(1ª parte) La historia de Jacob - Recursos Escuela Sabática

Mi familia era católica; pero, cuando llegó el movimiento carismático católico, la gente de la iglesia comenzó a leer la Biblia. Mi padre comenzó a leer la Biblia y ...
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INDIA OCCIDENTAL | 14 de Junio

La historia de Jacob (1ª parte) Jacob

Jacob Kunthara, de 23 años, está cursando su posgrado en ingeniería en Trivandrum, India.

MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN SUDASIÁTICA

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i familia era católica; pero, cuando llegó el movimiento carismático católico, la gente de la iglesia comenzó a leer la Biblia. Mi padre comenzó a leer la Biblia y convenció a mi madre de que también lo hiciera. Un colega de mi padre le dijo que el sistema católico de adoración estaba equivocado, y mi padre comenzó a asistir más y más a la iglesia carismática. A pesar de ello, seguíamos siendo católicos. Cuando tenía doce años, mi padre fue a trabajar en Arabia Saudita. Mientras estaba allí, consiguió televisión satelital. Cierto día, estaba pasando de un canal a otro para ver qué opciones había. Haciéndolo, encontró un canal religioso, y comenzó a escuchar. El orador estaba hablando del sábado, y mi padre creyó que él sabía más de ese tema que el orador mismo. Mi padre decidió, entonces, tomar nota de la conferencia del hombre y comprobar cuán equivocada estaba la teología de ese hombre. Pero sucedió que, a medida que estudiaba los textos que el hombre había presentado, se fue

dando cuenta de que él estaba equivocado, y que el orador había estado en lo cierto. Así, siguió escuchando este canal adventista, y a menudo solía tomar notas de los sermones que escuchaba. Cuando regresó a casa durante el período de vacaciones, nos dijo lo que había aprendido de los programas de televisión. Buscó entonces la palabra “adventista” en su guía telefónica, y descubrió que había una escuela adventista y también una iglesia de esa confesión en la zona donde vivíamos. No comenzamos a ir a adorar a Dios en esa iglesia, pero papá comenzó a devolver el diezmo en la iglesia toda vez que venía a casa. El pastor de la iglesia nos visitaba de tiempo en tiempo, pero yo no estaba demasiado interesado en lo que él tenía para decirnos. En el colegio, comencé a participar de una banda, y llegué a interesarme mucho en la música. Empezamos a componer algunas de nuestras propias canciones, y grabamos algunos CD. Mi interés en la música era tan intenso que dejé de dedicarme lo suficiente a mis estudios. Mis calificaciones lo mostraron, y mis padres se preocuparon porque no podría ingresar en ningún colegio superior después de que finalizara la escuela secundaria.

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Este fue un año lleno de clases de apoyo. Durante ese tiempo, cuando no estaba en las clases, se esperaba que estuviera en la residencia estudiantil. Nos despertaban temprano por la mañana para que nos dedicáramos al estudio, y en la tarde también teníamos que seguir estudiando. No había ningún momento para la sociabilización. Estábamos allí simplemente para estudiar. No se me permitía dedicarme a escuchar música o a salir con amigos. Extrañaba a mis amigos y a mi familia, y lamentaba no tener tiempo libre. Por sobre todas las cosas, estaba aburrido. Había llevado mi Biblia conmigo, y comencé a pasar mucho tiempo leyéndola. Comencé con Génesis y Mateo, y fui poco a poco leyendo toda la Biblia. Como no se me permitía tener ningún entretenimiento, pasé horas y horas leyendo la Biblia. Al llegar al final del curso, estaba entre los primeros de mi clase, y creo que esto se debió en gran medida a mi lectura de la Biblia. Aun así, no iba a la iglesia. Los sábados eran los días de examen, de manera que habría sido muy difícil ir a la iglesia. Y aún no estaba listo para que se me permitiera asistir a la iglesia.  (Continuará la próxima semana)

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La religión no me interesaba, pero sabía bien que el sábado era el verdadero día de reposo. Mi padre nos había dicho exactamente eso. En ocasiones, cuando llegaba el sábado, me acordaba de que era el día santo de Dios y me sentía culpable por hacer algunas cosas, pero no lo suficiente como para tomar una decisión en favor del Señor. Cuando se aproximaba la fecha de mi graduación de la escuela secundaria, mi padre regresó a casa ya para quedarse. Ahora tenía más tiempo para hablarnos sobre la fe que se estaba volviendo cada vez más preciosa para él. Comenzamos a asistir a la iglesia adventista del lugar, como familia. En general, mi padre era el único que estaba realmente convencido de que esa era la iglesia verdadera, pero la familia lo acompañaba a la iglesia porque él nos lo había pedido. Yo había cumplido con los exámenes del duodécimo grado, y había descubierto que no había obtenido muy buenas calificaciones. Por ello, sabía bien que tendría que rendir exámenes de ingreso para acceder a un colegio superior. Así, me dirigí a una escuela especial que podría prepararme para rendir los exámenes de ingreso.

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