Turismo
Domingo 14 de marzo de 2010
Dos vagones de recuerdos Fundada como General Mansilla, una localidad con dos nombres y un curioso alojamiento ferroviario Por Diego Cúneo De la Redacción de LA NACION
Downtown Bavio “¿El centro? Y... centro centro no hay... Si busca la plaza principal está aquí no más, a unos 500 metros, del otro lado de las vías”, indica Mirta, que tiene su mercado muy cerca de donde aún se puede ver... el pasado. Porque las huellas de lo que supo ser este pueblo pionero aún sobreviven en la antigua estación de estilo inglés inaugurada en 1887, muy bien conservada y hoy reconvertida en jardín maternal y vivero, donde todavía se pueden encontrar viejos dispositivos de época construidos en Inglaterra, así como un molino de agua que todavía se usa y el vagón de carga abandonado a su suerte a pocos metros de lo que fue el andén. También, en la modesta y austera parroquia de Nuestra
M
irta Eguilor, dueña del mercadito Mi Destino, que vende desde bombachas de campo y alpargatas hasta pan y alimentos para animales, aclara: “Esto es Bavio, no Mansilla”. Es que este pueblo con dos nombres, en el kilómetro 94 de la ruta 36, muy cerca de Magdalena, fue fundado como General Mansilla en 1901 en los alrededores de la estación Bartolomé Bavio. Y parece tener, también, dos pasados: uno de pujanza y progreso que llegó con el tren, en 1887, y otro, el que debió adaptarse a los tiempos cuando el tren tocó por última vez su silbato en 1978. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con muchos pueblos que desaparecieron cuando el tren dejó de circular, los bavienses apelaron a su orgullo e identidad para enfrentar el desafío de reconvertirse y adaptarse a los nuevos tiempos. Y lo lograron. Eso explica un poco el arraigo a su identidad. Y también explica el cambio de fisonomía: aquí no hay boliches ni pulperías ni viejos palenques, sino una urbanización si se quiere actual. Aunque el espíritu y el estilo de vida se conservan intactos.
Proyecto sobre rieles
Señora de Luján, de 1932, que se encuentra apenas a dos cuadras de la plaza principal, y en las viejas construcciones de madera y cinc del que supo ser el centro comercial, sobre la avenida Almafuerte, y frente a la vieja estación. “Usted tuvo que haber visto lo que era esta calle hace años… ¡No se podía caminar de la gente! –cuenta don Aldo, paisano entrado en años que parece haber sido testigo de toda la historia local–. Pero cuando se fue el tren los comercios se fueron del otro lado de la vía, donde estaban las casas. ¿Para qué se iban a quedar en una estación que ya no se usaba?” Una lógica implacable. El centro se mudó, los paisanos cambiaron los caballos por las 4x4 y la fisonomía se transformó: hoy aparece como un pueblo moderno (si le puede caber el término) que sigue viviendo intensamente.
Miriam Gatari llegó aquí hace más de una década harta del caos porteño. Default mediante, compró un campo de 21 hectáreas a 3 kilómetros de la ruta y comenzó una nueva vida: “El campo estaba bastante dejado, aunque tenía buena infraestructura. Pero lo que me conquistó fueron los dos viejos vagones
LA NACION/Página 9
La doble vida de un furgón de carga de tren de carga instalados muy cerca de la casa principal. Así que me dije bueno, vamos a usarlos para recibir gente. De a poco fuimos mejorando las edificaciones, convertimos los vagones en alojamiento, construimos la piscina, montamos un mini spa...”, enumera. El emprendimiento se llama Los Dos Vagones (no podía ser de otra forma) y cada uno tiene capacidad hasta para seis personas con todas las comodidades. Claro que ofrece lo habitual en propuestas de campo, como cabalgatas, paseos en bici, granja, huerta y más. La cocina y la atención están en manos de Rafael y Karina, los caseros, que se desviven por atender. “Quise rescatar algo
FOTOS DE MAURO ALFIERI
de la historia y el patrimonio de la zona, que es tan rico y que vale la pena conocer. Por eso la ambientación es bien rústica y con elementos de época”, argumenta Miriam. Esa historia también vive un poco más allá, en algunas de las viejas casonas y cascos que aún conservan el encanto de tiempos idos. El Rincón de Donatella, en el kilómetro 106 de la ruta 36, es uno de ellos. Este viejo parador de reseros construido en 1856 hoy funciona como restaurante, almacén y tienda de ramos generales casi como entonces. José Luis Boffa, hijo de doña Donatella (aunque todos, hasta su familia, la llaman Dani), cuenta: “Cuando llegamos el lugar estaba abandonado. Se llamaba Paraje Starace y a mí me llamaba mucho la atención que teniendo un nombre italiano
tuviera una cancha de paleta intacta, porque la paleta no es un deporte muy de italianos. Así que me puse a investigar y descubrí que el lugar había sido levantado por un vasco que construyó la cancha para jugar con sus amigos”. La cancha está intacta igual que las centenarias paredes pobladas por decenas y decenas de objetos que cuentan la historia del lugar. La cocina es un tema aparte: “No tenemos menú. Acá se come lo que mi vieja quiere”, expresa José Luis. Exageradamente abundante, cada comensal paga $ 45 y doña Dani comienza a traer comida hasta que le digan basta. Si bien hay el típico asado, se destacan los platos italianos como frituras de cardo o los ravioles de ortiga. “Nadie se va descontento de acá”, dice José Luis. Y nadie lo desmiente. L
DATOS UTILES COMO LLEGAR L Desde Buenos Aires,
por la autopista a La Plata. Al finalizar la autopista continuar por la ruta 2 y hacer unos 6 kilómetros hasta la ruta 36. Por ésta doblar a la izquierda hasta el kilómetro 93, donde se encuentra la entrada a Bartolomé Bavio. DONDE COMER L El Rincón de Donatella. En
Siga la vaca: no muchas cosas cambiaron en Bavio
el kilómetro 106 de la ruta 36. Es menú libre y se abona $ 45 por persona (bebidas aparte). Más información, (0221) 491-1915. L Los Dos Vagones. A la altura del kilómetro 100 de la ruta 36. Ofrece alojamiento en dos vagones con capacidad para hasta 6 personas. La tarifa por día por persona en temporada alta es de $ 175 para los mayores y 85 para los menores de 3 a 12 años (los chicos hasta los 3 no abonan). En temporada baja el importe es de 150 y 75, respectivamente. La tarifa incluye alojamiento con media pensión sin bebidas, piscina, solárium, servicio de mucama, Internet por Wi-Fi, aire acondicionado y otros servicios. Informes: www. losdosvagones.com.ar MAS INFORMACION L www.bartolomebavio. com.ar