Una vida en doce días

20 ene. 2007 - Una obra con buen desempeño actoral. Las nuevas estudiantes del humor. César Pradines. Alejandro Cruz. Espectáculos. Pablo Gorlero.
223KB Größe 13 Downloads 102 vistas
Espectáculos

Página 8/Sección 4/LA NACION

2

3

En escena

El Monkey, basado en el cruce cultural Regular

✩✩ El Monkey, por Hopballehus International Theatre. Con Julie Beauvais, Winsome Brown, Lili Reose Cioni, Magnus Errboe, Esther Lozano, Mía Theil Have, Andrew Ormerod, Karin Sjohoim, Wilheim Stovien, Max Webster y Nacho Vera. Diseño de vestuario: Komelia Piskorek. Luces y escenografía: Iván Koroser. En el Centro Cultural de la Cooperación.

En El Monkey, uno de los intérpretes viene de Canadá, otro de España y el resto son de Dinamarca, Inglaterra, Italia, Noruega, Suecia, Suiza y Polonia. Todo –el espectáculo en sí mismo, el título con la extraña combinación del inglés y el castellano, los por lo menos cinco idiomas que se hablan durante

El mono, en acción

la obra y la misma historia en la cual se dialogan paisajes europeos con africanos– es un territorio de cruces. De algún modo, ésa es una de las premisas de este espectáculo estrenado anteayer, en el Centro Cultural de la Cooperación, que sirvió de carta de presentación en sociedad de la compañía Hopballehus International Theatre. Cosas de las búsquedas internas (o de cierto exotismo europeo), el lugar de gestión de este montaje de cruces de territorios, lenguas y estéticas fue la ciudad de Tilcara en plena quebrada Humahuaqueña. Por lo menos en lo que hace a los papeles, interculturalidad teatral a pleno. Es más, la presentación internacional de este grupo fue acá, en Buenos Aires. “Busca un camino o invéntalo”, dicen ellos mismos en el programa de mano. En eso parecen estar.

En este primera experiencia, este espectáculo de creación y dirección colectiva demuestra cierta raíz basada en el teatro antropológico (una de las actrices trabajó con Eugenio Barba), en el cual el movimiento coreografiado, el trabajo de la voz, el uso de instrumentos (de cuerdas, de vientos y de percusión) y la creación de algunas imágenes tiene momentos bellos, de fuerza propia. Bajo esta premisa, los actores se convierten en precisos instrumentos de un propuesta basada en la composición actoral y en los mínimos elementos escenográficos. Claro que bajo el paraguas de la interculturalidad teatral ponen tantos elementos en juegos (ritmos bolivianos, algún movimientos de pelvis al mejor estilo de una lambada, una orquesta de señoritas vestidas de negro y con dura estampa germana, el mismo mono, danza contemporánea y una infinidad de etcéteras) que parecen no haber podido definir un lenguaje propio. Como si fuera una demostración de rutas posibles sin definir una propia y largarse a circularla. Claro que la falta de una dramaturgia con mayor síntesis dramática es el mayor escollo. Si a eso se le suma la utilización de otros idiomas, el panorama podrá ser más negro todavía. Es cierto, los textos hablados en otras lenguas están traducidos en el programa de mano; pero no alcanza. Otra cosa es cierta: la narrativa de imágenes ayuda pero no es lo suficientemente fuerte como para que sostenga la acción. Por eso mismo, el trabajo se va deshilachando aunque dure un poco más de una hora. El Monkey (inicialmente se lo había anunciado como The Monkey, lo cual sonaba un tanto más “lógico”), está basada en Siete cuentos góticos, de la escritora danesa Karen Blixen (la autora de Africa mía, la lacrimógena película que protagonizaron Meryl Streep y Robert Redford). A la vez, según dijo el inglés Max Webster en un reportaje publicado en esta sección, le fueron sumando situaciones que, según apuntó, completaron e enriquecieron al texto original. A la luz de los resultados, algo falló en el proceso de la traslación a escena de esas intenciones. Por ese mismo motivo, el nudo central se diluye y hasta la misma presencia del mono (tan valorizada desde el mismo título) queda en un llamativo segundo plano.

Alejandro Cruz

Sábado 20 de enero de 2007

DON ROMAY

Sólo ochenta y con libro bajo el brazo ■ Hoy, Alejandro Romay cumple ochenta años y presentará su libro de memorias Memorizar, que reúne recuerdos, anécdotas y fotografías de su vida en el mundo de la televisión, la radio

Romay cumple 80 años y el teatro argentino. Su paso por Canal 9, Radio Libertad y los teatro El Nacional y El Argentino quedará registrado en ese libro. La recaudación de las ventas del libro será a total beneficio de la Casa del Teatro. SERA JUSTICIA

Pieza de Julio Chávez ■ La obra Será justicia, de Julio Chávez, se presentará hoy, a las 20, en la sala ATS (Garibaldi 310). El espectáculo cuenta con las actuaciones de Cristian Durán, Claudia Tourn y Noelia Rodríguez. EN EL PAYRO

Se repone Un mismo árbol verde

Dos personajes en la piel de Thelma Biral

Esto no quita el sabor amargo que queda en la garganta y el ánimo del espectador ante esa dolorosa condición del niño que no pudo vivir.

■ Hoy se repondrá la obra Un mismo árbol verde, de Claudia Piñeiro, con Marta Bianchi y Noemí Frenkel. Basada en hechos reales, la pieza habla de la impotencia de una madre y su hija frente al doloroso genocidio del pueblo armenio. Dirigida por Manuel Iedvabni, se presentará los sábados, a las 21, y los domingos, a las 20.30, en el Payró, San Martín 776.

Dos personajes y una actriz

ANTES DE SALIR DE GIRA

Thelma Biral encara una dificilísima tarea al interpretar, especialmente, a los dos personajes protagónicos, y logra desdoblarse gracias a un efectivo trabajo de composición que evita en todo momento caer en el melodrama. Con un fino proceso, donde predomina lo corporal y la dosificada cuota de emoción, da vida a Oscar con una mirada de ternura que evita en todo momento el golpe bajo. Mesurada, contenida por la dirección de Barney Finn, la actriz logra interpretar a los dos personajes convincentemente, sin fisuras, cuidando los detalles y ejerciendo el control sobre cada una de sus composiciones. De esta manera, a pesar del doloroso tema, Thelma Biral logra movilizar en el espectador una efectiva emoción, que está envuelta con delicadeza. La puesta de Barney Finn es certera, también gracias a la escenografía de Emilio Basaldúa y el vestuario de Mini Zuccheri, y acomodó el espacio a las necesidades de la obra de tal forma que se hace difícil ver este espectáculo sobre otro escenario.

Vuelve la obra 4 jinetes apocalípticos

Una vida en doce días Bueno

✩✩✩ Oscar y la dama rosa, de Eric-Emmanuel Schmitt, en versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Intérprete: Thelma Biral. Diseño de escenografía: Emilio Basaldúa. Diseño de iluminación: Roberto Traferri. Diseño de vestuario: Mini Zuccheri. Producción: Bruno Pedemonti. Dirección: Oscar Barney Finn. Duración: 91 minutos. En Multiteatro.

Oscar es un niño de diez años y padece de leucemia en estado terminal. Le quedan sólo 12 días de vida. Este es el planteo del que se sirve Eric-Emmanuel Schmitt (Variaciones enigmáticas y Pequeños crímenes conyugales) para reflexionar sobre la muerte, la actitud de los humanos con respecto a la muerte y Dios. La elección de un chico como figura protagónica, aunque resulta un poco dura por su destino marcado, le permite al autor volcar una mirada cruda sobre el entorno de este personaje que va sintiendo, con toda su inocencia, su pureza y su ingenuidad, que su enfermedad provoca el rechazo de sus seres queridos. “Después de la operación, el médico me empezó a mirar serio porque no dio resultado. No es mi culpa, es su fracaso”, dice Oscar ante la reacción del médico. Ni qué decir cuando habla de sus padres, que no soportan

mirarlo a los ojos, como una forma de rechazar esa nefasta verdad. “La enfermedad, como la muerte, no es un castigo, es una realidad”, dice Mamá Rosa, la voluntaria que lo asiste. Y en este personaje está la contrafigura de Oscar, la interlocutora, la referente de la realidad, casi podría decirse que ella es la voz del autor. Muchos interrogantes se abren frente a este tema, sobre todo porque la muerte es inherente a la vida y no hay forma de eludir esa situación. De las respuestas que se dan algunas quedan en un plano metafísico y otras, obviamente, en el existencial, pero todas en un nivel superficial. Además se agrega el aspecto religioso y los cuestionamientos a Dios que no tienen respuesta. Es un tema complicado para resolverlo en 90 minutos. De cualquier forma, aunque un poco extenso, el texto dramático encuentra una favorable resolución en el hecho de plantear a estos dos personajes como coprotagonistas. Es Mamá Rosa la que lo convence y lo estimula para vivir toda una vida en esos doce días, marcando etapas de crecimiento y maduración en cada mañana que le queda. Así Oscar se imagina a los 15, a los 30, a los 50 años, hasta que se produce el deceso por una aparente vejez y habiendo cumplido con una vida plena.

■ 4 jinetes apocalípticos, el texto de José Pablo Feinmann llevado a escena por Mauricio Dayub, con dirección de Luis Romero, hará ocho funciones antes de comenzar una gira por México. A partir de hoy, los sábados, a las 21.30, en Chacarerean Teatre, Nicaragua 5665. EN EL TEATRO DEL ABASTO

Réquiem nupcial, de Marta Paccamici ■ Luego de participar en los festivales de Cádiz y Sevilla, Réquiem nupcial (buscando a Cacho) comenzará una nueva temporada los domingos, a las 20.30, en el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549). Con Irene Gruss, Adelia Prado e Ivonne Bordelois, y dramaturgia y dirección de Marta Paccamici.

Susana Freire

El tango, más lírico que arrabalero Bueno

✩✩✩ Morocha y pasional, con Cecilia Milone, acompañada por Daniel Fernández y Pablo Skert en canto, septeto musical y cuerpo de bailarines. Dirección: Gerardo Sofovich. En el Metropolitan 2, Corrientes 1343, miércoles, jueves y viernes, a las 21.30; los sábados, a las 23.30 y los domingos, a las 21.30.

Si bien Morocha y pasional es un espectáculo de tango, la realidad sobre el escenario muestra una las tantas miradas que se pueden hacer sobre este riquísimo género. Aquí, Cecilia Milone propuso un camino que tiene una forma estética cuidada pero una historia musical con una desgastada aproximación hacia la música lírica. Quizás inducida por la participación de Daniel Fernández y Pablo Skert, dos tenores que hicieron parte de su carrera en programas cómicos televisivos de Gerardo Sofovich, mucho del andamiaje musical es cantado en tono operístico, con todo lo bueno y lo dudoso de esta idea. Pero vamos por partes. Uno de los puntos fuertes de esta producción es el vestuario, diseñado por José Luis Ferrando, que acierta con la cantante y la viste de manera impecable para cada ocasión, siempre teniendo en cuenta el lucimiento de su figura y de sus larguísimas piernas. El cuerpo de baile es correcto, cinco parejas que cuentan con posibilidades de lucimiento –incluso hay un cuidado desnudo en la obra, bien resuelto– y que evidencian, por ejemplo, un gusto por una forma de baile más cercana a Broadway que a Pompeya, pero no por ello menos legítima de expresión.

Música y humor Dicho esto, entremos a la música. Milone mientras va desarrollando los clásicos del cancionero tanguero, avanza sobre diferentes monólogos que, en tono humorístico, tienden

Las nuevas estudiantes del humor

Chicas católicas, con un nuevo elenco Una obra con buen desempeño actoral

SOLEDAD AZNAREZ

Cecilia Milone, a su manera, morocha y pasional

a cuestionar algunos mitos, como que el tango es machista. En otro de sus coloquios tomó como centro a Libertad Lamarque y sus “Besos brujos”. Milone pone ritmo, aunque no siempre consigue mantenerlo y el espectáculo es algo extenso en tiempo. En cuanto a la música, hay dos mundos sobre el escenario, el que parecería sentir naturalmente la cantante y es tomar los tangos a la manera clásica, y el otro, el de la impostación lírica. En este sentido, hubo temas en los que la Milone, desde el centro del teatro –al menos, donde estuvo ubicado este cronista– sonó extraña, co-

mo si su voz se volviese artificial o grabada. Es más, la propia cantante hizo una extraña mención acerca de sus estudios de canto lírico y abrió el paraguas acerca de que con “mala leche” la juzgarían. En fin, en otras composiciones su voz se notaba natural. El repertorio contempló temas como “Nostalgias”, “Garúa”, “Uno” y un popurrí, con Fernández y Skert, en donde hicieron “Mi Buenos Aires querido”, “Volver”, “Por una cabeza” y “Cuesta abajo”, entre otros. Ahora bien, Milone es una morocha de buena estampa, pero respecto del segundo término de la obra, es decir,

pasional, la idea de la pasión, al menos en el consciente colectivo porteño tiene que ver más con el tango arrabalero, que con la ópera, un género a salvo de todo comentario. Los cantantes estuvieron acompañados por un septeto que, por falta de programa de mano, un inexplicable olvido, quedaron en un casi completo anonimato, como los bailarines. Una propuesta resuelta de un modo pragmático, ya que llevó al tango hacia el tipo de cantantes y no a los artistas hacia el cancionero.

César Pradines

Parece que el Picadilly es el teatro de las obras de mujeres. Cabe recordar a Lía Jelín, con sus Confesiones de mujeres de 30. Anteanoche se estrenó la tercera temporada de Chicas católicas, de Casey Kurtti (de la que perduró más la estructura que el texto, gracias a Dios), con dirección de Alicia Zanca. Se estrenó con Verónica Llinás, Julia Calvo, Vanesa Weinberg y Fabiana García Lago. Aunque hubo algunos cambios sobre la segunda mitad del año pasado, la tercera temporada comenzó con nuevo elenco: Mónica Villa, María José Gabin, Muriel Santa Ana y Dalia Elnecave. ¿Qué se cuenta? Un vistazo por la educación de estas cuatro chicas en un colegio privado católico, desde el primer grado hasta que egresan, durante la década del 70. Ellas interpretan a las niñas y a las monjas que las educan. Y se mueven bien en estas aguas. A Ma-

ría José Gabin se la ve muy cómoda con su nena pizpireta y con la andaluza hermana María Tomasina. Todas sus intervenciones son momentos fuertes de la obra. Como nena es adorable, como monja hace un trabajo corporal complicado e interesante. Por su parte, Muriel Santa Ana sigue demostrando lo buena actriz que es: una chica desfachatada y la autoritaria hermana Sacrecoeur. Dalia Elnecave es brillante como la inocente Rossi y pintó con pincel fino a su españolísima María Pía. Entretanto, Mónica Villa es quien más aniña a su personaje, aunque sin desentonar, y todavía parece no haberle encontrado la fibra a su Hermana María Martha. De todos modos, está muy bien la forma en que plantean el crecimiento de las niñas y el paso del tiempo. Es diversión asegurada.

Pablo Gorlero