CELEBRACIÓN DE NUESTRA ADOPCIÓN: PERTENENCIA Por Pablo Thompson Como mucha gente que ha sido educada fuera del país que figura en su pasaporte, yo lucho con un sentido de identidad. Siempre me he sentido incómodo no importa dónde viva. Si me pidieran que compartiera mi emoción más profunda y persistente, sin pensarlo diría: soledad. Yo siento que no pertenezco a ningún sitio. Soy un perpetuo extraño. Este sentimiento, aunque falso, ha sido la raíz de mis más profundas luchas y tentaciones. Usted puede entender, por tanto, que yo diga que el mayor consuelo para mi alma ha sido la doctrina de la adopción: saber que pertenezco a la familia de Dios, estoy invitado a formar parte de su familia con Jesucristo como mi hermano mayor. La adopción es el mayor beneficio del evangelio, porque nos da el privilegio de relacionarnos con alguien. Con gozo y con los brazos abiertos, estoy invitado a la mesa de Dios para comer de sus deleites, no tengo miedo de ser abandonado o rechazado, incluso en mis peores momentos y lo mejor es que puedo llamar a mi Padre "abba". Las implicaciones de esta verdad inundan mi corazón. Es una invitación a entrar en completa intimidad con Dios y a disfrutar de él y de su familia para siempre. Este escrito es una contribución del grupo de autores evangélicos cubanos denominado “Pluma Evangélica”. Tiene su sede en Jatibonico, Sancti Spíritus, Cuba. Usado con permiso ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.