Cristo, nuestro Sacrificio - Escuela Sabática

16 nov. 2013 - Cristo, nuestro Sacrificio. Prof. Sikberto Renaldo Marks. Versículo para memorizar: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo.
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COMENTARIOS DE LA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA IV Trimestre de 2013

El Santuario

Prof. Sikberto R. Marks Lección 7 16 de noviembre de 2013

Cristo, nuestro Sacrificio Prof. Sikberto Renaldo Marks Versículo para memorizar: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia, y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2: 24). Introducción El perdón ofrecido por Dios no es un perdón simbólico, como ese que casi siempre nosotros acostumbramos dar a los que nos ofenden. Supongamos que una persona te hizo algún mal; por ejemplo, que haya iniciado un chisme perjudicando tu reputación en la sociedad. Unos días después esa persona se arrepiente, se acerca y te pide perdón. Entonces, bondadosamente, tú lo perdonas. Y todo queda resuelto. Sí, entre las personas está realmente resuelto, sin embargo, delante de Dios, no lo está. La persona está perdonada, pero como calumniar es pecado, aquél chisme fue anotado en el Cielo, en el libro correspondiente. Puesto que la persona confesó su pecado, fue escrito “Perdonado” junto al respectivo registro. ¿Entonces está todo resuelto? No. Sólo la mitad del proceso se ha resuelto, todavía quedan cosas por resolver. ¿Qué es lo que está faltando? Falta pagar el precio por aquella calumnia. Además de la reputación que quedó manchada, permanece el registro de aquél pecado en el Libro del cielo, a pesar de la anotación anexa de perdón. Falta, en síntesis, cancelar aquél pecado con la sangre de Jesús. Fue para eso, para que pudiese haber perdón y purificación, que Él tuvo que morir. En esta semana estudiemos este asunto, pues es fundamental que entendamos la cuestión del perdón y de la purificación. En última instancia, la pregunta a responder es: ¿Por qué razón Jesús tuvo que sufrir y morir? Jesús en Isaías 53 El capítulo 53 de Isaías describe a Jesús desde los momentos del Getsemaní hasta su muerte. Cómo mínimo, podemos decir es una descripción horrible. Aquellos que vieron la película “La pasión de Cristo” tienen alguna idea de lo que ese capítulo retrata. Allí se Recursos Escuela Sabática ©

describe a un trapo humano, en las condiciones más precarias, como si fuese el más perverso asesino de todos los tiempos. Un hombre a quien no se le podía dirigir la mirada, salvo que se tuviesen sentimientos humanitarios. Sin embargo, muchos de sus amigos, inclusive su madre, lo observaban sabiendo que todo aquello era injusto. La escena que aconteció desde su flagelación hasta el Calvario es la más vergonzosa de todos los tiempos de pecado. Un hombre justo y bueno siendo tratado como solo lo merecía el peor de todos. Y quién sabe, tal vez ese peor de todos pueda salvarse, ¡ojalá! Vemos a un Jesús caminado vacilante hacia el lugar de oración vertiendo sangre de tanta angustia, hacia el mismo lugar en donde sería arrestado. Iba voluntariamente, pues lo que lo impulsaba era el amor por la humanidad. A partir de ese momento, Él asumió nuestra condición de pecadores, quienes deberíamos pasar, merecidamente, por todo aquello que Él pasó. Sufrió las consecuencias de lo que asumió, desde la humillación, el descrédito, la persecución, juicio ficticio, condenación injusta y muerte cuyas causas no estaban en Él sino en nosotros. Él, que era el Rey del Universo, y el Creador de todas las cosas, se hizo un Siervo Sufriente. Bajó por el camino de la injusticia, desde el punto más alto del Universo, hacia la sepultura. Todo por amor, para perdonarnos y salvarnos. No puedo dejar de admirar a alguien así, y de tener el deseo de estar con él. Al fin de cuentas, si consigo vivir eternamente, será tan sólo porque Él hizo provisión para ello. “¡Cuán inconfundiblemente claras eran las profecías de Isaías respecto a los sufrimientos y la muerte de Cristo!” “¿Quién ha creído a nuestro anunció?—pregunta el profeta— ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Y subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: no hay parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”. “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados”. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fue quitado; y su generación ¿quién la contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fue herido” (Isaías 53:1-8). “Aun la forma de su muerte había sido prefigurada. Como la serpiente de metal había sido levantada en el desierto, así iba a ser levantado el Redentor venidero, para que ‘todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16). “’Y le preguntarán: ¿Qué heridas son éstas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos’ (Zacarías 13:6). “’Dispúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento’ (Isaías 53:9, 10)” (Los hechos de los apóstoles, pp. 183, 184). Recursos Escuela Sabática ©

Sustitución suficiente “Por su vida y su muerte, Cristo logró aún más que restaurar lo que el pecado había arruinado. Era el propósito de Satanás conseguir una eterna separación entre Dios y el hombre; pero en Cristo llegamos a estar más íntimamente unidos a Dios que si nunca hubiésemos pecado. Al tomar nuestra naturaleza, el Salvador se vinculó con la humanidad por un vínculo que nunca se ha de romper. A través de las edades eternas, queda ligado con nosotros. ‘Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito’ (Juan 3:16). Lo dio no sólo para que llevase nuestros pecados y muriese como sacrificio nuestro; lo dio a la especie caída. Para asegurarnos los beneficios de su inmutable consejo de paz, Dios dio a su Hijo unigénito para que llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para siempre su naturaleza humana. Tal es la garantía de que Dios cumplirá su promesa. ‘Un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro’ (Isaías 9:6). Dios adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó al más alto Cielo. Es ‘el Hijo del hombre’ quien comparte el trono del universo. Es ‘el Hijo del hombre’ cuyo nombre será llamado: ‘Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz’ (Isaías 9:6). El YO SOY es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone su mano sobre ambos. El que es ‘santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores’ (Hebreos 7:26), ‘no se avergüenza de llamarnos hermanos…’ (Hebreos 2:11). En Cristo, la familia de la tierra y la familia del Cielo están ligadas. Cristo glorificado es nuestro hermano. El Cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor Infinito” (El Deseado de todas las gentes, p. 17). La sangre de Cristo “…Misericordia y perdón son las recompensas de todos los que acuden a Cristo confiando en sus méritos para que les quite los pecados. En el mejor pacto, somos limpiados del pecado por la sangre de Cristo… El pecador es incapaz de expiar un solo pecado. El poder está en el don gratuito de Cristo, una promesa apreciada únicamente por los que se percatan de sus pecados y los olvidan poniendo su alma desvalida sobre Cristo” (A fin de conocerle, p. 298). La sangre de Cristo, el poder de su vida como ser humano, es la única sangre del Universo que sirve para perdonar. Jesús se hizo siervo humano para poder vivir entre nosotros y morir por nosotros. Fue esa sangre la que vertió. Esa es la sangre por la que Jesús puede perdonar, redimir, salvar y reconciliarnos con Dios. Pablo dijo en Romanos 5: 10: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” ¿Y por qué la sangre de Cristo y no otra? Simple: Él es nuestro Creador, Él es la Ley que requiere que sigamos, la ley del amor, y Él es quien fue acusado por Satanás de ser injusto ya que esa ley no sería posible de cumplir. Lucifer decía que no había compatibilidad entre la justicia y el amor, que era simplemente imposible que Dios fuese esos dos atributos simultáneamente, en todas las ocasiones y situaciones. ¿O sea, cómo Dios haría con Adán y Eva en caso pecasen? En ese caso Él tendría que ser simplemente justo y quitarles la vida; si no los matase, sería amor, pero dejaría de ser justo. Satanás veía solo esas dos alternativas: o perdón o muerte; no imaginó la alternativa de la cruz. Él acusaba que la ley de Dios era imperfecta e imposible de ser aplicada en todas las situaciones y plantó la duda en las mentes de los serse del Recursos Escuela Sabática ©

Universo. Después de todo, cumpliendo la promesa de matar a Adán y Eva, no podría más ser amor. La acusación era que la justicia y el amor andarían juntas solamente mientras hubiese ciega e incondicional obediencia. Sin embargo, en la cruz, Jesucristo probó lo contrario. En vez de matar al pecador, le daría una oportunidad de perdón, derramando Él mismo su sangre en favor de la humanidad. Ahora satanás quedó totalmente sin argumentos contra el gobierno de Dios. Y el Universo se quedó extasiado al contemplar cómo, de hecho, Dios es amor y justicia al mismo tiempo y en todas las situaciones. Es por eso que Jesucristo era el que debería morir por nosotros, y ningún otro podría ocupar su lugar. ¡Y él venció! ¡Dios es amor y justicia, su ley continúa y continuará vigente para siempre! ¡Jesús probó eso! Sacrificio sin mancha ¿Por qué sólo la sangre de Jesús podría servir para pagar el precio del pecado de la humanidad? Por el principio de la justicia divina y por el principio del amor, para interceder por el pecado de otra persona, únicamente podría servir alguien que no haya pecado, que sea perfecto, puro, sin mancha, que no tenga ningún conflicto con la ley de Dios. No sería aceptable que un pecador interceda por otro pecador por el hecho de ser esta una intercesión ineficaz, y ni siquiera una criatura santa que no sea Creadora podría hacerlo, pues no podría ser responsable por los pecadores. Solo el sacrificio de Jesús era aceptable. Como ya vimos, nadie más estaría habilitado para salvar a no ser el Creador de la criatura. Así como tan solo los padres son responsables por la educación y buena formación de los hijos, de la misma forma solo Jesús, por medio de quien todo fue creado, podría sustituirnos en la muerte, librándonos de ella. Además, como también ya vimos, Dios era acusado por Lucifer de haber elaborado una ley injusta, que dependía de una obediencia irrestricta para que funcionase, pues caso haya desobediencia, Dios no podría ser justicia y amor al mismo tiempo. Luego, si fuese así, el reino de Dios sería una dictadura. Esa duda sembrada por Lucifer quedó en el Universo y debido a eso, Dios no eliminó de una vez el mal, sino que lo soportó para hacer entender a todos que la ley del amor es la misma ley de la justicia. No hay incompatibilidad entre el amor y la justicia, esta es hecha con amor y aquel sigue los principios de la justicia. Y por eso, los animales sacrificiales que representaban a Cristo deberían hacerlo de la mejor manera posible, siendo perfectos, saludables y sin ningún defecto, pues representaban al único ser del Universo que podría ofrecer su vida y ser aceptable sin ningún cuestionamiento. “Cristo llegó a ser el sacrificio sin pecado por una raza culpable, convirtiendo a los hombres en prisioneros de esperanza, de manera que por medio del arrepentimiento hacia Dios por haber quebrantado su santa ley, y por la fe en Cristo como su sustituto, garantía y justicia, pudieran retornar a la lealtad a Dios y a la obediencia a su santa ley…” (Reflejemos a Jesús, p. 45). Un gran peligro

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¿Cuál es, entonces, el gran peligro en relación a la muerte de Jesús? Es un peligro real, que Satanás lo administra muy bien. Consiste en banalizar el evento volviéndolo un hecho histórico de poco valor. Y eso es exactamente lo que está aconteciendo. Veamos cómo la muerte de Jesús está siendo banalizada. ¿Sabes cómo viene siendo conmemorada la Pascua? Huevos y barras de chocolate, conejos de pascua, regalos, mucho comercio, celebraciones, mucha alegría y diversión. ¿Tiene todo eso alguna relación con la muerte de nuestro Salvador? Absolutamente nada. Otra manera de banalizar la muerte de Cristo consiste en pensar muy poco en ella, no reflexionar en su significado y en lo trascendente que es para nuestra salvación. La muerte de Cristo pasa a ser poco recordada siendo que, verdaderamente, deberíamos meditar todos los días en ella y en su relación con nuestra vida eterna. Una manera más de banalizar la muerte de Cristo es vivir como si Él fuese tan solamente un héroe humano y nada más. Fue un gran personaje, solo que lo mataron, resucitó al tercer día y luego se fue. Para dar significación a la muerte de Cristo debemos estudiar sobre el asunto y con frecuencia reflexionar sobre el tema. Debemos mantener vivo el recuerdo de las escenas del calvario, tal vez viendo una película o video, haciendo programas en la iglesia no solo en ocasión de la Pascua, y sobre todo viviendo de acuerdo con su significado. Debemos hacer los nexos adecuados, por ejemplo, actualmente Jesús está en el santuario, es Salvador y Juez, está intercediendo y juzgando (por el momento a los muertos). En breve volverá para buscar a los victoriosos en el juicio. Hay una vida o una muerte eterna en juego. Todo eso y mucho más tiene que ver con la muerte de Jesucristo. Esas cosas merecen atención, cuidado y toma de decisión. Debemos entregarnos a Jesucristo todos los días, para que nos envíe su Espíritu y nos transforme según su promesa. El asunto merece una importancia mucho mayor de la que actualmente viene recibiendo. Satanás no quería que Jesús muriera en la cruz. Prefería que hubiese muerto de otra manera, apedreado por ejemplo. No quería que la profecía se cumpliese pues comprendió que muriendo así, cumpliría las profecías y demostraría que Él es amor y justicia al mismo tiempo, que esas dos características son inherentes a su carácter y que el gobierno celestial consigue ser administrado por aplicación continua de ambas. Esa muerte probaría que ese gobierno celestial está correcto y que la acusación satánica contra él es infundada. Como no lo consiguió, Satanás se esfuerza hoy en banalizar algo tan trascendente para la humanidad. Muriendo en la cruz, Jesús probó que Satanás estaba totalmente equivocado, por lo tanto, ya podría ser destruido. Allí en la cruz fue sellado el destino eterno del pecado y de su autor. Ojalá que nuestro porvenir sea diferente, lo cual depende de lo que hagamos con el tema de la cruz.

Aplicación del estudio I.

Síntesis de los principales puntos de la lección 1. ¿Cuál es el principal enfoque? • El tema principal de la lección gira en torno de la pregunta: ¿Por qué Jesús tuvo que sufrir y morir para que pudiésemos ser perdonados y purificados? O Recursos Escuela Sabática ©

sea, ¿por qué tuvo que pasar Él por todo lo que pasó para que pudiésemos ser salvos? ___________________________________________________________ ___________________________________________________________ 2. ¿Cuáles son los tópicos relevantes? • El perdón celestial no es solo de la boca para afuera, se basa en el pago de su precio que es la muerte, y no la muerte de cualquiera, tenía que ser la muerte de un ser Santo, sin pecado, y Creador. Por lo tanto, solo un ser en el Universo podía morir por nosotros, aquél por medio del cual pasamos a existir, nuestro Creador, el señor Jesucristo. 3. ¿Has descubierto otros puntos que podrías añadir? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________ II. ¿Qué cosas importantes podemos aprender de esta lección? 1. Podemos aprender que el derramamiento de la sangre de Jesús no fue sólo un acto simbólico, sino que fue absolutamente necesario que alguien puro muriese en nuestro lugar y que de esa forma el gobierno celestial pudiese perdonarnos y purificarnos. Perdonar significa remover de nosotros la culpa y purificar significa suprimir del libro de Dios la anotación relacionada al pecado cometido. Únicamente aquellos que tengan la anotación ´perdonado´ en todos sus pecados podrán ser purificados. 2. ¿Qué aspectos puedo agregar a partir de mi estudio? ________________________________________________________________ _________________________________________________________________ 3. ¿Qué medidas debemos tomar a partir de este estudio? a. Como los judíos en los diez días antes del día de expiación, y sobre todo en aquél día, así debemos humillarnos hoy delante de Dios y pedir perdón por todo. Eso quiere decir que debemos cambiar todo lo que haya de errado en nuestra vida. Si así lo hiciéremos, seremos purificados y por consiguiente seremos salvos. 4. ¿Qué es lo bueno en mi vida que me propongo a reforzar y lo malo para cambiar? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________ 5. Comentario de Elena G. de White “Pablo mostró cuán estrechamente había ligado Dios el servicio de los sacrificios con las profecías relativas a Aquel que iba a ser llevado como cordero al matadero. El Mesías iba a dar su vida como ‘expiación por el pecado’. Mirando hacia adelante a través de los siglos las escenas de la expiación del Salvador, el profeta Isaías había testificado que el Cordero de Dios ‘derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores’ (Isaías 53:7, 10, 12)” (Los hechos de los apóstoles, p. 184). Recursos Escuela Sabática ©

“Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos. Se hizo ‘Varón de dolores’ para que nosotros fuésemos hechos participantes del gozo eterno. Dios permitió que su Hijo amado, lleno de gracia y de verdad, viniese de un mundo de indescriptible gloria a esta tierra corrompida y manchada por el pecado, obscurecida por la sombra de muerte y maldición. Permitió que dejase el seno de su amor, la adoración de los ángeles, para sufrir vergüenza, insultos, humillación, odio y muerte. ‘El castigo de nuestra paz cayó sobre él, y por sus llagas nosotros sanamos’ (Isaías 53:5). ¡Miradlo en el desierto, en el Getsemaní, sobre la cruz! El Hijo inmaculado de Dios tomó sobre sí la carga del pecado. El que había sido uno con Dios sintió en su alma la terrible separación que el pecado crea entre Dios y el hombre. Esto arrancó de sus labios el angustioso clamor: ‘¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?’ (Mateo 27:46). Fue la carga del pecado, el reconocimiento de su terrible enormidad y de la separación que causa entre el alma y Dios, lo que quebrantó el corazón del Hijo de Dios” (El camino a Cristo, p. 13). 6. Conclusión general “Muchos corazones orgullosos preguntan: ‘¿Por qué necesitamos arrepentirnos y humillarnos antes de poder tener la seguridad de que somos aceptados por Dios?’ Mirad a Cristo. En Él no había pecado alguno, y lo que es más, era el Príncipe del cielo; y sin embargo, por causa del hombre se hizo pecado. ‘Con los transgresores fue contado: y él mismo llevó el pecado de muchos, y por los transgresores intercedió’ (Isaías 53:12)” (El camino a Cristo, 46). 7. ¿Cuál es el punto más relevante al que llegué mediante este estudio? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________

Prof. Sikberto R. Marks Traducción: Mario Dávila & Rolando Chuquimia RECURSOS ESCUELA SABÁTICA ©

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