabras de Apocalipsis 3:20? He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Esto es el arrepentimiento; es, aún siendo creyentes, sentir fallarle y que nuestro dolor nos impulse a cambiar nuestro vivir. Es no sólo saberlo sino confesarle a él que en su contra hemos pecado para entonces ser abundantemente perdonados. Tenemos que mostrar que estamos de acuerdo con él en que somos pecadores y que estamos en contra de nuestra actitud y pecado, pues: El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Y: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. El autor es miembro de la agrupación paraeclesiástica cubana: Ministerio CRISTIANOS UNIDOS. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.