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espectáculos
| Lunes 29 de abriL de 2013
PaTriCK liOTTa/arCHiVO
1938-2013
Aída Bortnik. Una maestra en el arte de contar historias Viene de tapa
Aída Bortnik había nacido en Buenos Aires el 7 de enero de 1938. Estudió derecho y letras en la Universidad de Buenos Aires, egresó del Centro de investigaciones del instituto de Teatro de la misma casa de estudios y cursó seminarios de Argentores, de historia del arte y de historia de la literatura dramática. Además de Soldados y soldaditos y Papá querido, escribió Tres por Chéjov (1974), Dale nomás (1975) y Domesticados (1981). Además
fue miembro fundadora de Teatro Abierto y ganó el Premio Konex de platino a la mejor guionista argentina del decenio 1985-1994. Desde 1990 es miembro del Consejo Académico y asesora de la Universidad del Cine de Buenos Aires y, desde 1993, consejera invitada en los laboratorios de Guión Cinematográfico de la Fundación Sundance, primero, en latinoamérica, y luego, ininterrumpidamente en Utah. En 1972 ya escribía libretos para ciclos de televisión, algunos de los
Gómez, solita en escena
Oleada de profundos sentimientos en un unipersonal teatro. Carolina Gómez, dirigida por Diego Jaraz, en El Portón de Sánchez Carolina Amoroso lA NACioN
Carolina Gómez, la actriz que supo encarnar a Johanna, en la versión local del musical Sweeney Todd (con Julio Chávez) y a Sharon Graham y Sophie De Palma en Masterclass, dirigida por Agustín Alezzo y protagonizada por Norma Aleandro, estrena hoy
su propia pieza teatral. Este unipersonal musical, también protagonizado por la artista (autora no sólo del libro, sino también de las canciones), lleva el nombre de Sentir amares (o cómo catalogar los pensamientos en mi jardín) y aborda el mundo íntimo de una mujer sin nombre (la autora se refiere al personaje como “Ella”), que, a partir de simples preguntas,
cuales ella misma dirigió. Trabajos suyos fueron editados en distintos países de América latina, España, los Estados Unidos, Canadá, Francia y Alemania, por universidades y revistas especializadas. Había querido ser actriz, pero un accidente sufrido en un viaje a Mar del Plata cuando tenía veinte años la dejó postrada por cuatro años y la obligó a interrumpir sus estudios: la escritura, como periodista, cuentista y dramaturga abrió otro camino para sus nece-
reflexiona sobre el sentido mismo de su vida. la dirección de la pieza está a cargo de Diego Jaraz (director asociado y director creativo de Casi normales). “El texto en realidad lo escribí hace muchos años, pero el año pasado me junté con Diego [Jaraz] para mostrárselo... Ahí empezó a tomar vida la obra y no paramos hasta hoy. Es una obra de texto, con mucha música en el medio y canciones, pero no tiene la estructura del musical convencional –cuenta Gómez–. Se trata de una mujer que evidentemente está sola y, a través de sus actividades cotidianas, se pregunta muchísimas cosas, hasta las más vanales, como ¿por qué se le arruga el pulgar izquierdo? o ¿por qué la gente mira mucho para abajo? Si bien las preguntas son interesantes, ella apunta hacia otro lado: es una manera de reírse de la evasión en el vacío.” Según revela la actriz, su creación estuvo cerca de ocho años aguardando en un cajón el momento de su llegada a escena. Hoy, luego de que Gómez uniera fuerzas con Jaraz, el proyecto logró concretarse. “Creo que es una necesidad personal. A veces me pregunto ¿por qué interesa lo que uno tiene para decir? Y la respuesta es que me parece que el arte sana. Principalmente a mí me sana hacer esto, si bien no es una obra existencialista y de autoayuda... El sentido [de la obra] es hacerse cargo de lo que uno realmente necesita y quiere.” Para terminar de hilar musicalmente a Sentir amares, también colaboró Diego Rodríguez, quien compuso algunos de los momentos musicales de la obra y ayudó a la autora y protagonista con los arreglos de las canciones. Con respecto al nombre de su obra, la actriz, que actualmente cursa la carrera de canto lírico en el instituto Superior de Arte del Teatro Colón, dice: “Estábamos buscando dos palabras clave y fuertes: «sentir», nos gustó porque esta mujer siente todo muy intensamente y «amares», porque hay mucho juego de palabras y anécdotas que cuenta el personaje con el agua y el mar y «amar» a veces duele y se siente... Nos parecían dos palabras que juegan muy bien juntas y después de ver la obra uno entiende por qué”.ß
Sentir amares De Carolina Gómez El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034 Lunes, a las 22
sidades expresivas. la televisión y el cine llegaron después. Y en este último terreno, su obra obtuvo probablemente la mayor trascendencia. Baste anotar, además de los ya mencionados, sus títulos más recordados: Una mujer, de Juan José Stagnaro (1975); Crecer de golpe, de Sergio Renán (1976); La isla, de Alejandro Dorias (1979); Volver, de David lypzyc (1982); Pobre mariposa, de Raúl de la Torre (1986); Gringo viejo, de luis Puenzo (1989); Tango feroz, la leyenda
de Tanguito (1993); Caballos salvajes (1995), y Cenizas del paraíso (1997), todas de Marcelo Piñeyro, y La soledad era esto, de Sergio Renán (2001). Durante la dictadura militar sufrió un exilio obligado en España entre 1975 y 1979. Fue asesora de la Universidad del Cine y del Sundance Film Festival, y ejerció la docencia en la Escuela Grupo Profesionales de Cine (1979-1981), la Escuela Superior de Artes Cinematográficas (1981-1983) y en el Taller de Autores Teatrales y Cinematográficos (1981-1983). “Hoy falleció Aída Bortnik, guionista de La historia oficial, entre muchas otras. Uno de mis grandes maestros de la vida”, afirmó el director de cine Juan José Campanella en las redes sociales, sintetizando el sentimiento que genera la pérdida de una de las voces fundamentales del cine argentino de los 70 y los 80. Junto con él, Aída realizó un exitoso curso llamado Escribir Cine, sobre guión cinematográfico. Como es de suponer, muchos actores lamentaron su partida, como Graciela Borges, quien le dedicó un mensaje a través de su cuenta de Twitter: “Murió mi entrañable amiga Aída Bortnik. la mejor guionista del cine argentino. Gracias genia, te debo mucho”. la admiración de sus pares siempre fue manifiesta. El guionista Mario Segade contó: “En casa de Aída Bortnik, en 2001, nacía la lista para las elecciones de Argentores y llevamos a [Juan Carlos] Mesa- [Hugo] Midón. Perdimos por fraude. Mi recuerdo para esa magnífica autora y para muchos compañeros de esa aventura que ya no están”. En 1999 dictó un curso de posgrado en escritura cinematográfica en la Universidad del Cine. Fue primera profesora invitada, nombrada por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (1998). Anoche, en el Tabarís, el director Ariel del Mastro y el elenco completo de la versión musical de Tango feroz no solamente le dedicaron esa última función, sino que le hicieron un homenaje. Voceros de la Academia del Cine de la Argentina informaron a la agencia Télam que el velatorio de Aída Bortnik se extendería hasta hoy por la mañana, pero, al cierre de esta edición, aún se desconocía dónde serán inhumados sus restos.ß
Algunos de sus grandes títulos
La historia oficial No sólo ganó un Oscar como mejor película, sino que su guión estuvo nominado
Tango feroz Uno de los grandes títulos del cine de la década del 90, hoy convertido en musical
Caballos salvajes Otro éxito en sociedad con el guionista y director Marcelo Piñeyro, en 1995
Cenizas del paraíso También con Piñeyro hizo el guión de este exitazo con Leo Sbaraglia y Héctor Alterio
Natalie Pérez y Peter Lanzani, el amor prohibido bajo la mirada de Rosas
fabián marelli
teAtro
Romance y melodías pegadizas Camila, nuestra historia de amor . ★★★ buena. Dirección, libro y música: Fabián Núñez. intérpretes: Natalie Pérez, Peter Lanzani, Julia Zenko,
Laura Silva, Santiago Ramundo, Déborah Dixon, Sergio de Croce, Magalí Sánchez Alleno, Nelson Rueda y Miguel Habud. músicos: Valeria Matzuda, Lucía Herrerea, Mariela Meza y Paula Pomeraniec. Dirección musical y arreglos: Gerardo Gardelín. Vestuario: Pablo Battaglia. escenografía: Lili Diez y Fabián Núñez. luces: Ariel Ponce. soniDo: Gastón Briski. funciones: Miércoles a Domingos. Duración: 100 minutos (sin intervalo). sala: Lola Membrives
U
na historia de amor de cabo a rabo. la misma que ya muchos conocimos por la película, allá en 1984, y que otros quizá se hayan encontrado en libros de amor o de historia... la misma, pero no idéntica. Esta versión musical de la tragedia de Camila o’Gorman y el padre Uladislao (sí, éste es con U) Gutiérrez es mucho más musical que trágica y no porque no termine como todos sabemos (mal), sino porque su director, Fabián Núñez, eligió hacer foco en el amor prohibido de estos jóvenes más que en el tremendo final que lo truncó. Así, la mayor parte de la pieza recorre esas primeras idas y venidas, el descubrimiento, la sorpresa, la zozobra, las indefiniciones y los miedos (sobre todo de él) de volcarse a vivir lo que ya no podían ocultar. luego viene el encuentro y más tarde, el final. Es así que las canciones creadas por el mismo director dan cuenta, sobre todo, del despertar amoroso y de la búsqueda. Con melodías suaves, pegadizas, con letras sencillas y entradoras –muchas de ellas con
una fórmula que trae a la mente las canciones de los musicales de Disney– se van narrando las distintas postales con las que se hilvana la historia. Y se habla de postales porque es casi lo que aparecen a partir del trabajo de puesta en escena en el que se alternan, con un buen juego de disco giratorios, la casa de los o’Gorman (interior y exterior) y la iglesia (interior y exterior), según necesite cada momento. Efectiva idea que facilita la entrada y salida de los distintos personajes. Y allí aparece Camila, una muy bien plantada Natalie Pérez que vuelve a demostrar (antes lo hizo en El diluvio que viene) que es mucho más que una cara bonita. El lugar común se justifica porque realmente es preciosa, pero es una preciosa que tiene buena voz y ángel, y nutre a su personaje con sensibles y sutiles cambios que hacen avanzar y crecer a esta Camila más romántica que trágica. Y a la par de su trabajo está el de Peter lanzani con Uladislao. Es indudable la química que hay entre ellos, lo que vuelve más creíble ese amor. Tanto
es así que las escenas en las que ambos participan se extrañan cuando no están. Ahí hay algo de responsabilidad de la dirección; ellos están cuidados, y no es así con todos los personajes. Algo pasa en la dramaturgia que hace que el Eduardo o’Gorman (hermano de Camila) que compone esforzadamente Santiago Ramundo pierda pronto su razón de sufrimiento, ya que casi no se explica por qué no puede alcanzar las expectativas del padre; algo parecido le sucede al Ricardo de Sergio di Croce, el pretendiente de Camila que desaparece sorpresivamente sin poner resistencia, lo que sorprende por la época y por la furibunda fuerza del padre de Camila, que encarna Miguel Habud. El resto del elenco puede sacar mejor partido: ni hablar de Julia Zenko, que se luce cantando las tristezas de su Perichona; o Déborah Dixon, que atrae miradas con su entrañable Nana; o Magalí Sánchez Alleno (Manuela Rosas), laura Silva (mamá de Camila) y Nelson Rueda (Padre Ganon) quienes, aun con personajes más chicos, logran robarse sus buenos momentos. Así las cosas, esta Camila hace sufrir, pero no tanto, pero lo que sí hace –definitivamente– es enamorar. Puede extrañarse algo más de fuerza trágica y sensual (o sexual), pero, claramente, es cuestión de gustos, de miradas y de versiones. Ésta es la que eligió su director y está en su derecho.ß Verónica Pagés