espectáculos | 7
| Domingo 28 De septiembre De 2014
Alejo Pérez, un profeta musical en tierras ajenas agenda completa. El director argentino, ex titular de la orquesta
del Teatro Argentino, es muy requerido en escenarios europeos Jorge Aráoz Badí LA NACiON
Hace casi dos años, a finales de 2012, la renuncia de Alejo Pérez como director musical del Argentino de La Plata fue una mala noticia. El tándem, que integraba con Marcelo Lombardero, director por entonces del teatro, había iniciado una acción recuperadora del prestigio artístico que colocaba a la sala platense en situación de competitividad no sólo con el Teatro Colón de Buenos Aires, sino también con las salas más importantes de América latina. Pero el presupuesto destinado a un proyecto que ya había comenzado a desarrollarse de manera brillante, fue reducido hasta una 20ª parte del inicial, lo que motivó la reprogramación reiterada de planes y retrasos en el pago a los artistas que, en muchos casos, alcanzaron a los diez meses. A dos años del alejamiento de aquella dirección, aunque se suceden cambios de autoridades, la escasa actividad actual del Teatro Argentino se desarrolla de manera irregular, al margen de una planificación coherente. Al hacerse cargo de la dirección musical del teatro platense en 2009, Alejo Pérez había dejado atrás una intensa actividad en el exterior y un apreciable reconocimiento de su autoridad artística. A partir de 2005, había trabajado con la Sinfónica NDR de Hamburgo, la Real Filarmónica de Estocolmo, la Nacional de Chile, la Filarmónica de Dresden, la Nacional de Lille, la Musik-Fabrik de Colonia, la Filarmónica de Radio France, la Sinfónica de Taipei y la Deutsche Symphonie de Berlín, entre otras. Diversas actuaciones como director en Fráncfort, París, Lyon, Essen y Estambul se suman a la participación en proyectos como asistente de Peter Eötvös. Entre 2010 y 2011, dirigió en Amster-
maximiliano amena
dam, en la ópera de Leipzig, en Baden-Baden, Friburgo, Ginebra y en el Real de Madrid, como especial invitado de Gérard Mortier. En sus temporadas de La Plata figuraron Nabucco, La condenación de Fausto, Lady Macbeth de Mtsensk, El oro del Rhin. En el Avenida, Carmen y The Rake’s Progress, de Stravinsky. Y el año pasado, el muy comentado Don Giovanni, en el Real. –¿Y ahora? –En pocos días, me voy a Madrid para empezar los ensayos de La muerte en Venecia, de Britten, en el Real. Después, tengo compromisos operísticos en Colonia, Leipzig, Hamburgo, Bolonia, Nápoles y el año que viene en el Festival de Salzburgo para una versión de concierto del Werther. En 2016, también en Salzburgo, siete funciones del Fausto, con la Filarmónica de Viena. En la Ópera de Chicago debo dirigir Eugenio Oneguin y después tengo actuaciones en Lyon y La Monnaie, de Bruselas. Para 2018, ya tengo firmados contratos con la Ópera de Amberes y Nueva Zelanda.
–¿Y en el Colón de Buenos Aires? –Nada. –¿Cómo es su imagen de un director orquestal? –Como la de un piloto de automóviles de competición. No sólo debe ser un perito en la conducción, sino también en la mecánica. La orquesta es un taller. Además, en cada sitio necesita un enfoque particular. No es lo mismo una orquesta alemana que una francesa o italiana. Los criterios disciplinarios de trabajo son distintos. Alejo Pérez, que ahora tiene 40 años y estudió con tres muy prestigiosos maestros argentinos (Guillermo Scarabino, Gerardo Gandini y Guillermo Opitz) es uno de los dos directores argentinos con mayor cantidad de actuaciones en el extranjero y muy escasas actuaciones en su tierra. El otro caso es el de Daniel Barenboim. La diferencia es que Alejo Pérez vive en su casa de Buenos Aires, en el barrio de Belgrano. –¿Qué hace cuando está aquí? –Descanso y estudio.ß