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lunes 2 de marzo del 2015 Gestión

OPINIÓN Aún vivita y coleando DESACELERACIÓN ECONÓMICA. A paso lento, pero seguro, el consumo de los peruanos se ha ido reduciendo mes a mes. Al cierre del año pasado se incrementó 3.6%, cuando en los últimos diez años su promedio de crecimiento fue de 5.8%. Pero no solo eso, tal como mostró la consultora GfK -y antes Apoyo Consultoría-, la confianza del consumidor se ha visto afectada, principalmente en el segmento socioeconómico D, que ha visto descender su optimismo en 15 puntos. Ahora un 67% de peruanos cree que no podrá ahorrar y apenas un 20% cree que la situación económica del país mejorará.

“la desaceleración del crecimiento aún está viva y la capacidad de reacción del Gobierno, salvo el BCR, no se ve”. La realidad es una suma de percepciones. Una caída en la confianza de los consumidores puede traducirse en una disminución del gasto privado y ello puede causar un impacto negativo en el producto bruto interno (el consumo representa 63% del PBI), lo cual afectará la recuperación económica que por ahora es una esperanza. ¿Estamos a tiempo de hacer algo?, la respuesta es sí. En la edición de hoy, Rolando Arellano remarca que la situación actual no es de crisis económica sino de expectativas. Recomienda a las empresas que es momento de actuar agresivamente y tratar de conocer mucho mejor a sus consumidores para lograr atender sus demandas y no disminuir sus ventas. Desde el lado del Legislativo, una medida concreta sería aprobar nuevamente la exoneración de los descuentos por Essalud y AFP a las gratificaciones. Esto puede evitar a los trabajadores un descuento de 22% en sus gratificaciones, que se aplicaría desde julio, de no aprobarse la norma. Pero la pregunta que salta es: ¿qué se está haciendo desde el Ejecutivo? Por ahora invocaciones, ya que el presidente Ollanta Humala está más ocupado en la campaña electoral del 2016. Es verdad que en el 2008 se atravesó una situación similar, aunque por otros factores, y luego al siguiente año se logró revertir. La situación no es para desesperarse, pero la desaceleración del crecimiento aún está viva y la capacidad de reacción del Gobierno, salvo el BCR, no se ve.

Declaraciones que también hacen ruido Indudablemente, se esperaría una actitud más proactiva del poder ejecutivo y de los ministerios vinculados al área económica, pero eso no está ocurriendo. Más bien, el viernes pasado, el presidente Humala nuevamente atentó contra las

opinión Julio Lira Segura

Director de gestión

E

n agosto del 2013, el entonces ministro de Economía, hoy embajador del Perú en Estados Unidos, Luis Miguel Castilla, dijo que “el mundo está cambiando y posiblemente estemos entrando a un nuevo estadio de vacas menos gordas, de vacas más flacas”. Días después, al presidente de la república, para enfrentar los reclamos en Arequipa por el menor canon minero, no se le ocurrió mejor cosa que decir que “la crisis ya había llegado” al país. Ambas expresiones fueron un baldazo de agua fría que cayó sobre las expectativas de la economía, cuando en ese entonces todavía crecíamos a una tasa de 5%, pero también ya se empezaba a advertir que disminuía el ritmo de expansión. Dos años después, la desaceleración de la economía es una realidad y, tal como decimos en el editorial de hoy, aún, lamentablemente, sigue vivita y coleando.

caricatura

porCarlosLavida

“Estamos estimando, en promedio, (un crecimiento) de 4%”, dijo el mandatario. El BCR proyecta 4.8% para este año. expectativas, pues, sin querer queriendo, redujo la proyección de crecimiento: “Estamos estimando, en promedio, (un crecimiento) de 4%”, al declarar durante la inauguración de cuatro escaleras y 38 muros de contención en Ate. Es decir, dejó atrás el último estimado del Banco Central de Reserva, que considera un 4.8% para este año. Y, aunque, el mandatario de Estados Unidos Barack Obama mencionó a inicios de la semana pasada que el Perú se había convertido “en la envidia del mundo” por su creci-

miento, lo cierto es que la referencia era por el comportamiento de la economía peruana en la última década. Los resultados de enero muestran que el crecimiento todavía anda volando bajo y ya los analistas empezaron su ritual de todos los años, aunque esta vez de forma adelantada: empezar a bajar sus propios pronósticos. Las declaraciones recientes del presidente Humala muestran que quizás ya al interior del Gobierno se empiezan a sincerar los guarismos, y se confía en la solidez macroeconómica para intentar obtener un buen resultado en las elecciones del 2016. Es por eso que se lanzan advertencias para que no se toquen los programas sociales, asumiendo que estos son una panacea, tal como advertíamos hace una semana en esta misma columna. En cambio, se deja de lado el esfuerzo para conseguir una mayor tasa de crecimiento, retomar el impulso a la inversión privada y se continúa haciendo anuncios de miles de millones de dólares, que solo están en los documentos oficiales y en los discursos de los funcionarios. Por tanto, mientras no se adopten decisiones dramáticas con respecto a la inversión privada, tal como recomendó la semana pasada Roberto Abusada en Gestión, corremos el riesgo de que terminemos con un crecimiento igual o menor al del año pasado.